Samá (Banes)

Este artículo trata sobre Samá. Para otros usos de este término, véase Samá (desambiguación).


Samá
Información sobre la plantilla
Localidad de Cuba
Idioma oficialcastellano o español
EntidadLocalidad
 • PaísBandera de Cuba Cuba
 • ProvinciaProvincia Holguín
 • MunicipioMunicipio Banes
 • Fundación1744 con el Hato y Corral Samá y la hacienda de igual nombre.
Población 
 • Total1035 hab.
Gentiliciosamaense banense holguinero cubano
Código postal82300
Localizacion geografica de Sama en el territorio holguinero.jpg
Mapa físico-geográfico.

Samá es un poblado ubicado en el consejo popular Cañadón, del municipio de Banes (provincia de Holguín), con una población en la parte concentrada de 707 habitantes (datos censo 2012) y 1035 en la zona, en la carretera Banes-Guardalavaca. No debe de confundirse con Boca de Samá porque son dos lugares diferentes. Su historia se remonta al corral Samá, concedido en 1744, según datos históricos registrados.

Caracterización

SenalDePoblacionNorte.JPG
Senal.jpg
SenalDePoblacionSur111.jpg
Carta de Vives o Carta de Barcelona. Levantamiento geotopográfico de la isla de Cuba en el año 1835. Primera mitad del siglo XIX. Ya por ese siglo existía Samá. Es de observar que en ese tiempo no existía el asentamiento Boca de Samá a la entrada del Puerto de Samá. Es de resaltar también que el nombre original es Samá no Samá Arriba. Según la representación cartográfica el río Samá era navegable hasta el mismo Samá o bastante caudaloso por como es representado de que las aguas de la bahía estaban unidas cerca del mismo asentamiento sin intermitencia.
Mapa de Esteban Pichardo. Levantamiento de la isla de Cuba de 1860-1872 en el cual aparece Samá como asentamiento. Es de observar que en ese tiempo no existía todavía el asentamiento Boca de Samá a la entrada de la bahía de Samá, ni La Vega de Samá ni mucho menos La Canoa de Samá. Es de resaltar también que el nombre original es Samá no Samá Arriba. Actualmente el nombre oficial del poblado es Samá según el recién finalizado Censo de Población y Viviendas de 2012. En este Censo se recuperó el nombre original ya que muchas personas le llamaban Samá Arriba.[1]
Parte este del territorio de Holguín en el mapa de Esteban Pichardo.
Parte oeste de todo el territorio de Holguín y parte de Las Tunas en el mapa de Esteban Pichardo.

Tiene una forma de valle, rodeado de elevaciones del terreno o agrupación orográfica de las Alturas o Lomas de Maniabón por la cordillera Cuchilla-Loma Punta Alta que es la cordillera de lomas más larga que se ve, así como la altura Pan de Samá que es uno de los puntos de referencia mar afuera para buscar la entrada de la Bahía de Samá que se encuentra en Boca de Samá y alcanza una altitud de 321 metros sobre el nivel del mar. La localidad de Samá está formada por tres barrios principales por ser los más densamente poblados y otros que tienes menos densidad de población y se encuentran más apartados de la parte principal del asentamiento poblacional.

Hidrografía

Por el lugar corre el más importante río del término: el río que viene de la cercanía de la localidad de Retrete, de las alturas de Los Pinos de Retrete y de Ochoa de Retrete, desembocando en la costa norte, en la bahía, en el sitio conocido por Punta de Música, pero antes se une con el río de El Corte en el lugar que llaman La Horqueta. Así como algunos arroyos que van al mismo siendo sus afluentes.

Toponimia

Imagen satelital de Samá donde se observa el barrio centro y sur de la parte principal.
Imagen satelital de casi todo el asentamiento Poblado de Samá (Segundo Orden).
Imagen satelital de casi todo el asentamiento Poblado de Samá (Segundo Orden).
Imagen satelital de casi todo el asentamiento Poblado de Samá (Segundo Orden).
Imagen satelital de casi todo el asentamiento Poblado de Samá (Segundo Orden).
Archivo:Vista de Sama a gran altura y a gran distancia 1.JPG
Vista de Samá a gran altura y a gran distancia.

