Luna

La Luna
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Único satélite natural del planeta Tierra.

La Luna es el único satélite natural del planeta Tierra. Su diámetro es de unos 3476 km, aproximadamente una cuarta parte de la Tierra. La masa de la Luna es 81 veces menor que la de la Tierra. La densidad media de la Luna es de solo las tres quintas partes de la densidad de la Tierra, y la gravedad en la superficie es un sexto de la de la Tierra.

Origen

Al descubrir que la composición de la Luna era la misma que la de la superficie terrestre se supuso que su origen tenía que venir de la propia Tierra. Un cuerpo tan grande en relación a nuestro planeta difícilmente podía haber sido capturado ni tampoco era probable que se hubiese formado junto a la Tierra.

Así, la mejor explicación de la formación de la Luna es que esta se originó a partir de los pedazos que quedaron tras una cataclísmica colisión con un protoplaneta del tamaño de Marte en los albores del sistema solar (hipótesis del gran impacto). Esta hipótesis también explica la gran inclinación axial del eje de rotación terrestre, que habría sido provocada por el impacto.

La enorme energía suministrada por el choque fundió la corteza terrestre por completo y arrojó gran cantidad de restos incandescentes al espacio. Con el tiempo, se formó un anillo de roca alrededor de nuestro planeta hasta que, por acreción, se formó la Luna. Su órbita inicial era mucho más cercana que la actual y el día terrestre era mucho más corto ya que la Tierra rotaba más deprisa.

Durante cientos de millones de años, la Luna ha estado alejándose lentamente de la Tierra, a la vez que ha disminuido la velocidad de rotación terrestre debido a la transferencia de momento angular que se da entre los dos astros. Este proceso de alejamiento continúa actualmente a razón de 38 mm por año.

Tras su formación, la Luna experimentó un periodo cataclísmico, datado en torno a hace 3800-4000 millones de años, en el que la Luna y los otros cuerpos del sistema solar interior sufrieron violentos impactos de grandes asteroides. Este período, conocido como bombardeo intenso tardío, formó la mayor parte de los cráteres observados en la Luna, así como en Mercurio.

El análisis de la superficie de la Luna arroja importantes datos sobre este periodo final en la formación del sistema solar. Posteriormente se produjo una época de vulcanismo consistente en la emisión de grandes cantidades de lava, que llenaron las mayores cuencas de impacto formando los mares lunares y que acabó hace 3000 millones de años. Desde entonces, poco más ha acaecido en la superficie lunar que la formación de nuevos cráteres debido al impacto de asteroides.

Recientemente, sin embargo, los datos enviados por la sonda japonesa Selene han mostrado que dicho vulcanismo ha durado más de lo que se pensaba, habiendo acabado en la cara oculta hace 2500 millones de años.

Relieve lunar

En 1610, cuando Galileo Galilei apuntó su telescopio hacia la Luna, pudo distinguir dos regiones superficiales distintas. A las regiones oscuras las denominó «mares», los cuales ahora se sabe que no tienen agua y llevan nombres tales como Mar de la Serenidad y Mar de la Fecundidad; son planicies con pocos cráteres.

El resto de la superficie lunar es más brillante, y representa regiones más elevadas con una alta densidad de cráteres, tales como Tycho y Clavius. En la superficie lunar también existen cadenas de montañas que llevan nombres como Alpes y Apeninos, igual que en la Tierra.

La Luna fue fuertemente bombardeada en su historia temprana, lo que originó que muchas de las rocas originales de la antigua corteza se mezclaran, fundieran, enterraran o desaparecieran.

Los impactos meteóricos aportaron una gran variedad de rocas «exóticas» a la Luna, de tal forma que las muestras obtenidas en solo 9 de las zonas produjeron muchos tipos diferentes de rocas para su estudio.

Los impactos también sacaron a la luz rocas lunares situadas a gran profundidad y distribuyeron sus fragmentos sobre amplias zonas alejadas de su origen, haciéndolas más accesibles.

