Historia de Argentina

La historia de Argentina es la cronología de sucesos desde el comienzo del primigenio poblamiento humano en el actual territorio de la República Argentina hasta la actualidad.

La historia de Argentina puede dividirse en cuatro partes principales:

  • la época precolombina o historia temprana (hasta el siglo XVI),
  • el período colonial (1536-1809),
  • el período de construcción de la nación (1810-1880) y
  • la historia de la Argentina moderna (desde 1880 aproximadamente).

La prehistoria en el actual territorio de Argentina comenzó con los primeros asentamientos humanos en el extremo sur de la Patagonia argentina hacia el 11.000 a. n. e.

Las primeras civilizaciones agroalfareras se establecieron en el noroeste andino desde el siglo XVIII.

La historia escrita comenzó con la llegada de los cronistas españoles en la expedición de Juan Díaz de Solís en 1516 al Río de la Plata, que marca el inicio de la ocupación española de esta región.

En 1776 la Corona española estableció el virreinato del Río de la Plata, un aglomerado de territorios y naciones a partir del cual, con la Revolución de mayo de 1810, comenzó un proceso de formación gradual de varios estados independientes, entre ellos uno llamado Provincias Unidas del Río de la Plata. Con la declaración de independencia el 9 de julio de 1816, y la derrota militar del Imperio español en 1824 (con la batalla de Ayacucho), se formó en 1853-1861 un estado federal, conocido hoy como República Argentina.

En 1833 el Imperio británico tomó posesión de las islas Malvinas que entonces era una comandancia militar de las Provincias Unidas, cuya devolución ha reclamado la Argentina desde entonces.

La implantación del sufragio universal para varones en 1912, completado con el reconocimiento del derecho al sufragio a las mujeres (gracias a Eva Perón) en 1951, dio origen a una serie de gobiernos electos por el voto popular, que se alternaron en el poder partir de 1930 con dictaduras militares, gobiernos fraudulentos y gobiernos de legitimidad limitada debido a las proscripciones políticas.

Luego de la derrota en 1982 en la guerra de las Malvinas contra el Reino Unido, la última dictadura colapsó, siendo sus integrantes enjuiciados por graves crímenes de lesa humanidad. En 1983 se inició un extenso período de democracia que continúa en la actualidad, sucediéndose desde entonces nueve presidentes pertenecientes a tres partidos: Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Fernando de la Rúa, Adolfo Rodríguez Saá, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner, Cristina Fernández de Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández.

Prehistoria

El arte más antiguo de Sudamérica ―datado en el 7300 a. n. e.― se encuentra en la Cueva de las Manos, cerca del río Pinturas, en la provincia de Santa Cruz (extremo sur de la patagonia argentina).

Los primeros pobladores del actual territorio argentino se remontan al paleolítico.

Los primeros seres humanos que arribaron al actual territorio argentino parecen haber llegado por el extremo sur de la Patagonia provenientes de lo que hoy es Chile. Los restos más antiguos de la presencia humana se encuentran en Piedra Museo (provincia de Santa Cruz) y se remontan al 11 000 a. n. e.

Junto con los yacimientos de Monte Verde (Chile) y Pedra Furada (Brasil) constituyen, hasta el momento, los sitios de poblamiento más antiguos hallados en Sudamérica. Estos yacimientos sustentan la teoría del poblamiento temprano de América (pre-Clovis).

Estos primeros habitantes del territorio argentino se dedicaban a la caza del milodón (mamífero parecido a un gran oso con cabeza de camello, ya extinguido),[1] y de Hippidion saldiasi (caballos sudamericanos que desaparecieron hace 8000 años),[1] además de llamas, guanacos, y ñandúes.[1]

Cerca de allí, también es posible ver las pinturas de manos y guanacos estampadas 7300 a. n. e. en la Cueva de las Manos (cerca del río Pinturas, en la provincia de Santa Cruz). Se trata de una de las expresiones artísticas más antiguas de los pueblos sudamericanos y ha sido declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco.