El nombre toponímico Samá aparece registrado en la Carta de Vives o Carta de Barcelona de la primera mitad del siglo XIX allá por el año 1835 y también en el Mapa de Esteban Pichardo que fue un levantamiento de la isla de Cuba en los años de 1860 a 1872 o sea aparece en la Nomenclatura Toponímica y Geográfica de Cuba de 1860-1872. Es de observar que en ese tiempo no existía el asentamiento Boca de Samá a la entrada de la Bahía de Samá. Es de resaltar también que el nombre original de esta población es Samá no Samá Arriba. En una época de la historia a partir de la década de 1920 con el auge del comercio bananero en La Boca de Samá muchas personas en confusión le llamaban al asentamiento Boca de Samá, Samá y a Samá le llamaban Samá Arriba pero eso no era correcto porque el nombre original Samá no surgió a la entrada de la bahía y así lo confirma el registro histórico de la Carta de Vives así como la carta geotopográfica de Esteban Pichardo (Mapa de Esteban Pichardo 1860-1872).

Actualmente el nombre oficial del poblado es: Samá, según el recién finalizado Censo de Población y Viviendas de 2012. En este censo se recuperó el nombre original ya que muchas personas le llamaban Samá Arriba pero el nombre original es Samá.

Al preguntarse sobre el origen del nombre Samá la mayoría de los pobladores desconocen el verdadero origen para este poblado, algunos otros de los que residen en el lugar dicen que es un nombre indio y así lo escribó Ricardo Varona Pupo en su libro Crónicas de Banes 1930. Otros pobladores alegan que se debe a que en ese lugar se asentó en la época del arribo de los españoles un individuo nombrado Sama o Same (sin acentuación aguda) y los habitantes que convivieron con él en la zona le llamaban Samá (con acentuación aguda) y así comenzaron a llamarle al asentamiento y a esa comarca de La Ensenada.

La historiadora cubana María Dolores Pérez Tarrau, en su libro La saga cubana de los Samá (1794-1933), encontró una relación con la familia catalana de apellido Samá que se asentó en Cuba principalmente en Marianao, actual municipio de La Habana:

Con la muerte de Salvador Samá Torrens, segundo Marqués de Marianao, quedó prácticamente interrumpida la relación que desde hacía más de un siglo se había desarrollado entre sus descendientes radicados en la isla de Cuba y el resto de la familia, dispersa por varios puntos de Cataluña y Madrid.

Poco quedaba ya, a la altura de la cuarta década del siglo XX, del otrora poderoso imperio económico creado por un pequeño grupo de hombres que salió de la entonces pobre y pequeña villa de Vilanova i la Geltrú decididos a cambiar su suerte a cualquier precio. La calle que un día llevó el nombre de Samá, en reconocimiento al hombre que tanto contribuyó al desarrollo de Marianao, cambió su denominación en varias ocasiones siguiendo los vaivenes de la política; hoy, muy pocos recuerdan su nombre original. Su mansión, que un día fuera una de las más lujosas del naciente pueblo, hoy es una sombra de su pasado glorioso.

El llamado «tren de Marianao», único de su tipo, ostentó, una década después de la muerte del primer marqués, un rótulo en inglés de sus nuevos propietarios. Ya entrado el siglo XX desapareció como medio de transporte.

El teatro Concha, durante mucho tiempo centro cultural de Marianao, fue demolido para levantar en su lugar un teatro de ladrillos y mampostería rebautizado con el nombre de Principal. Este tampoco resistió los embates del tiempo y la desidia de los hombres: hoy se levanta como un fantasma del pasado en la céntrica avenida 51.

Al parecer, la historia de los Samá estaba llamada a caer en el olvido en la isla donde, por más de un siglo, tres generaciones de hombres y mujeres que llevaron ese apellido habían trabajado y luchado, utilizando en ocasiones métodos censurables en nuestros días, pero siempre acordes con la moral y las costumbres de la época, para alcanzar la fortuna que el destino les había negado en su lejana Cataluña.

