Portal:Panorama Mundial/DE LA PRENSA/2015-12-22

Acuerdo transpacífico, para socavar las soberanías nacionales

SPUTNIK 4 de diciembre de 2015 RUSIA

Sputnik Novosti entrevistó a Roberto Chiazzaro, diputado nacional uruguayo por el Partido Socialista del Frente Amplio, especialista en temas de comercio exterior e integración.


EL TRATADO, FIRMADO por Brunei, Nueva Zelanda, Singapur, Australia, Canadá, Estados Unidos, Japón, Malasia, y Vietnam, incluye a tres países de América Latina: México, Perú y Chile, y excluye al mayor país del Asia Pacífico, China.

-¿Qué tienen en común los mega acuerdos comerciales que se están negociando en estos momentos?

-En el mundo se están negociando acuerdos como la Asociación Trasatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés) entre Estados Unidos y Europa, el Acuerdo de Comercio de Servicios (TISA) y el Acuerdo Transpacífico (TPP), que buscan una nueva reglamentación, un reordenamiento del comercio mundial, socavando las soberanías de los estados miembros a favor de las multinacionales.

A partir de la crisis económica mundial de 2008, las multinacionales se veían limitadas en sus posibilidades de manejar el comercio internacional por las leyes de los distintos estados y por los acuerdos entre estados en la Organización Mundial de Comercio (OMC). Quieren minar la autoridad de los estados, y para eso, inventan una nueva ingeniería de las negociaciones internacionales.

Hoy en día existen las cadenas de valor, en las que la producción se segmenta a nivel internacional: en los eslabones inferiores están los países con mano barata y materias primas, y en los eslabones superiores están los tramos finales como el diseño, la comercialización y el marketing.

Este sistema apunta a la deslocalización del proceso productivo. Se acabó la fábrica en la cual entraba la materia prima por una puerta y por la otra salía el producto terminado. Esto significa que se necesita una gran liberalización de las aduanas y del comercio, que no se lograba con la OMC. Ahora la dejan de lado y negocian estos tratados, que no son multilaterales sino plurilaterales, por afuera de la OMC y en secreto.

-¿Cómo afectan la soberanía de los estados?

-Los estados pierden soberanía para definir los conflictos con las empresas, pues establecen que la resolución de conflictos no se hará en el ámbito judicial del país, sino en tribunales arbitrales como el CIADI (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones), que funciona en la órbita del Banco Mundial. Por lo general, los países subdesarrollados pierden los juicios contra las multinacionales, como el que perdió Ecuador frente a la petrolera Oxy en noviembre, en el cual condenaron al país a pagar mil millones de dólares a la multinacional. Uruguay ha sido demandado por la tabacalera Philip Morris, cuestionado en su soberanía por cuidar la salud de su población. Si Uruguay gana, va a haber una infinidad de países que va a aplicar medidas similares en defensa de la salud.

-¿En qué otros aspectos es negativo el Acuerdo Transpacífico?

-Se elimina la potestad del Estado para beneficiar a las pequeñas empresas o a las empresas nacionales, y se pretende una igualdad jurídica entre multinacionales y las empresas nacionales, impidiendo que el estado adelante políticas de desarrollo. En materia de empresas públicas, los estados no podrán otorgarles beneficios, colocándolas en igualdad de condiciones con las extranjeras.

El tema de la propiedad intelectual es muy preocupante. El TPP extiende la propiedad intelectual sobre las patentes hasta 70 años. Esto implica impedir que los países en desarrollo puedan producir medicamentos genéricos baratos para evitar pandemias, como fue el caso del VIH, cuando Brasil y Sudáfrica pasaron por encima de las patentes y pudieron salvar a gran parte de la población produciendo medicamentos genéricos, porque los laboratorios se negaban a dar sus patentes a precios accesibles.

En acuerdos como el Transpacífico, donde hay 12 países, existe una disparidad abrumadora entre países como Estados Unidos o Japón, y Brunei, por ejemplo, pero no existe la cláusula de tratamiento especial y diferenciado, como sí existe en el Mercosur, donde las economías más grandes, como Brasil y Argentina, hacen mayores aportes al Fondo para la Convergencia Estructural (FOCEM), con el fin de favorecer a los países menores como Uruguay y Paraguay.

El TPP implica en algunos casos una liberación casi total de los aranceles. Si un país quiere desarrollar un proyecto industrial, no lo podrá hacer, porque va a competir con los productos importados sin arancel.