Para el año 9000 a. n. e. ya había comenzado el poblamiento de la pampa, en tanto que la zona del noroeste del país comenzó a ser habitada hacia el 7000 a. n. e..

Entre los pueblos indígenas, los cazadores y recolectores habitaban la Patagonia, la Pampa y el Chaco; y los agricultores estaban instalados en el noroeste, cuyo, las sierras de Córdoba y, más tarde, en la Mesopotamia argentina (las provincias del litoral: Misiones, Corrientes y Entre Ríos). Tastil, en el norte, fue la ciudad precolombina más grande ubicada en el actual territorio argentino, con una población de más de 2000 habitantes.

En los siglos XIV y XV, el Imperio incaico conquistó parte de las actuales provincias de Jujuy, Salta, Catamarca, el extremo oeste de la provincia de Tucumán, la parte oeste de las provincias de La Rioja y San Juan, el noroeste de la provincia de Mendoza y, probablemente, el norte de la de Santiago del Estero, incorporando sus territorios al Collasuyo, que era la parte sur del Tahuantinsuyo (el territorio invadido por el Imperio incaico).

Tradicionalmente, se atribuye la conquista al inca Túpac Yupanqui. Varios señoríos de la región, como los omaguacas, los atacamas, los huarpes, los diaguitas y otros, intentaron resistir, pero los incas lograron dominarlos militares, trasladando a sus territorios a los mitimaes o colonos deportados de las tribus de los chichas, que habitaban en lo que es el suroeste del actual territorio boliviano. Otros, como los sanavirones, los lule-tonocoté y los comechingones, resistieron exitosamente la invasión incaica y se mantuvieron como señoríos independientes.

Conquista española

El primer asentamiento español en Argentina, el fuerte de Sancti Spíritus se instaló en 1527 a 76 km al norte de la actual Rosario (la ciudad del Che).[2] Las ciudades de Santiago del Estero (1553), Córdoba (1573) y Buenos Aires (1536 y 1580) fueron las bases del establecimiento colonial que se impuso en la mitad norte del actual territorio argentino, sujeto a la autoridad de la corona Española (la gobernación del Río de la Plata).

Primera vista conocida de Buenos Aires, pintada hacia 1628 por un holandés.‎

A partir del la progresivo mestizaje y teniendo como una de sus bases económicas fundamentales la ganadería extensiva, surge ya claramente a partir del siglo XVII una población que resultaría paradigmática y luego decisiva en la gesta independentista: la de los gauchos.

Durante la mayor parte del período colonial, el territorio argentino dependió del Virreinato del Perú, hasta que en 1776, durante el reinado de Carlos III de España, comenzó a formar parte del Virreinato del Río de la Plata.

La ciudad de Buenos Aires fue designada como su capital con la idea de resistir mejor a un eventual ataque portugués y para tener un acceso más fácil a España a través de la navegación atlántica.[3]

En 1780 se produjo un gran levantamiento indígena con epicentro en el Cuzco, dirigido por el inca Túpac Amaru II, que abarcó desde el actual territorio argentino hasta el actual territorio colombiano.

Gran parte de la Patagonia y las pampas permanecieron bajo el control de diferentes pueblos indígenas: principalmente, tehuelches y mapuches en la Patagonia y ranqueles en la llanura pampeana hasta el último cuarto del siglo XIX.

Asimismo, los territorios de la región chaqueña no fueron colonizados por los europeos, sino que permanecieron habitados por pueblos autóctonos como los tobas, mocovíes, pilagás y wichís hasta principios del siglo XX.

Independencia

En los años 1806 y 1807 tuvieron lugar las invasiones inglesas, y, en ambas, Santiago de Liniers lideró a las tropas que expulsaron a las fuerzas británicas. La primera fue al mando de tropas de la Banda Oriental y la segunda fue dirigiendo tropas del Regimiento Fijo de Buenos Aires y batallones milicianos formados por numerosos criollos, tanto porteños como provenientes del Interior (principalmente, de Asunción del Paraguay y de Córdoba), indígenas y hasta esclavos negros.