Hoy resulta extraño oír la palabra Samá a lo largo y ancho de Cuba. En la zona de la actual provincia de Holguín (parte noroccidental de la antigua provincia de Oriente) existen varios puntos geográficos bautizados con ese nombre: un poblado, un caserío, un río, un puerto, y una altura (Pan de Samá). Sus propios pobladores desconocen de dónde provienen estas toponimias; algunos lo atribuyen a un vocablo precolombino, pero resulta difícil de aceptar, ya que ni Fernando Ortiz en su famoso Nuevo catauro de cubanismos, ni Hortensia Pichardo en su Diccionario de voces y frases cubanas, lo citan como voz indígena.

En 1976, el historiador Ariel James publicó un libro sobre la historia de la provincia de Holguín, entonces recién fundada.[2] En dicha obra se exponían algunos hechos dignos que tener en cuenta. Expresaba el citado autor:

El caserío de Samá, en las inmediaciones del puerto de su nombre, fungía como centro receptor de negros esclavos para su comercialización, tanto en la jurisdicción de Holguín como en el resto del país.
Una vez en tierra, los esclavos eran conducidos al caserío de Retrete, en cuya capilla eran «bautizados» bajo la protección de Santa Florentina. Parte del cargamento era comercializado en la propia región.[2]

El mismo autor, al abordar un período posterior de la historia de la provincia, en particular el correspondiente a los años que siguieron a la Guerra Grande expresa:

A diferencia de Holguín, cuya riqueza agrícola fue grandemente dañada o destruída, la comarca gibareña –escogida como plaza fuerte de las fuerzas españolas y con un crecido número de guerrillas integristas– apenas sufrió la tea mambisa. Gibara mantuvo un estrecho contacto marítimo con Samá donde también se había concentrado las fuerzas españolas.[2]
Es incuestionable que los párrafos anteriores hacen referencia a dos procesos muy vinculados al apellido Samá durante todo el siglo XIX: la trata de negros y el apoyo económico al sector militar dentro del aparato de Gobierno; de ahí que no resulte aventurado afirmar que dichas toponimias guardan una relación directa con el apellido Samà de la familia catalana, aunque sus raíces se hayan perdido para los residentes actuales.[3]

Ubicación geográfica

Geográficamente se encuentra ubicado en las coordenadas 21º03' de latitud norte y a los 75º46' de longitud oeste, con una altura promedio de 32 metros sobre el nivel del mar. Está situado entre Retrete y Cañadón.

También se pudiera decir que se encuentra ubicado en la circunscripción 51 que limita al norte con el Limpio de Cañadón, al sur con La Canoa de Samá, al este con El SaladoLa Lucha y al oeste con el Limpio de Cañadón pero estos lugares son barrios pertenecientes a la zona de Samá que se encuentran un poco más separados de los tres barrios más concentrados de la localidad, excepto el Limpio que es de la zona de Cañadón, ya que el Consejo Popular de Cañadón está formado por dos extensas zonas, la zona de Samá y la zona de Cañadón-Boca de Samá. También pertenece a la zona de Samá los caseríos de Las Lajas, Los Riscos, Filipina, La Canoa de Samá, El Arroyón y El Corte. Se encuentra a 21 kilómetros de la ciudad de Banes y a 11 km del polo turístico de Guardalavaca.

Historia

Etapa precolombina (antes de Colón) o prehistórica (de la Prehistoria)

De los residuales encontrados en Cuba del grupo aborigen llamado subtaíno o taíno, pertenecen una gran mayoría a la región de Banes. De estos sólo se citan algunos, como los del Potrero del Mango, en Mulas; Varela III; Yaguajay (Banes); Aguas Gordas, en río Seco, Baní (cerca del actual Banes) y Cueva del Jobo, en la zona de Samá. Se cree que fue por la Bahía de Samá por donde llegaron algunos grupos aborígenes pertenecientes a la cultura aruaca, que dieron lugar desde el siglo VIII a la sociedad subtaína que pobló toda esta región. En una cueva del Pan de Samá, junto a otros objetos característicos de la cultura de los Taínos fue encontrada una escultura taína tallado en piedra arenisca durísima, presenta una figura humana con pelo peinado sobre la frente. El objeto, cuyo contorno tiene vagamente la forma de un hacha, es uno de los más curiosos ejemplares de la escultura de Las Antillas. El mismo es una de las figuras en la Colección Riverón. Recientemente en los meses de julio y agosto de 2012 ocurrió de forma casual el singular discubrimiento de un ajuar fundamentalmente doméstico de aborígenes agricultores-ceramistas en lo que hoy es el Sitio arqueológico Loma Samá por lo que este hallazgo revela y confirma que Samá estuvo habitado por los indígenas de la región Baní.