La corteza subyacente fue también adelgazada y fragmentada, permitiendo que el basalto fundido del interior alcanzara la superficie. Como la Luna no tiene ni atmósfera ni agua, los componentes de los suelos no se deterioran químicamente como lo harían en la Tierra.

Rocas con más de 4 000 millones de años todavía existen allí, permitiendo la obtención de información sobre la historia temprana del sistema solar que no está disponible en la Planeta Tierra. La actividad geológica en la Luna consiste en un grandes impactos ocasionales y la formación continua de los regolitos. Sin embargo, se considera que está geológicamente muerta.

Con una historia temprana tan activa de bombardeo y un final relativamente abrupto de los grandes impactos, la Luna se considera fosilizada en el tiempo.

Los oscuros mares, con relativamente pocos cráteres, cubren aproximadamente el 16% de la superficie lunar y se concentran en el lado cercano de la Luna, principalmente dentro de las cuencas de impacto. Esta concentración podría ser debida al hecho de que el centro de masas de está desplazado de su centro geométrico unos 2 kilómetros (1.2 millas) en dirección a la Tierra, probablemente debido a que la corteza es más gruesa en el lado oscuro.

Es posible, por lo tanto, que los magmas de basalto procedentes del interior hayan alcanzado fácilmente la superficie en el lado cercano, pero encontraron dificultades en el lado lejano.

Las rocas de los mares son basaltos y la mayoría tiene una edad que va de 3.100 a 3.800 millones de años.

Algunos fragmentos en las brechas de las mesetas tienen una edad de 4 300 millones de años y las fotografías de alta resolución sugieren que algunos flujos en los mares rodean cráteres jóvenes y, por lo tanto, podrían tener una edad de 1 000 millones de años.

Los mares tienen un espesor medio de pocos cientos de metros pero son tan masivos que frecuentemente deforman la corteza subyacente lo que produce depresiones parecidas a fallas y cordilleras levantadas. Las mesetas relativamente brillantes, cubiertas de cráteres son llamadas terrazas.

Los cráteres y cuencas de las mesetas se forman por los impactos de meteoritos y son, por lo tanto, más viejos que los mares, habiendo acumulado más cráteres.

El tipo de roca dominante en esta región contiene altos índices de feldespato plagioclásico (un mineral rico en calcio y aluminio) y son mezcla de fragmentos brechados por los impactos de meteoritos.

La mayoría de las brechas de las terrazas están compuestas por fragmentos de brechas todavía más viejos. Otras muestras de las terrazas son las rocas cristalinas de grano fino formadas por fusión de impacto debido a las altas presiones que se generan en los impactos.

Casi todas las brechas de las terrazas y la masa fundida por los impactos se formó hace 3.800 o 4.000 millones de años. El intenso bombardeo empezó hace 4.600 millones de años, que es la edad estimada del origen de la Luna.

Observación lunar

La luna ha fascinado a la humanidad a través de los tiempos. Mediante la simple observación con el ojo desnudo, uno puede distinguir dos grandes tipos de terrenos: las mesetas relativamente brillantes y las llanuras más oscuras.

A mediados del siglo XVII, Galileo Galilei y otros astrónomos tempranos realizaron observaciones telescópicas, notando un solapamiento casi infinito de cráteres. Se ha sabido también durante más de un siglo que la Luna es menos densa que la Tierra.

Aunque se han averiguado muchas cosas sobre la Luna antes de la edad espacial, esta nueva era ha revelado muchos secretos difícilmente imaginables antes de esta época.

El conocimiento actual de la Luna es mayor que el del resto de los objetos del sistema solar exceptuando la Tierra. Esto conduce a una mayor comprensión de los procesos geológicos y una mejor apreciación de la complejidad de los planetas terrestres.

En muchas culturas prehistóricas y antiguas, la Luna era una deidad u otro fenómeno sobrenatural. Una de las primeras veces que se intentó ofrecer una visión racional y científica de lo que era la luna fue en la Antigua Grecia.

La propuso el filósofo Anaxágoras quien razonó que tanto el Sol como la Luna eran dos cuerpos gigantes, rocosos y esféricos y que la luz emitida por la Luna no era más que luz reflejada del Sol.