Antigua bandera de las provincias Unidas del Río de la Plata (actual República Argentina).

La voluntad popular precipitó la destitución del virrey Rafael de Sobremonte para, la continuación, elegir como virrey a Santiago de Liniers, convertido en héroe de la reconquista y la defensa.[4]

Los principales líderes de estas milicias se convirtieron rápidamente en una nueva élite de poder en la ciudad de Buenos Aires, ingresando como miembros del cabildo, hasta entonces formado exclusivamente por españoles.

Aunque Liniers aún gobernaba en nombre de España, la destitución de un virrey por presión popular era un hecho inédito en la historia de América. Tanto este hecho como la derrota de los ejércitos británicos, dieron un gran prestigio a Buenos Aires, que ganó un carácter de Hermana mayor ante las demás provincias.

En 1810 el pueblo de Buenos Aires inició la Revolución de Mayo, que derrocó y expulsó al Virrey Cisneros, eligiendo en su lugar una junta de gobierno integrada mayoritariamente por criollos que dio origen a la Guerra de la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata contra la España colonial (1810-1824).

El libertador José de San Martín llegó a Argentina en 1813.

La Asamblea de 1813 dictó numerosas leyes tendentes a asegurar la independencia. Se mandó abolir el escudo de armas de España, y la efigie de los antiguos monarcas fue borrada de la moneda, sustituyéndola por el sello de las Provincias Unidas. Asimismo, la Asamblea declaró día de fiesta el 25 de mayo, y dio carácter oficial al himno de la naciente nación, escrito por Vicente López y Planes y al que puso música el maestro catalán Blas Parera.[5]

El 9 de julio de 1816, en la ciudad de San Miguel de Tucumán, un congreso de diputados de las provincias del noroeste y centro-oeste del país y de la de Buenos Aires, junto con algunos diputados exiliados del Alto Perú, proclamó la independencia de las Provincias Unidas.

Unitarios y Federales

Las primeras décadas como país independiente fueron tumultuosas, aún cuando no habían acabado las guerras de la Independencia surgieron fuertes conflictos ante la hegemonía de los unitarios a la cual se opuso el federalismo propugnado por el oriental José Gervasio Artigas. Las luchas entre unitarios y federales condujeron a la Argentina a una larga serie de sangrientas guerras civiles entre facciones y provincias (1820-1861); también, la ocupación lusobrasileña de la Provincia Oriental desencadenó una guerra contra el Imperio del Brasil (entre 1825 y 1828).

Respecto del territorio, en 1826 la provincia de Tarija fue incorporada a Bolivia y, como resultado de la Convención Preliminar de Paz que intentaba poner fin a la guerra con el Brasil, en 1828 la Provincia Oriental fue declarada independiente adoptando el nombre de Estado Oriental del Uruguay (hoy República Oriental del Uruguay).[6]

Juan Manuel de Rosas gobernó la provincia de Buenos Aires separada de la Argentina durante veinte años, entre 1830 y 1852.

En 1829 uno de los hacendados más importantes de la provincia, Juan Manuel de Rosas, asumió la gobernación de Buenos Aires ejerciendo una gran influencia sobre todo el país. A partir de entonces y hasta su derrocamiento en 1852, retuvo el poder en forma autoritaria, persiguiendo duramente a sus opositores y practicando la censura, aunque contó con el apoyo de amplios sectores del pueblo y de las clases altas porteñas. Durante el rosismo, sobrenombre con que se conoce esta etapa de la historia argentina, creció enormemente la actividad ganadera bonaerense, las exportaciones y algunas industrias del interior que fueron protegidas gracias a la Ley de Aduanas. Rosas se opuso a la organización nacional y a la sanción de una constitución, porque ello hubiera significado el reparto de las rentas aduaneras al resto del país y la pérdida de la hegemonía porteña.[7]