Etapa Colonial (1492-1898)

Foto histórica de la casilla de Samá. Construcción 28 de octubre de 1903.
Fachada de la edificación que fue carnicería-barbería o la casilla. En la década de 1990 alojó una miniindustria local de producción de dulces. Hoy es la Oficina de la CCS Rafael Moreno y parada de autobús cuando se va de Banes hacia Guardalavaca.

Para que se pueda entender la historia de Samá en este período hay que hablar de todo el contexto histórica de la región La Ensenada, lo que hoy es el territorio actual del municipio de Banes por lo que a continuación se expone:

Esta fue una de las primeras zonas de América por la que transitó Cristóbal Colón, cuando en 1492 realizó su primer viaje al llamado Nuevo Mundo. Diego Velázquez en su viaje de conquista y colonización de la Isla hizo escala en estas tierras. En carta que el encargado le escribió al Rey de España, el 1 de abril de 1514, le comunicó: Se partió a 4 de octubre de 1513, con 15 cristianos que con el iban por la mar, en canoa, por la costa norte y llegó a las provincias de Baní y Baraxagua donde estuvo cuatro o cinco días porque vinieron allí los caciques e indios de las dichas provincias, y les dijo lo que convenia al servicio de V. A..

Esta noticia sobre la comunidad de aborígenes en Baní constituye el dato más antiguo, que se conozca sobre el nacimiento de la localidad de Banes. A partir de ese momento se instauraron en el área varias encomiendas. Sin embargo, la zona no fue colonizada vigorosamente pues su población aborigen fue de las últimas en desaparecer. El historiador Jorge Ibarra Cuesta ha planteado la hipótesis de la existencia en Baní de una base territorial de resistencia a los conquistadores. Para ello se basa en la considerable masa de población aborigen existente, auxiliada por los espesos montes y las alturas montañosas que la circundaban.

Los resultados de los análisis de las evidencias materiales correspondientes a sitios arqueológicos del municipio, localizados en la zona de Yaguajay, fundamentalmente los sitios El Porvenir y Chorro de Maíta, que aportan objetos coloniales y aborígenes, demuestran la presencia de un contacto indohispánico, lo que parece indicar que existió allí una estancia, que representaba una forma intensiva de sacarle provecho a la tierra. Las tierras así repartidas que explotaban en forma de estancia, o sea como un feudo mixto, agrícola – ganadero, donde se mezclan con los principales cultivos indígenas, los cultivos traídos de Europa y la ganadería porcina.

El impulso inicial hacia una agricultura de subsistencia suponía una continuidad de la explotación indígena de ciertos productos. Implicaba, además, la continuidad de su tradición técnica, pues los aborígenes eran los que trabajan la tierra. De inmediato lo único que aportaron los europeos fue la exigencia de un trabajo intenso, de un rendimiento más alto de los nativos, factor muy importante en la extinción física de los habitantes. En el período encomendero - minero, en las primitivas vecindades con aborígenes que los colonos obtenían como botín, lo que predominaba era el trabajo, la técnica y los productos indígenas.