En la Edad Media, antes de la invención del telescopio, cada vez más gente fue reconociendo que la Luna era una esfera ya que se creía que tenía que ser «perfectamente lisa».

En 1609, Galileo Galilei observó por primera vez la Luna con telescopio y afirmó en su libro Sidereus Nuncius que no era lisa ya que tenía cráteres. Más tarde, aun en el siglo XVII Giovanni Battista Riccioli y Francesco Maria Grimaldi trazaron un mapa de la Luna y dieron nombre a muchos de esos cráteres, nombres que se mantienen hoy día.

Imagen de mayor resolución

La más alta resolcuion lograda en septiembre 2021

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En 2021, un nuevo sistema de telescopios del Observatorio de Green Bank, en Virginia Occidental (EE.UU.), consiguió captar la imagen de mayor resolución de la Luna jamás tomada desde la Tierra mediante tecnología de radar. La hazaña llevó años de trabajo, y el resultado es espectacularmente detallado. El punto focal es el cráter Tycho, una de las elevaciones más prominentes de la Luna.

Formación

Varios mecanismos han sido propuestos para explicar la formación de la Luna hace 4.527 (±10) millones de años. Esta edad es calculada en base a la datación del isótopo de las rocas lunares, entre 30 y 50 millones de años luego del origen del sistema solar.

Estos incluyen la fisión de la Luna desde la corteza terrestre a través de fuerzas centrífugas, que deberían haber requerido también un giro inicial de la Tierra; la atracción gravitacional de la Luna en estado de formación, que hubiera requerido una extensión inviable de la atmósfera para disipar la energía de la Luna, que se encontraba pasando.

La co-formación de la Luna y la Tierra juntas en el disco de acreción primordial, que no explica la depleción de Hierro en estado metálico. Estas hipótesis tampoco pueden explicar el fuerte momento angular en el sistema Tierra-Luna.

La hipótesis general hoy en día es que el sistema Tierra-Luna se formó como resultado de un gran impacto: un cuerpo celeste del tamaño de Marte colisionó con la joven Tierra, volando material en órbita alrededor de esta, que se fusionó para formar la Luna.

Se cree que impactos gigantescos eran comunes en el sistema solar primitivo. Los modelados de un gran impacto a través de simulaciones computacionales concuerdan con las mediciones del momento angular del sistema Tierra-Luna, y el pequeño tamaño del núcleo lunar; a su vez demuestran que la mayor parte de la Luna proviene del impacto, no de la joven Tierra.

Sin embargo, Meteoritos demuestran que las composiciones isotópicas del Oxígeno y el Tungsteno de otros cuerpos del sistema solar interior tales como Marte y Vesta son muy distintas a las del Planeta Tierra, mientras que la Tierra y la Luna poseen composiciones isotópicas prácticamente idénticas.

El mezclado de material evaporado posterior al impacto entre la Tierra y la Luna pudo haber equiparado las composiciones, aunque esto es debatido.

La importante cantidad de energía liberada en el gran impacto y la subsecuente fusión del material en la órbita de la Tierra pudo haber derretido la capa superficial de la Tierra, formando un océano de magma.

La recién formada Luna pudo también haber tenido su propio océano de magma lunar; las estimaciones de su profundidad varían entre 500 km y el radio entero de la Luna.

Revoluciones de la Luna

La Luna tarda en dar una vuelta alrededor de la Tierra 27 d 7 h 43 min si se considera el giro respecto al fondo estelar (Revolución sideral), pero 29d, 12h, 44min si se la considera respecto al Sol (revolución sinódica) y esto es porque en este lapso la Tierra ha girado alrededor del Sol. (Ver mes). Esta última revolución rige las fases de la Luna, eclipses y mareas lunisolares.

Como la Luna tarda el mismo tiempo en dar una vuelta sobre sí misma que en torno a la Tierra, presenta siempre la misma cara. Esto se debe a que la Tierra, por un efecto llamado gradiente gravitatorio, ha frenado completamente a la Luna.