-¿El TPP es un acuerdo contra China?

-El TPP es una estrategia de Estados Unidos para penetrar en el espacio económico del Asia Pacífico y desplazar a China. Uno de los aspectos centrales del TPP es cuestionar los intereses monopólicos de las empresas públicas. Por eso China no entra, porque tiene grandes empresas estatales. Por ejemplo, todo su desarrollo aeronáutico se hace con base en industrias estatales. Estos tratados buscan que los monopolios nacionales no tengan exclusividad de mercado para destruirlos.

-¿Su conclusión?

Por todos esos factores nos oponemos a ese tipo de acuerdos y a estas aperturas comerciales que no generan desarrollo, porque cuando se abre la economía en forma indiscriminada, es muy difícil que la industria nacional compita con las multinacionales. Nos negamos a tener un destino orquestado por los intereses de las multinacionales y no por los intereses nacionales. Como socialistas, creemos en la patria grande, un concepto de José Gervasio Artigas y de Simón Bolívar, de una América Latina unida y complementada, que nos pueda sacar de esta situación de dependencia.

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

La lucha por la dominación mundial

LA JORNADA 15 de diciembre de 2015 MÉXICO

José Blanco

CHINA, RUSIA Y Estados Unidos son las potencias mayormente determinantes del presente y el futuro previsible del mundo, mientras la Unión Europea tiene un peso tan importante como declinante, y las expectativas que creó el grupo BRICS han desaparecido del horizonte internacional.

Jimmy Carter (presidente de 1977 a 1981) intentó moralizar la política internacional estadounidense, después de los excesos brutales de "diplomacia" sin principios encabezada por Kissinger. Brzezinski describe a Carter en sus memorias como "una persona muy decente, de gran inteligencia, pero, a veces, de sorprendente ingenuidad". El gobierno de Carter hizo explícita la idea de que el planeta se encaminaba a un mundo multipolar; nunca fue más claro que los grupos más reaccionarios y los empresarios ligados a la milicia reaccionaron ferozmente para echar a Carter y llevar a la presidencia al moloso Ronald Reagan. Este guerrerista inició una nueva carrera armamentista, llamada Star Wars que, seguramente, fue la puntilla de la crisis final de la URSS: esta economía sumamente debilitada intentó no quedarse atrás de la agresividad de Reagan y acabó desplomándose. La agresividad imperialista creyó entonces que tendría el mundo bajo su dominio absoluto para siempre.

Para referirme al último tramo del imperio del garrote, EEUU invadió a Granada (1983), a Panamá (1989), y a Irak (1991), encabezando la OTAN; a Somalia, en 1993, acompañado de algunos países de la OTAN; a Yugoslavia, en 1995 sin la sanción del Consejo de Seguridad de la ONU; a Afganistán y a Sudán en 1998 unilateralmente; nuevamente a Yugoslavia en 1999 sin la sanción del Consejo de Seguridad; a Afganistán en 2001, sin la sanción del consejo; a Irak en 2003, con aliados, sin la sanción del consejo; a Pakistán, Yemen y Somalia, en 2002, mediante drones sin autorización del consejo; a Libia en 2011, con autorización del consejo.

La "diplomacia" de las invasiones, las bombas con aviones ad hoc o drones, exhibieron al gorila permanentemente: la vocación guerrerista de EEUU por demás conocida de siempre. En tanto EEUU desgarraba cuerpos humanos por cientos de miles (algo más que los yihadistas), el mundo continuaba globalizándose y diversificándose, y Rusia fortaleciéndose militarmente, y China creciendo a 10 por ciento anual en sus mejores años. Es decir, la profundidad de la multipolaridad del mundo continuó avanzando.

En sus inicios, el gobierno de Obama reconoció esa tendencia, pero los halcones de siempre acabaron imponiéndose. EEUU anunció que se proponía bombardear al Estado Islámico y solo ese mismo día los precios de las acciones de las empresas productoras de armamento estadounidense aumentaron 5 por ciento en la Bolsa de Nueva York.