Los arqueólogos Nilecta Castellanos y Milton Pino, al concluir una excavación arqueológica en el sitio El Porvenir, plantearon: El ajuar aborigen hallado es asimilable a los grupos agroalfareros, subtaínos de Cuba. El hecho sobresaliente de que tanto las evidencias aborígenes como las de origen europeo aparecieron mezcladas en un mismo contexto nos permite inferir que se trata de un sitio de habitación tardío, referido únicamente al residuario excavado, como es lógico. Esta idea se robustece si tomamos en consideración la presencia de restos óseos de cerdos en todo el contexto ya que, según cita de los cronistas de Indias, estos animales comenzaron a ser introducidos en Cuba por los años 1514 y 1515, traídos de La Española. De lo anterior se desprende la fecha más temprana para el material excavado que pudiera ser entre mediados y fines del primer cuarto del siglo XVI. Nilecta Castellanos y Milton Pino.


El análisis de las fuentes escritas que abordan el período más temprano de nuestra historia y su contrastación con los materiales arqueológicos pertenecientes a esta etapa, rescatados en las excavaciones realizadas en Banes, en sitios como El Porvenir, en Yaguajay, muestran que el contacto indohispánico proporcionó a esta comunidad varios instrumentos de hierro, también aparecieron fragmentos de cerámica aborígen y sobre ella una botijuela española del siglo XVI vidriada en verde. Situación similar se presenta en el material colectado en el sitio Chorro de Maita en el cual se han encontrado objetos de cerámica de contacto. Además se aprecian cambios identitarios como el abandono de la modificación craneana y de prácticas mortuorias indígenas.

Todo ello ofrece una idea del proceso de asimilación cultural del aborigen y el español en el período encomendero minero. No obstante, el historiador José Novoa Betancourt plantea que, extrañamente las encomiendas de Banes no originaron directamente hatos y corrales como ocurrió en otras partes.

A la paulatina extinción de la población aborigen se sumó una importante reducción del contingente colonizador, motivado por el avance de la conquista a otras tierras del continente. La coincidencia de estos dos movimientos trajo por resultado el abandono y la despoblación de muchas regiones de la Isla.

La precaria existencia colonial se concentró alrededor de las pocas villas fundadas durante el desarrollo de la conquista, a partir de las cuales se inició un largo proceso de ocupación del espacio circundante. Toda la extrema zona noroccidental de Oriente fue puesta bajo la jurisdicción de la villa San Salvador de Bayamo. Una parte considerable de aquella región, entonces conocida como costa del Norte de Bayamo, quedó en manos de García Holguín, uno de los capitanes conquistadores.

En el año 1545 el capitán García Holguín, bajo la advocación de San Isidoro, plantó sus tiendas en el lugar que lleva su apellido, pero su crecimiento no se hizo notar hasta las primeras décadas del siglo XVIII. A partir de ese centro holguinero fue que se produjo la colonización de La Ensenada (Banes), la cual siguió las líneas generales señaladas en la colonización interior del país, aunque la expansión hacia el mar no fue inmediata como en otros lugares.

En 1741 se fundó en realengos el corral de Retrete, por Jerónimo Moreno. En el caso de Los Berros la denuncia en realengo de esta hacienda fue llevada a cabo por la familia González de Rivera, en 1747. Posteriormente, con la asunción del título de ciudad a Holguín, en 1752, los hateros locales solicitaron posesionarse de la costa norte. En ese nuevo reparto, Banes – área realenga todavía no entregada públicamente a nadie – fue adjudicada en 1758 al pardo Gabriel Ortuño Guzmán. Entre 1758 y 1760 también se inauguraron en realengos otras posesiones del entorno: el hato de San Antonio de las Mulas o Punta de Mulas, denunciado por Juan Ramírez de la Rosa; el corral de Samá, por Salvador Hernández en 1744; y el corral de Yaguajay, por Francisco Hernández.

Estas haciendas como la de Banes, se organizaron bajo el modelo estructural de haciendas comuneras, La hacienda de Retrete se subdividió entre distintos propietarios, iniciando el siglo XIX, y conservó con ese nombre solo su área central (843 caballerías) alrededor de la cual se agrupaban las haciendas de Mulas (985 caballerías), Río Seco (356 caballerías), Samá (333 caballerías), Yaguajay (433 caballerías), Los Berros (643 caballerías), Banes (708 caballerías), y el Realengo de Juan Pablo entre las haciendas de Retrete y Yaguajay. En cada una de ellas se desarrollaron núcleos poblacionales pequeños, excepto en Samá porque esta había constituido el único punto de fácil comunicación con el exterior, a través de la navegación, lo que permitió que se asentaran en él mayor cantidad de personas.