La mayoría de los satélite regulares presentan este fenómeno respecto a sus planeta. Así pues, hasta la época de la investigación espacial (Luna 3) no fue posible ver la cara lunar oculta, que presenta una disimetría respecto a la cara visible.

El Sol ilumina siempre la mitad de la Luna (exceptuando en los Eclipses de luna), que no tiene por qué coincidir con la cara visible, produciendo las fases de la Luna.

La inmovilización aparente de la Luna respecto a la Tierra se ha producido porque la gravedad terrestre actúa sobre las irregularidades del globo lunar de forma que en el transcurso del tiempo la parte visible tiene 4 km más de radio que la parte no visible, estando el centro de gravedad lunar desplazado del centro lunar 1,8 km hacia la Tierra.

  • Revolución sinódica: es el intervalo de tiempo necesario para que la Luna vuelva a tener una posición análoga con respecto al Sol y a la Tierra. Su duración es de 29 d 12 h 44 min 2,78 s. También se le denomina lunación o mes lunar.
  • Revolución sideral: es el intervalo de tiempo que le toma a la Luna volver a tener una posición análoga con respecto a las estrellas. Su duración es de 27 d 7 h 43 min 11,5 s.
  • Revolución trópica: es el lapso necesario para que la Luna vuelva a tener igual longitud celeste. Su duración es de 27 d 7 h 43 min 4,7 s.
  • Revolución draconítica: es el tiempo que tarda la Luna en pasar dos veces consecutivas por el nodo ascendente. Su duración es de 27 d, 5 h 5 min 36 s.
  • Revolución anomalística: es el intervalo de tiempo que transcurre entre dos pasos consecutivos de la Luna por el perigeo. Su duración es de 27 d 13 h 18 min 33 s.

Movimiento de traslación lunar

El hecho de que la Luna salga aproximadamente una hora más tarde cada día se explica conociendo la órbita de la Luna alrededor de la Tierra. La Luna completa una vuelta alrededor de la Tierra aproximadamente en unos 28 días. Si la Tierra no rotase sobre su propio eje, sería muy fácil detectar el movimiento de la Luna en su órbita.

Este movimiento hace que la Luna avance alrededor de 12° en el cielo cada día. Si la Tierra no rotara, lo que se vería sería la Luna cruzando la bóveda celeste de oeste a este durante dos semanas, y luego estaría dos semanas ausente (durante las cuales la Luna sería visible en el lado opuesto del Globo).

Sin embargo, la Tierra completa un giro cada día (la dirección de giro es también hacia el este). Así, cada día le lleva a la Tierra alrededor de 50 minutos más para estar de frente con la Luna nuevamente (lo cual significa que se puede ver la Luna en el cielo). El giro de la Tierra y el movimiento orbital de la Luna se combinan, de tal forma que la salida de la Luna se retrasa del orden de 50 minutos cada día.

Teniendo en cuenta que la Luna tarda aproximadamente 28 días en completar su órbita alrededor de la Tierra, y esta tarda 24 horas en completar una revolución alrededor de su eje, es sencillo calcular el «retraso» diario de la Luna:

Mientras que en 24 horas la Tierra habrá realizado una revolución completa, la Luna solo habrá recorrido un 1/28 de su órbita alrededor de la Tierra, lo cual expresado en grados de arco da:

  • Si ahora se calcula el tiempo que la Tierra en su rotación tarda en recorrer este arco, da los aproximadamente 51 minutos que la Luna retrasa su salida cada día.

Para notar el movimiento de la Luna en su órbita, hay que tener en cuenta su ubicación en el momento de la puesta de Sol durante algunos días. Su movimiento orbital la llevará a un punto más hacia el este en el cielo en el crepúsculo cada día.

Movimiento de rotación

La Luna gira sobre un eje de rotación que tiene una inclinación de 88,3° con respecto al plano de la elíptica de traslación alrededor de la Tierra. Dado que la duración de los dos movimientos es la misma, la Luna presenta a la Tierra constantemente el mismo hemisferio.