Diversas fuentes rusas y estadounidenses aseguran que EEUU sostiene una fuerza militar sustancialmente más grande que la rusa, pero que Rusia posee una significativamente más moderna y eficaz. Dos declaraciones recientes parecerían indicar que esto no está alejado de la realidad. El jefe del Estado Mayor del ejército estadounidense, general Mark Milley, afirmó el pasado 5 de noviembre que Rusia es el único país del mundo que cuenta con la capacidad nuclear "suficiente para destruir a Estados Unidos". El experto ruso en geopolítica Mijail Alexandrov, comentó de inmediato que "es alentador escuchar por fin una estimación realista sobre el potencial de Rusia de un militar estadounidense". Apenas el pasado viernes el presidente Putin ordenó a su ejército responder con "extrema firmeza" a cualquier fuerza que amenace a Rusia en Siria: "Los objetivos que ponen en peligro la infraestructura rusa en Siria deben ser destruidos de inmediato", dijo. Recuérdese que Rusia decidió desplegar en su base militar de Siria los sistemas antiaéreos "ultramodernos" S-400 Triumf, que cubren el territorio sirio. Todo indica que difícilmente veremos un enfrentamiento militar entre Rusia y EEUU.

El imperio en declive ha estado variando rápidamente su estrategia frente a Rusia en el marco de Medio Oriente. Y es que el ajedrez geopolítico internacional ha multiplicado su complejidad "n" veces. Terminó el tiempo en que dos países podían estar uno frente a otro como adversarios sin posibilidad de error para los observadores. Hoy día muchos, pero especialmente las tres grandes potencias, son simultáneamente acérrimos adversarios en un campo dado, y socios en otro, sin que ello haya eliminado la batalla por la supremacía mundial. EEUU y la UE "sancionan" a Rusia, pero hoy conjuntamente Rusia, Francia y Estados Unidos se proponen eliminar al Estado Islámico que, según el presidente Putin, entre los 40 países que lo financian se encuentran varios miembros del G20. "La financiación, como hemos sabido, proviene de 40 países, entre ellos varios del G20", a través del petróleo comprado a Turquía, suministrado por el EI, señaló Putin el pasado 15 de noviembre.

El ex superhalcón Zbigniew Brzezinski hoy opina que “se vislumbra la esperanza para la mejoría de relaciones de EU y Rusia, ya que los intereses de ambos se encuentran de hecho alineados en varias formas”.

Entretanto, el objetivo de la política exterior china es "frenar el guerrerismo de EEUU y la UE. El pueblo ruso y el chino defenderán hombro con hombro la paz en el mundo y promoverán el desarrollo y el progreso de toda la humanidad", según el comunicado divulgado hace un par de meses por el mandatario chino, Xi Jinping.

Selección en Internet: Melvis Rojas Soris

Claroscuros

LA JORNADA 14 de diciembre de 2015 MÉXICO

David Brooks*

FASCISTAS, NEOLIBERALES, RACISMO, xenofobia, desempleo, un mar de armas y sangre, bombardeos, tiroteos, angustia, temor/terror, impunidad, fraude, corrupción, hambre y, para acabarla de joder, promesas apocalípticas de fundamentalistas y por el otro, pronósticos apocalípticos hechos por ambientalistas progresistas, y todo esto en el dizque país más rico, poderoso y avanzado del mundo. A veces uno solo busca la salida de emergencia.

Son tiempos oscuros en Estados Unidos. No necesariamente se nota en la superficie, todos andan en sus rutinas ordinarias como si nada. Está toda la escenografía de la temporada: la inaguantable cacofonía de la música navideña, los consumidores en su frenesí comercial, las iglesias preparan los ritos sagrados de estos días, se promocionan regalos poco sagrados, como videojuegos de guerra y operaciones especiales, en los cuales para ganar el jugador tiene que aniquilar a todos (no se habla de esa guerra real en que bombardean, sin mensaje navideño, a pueblos del otro lado del mundo), mientras los mensajes de paz y armonía inundan todo y los noticieros reportan lo opuesto. Todo para festejar a ese pobre inmigrante/refugiado sin techo y sin papeles de una región llamada Medio Oriente, quien seguramente hoy día estaría en la lista no fly y sería interrogado cada vez que cruzara la frontera, y quien sería atacado por políticos y fundamentalistas cristianos que, en su nombre, lo crucificarían por oponerse a sus políticas.

El temor al terrorismo ha regresado a los mismos niveles de justo después del 11 de septiembre de 2001, según las encuestas más recientes, y eso ha llevado a que el tema del terror recupere el primer lugar en el debate político nacional.