El caserío de Samá en las inmediaciones del puerto del mismo nombre, comenzó a fungir como centro receptor de cargamentos de negros esclavos para su comercialización, tanto en la jurisdicción holguinera como en el resto del país. Una vez en tierra los esclavos eran conducidos hasta Retrete, en cuya capilla eran bautizados bajo la protección de Santa Florentina. Parte del cargamento era comercializado en la propia región, de modo que los vecinos más poderosos contaron con un número de esclavos a su servicio. En este caso el tráfico negrero no sólo favoreció la explotación económica de la comarca, sino que permitió trazar líneas de poblamiento, comunicación y comercio.

En las distintas haciendas de La Ensenada existían unos 100 sitios de labor, sus dueños explotaban la tierra sin una definición precisa de los límites de su propiedad ya que por el aislamiento y rusticidad de la región no se efectuaban deslindes desde el punto de vista legal, los distintos ocupantes aparecían como codueños de las haciendas en su conjunto.

En el siglo XVIII era corriente la subdivisión de las Tenencias en Partidos y al frente de ellos capitanes y tenientes, con atributos policíacos y militares. Estos capitanes de partido vivían de sus bienes y de contribuciones de los vecinos, es decir, sin sueldo oficial y recibían autoridad civil como jueces en litigios menores. De ahí que se les llamaran Capitanes Pedáneos.

En este período se generalizó el establecimiento de capitanías en Holguín, como reflejo de los cambios en Cuba. En el quinquenio 1815-1820 nacieron, como segregación de los cuatro iniciales, dieciocho partidos, entre ellos el de La Ensenada (Banes) y el de Gibara. Esta proliferación cumplió una regla invariable: se incrementaron los partidos en la zona centro – norte, la de mayor intensidad en el despegue productivo.

El partido de Banes debe haber sido de los primeros en crearse, pues para 1817 en el se reportaban 5 haciendas, 5 sitios de labor con un total de 3296 caballerías de tierras, y la existencia en su territorio de 268 habitantes.

El 20 de enero de 1821, el teniente gobernador de Holguín envió una carta al capitán del partido de Banes, en la que le comunicaba que haría notoria su entrada en función en el momento que recibiera esa carta. Este partido comprendía los cuartones de Río Seco, Mulas, Banes, Tasajeras y El Ramón. Al frente de ellos fueron designados tenientes de partido y/o cabos de ronda, cuya función era, fundamentalmente, de información.

En 1830 el capitán del partido de Banes era Santos Ricardo y los cabos de ronda: Eladio Díaz en Mulas, José González en Río Seco, Manuel Mallero en Tasajeras, Julio Gesti en El Ramón y Manuel Claro en Banes. En 1844, el alcalde del barrio de Banes, informó los Tenientes y Cabos de ronda de su partido:

D. José Ma. Claro Teniente del Cuartón de Banes, su residencia en el mismo punto de Banes y D. José Ant. Mariño Teniente del Cuartón de Tasajeras su residencia, en el mismo punto de las Tasajeras. Cabos de Ronda: solo hay uno, que reside en el punto de Rio Seco, inmediato a la costa.

En el período comprendido entre 1830 y 1854, Banes contó con 11 capitanes de partidos pedáneos ―esa inestabilidad quizás estuvo dada por las propias características de este cargo― que vivían de la contribución de los vecinos, las cuales no deben haber sido muchas, pues Banes era una hacienda con pocos habitantes. A partir de 1851, el capitán general José de la Concha reformó la Institución de Pedáneos, buscando sustraerlos de la influencia de los vecinos y convertirlos en eficientes defensores de la Corona.

Las capitanías de Partido desaparecieron con la creación de los Términos municipales, en 1878. No obstante, perduraron elementos de esta institución, estableciéndose entonces las alcaldías de barrios. Es por eso que La Ensenada se convirtió en un barrio del Término municipal de Gibara.