Unificación

En el año 1852 Rosas fue derrotado en la batalla de Caseros por el Ejército Grande, una alianza entre las provincias de Entre Ríos y Corrientes, las tropas coloradas de Uruguay y otras de Brasil. La alianza fue encabezada por el federal antirrosista Justo José de Urquiza, gobernador de Entre Ríos, quien asumió la presidencia provisional. Este gobierno provisional duró hasta la promulgación de una Constitución en el año 1853, la cual adoptó un régimen federal; pero esta fue rechazada por parte de la provincia de Buenos Aires, que se separó de la Confederación Argentina, debido a lo cual esta debió establecer su capital en la ciudad de Paraná.

Primera página del manuscrito original de la Constitución de 1853.

Posteriormente el gobernador de Buenos Aires estableció un decreto que afectó el comercio de la Confederación: estableció que los productos del interior serían tratados en Buenos Aires sin ninguna diferencia con las mercaderías extranjeras. Ante esta acción, en mayo de 1859, el Congreso de la Confederación autorizó a Urquiza a resolver la cuestión de la integridad nacional por medio de negociaciones pacíficas o de la guerra, según lo aconsejaran las circunstancias. El 23 de octubre de 1859, el ejército confederado y el porteño se enfrentaron en Cepeda, y Urquiza obtuvo la victoria. A pesar de la unión de Buenos Aires a la Confederación, los conflictos entre ellos no concluyeron hasta que se produjo la batalla de Pavón (1861), en la que las provincias confederadas se rindieron ante las tropas porteñas al mando de Bartolomé Mitre, tras lo cual se puso fin a la existencia de dos estados separados y Mitre asumió la presidencia de la nación unificada.[8]

Segunda mitad del siglo XIX

En 1865, Argentina se involucró en la infame Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay, al ocupar este país la ciudad de Corrientes, después de que Mitre negara el paso de tropas paraguayas por territorio argentino en dirección a Brasil y Uruguay. Como consecuencia de estas acciones, se firmó el Tratado de la Triple Alianza entre Argentina, Uruguay y el Imperio de Brasil.[9] Fue un conflicto impopular en Argentina y las tropas que se enviaron fueron escasas. Paraguay resultaría finalmente derrotado en 1870, y toda su población masculina fue asesinada. Para Argentina, el final de la contienda significó territorialmente la consolidación de los límites en el noreste, ya que se fijó la frontera en los ríos Pilcomayo, Paraguay y Paraná, y se aceptó someter a arbitraje el área al norte del río Pilcomayo hasta el río Verde.

El tristemente célebre presidente argentino Julio Argentino Roca, principal causante del genocidio mapuche.

Entre 1878 y 1884 se produjo la llamada Conquista del “Desierto”, que consistió en una serie de incursiones militares genocidas contra los mapuches y otros pueblos indígenas para anexar al territorio argentino los territorios pampeanos y patagónicos donde habitaban, impulsada por Julio Argentino Roca. El éxito de la medida propició una acción similar en la región del Gran Chaco, que en 1884 sufrió una acción militar también destinada a aniquilar a los indios y ocupar plenamente el territorio.

Domingo Faustino Sarmiento, presidente destacado por su dedicación en la educación pública de Argentina.

La llamada República Conservadora organizó un exitoso y moderno modelo agroexportador, orientado a la producción de carne y granos con destino al mercado europeo, este modelo económico generó una fuerte concentración de la riqueza en pocas manos y la exclusión, hacinamiento y segregación de la clase trabajadora. La economía alcanzó altos niveles de crecimiento que atrajeron una gran corriente inmigratoria. La población argentina, que representaba el 0,13 % de la población mundial en 1869, pasaría a representar el 0,55 % en 1930, proporción en la que, aproximadamente, se estabilizaría desde entonces.[10]

La prosperidad de la economía impulsó el crecimiento de la clase media, la creación de partidos políticos modernos como la Unión Cívica Radical (UCR) y el Partido Socialista (PS), y un amplio desarrollo de los sindicatos. Entre los presidentes más influyentes del período pueden citarse a Domingo Faustino Sarmiento (1868-1874) y Julio Argentino Roca (1880-1886 y 1898-1904).[11]

Siglo XX

La población argentina, que representaba el 0,13 % de la población mundial en 1869, pasaría a representar el 0,55 % en 1930, proporción en la que, aproximadamente, se estabilizaría desde entonces. El país fue conocido en esa época como el granero del mundo.