Órbita de la Luna

La Luna orbita la Tierra a una distancia media de 384.403 km y a una velocidad media de 3 700 km/h. Completa su vuelta alrededor de la Tierra, siguiendo una órbita elíptica, en 27 días, 7 horas, 43 minutos y 11,5 segundos.

Esta rotación síncrona está causada por la distribución asimétrica de la masa de la Luna, lo que ha permitido a la gravedad terrestre mantener un hemisferio lunar permanentemente girado hacia la Tierra. Las liberaciones ópticas han sido observadas mediante telescopio desde mediados del siglo XVII.

Liberaciones muy pequeñas pero reales (máximo aproximado de 0.04°) son causadas por el efecto de la gravedad solar y la excentricidad de la órbita terrestre, perturbando la órbita de luna y permitiendo la preponderancia cíclica del momento torsor en las direcciones norte-sur y este-oeste.

Para cambiar de una fase a otra similar, o mes lunar, la Luna necesita 29 días, 12 horas, 44 minutos y 2,8 segundos. Como tarda en dar una vuelta sobre su eje el mismo tiempo que en dar una vuelta alrededor de la Tierra, siempre nos muestra la misma cara. Aunque parece brillante, solo refleja en el espacio el 7% de la luz que recibe del Sol.

Así mismo, la Luna se aleja unos cuatro centímetros al año de la Tierra a la vez que va frenando la rotación terrestre, lo que hará que en un futuro lejano los eclipses totales de Sol dejen de producirse al no tener la Luna suficiente tamaño como para tapar el disco solar.

En teoría, dicha separación debería prolongarse hasta que la Luna tardara 47 días en completar una órbita alrededor de nuestro Planeta, momento en el cual nuestro planeta tardaría 47 días en completar una rotación alrededor de su eje, de modo similar a lo que ocurre en el sistema Plutón-Caronte.

Sin embargo, la evolución futura de nuestro Sol puede trastocar esta evolución. Es posible que al convertirse nuestra estrella en una gigante roja dentro de varios miles de millones de años, la proximidad de su superficie al sistema Tierra-Luna haga que la órbita lunar se vaya cerrando hasta que la Luna esté a alrededor de 18 000 kilómetros de la Tierra ―el límite de Roche―, momento en el cual la gravedad terrestre destruirá a la Luna, convirtiéndola en unos anillos similares a los de Saturno.

De todas maneras, el fin del sistema Tierra-Luna es incierto y depende de la masa que pierda el Sol en esos estadios finales de su evolución.

Mareas

En realidad, la Luna no gira en torno a la Tierra, sino que la Tierra y la Luna giran en torno al centro de masas de ambos. Sin embargo, al ser la Tierra un cuerpo grande, la gravedad que sobre ella ejerce la Luna es distinta en cada punto.

En el punto más próximo es mucho mayor que en el centro de masas de la Tierra, y mayor en este que en el punto más alejado de la Luna.

Así, mientras la Tierra gira en torno al centro de gravedad del sistema Tierra-Luna, aparece a la vez una fuerza que intenta deformarla, dándole el aspecto de un huevo.

Este fenómeno se llama gradiente gravitatorio, el cual produce las Mareas. Al ser la Tierra sólida la deformación afecta más a las aguas y es lo que da el efecto de que suban y bajen dos veces al día (sube en los puntos más cercano y más alejado de la Luna).

Un efecto asociado es que las mareas frenan a la Tierra en su rotación (pierde energía debido a la fricción de los océanos con el fondo del mar), y dado que el sistema Tierra-Luna tiene que conservar el momento angular, la Luna lo compensa alejándose, actualmente, 38 mm cada año, como han demostrado las mediciones láser de la distancia, posibles gracias a los retro-reflectores que los astronautas dejaron en la Luna.

Atmósfera de la Luna

La Luna tiene una Atmósfera insignificante debido a su baja Gravedad, incapaz de retener Moléculas de gas en su superficie. La totalidad de su composición aún se desconoce.