Finalizando la década de 1820, el gobierno colonial realizó un nuevo intento colonizador sobre la zona de la costa norte. En el caso de Banes no fructificó. Entre 1828 y 1833, la hacienda de Los Berros comenzó a ser colonizada. Durante todo ese tercer decenio el gobierno local valoró un nuevo plan colonizador en las áreas aledañas a la bahía de Banes, el que tampoco llegó a resultados concretos. El 25 de junio de 1841, la hacienda de Banes fue vendida al binomio integrado por Domingo Marange Dalfau y a su asociado José María Claro. A partir de la gestión productiva de ellos, es que se inicia la real explotación económica de la hacienda de Banes y el despegue cuantitativo de la población en el lugar. En 1850 Marange era ya el dueño de la mayor parte de la hacienda de Banes.

El proceso de demolición de las haciendas comuneras llegó a esta zona en las décadas de 1840 y 1850. En 1852 en Banes ya estaban demolidas las haciendas de Mulas y Río Seco, Tasajera y San Fernando. En 1855 la hacienda de Banes también se había demolido y deslindada en parte. La demolición de las haciendas evidenciaba el deseo de barrer la agricultura y la ganadería precapitalista, para impulsar un uso más productivo y mercantil de la tierra. Este proceso fue: una de las vías de formación del campesinado local, al tener los más acomodados accesos a la libre compra de tierras, mientras el resto se asentaba en realengos o simplemente en tierras cedidas por hateros, al facilitarles su vida como peones. Es en la década de 1850 cuando se conforma el sector campesino en la localidad, complementando la actividad económica ganadera. Después de ese proceso de demolición de las haciendas, los principales propietarios del área de Banes eran Domingo Marange, el inglés Guillermo Gesti, Isidoro Tamayo, Lorenzo Martínez, Manuel González y Vicente de Juan.

En el año 1852 existían en Banes 18 haciendas de cría, 3 ingenios, 48 sitios y estancias, 37 vegas y 5 colmenares, con una producción de 8 000 cerdos, 698 animales vacunos y 233 animales equinos, junto a un gran número de aves de corral, lo que demuestra el fomento de una economía agropecuaria.

Un padrón poblacional de ese mismo año 1852 manifiesta un incremento poblacional de 400 habitantes, con respecto al año 1817. Reconoce en el territorio un total de 668 habitantes: de ellos el 50, 45 % eran blancos, el 13,62 % libertos y el 35, 93 % esclavos. Durante toda la primera mitad del siglo XIX, prevaleció el poblamiento a partir del centro holguinero. El 94 % de los habitantes blancos del partido procedía de Holguín.

Esta es un área muy peligrosa para la navegación ya que es una costa baja, erizada de puntas y peligrosos arrecifes, además por las corrientes que llevan a los buques hacia varios arrecifes de la zona se produjeron algunos naufragios, como los ocasionados a varios buques de guerra españoles, al vapor de correo Fernando el Católico y al Bergantín Themis, que traía un gran cargamento de mercancías. Esto provocó que el Capitán General de la Isla de Cuba, el 13 de febrero de 1858, ordenara acometer los estudios para la instalación, en este litoral, de un faro que evitara los accidentes y dio la orden al inspector de Obras Públicas para la realización de la obra, en la que planteaba: De los informes adquiridos parece ser que el lugar más a propósito para la erección de la nueva farola es la Punta Lucrecia. Es de suma importancia que quien se encargue del proyecto adquiera datos lo más exactos posibles acerca del paraje más conveniente para establecer dicho fanal.

El 21 de enero de 1860 comenzaron las obras, que por lo abrupto del terreno, lo primero que construyeron fue un camino que comunicara el lugar con los poblados más cercanos. Al inició presentaron una situación muy compleja para conseguir operarios que estuvieran dispuestos a trabajar en ese lugar tan apartado y en condiciones de trabajo bastante difíciles, motivo por el cual aunque recibían un buen salario no consiguieron los trabajadores. Entonces fue necesario que el Capitán General de la Isla, emitiera una orden, el 28 de febrero de 1860, donde disponía el envío de 40 condenados, como fuerza laboral, procedentes de las prisiones de la zona oriental.