Por otro lado, un nuevo informe del Centro de Investigación Pew documenta que la clase media, el pilar de este país, la esencia del sueño americano, la definición oficial de este país (la clase media más grande del mundo, etcétera) se ha desvanecido en las últimas cuatro décadas y ya no es mayoría. Esto, junto al fenómeno clave de los últimos años en este país: la concentración de riqueza más extrema desde los años previos a la gran depresión, y sus consecuencias mortales para cualquier cosa que se pueda llamar democracia, explican mucho el fenómeno de Donald Trump o Ted Cruz, de la demagogia que está llegando a extremos considerados fascistas.

Y esos políticos –utilizando el temor y la angustia económica– alimentan la embestida contra los inmigrantes, sobre todo los indocumentados y las comunidades musulmanas. Según una de las principales organizaciones musulmanas del país (CAIR), los ataques, actos de intimidación y discriminación contra esta comunidad se han multiplicado en días recientes. Una mezquita y un restaurante fueron incendiados, una cabeza de cerdo fue aventada contra otra mezquita; son solo algunas de las últimas noticias.

Mientras tanto, el fenómeno de la violencia armada dentro de este país, sus expresiones en los cada vez más comunes tiroteos masivos, y las repetidas instancias de la violencia policiaca y judicial contra grupos minoritarios, ya son parte de la vida cotidiana aquí.

Pero entre tantas tinieblas, de repente asoman rayos de luz.

El hecho de que Bernie Sanders, proclamado político socialista, esté compitiendo por la candidatura presidencial del Partido Demócrata con un nivel de apoyo superior al que se registra para el ultraderechista Trump ofrece algo esperanzador. Sanders ya ha logrado que el tema de la desigualdad económica sea uno de los ejes del debate político nacional.

Por otro lado, el surgimiento del nuevo movimiento nacional Black lives matter (Las vidas negras importan) ya ha sacudido partes de la cúpula política tanto a nivel local como nacional, y ha colocado el asunto de la injusticia racial –sobre todo en el ámbito de seguridad pública y judicial– como tema prioritario en el país.

El despertar de estudiantes en universidades públicas y privadas en un movimiento contra la discriminación racial y de género marca un nuevo momento de la disidencia tan vital de la juventud en esta y cualquier coyuntura.

Agrupaciones cristianas, judías y musulmanas han organizado actos de solidaridad en varias ciudades y pueblos a lo largo del país, en repudio a los mensajes xenofóbicos. Agrupaciones de inmigrantes de todos los sectores también se están sumando.

En el ámbito laboral continúan las luchas por salarios y condiciones dignas, desde los campos de jitomate en Florida, y los trabajadores de comida rápida en todo el país hasta los Walmart. A la vez, en los frentes de lucha sobre medio ambiente, en el de vivienda, de educación (contra reformas muy parecidas a las impuestas en México), defensa de libertades civiles, en contra de la guerra, hay señales de vida en el enfrentamiento contra la agenda del 1 por ciento y de su ala derechista.

En el ámbito cultural –cine, televisión, música y artistas de esquinas y calles de la ciudad– también se ofrecen pruebas de que existe suficiente inteligencia y una furia moral necesaria para volver a la luz en medio de tanta oscuridad. De hecho, es tal vez por ahí donde se pueda descubrir una salida de emergencia no para huir de la realidad, sino hacia la realidad, como diría Graham Greene. Es ahí donde se puede sentir el pulso de algo que se atreve a enfrentar lo feo, perverso y engañoso con verdad, nobleza y belleza.

Por ahora, el momento en Estados Unidos es claroscuro.

Pero, mientras escribo esto, hay un joven que explica con deleite la filosofía de Derrida y Benjamin, y otro canta una canción de Bruce Springsteen: “donde el camino es oscuro y la semilla está sembrada/Donde la pistola está amartillada y las balas están frías/Donde las millas están marcadas en sangre y oro/Te encontrare más adelante en el camino…. Más adelante sobre el camino/Donde la ruta es oscura y la noche es fría/Una mañana soleada nos levantaremos, lo sé/Y te encontraré un poco más adelante sobre el camino”.

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

  • Columnista de La Jornada; corresponsal de ese diario en Nueva York.

Oriente Medio, árabes, musulmanes y el Islam

IPS 14 de diciembre de 2015· España

Baher Kamal*

DE TODOS LOS temas sobre los que se han vertido toneladas de tinta y dicho millones de palabras, pero con frecuente escasez de información de fondo, pero en cambio basándose en general en supuestos erróneos que conducen a conclusiones equivocadas, el de Oriente Medio es quizás uno de los más destacados.