El programa Apolo identificó átomos de helio y argón, y más tarde en 1988, observaciones desde la Tierra añadieron iones de sodio y potasio. La mayor parte de los gases en su superficie provienen de su interior.

La agitación térmica de las moléculas de gas viene inducida por la radiación solar y por las colisiones aleatorias entre las propias partículas atmosféricas. En la atmósfera terrestre, las moléculas suelen tener velocidades de cientos de metros por segundo, pero excepcionalmente algunas logran alcanzar velocidades de 2 000 a 3 000 m/s.

Dado que la velocidad de escape es de, aproximadamente, 11 200 m/s estas nunca logran escapar al espacio. En la Luna, por el contrario, al ser la gravedad seis veces menor que en nuestro planeta, la velocidad de escape es asimismo menor, del orden de 2 400 m/s.

Podemos deducir entonces que si la Luna tuvo antaño una atmósfera, las moléculas más rápidas pudieron escapar de ella para, según una ley de la teoría cinética de los gases, inducir a las restantes a aumentar su velocidad, acelerando así el proceso de pérdida atmosférica.

Se calcula que la desaparición completa de la hipotética atmósfera lunar debió realizarse a lo largo de varios centenares de millones de años.

La prácticamente ausencia de atmósfera en nuestro satélite obliga a los astronautas a disponer de equipos autónomos de suministro de gases (conocidos como PLSS) en sus paseos por la superficie.

Asimismo, al no existir un manto protector, las radiaciones ultravioleta y los rayos gamma emitidos por el Sol bombardean la superficie lunar, siendo necesario contar con trajes protectores especiales que eviten sus efectos nocivos.

Para la tenue atmósfera lunar cualquier pequeño cambio puede ser importante. La sola presencia de los astronautas altera localmente su presión y su composición al enriquecerla con los gases expirados por ellos y por los que se escapan del módulo lunar cada vez que se efectúa una EVA (paseo extravehicular).

Existe el temor de que los gases emitidos por las naves que en la década del setenta alunizaron en la Luna hayan creado una polución o contaminación de igual masa a la de su atmósfera nativa.

Aunque estos gases ya deben haber desaparecido en su mayoría, aún hay una preocupación de que queden restos que impidan investigar sobre la atmósfera real de la Luna.

La atmósfera lunar recibe también aportaciones de partículas solares durante el día, que cesa al llegar la noche. Durante la noche lunar, la presión puede bajar hasta no ser más que de 2 billonésimas partes de la atmósfera terrestre, subiendo durante el día hasta las 8 billonésimas partes, demostrando así que la atmósfera lunar no es una atmósfera permanente, sino una concentración de partículas dependiente del medio exolunar.

La ionosfera que rodea a nuestro satélite, se diferencia de la terrestre en el escaso número de partículas ionizadas, así como de la presencia de electrones poco energéticos que, arrancados del suelo de la Luna, son emitidos al espacio por el impacto de los rayos solares.

Actualmente, se ha podido determinar la existencia de una cola de sodio compuesta por vapores que se desprenden de nuestro satélite de manera similar a como lo hacen los gases de los cometas.

La ausencia de aire, y en consecuencia de vientos, impide que se erosione la superficie y que transporte Tierra y arena, alisando y cubriendo sus irregularidades.

Debido a la ausencia de aire no se transmite el sonido. La falta de atmósfera también significa que la superficie de la Luna no tenga ninguna protección con respecto al bombardeo esporádico de cometas y asteroides.

Además, una vez que se producen los impactos de estos, los cráteres que resultan prácticamente no se degradan a través del tiempo por la falta de erosión.

Exploración lunar

La Luna es el único cuerpo celeste en el que el hombre ha realizado un alunizaje tripulado. Aunque el programa Luna de la Unión Soviética fue el primero en alcanzar la Luna con una nave espacial no tripulada, el programa Apolo de Estados Unidos consiguió las únicas misiones tripuladas hasta la fecha, comenzando con la primera órbita lunar no tripulada por el Apolo 8 (en 1968), y seis alunizajes tripulados entre 1969 y 1972, siendo el primero el Apolo 11 (en 1969).