La prosperidad de la economía impulsó el crecimiento de la clase media, la creación de partidos políticos modernos como la Unión Cívica Radical (UCR) y el Partido Socialista (PS), y un amplio desarrollo de los sindicatos.

Después de más de dos décadas de conflictos políticos y sociales y graves actos de represión, se sancionó la Ley Sáenz Peña estableciendo el sufragio secreto, obligatorio y universal para votantes masculinos en 1912.

En la primera elección presidencial con sufragio secreto, los conservadores fueron derrocados por los radicales, asumiendo Hipólito Irigoyen (1916-1922 y 1928-1930) la presidencia del gobierno. Durante su primer gobierno se inició el movimiento estudiantil conocido como la reforma universitaria, que se extendió por toda América Latina.

Golpes de estado e inestabilidad

En el contexto internacional de la Gran Depresión que siguió al Jueves Negro de 1929, el 6 de septiembre de 1930 se produjo el primero de una serie de golpes de Estado en Argentina que llevó al poder a los militares para establecer un gobierno de facto, después de derrocar a Hipólito Yrigoyen.

Este golpe de Estado inició una época conocida como la Década Infame. A partir de esa década el país impulsó un proceso de sustitución de importaciones que desarrolló un amplio sector industrial. La Década Infame finalizó con la Revolución del 43, cuando un grupo de oficiales nacionalistas, dirigidos por el general Arturo Rawson, tomó el poder. Entre los cabecillas de este golpe de estado militar, apareció el general Juan Domingo Perón.

A pesar de la presión internacional, la Argentina se mantuvo neutral durante la mayor parte de la Segunda Guerra Mundial, y se unió a los Aliados el 27 de marzo de 1945, durante el gobierno de Edelmiro Julián Farrell.

Perón, que se volvió una figura emblemática de la Argentina, hizo campaña en la clase obrera menos favorecida, los "descamisados", y prometió el reparto de las tierras, salarios más elevados y la introducción de la seguridad social. Triunfó ampliamente en las elecciones del 24 de febrero de 1946, con el 56 % de los votos. Los primeros años del régimen peronista se beneficiaron del entusiasmo popular, sostenido por la esposa del presidente, Eva Duarte, a quien Péron confió el ministerio de Trabajo y de Asuntos Sociales. Gracias a su trabajo se estableció el sufragio femenino en 1947 al reconocer los derechos políticos de las mujeres. Derrocado por un golpe militar en septiembre de 1955, Perón se refugió en Paraguay, luego en España. Los peronistas, cuyo partido había sido prohibido, siguieron siendo, sin embargo, bastante populares.[12] En las elecciones generales que tuvieron lugar en febrero de 1958, Arturo Frondizi llegó a la presidencia, con el apoyo de los peronistas y los comunistas, siendo derrocado por un nuevo golpe militar en 1962.

En 1964 fue elegido presidente Arturo Umberto Illia (UCRP), quien también sería derrocado por un golpe militar en 1966 que establecería un régimen dictatorial de tipo permanente conocido como Revolución Argentina (1966-1973). Estos años se caracterizaron por una creciente represión militar contra las luchas populares que alcanzaron episodios como el Cordobazo.

En 1973 el peronismo fue nuevamente legalizado y triunfó en las elecciones presidenciales. Tras la renuncia de Héctor José Cámpora, Juan Domingo Perón asumió la presidencia por tercera vez, pero moriría menos de un año después. Lo sucedió su vicepresidenta y tercera esposa, María Estela Martínez de Perón, cuyo gobierno se caracterizó por un acelerado deterioro de la situación interna, producto de la crisis del petróleo de 1973.