Para empezar, es creencia común -demasiado reiterada por los medios- que existe un tal "mundo árabe" o "nación árabe". Los políticos y medios de información árabes hablan, además, de "patria árabe".

Simplemente esto no es exacto.

En primer lugar, porque muy poco tiene que ver uno de Mauritania con uno de Omán; un marroquí con un yemení; un egipcio con un bahreiní, y un iraquí con un somalí, solo por mencionar algunos ejemplos. Cada uno de ellos posee diferentes raíces étnicas, historia, lengua original, tradiciones y creencias religiosas.

Ejemplo: los amaziguí -también conocidos como bereberes- son un grupo étnico indígena del norte de África que vive en las tierras ubicadas entre la costa del océano Atlántico y el desierto occidental de Egipto.

Ahí hay entre 25 y 30 millones de [[[bereberes]] que hablan su idioma propio (que no es árabe), aunque el número total de comunidades bereberes (incluyendo aquellas que no hablan esta legua) se estima sea mucho mayor.

Estas comunidades fueron sistemáticamente "arabizadas" e "islamizadas" desde la conquista arabo-musulmana del norte de África en el siglo VII. En los países del norte de África, como el caso más notable de Argelia, las autoridades lanzaron vastas campañas de "arabización".

Así que no todos los árabes son realmente árabes. Sería más exacto hablar de pueblos y naciones "arabizadas" e "islamizadas" que de mundo o nación árabe.

En segundo lugar, porque no todos los musulmanes son árabes, ni todos los árabes son musulmanes.

Véanse los siguientes siete datos clave acerca de árabes y musulmanes:

1. No todos los musulmanes son árabes. Según las principales estadísticas coincidentes, el número de musulmanes que hay en todo el mundo asciende a cerca de 1.600 millones, en comparación con los estimados 2.200 millones de cristianos.

De este total, los países árabes albergan a unas 380 millones personas, esto es menos de 25 por ciento de todos los musulmanes que hay en el mundo. Sin embargo: 2. No todos los árabes son musulmanes Y es que mientras que el islam es la religión de la mayoría de las poblaciones de los países árabes, no todas ellas son musulmanas.

Se estima que los cristianos árabes representan entre 15 y 20 por ciento de la población combinada de los 22 países árabes. Por lo tanto, los musulmanes árabes constituyen menos de la quinta parte de los musulmanes de todo del mundo.

Los cristianos árabes se concentran principalmente en los territorios palestinos, Líbano y Egipto -aquí representan hasta 13 por ciento de la población total que asciende a 95 millones de habitantes según el censo de 2014.

Así, se da el caso de que hay más musulmanes en Gran Bretaña que en Líbano, y más en China que en Siria, por ejemplo.

3. Los principales países musulmanes son asiáticos. Según el centro estadounidense de investigaciones Pew Research Center, los porcentajes de los principales grupos religiosos fueron en 2012: cristianismo 31,5 por ciento de la población mundial; islam 23,2 por ciento; hinduismo 15,0 por ciento, y el budismo 7,1 por ciento.

Pew estima que en 2010 había 49 países de mayoría musulmana. De estos, los del sur y sureste asiáticos representarían alrededor de 62 por ciento de todos los musulmanes del mundo.

De acuerdo con estas estimaciones, la mayor población musulmana concentrada en un solo país vive en Indonesia, que alberga al 12,7 por ciento del total de musulmanes.

Pakistán (con el 11,0 por ciento del total) es el segundo país con más elevada mayoría musulmana, seguido por India (10,9 por ciento) y Bangladesh (9,2 por ciento).

Pew estima que alrededor de 20 por ciento de los todos musulmanes viven en países árabes, y que dos estados no árabes -Turquía e Irán- son los de mayoría musulmana en el Oriente Medio.

A este hecho de que los países más grandes con mayor número de musulmanes no son árabes, se suma el otro de que un alto porcentaje de la población musulmana en el mundo vive en Afganistán, Bangladesh, Irán, Indonesia, Pakistán, Turquía y otros que no son árabes.

4. Los grupos musulmanes más grandes. Se estima que entre 75 y 90 por ciento de los seguidores del islam en el mundo son suníes, mientras los chiíes representan entre 10 y 20 por ciento.

Los conflictos violentos, a veces armados, que se desatan entre estas dos "escuelas" de interpretación de los preceptos religiosos del islam son a menudo debido a factores políticos.