Estas misiones regresaron con más de 380 kg de roca lunar, que han sido utilizadas para desarrollar una detallada comprensión geológica de los orígenes de la Luna (se cree que se ha formado hace 4 500 millones de años en un gran impacto), la formación de su estructura interna y su posterior historia. (Ver el artículo Geología de la Luna).

Desde la misión del Apolo 17 (en 1972), ha sido visitada únicamente por sondas espaciales no tripuladas, en particular por los astromóviles soviéticos Lunojod.

Desde 2004, Japón, China, India, Estados Unidos, y la Agencia Espacial Europea han enviado orbitadores. Estas naves espaciales han confirmado el descubrimiento de agua helada fijada al regolito lunar en cráteres que se encuentran a la sombra permanentemente y están ubicados en los polos.

Futuras misiones tripuladas a la Luna han sido planeadas, pero no puestas en marcha aún; la Luna se mantiene, bajo el tratado del espacio exterior, libre para la exploración de cualquier nación con fines pacíficos.

Otras misiones

Las naves estadounidenses Clementine y Lunar Prospector, las japonesas Hiten y Selene, la europea Smart 1, la china Chang'e 1 y la hindú Chandrayaan-1 representaron una vuelta a la Luna, abandonada desde 1973.

Su misión fue detectar la presencia de vapor de agua mezclado con polvo lunar y procedente de cometas que se han estrellado cerca de los polos lunares en cráteres donde nunca son iluminados por el Sol.

En septiembre de 2005, la NASA anunció el proyecto de un nuevo viaje tripulado a nuestro satélite, programado para el año 2018.

En septiembre de 2009, se anunció que la sonda india Chandrayaan-1, que orbitaba la Luna, detectó finas películas de agua en la superficie.

Mosaico en falso color de la Luna

Fotografía en falso color de la Luna tomada por la nave Galileo el 8 de diciembre de 1992.

El 8 de diciembre de 1992 la nave Galileo tomó una fotografía en falso color de la Luna. El procesamiento del falso color empleado para crear esta imagen es útil para la interpretación de la composición del suelo de la superficie.

Las áreas que aparecen en color rojo generalmente corresponden a las meseta lunares, mientras que las zonas que varían de azul a naranja indican la presencia de un antiguo flujo de lava volcánica de un mar o océano lunar.

Las áreas de los mares más azules contienen más titanio que las regiones naranjas. El Mar Tranquillitatis, visto como una mancha azul oscuro a la derecha, es más rico en titanio que el Mar Serenitatis, un área circular considerablemente más pequeña situada más arriba a la izquierda del Mar Tranquillitatis.

Las áreas azules y naranjas que cubren la mayor parte del lado izquierdo de la Luna en esta vista representan muchos ríos de lava separados en el Océano Procellarum.

Los pequeñas áreas púrpuras que se encuentran cerca del centro son depósitos piroclásticos formadas por erupciones volcánicas explosivas. El cráter reciente Tucho, con un diámetro de 85 kilómetros (53 millas), destaca en la parte inferior de la foto.

Polo sur lunar

Este mosaico está compuesto por 1 500 imágenes de la región polar sur de la Luna obtenidas por Clementine. La mitad superior del mosaico mira a la Tierra.

Clementine ha revelado lo que parece ser una gran depresión cerca del polo sur lunar (centro), evidente debido a la presencia de extensas sombras alrededor del polo.

Esta depresión probablemente es una cuenca antigua que se formó por el impacto de un asteroide o un cometa. Una porción significativa de la zona oscura cercana al polo podría estar en sombra permanente, y suficientemente fría para atrapar el agua de origen cometario en forma de hielo. La cuenca de impacto Schrodinger (a las 4 en punto) esta formada por dos anillos, de unos 320 kilómetros de diámetro (200 millas) que se ha reconocido como la segunda cuenca de impacto más joven de la Luna.

El centro de Schrodinger está colmado de lavas. El agujero volcánico que se observa en el suelo de Schrodinger es uno de los volcanes explosivos más grandes de la Luna.