Última dictadura militar argentina y regreso a la democracia

El 24 de marzo de 1976 se produjo ―con el respaldo de Estados Unidos― un nuevo golpe militar autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, al frente del cual se encontraba el general de Ejército Jorge Rafael Videla. La junta militar pronunció la disolución del Congreso, impuso la ley marcial y gobernó por decreto. Una represión muy dura se entabló entonces contra los movimientos de oposición y se manifestó con ejecuciones, la práctica de la tortura y desapariciones. En 1977, la Comisión de Derechos Humanos, en Ginebra, acusó al régimen de 2300 asesinatos políticos, unas 10000 detenciones y la desaparición de 20 000 a 30 000 personas, de las cuales un gran número fue asesinado por la Junta Militar y enterrado sin sepultura.

Jorge Rafael Videla durante los juicios impulsados por el presidente Néstor Kirchner, en los que, por sus crímenes, Videla resultó condenado a cadena perpetua en una cárcel común.

En 1978 se produjo una grave crisis con Chile por los límites en la zona del Canal Beagle (Conflicto del Beagle), que llevó a ambos países al borde de la guerra. Durante el Proceso hubo un importante aumento de la deuda externa nacional y se dio carácter especulativo al sistema financiero. Videla fue reemplazado en la presidencia, en marzo de 1981, por Roberto Viola, destituido, en diciembre de 1981, por el comandante en jefe del ejército, el general Leopoldo Galtieri.

En 1982, Galtieri ordenó a las tropas argentinas invadir las Islas Malvinas, en disputa entre Gran Bretaña y Argentina desde que el primero las invadiera en el siglo XIX, reivindicada desde hacía mucho tiempo por Argentina. Pero Gran Bretaña envió una fuerza militar de intervención en el Atlántico Sur la cual, al cabo de tres meses, batió al ejército argentino y retomó la posesión de las islas. Galtieri, entonces desacreditado, fue reemplazado por el general de división Reinaldo Bignone.[13]

Raúl Alfonsín, el candidato radical, venció en la elección presidencial de octubre de 1983, la primera organizada después de 10 años, y en un contexto económico muy difícil, caracterizado por una deuda externa sin precedente y una inflación superior a 900 p. 100. La nación reanudó entonces con la democracia: las fuerzas armadas fueron reorganizadas; los antiguos jefes militares y políticos fueron acusados de violaciones a los derechos humanos y enviados a los tribunales.[13]El gobierno de Alfonsín lanzó, en 1985, un plan de rigor presupuestario. La deuda externa fue reestructurada y se realizaron reformas fiscales (incluyendo una nueva moneda).

Carlos Ménem, el campeón de las privatizaciones en Argentina.

Sin embargo, la inflación no fue contenida, y en mayo de 1989, el candidato peronista, Carlos Saúl Ménem, fue elegido presidente. Carlos Ménem asumió la presidencia seis meses antes de lo estipulado debido al alto proceso inflacionario que sufría el país, el cual obligó a Raúl Alfonsín a presentar su renuncia sin terminar completamente el mandato. Ménem sancionó la Ley de Convertibilidad del Austral en 1991 que detuvo la inflación y adoptó una política económica neoliberal, apoyada en una ola de privatizaciones, reducción de aranceles a los productos importados y desregulación de los mercados. Estas medidas que contribuyeron a aumentar significativamente la inversión, las exportaciones y el crecimiento con precios estables.[14]

Sin embargo también abrieron un proceso de desindustrialización ante la imposibilidad de competencia de la debilitada industria argentina, estas medidas hicieron además a la economía más vulnerable a las crisis internacionales, y aumentaron el desempleo, la pobreza y la precariedad laboral.[15]