Pero esto no es exclusivo de los países árabes. Recuérdese el caso de Irlanda del Norte con sus tres décadas de conflicto armado entre las comunidades católica y protestante.

5. Los musulmanes no tienen su propio Dios. En árabe (el idioma en el que el libro sagrado, el Corán, fue escrito y difundido) la palabra "mesa" se dice "tawla"; un "árbol" se llama "shajarah", y un "libro" es "ketab". En árabe "Dios" es "Alá".

Además, el islam no niega en absoluto la existencia del cristianismo o de Cristo. Los reconoce plenamente y rinde expreso respeto debido a la Biblia y el Talmud.

La principal diferencia es que el islam considera a Cristo como el "profeta" más cercano y más querido de Dios; no su hijo.

6. "Tradiciones" islámicas. El islam aterrizó en el siglo séptimo después de Cristo en los desiertos del Golfo o la Península Árabe. Allí, ya desde antes, hombres y mujeres cubrían sus rostros y cabezas para protegerse de las tormentas de calor y arena. No se trata, por tanto, de una imposición religiosa del islam.

Entretanto, en los desiertos árabes, incluso antes de la llegada del islam, la población hacía vida nómada, con los hombres viajando en caravanas comerciales, mientras que las mujeres y los ancianos se ocupaban de la vida cotidiana de sus familias. Las sociedades árabes y, más tarde, islámicas eran, pues, principalmente matriarcales.

En cuanto a las mutilaciones genitales, estas son comunes al islam pero también al judaísmo (circuncisión masculina) y a muchas otras creencias religiosas, en particular en África.

Y del mismo modo que las otras grandes religiones monoteístas, hubo y hay clérigos musulmanes que fueron utilizando la fe como instrumento para aumentar su influencia y poder. Esto explica por qué tantas "nuevas tradiciones" han sido paulatinamente impuestas a los musulmanes. Este el caso, por ejemplo, de cuestionar el derecho de las mujeres a la educación o de imponer el hiyab (velo).

Al igual que en otras grandes religiones monoteístas, también hubo y hay clérigos musulmanes que fueron usando su influencia para promover brutales acciones inhumanas. Este es el caso de los fundamentalistas, fanáticos y radicales grupos como el yihad.

Pero tampoco esto ha sido un caso exclusivo de los musulmanes a lo largo de la historia de la humanidad. Baste recordar la invasión hispano-portuguesa de América Latina, donde fueron exterminadas poblaciones enteras de indígenas y el cristianismo impuesto con la espada para gloria reyes, emperadores y papas.

7. La "religión" del petróleo. Otro lugar común, y por lo tanto demasiado dado por ciencia cierta, es que los productores de petróleo son árabes y musulmanes. Esto tampoco es exacto.

Para empezar, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) se fundó en 1960 en el entonces bajo mandato británico Iraq, por cinco países: Irán, Iraq, Kuwait, Arabia Saudí y Venezuela.

Más tarde se fueron incorporando Qatar (en 1961), Indonesia (1962), Libia (1962), los Emiratos Árabes Unidos (1967), Argelia (1969), Nigeria (1971), Ecuador (1973), Gabón (1975) y Angola (en 2007).

En otras palabras, la actual membresía de la OPEP incluye a: Angola, Ecuador, Gabón, Nigeria y Venezuela, ninguno de ellos es árabe o musulmán, sino estados cristianos. En cuanto a Indonesia e Irán, se trata de países musulmanes, pero no árabes.

Además, hay otros grandes productores y exportadores de petróleo y gas que no son miembros de la OPEP, como Estados Unidos, que produce más crudo (13.973.000 barriles por día) que Arabia Saudí (11.624.000); Rusia (10.853.000); China (4.572.000 millones); Canadá (4.383.000, mayor producción que Emiratos Árabes Unidos o Irán o Iraq); Noruega (1.904.000, más que Argelia) y México, entre otros.

Una vez más, ninguno de estos productores de petróleo y gas es árabe ni musulmán.

Por lo tanto, el petróleo no solo es árabe o musulmán; al contrario: hay más petróleo "cristiano" que "musulmán o árabe".

En resumen, no todos los musulmanes son árabes (estos son menos de 20 por ciento del total mundial); no todos los árabes son musulmanes, y... ¡no todos los árabes son siquiera árabes!

  • Periodista de nacionalidad española y origen egipcio