Apollo 11

El módulo lunar (ML) del Apollo 11 en la etapa de ascenso, con los atronautas Neil A. Armstrong y Edwin E. Aldrin Jr. a bordo, se ha fotografiado desde el Módulo de Servicio y Mando (MSM) durante su encuentro en la órbita lunar.

El ML estaba realizando la maniobra de aproximación para el atraque con el MSM. El Astronauta Michael Collins permaneció en el MSM en órbita lunar mientras los otros dos miembros de la tripulación exploraban la superficie lunar.

El gran área de color oscuro que se ve al fondo es el Mar de Smyth, centrado a 85 grados de longitud este y 2 grados de latitud sur en la superficie lunar del lado cercano. Esta vista mira al oeste. La Tierra se eleva sobre el horizonte lunar.

Apollo 17: el descubrimiento de suelo naranja

Partículas de suelo naranja de la Luna.

Estas esferas de cristal naranjas y fragmentos son las partículas más finas traídas desde la Luna. Las partículas varían entre los 20 y los 45 micrones. El suelo naranja fue traído desde el punto alunizaje Taurus-Littrow por los miembros de la tripulación del Apollo 17.

El científico astronauta Harrison J. Schmitt descubrió el suelo naranja en el Cráter Shorty. Las partículas naranjas, que están entremezcladas con granos negros y moteados, tienen el mismo tamaño que las partículas que componen los sedimentos de la Tierra.

Un análisis químico del suelo naranja ha mostrado que esta muestra es similar a otras traídas por el Apollo 11 desde un punto (Mar de la Tranquilidad) situado a varios cientos de millas al suroeste.

Como en aquellas muestras, es rico en titanio (8 %) y óxido de hierro (22 %). Pero al contrario que las muestras del Apollo 11, el suelo naranja es inexplicablemente rico en zinc. El suelo naranja tiene un probable origen volcánico y no es el resultado del impacto de un meteorito.

Terminador del cráter de impacto Copérnico

Cráter de impacto Copérnico

Esta imagen de Copérnico fue tomada por la misión Lunar Orbiter 5. Copérnico tiene 93 kilómetros de ancho y está situado dentro de la cuenca Mare Imbrium, al norte del lado cercano de la Luna (10° N, 20° O).

La imagen muestra el suelo del cráter, los montículos, el borde y las eyecciones radiales. Los rayos de las eyecciones se superponen alrededor de todo el cráter a los terrenos circundantes en grupo de la misma antigüedad que recibe el nombre de sistema copernicano, identificado como el conjunto rocoso más joven de la Luna.

Posibilidad de habitarla

La atmósfera de la Luna es extremadamente delgada. Compuesta de hidrógeno, neón y argón. También hay muchísimo oxígeno en la Luna pero la atmósfera de la Luna no tiene suficiente oxígeno para sustentar la vida humana.

La capa superior de suelo rocoso, conocida como “regolito” -una capa de roca y polvo a partir de la cual está hecha la superficie de la Luna-, sí que contiene el suficiente oxígeno como para que 8 000 millones de personas sobrevivieran durante unos 100 000 años o el doble la mitad de tiempo. El oxígeno se puede encontrar en muchos de los minerales del suelo que nos rodea. En la Luna, constituye alrededor del 45% del suelo.

¿Podemos hacer algo para extraer este oxígeno del regolito? Un nuevo programa conjunto entre la Agencia Espacial Australiana y la NASA se ha comprometido a enviar un rover australiano a la Luna a través del programa Artemis de la NASA para recolectar rocas lunares como un “intento de extraer oxígeno del regolito lunar”. Los resultados tienen el potencial de cambiar la civilización tal y como la conocemos, porque si los colonos lunares pueden sintetizar el aire respirable in situ, una base lunar a largo plazo sería mucho más factible.

Para acceder al oxígeno en la superficie de la Luna, se necesitaría mucha energía. Harían falta reactores para crear oxígeno mediante electrólisis, un gran desafío.


Véase también

Fuentes