En 1993, el presidente Ménem hizo votar una revisión constitucional, que reducía el mandato presidencial a 4 años y le permitía proponerse candidato a su propia sucesión. Fue reelegido así en primera vuelta, el 14 de mayo de 1995. Carlos Ménem obtuvo del Congreso en febrero de 1996 poderes extraordinarios a fin de poder impulsar la segunda reforma del estado tendiente a reducir los gastos públicos, a aumentar la recaudación fiscal y a renegociar un crédito con el FMI. Las reformas ultraliberales provocaron el descontento de la gran mayoría de los argentinos. Las elecciones legislativas parciales que tuvieron lugar el 26 de octubre de 1997 dieron la victoria a la Alianza (Unión cívica radical y Frente Solidario por el país), partido opuesto a los justicialistas en el poder. El presidente Ménem no dispondría más desde entonces con la mayoría absoluta en el Congreso.

Siglo XXI

En mayo de 1999, el presidente Ménem renunció a un nuevo mandato. La Alianza de oposición, la UCR (Unión Cívica Radical) y la centroizquierda, designó a Fernando De la Rúa, de la UCR, como candidato a las presidenciales, quien venció en octubre de 1999. La situación económica y social continuó degradándose seriamente. La Argentina fue tocada por la crisis financiera internacional, y por la de Brasil, su primer socio comercial en el seno del Mercosur. El gobierno presentó en enero de 2001 un plan de austeridad rechazado por los diputados. Esto llevó a la renuncia de varios ministros y la ruptura de la coalición en el poder. Ante la fuga masiva de capitales, el gobierno dispuso la congelación de los depósitos bancarios (medida popularmente conocida como el corralito), que culminó en una crisis social generalizada que llevó a la renuncia del presidente el 20 de diciembre de 2001. Tras dos semanas en que se sucedieron varios presidentes, la crisis culminó el 2 de enero de 2002 con la elección por parte de la Asamblea Legislativa de Eduardo Duhalde, del Partido Justicialista, como presidente provisional.

Por medio de una fuerte devaluación de la moneda local, el país comenzó a poner en práctica una nueva política de industrialización por sustitución de importaciones, aumento de exportaciones y superávit fiscal. Hacia finales de 2002, la economía empezó a estabilizarse.

Ascenso de Kirchner a la presidencia

Néstor Kirchner, presidente argentino entre 2003 y 2007, entregó el poder a su esposa Cristina Fernández de Kirchner, elegida presidenta en las elecciones de ese mismo año.

En las elecciones presidenciales de 2003, el presidente saliente, viejo enemigo y concurrente de Carlos Ménem, quien pretendía un tercer mandato a pesar de serios problemas judiciales, apoyó al otro candidato peronista Néstor Kirchner. El expresidente Carlos Ménem, bastante atrás en la primera vuelta, tiró la toalla, y su retirada de la carrera a la presidencia dejó sin sentido la segunda vuelta de la elección presidencial.

Días antes de prestar juramento como presidente, Néstor Kirchner dio a conocer su cartera ministerial, en la cual mantuvo a cuatro ministros del anterior gobierno, entre ellos al titular de economía Roberto Lavagna, e incluyó a políticos de su absoluta confianza, en su mayoría justicialistas y algunos independientes. El nuevo equipo destacaba por un denominador común en su composición: políticos jóvenes (entre 43 y 53 años), ajenos a los círculos de poder tradicionales y portadores de una visión de Estado lejana al neoconservadurismo que había gobernado al país en los últimos años.

Las prioridades del gobierno de Kirchner fueron los derechos humanos, la lucha contra la corrupción y la revisión de las políticas económicas neoliberales, que habían contribuido a la ruina del país y el empobrecimiento de millones de argentinos. En el plano interno su estrategia de gobierno se basó en el proyecto "transversal", consistente en alianzas extrapartidarias con dirigentes políticos a fin de combatir el caudillismo y los reinos de taifas del viejo peronismo, y en la afirmación de las instituciones del Estado y de la autoridad civil. Kirchner emprendió una política exterior independiente de las directrices estadounidenses restableciendo relaciones con Cuba, negándose a enviar tropas a Irak sin mandato favorable de la ONU y oponiéndose a la política de Estados Unidos de subsidios agrícolas, así como a su pretensión de extender el ALCA.

Después de sacar al país de la cesación de pagos considerada la más grande de la historia económica mundial, uno de los mayores éxitos del gobierno fue la renegociación de la deuda externa con el FMI y otros organismos financieros, al realizarse en términos hasta entonces inéditos. La deuda con los acreedores privados ascendía a 81.800 millones de dólares, de los cuales, entre enero y febrero de 2005, se canjearon 62.200 millones, o sea el 76 por ciento del total de la deuda, con una quita de 27.700 millones sobre el valor nominal de la misma. Se trataba del mayor procedimiento de canje y con la más alta quita a los acreedores de la historia económica.

En enero de 2006 el gobierno argentino pagó por anticipado el total de la deuda con el FMI, que ascendía a 9.530 millones de dólares, recurriendo a las reservas del Banco Central, que en ese momento sumaban más de 28 800 millones. Los pilares de la recuperación económica fueron primordialmente el agro, la industria, la construcción y el sector financiero, alza que se vio acompañada por el empuje en la inversión privada. La re-activación impulsó a su vez la recuperación del mercado laboral: el número de trabajadores contratados aumentó especialmente en la actividad motora del crecimiento, la construcción, seguida por la industria metalúrgica, los hoteles y los servicios inmobiliarios.

Cristina Fernández de Kirchner en el poder

Cristina Kirchner durante una reunión presidencial.

Tras hacer pública su decisión de no postularse a la reelección presidencial, Néstor Kirchner cedió su plaza de candidato a su esposa, Cristina Fernández de Kirchner, quien ganó el 28 de octubre de 2007 las elecciones presidenciales, siendo la primera mujer elegida por el voto popular en la historia del país.

Las líneas rectoras iniciales del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner se orientaron a fortalecer las instituciones, mejorar las relaciones internacionales y favorecer el crecimiento de la economía sobre la base del aumento del consumo de los sectores populares. En el plano internacional, Argentina fue invitada a participar en la cumbre del G-20, que reunió a las siete mayores potencias mundiales y a países emergentes para hacer frente a la crisis económica internacional desatada en 2008.

Enfrentó esta crisis con una serie de medidas, impulsando la industria automotriz y dando créditos a trabajadores, planes sociales como la Asignacion Universal por Hijo y empresas.

Cristina fue reelegida para un segundo mandato de cuatro años el 23 de octubre de 2011, superando el 54 % de los votos.

Bajo su gobierno, se recuperó la anteriormente privatizada YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales), la mayor empresa del país, obteniendo el proyecto de ley la mayor aprobación en el Congreso desde el 2003.[16]

Su administración junto a los demás gobiernos latinoamericanos condenó enérgicamente el golpe de estado parlamentario que se dio en Paraguay el 22 de junio de 2012.[17]

Elecciones de 2015

Tras varios meses de intensa campaña electoral, signada por la polarización y las manipulaciones de los medios de comunicación privados, el 25 de octubre de 2015 fueron celebradas la primera vuelta de las elecciones generales, en la que el candidato del Frente para la Victoria (FPV) Daniel Scioli obtuvo el 37,08 por ciento de los votos, mientras que su contrincante, el opositor y derechista Mauricio Macri de la Alianza Cambiemos cosechó 34,15 puntos porcentuales de los sufragios.[18]

La segunda vuelta se efectuó el 22 de noviembre resultando ganador Mauricio Macri con un 51,58 % de los votos y un 48,42 % para Daniel Scioli, poniendo fin a la racha de tres victorias consecutivas del Frente para la Victoria, el partido que llevó a Néstor Kirchner a la Casa Rosada en el 2003 y que dio inicio a una etapa de transformaciones sociales continuada por Cristina Fernández.[19]

Fuentes