La primera piedra fue colocada el 10 de noviembre de 1861 y el 31 de diciembre de 1862 se paralizaron las obras por agotarse el presupuesto inicial. En 1863 se presentó el proyecto reformado, el cual se aprobó al igual que el nuevo presupuesto y en noviembre de 1864 se reanudaron los trabajos. La farola y la maquinaria fueron fabricadas en Francia. La construcción comenzó bajo la dirección del Ingeniero Don César de Llanos y Lamar y terminó dirigiéndola Don Restituto Blanca Flor.

A inicios de 1868 le instalaron la óptica y el equipo de iluminación y rotación, con un alcance de 17.5 millas con atmósfera despejada. El 21 de agosto de 1868 el gobernador de la Isla informó al ministro de Ultramar en Madrid, la culminación de la obra, y la decisión de llevar a cabo la inauguración, el 10 de octubre.

En 1858 Samá se componía de un caserío de 22 viviendas de humildes materiales, habitadas por unos 80 individuos de toda edad, sexo y condición que vivían de la pesca, del cultivo de algunos pequeños predios y algunas industrias rurales.

Guerra de los Diez Años

El 21 de noviembre de 1868, sólo un mes después de inaugurado el faro e iniciada la guerra de independencia, una patrulla del ejercito mambí ocupó el inmueble del faro de Lucrecia, destruyó su aparato lumínico y tomó de rehenes a los torreros. El capitán general de la isla, Francisco Lersundi, informó sobre este hecho al Ministro de Ultramar, y le decía: «El faro de Punta Lucrecia preservado por su destino de utilidad universal ha sido destrozado por seis insurrectos. He dispuesto su composición, pero conviene que sea conocido el hecho por los navegantes>. Por tal motivo en la gaceta oficial se publicó la siguiente nota: «AVISO a los navegantes: Según noticias recibidas en esta inspección de Obras Públicas, el faro de Punta de Lucrecia ha dejado de alumbrar desde el 21 del actual a causa de haber los insurrectos del Departamento Oriental apoderarse de los torreros y destruido el aparato. Lo que de orden superior se publica en la Gaceta Oficial, por cuyo conducto también se anunciará la fecha en que las actuales circunstancias extraordinarias permitan que vuelva a encenderse dicho faro».

El 1 de mayo de 1870 volvió a encenderse el faro y a partir de ese momento España estableció una guarnición militar en cada uno de los fanales de la Isla.

La acción del faro Punta de Lucrecia fue criticada por el alto mando mambí, pues este también orientaba las expediciones mambisas que podían desembarcar por la zona. Y como se evidenció posteriormente por esa luz muchas de ellas se guiaron para arribar exitosamente a tierras cubanas. La hacienda de Banes se encontraba muy despoblada por lo que no fue escenario activo de lucha; a diferencia de las haciendas aledañas como Samá que se transformaron en reductos españoles para llevar a cabo una intensa ofensiva contra las fuerzas cubanas.

Ante esa situación, Máximo Gómez fue designado, en 1869, jefe de la división de Holguín. Motivo por el cual el 12 de agosto de ese año marchó de Baire a Holguín, con una columna integrada por 230 hombres. Ya el día 20 se encontraba en territorio de la nueva división y estableció su campamento en los montes de Pesquero. Gómez decidió empezar su campaña en Holguín dando un sonado golpe, para lo que escogió el fortín La Cuaba, situado a unos 10 km de la ciudad de Holguín. No pudiendo realizarse por denuncia del plan. Por lo que decidió entonces marchar hacia la zona de Samá, cuya población había sido concentrada en la Vega y Cañadón, al iniciarse la guerra, con el objetivo de atacar Cañadón que contaba con un fuerte, rodeado de profundos fosos. El ataque fue realizado el 21 de septiembre de 1869, las fuerzas mambisas lograron controlar el poblado de Samá y desalojaron al enemigo que se había refugiado en el fuerte de la loma.

Los mambises no pudieron tomar el fuerte, tampoco parece que Gómez insistió mucho en rendir la fortificación porque esto hubiera significado una gran pérdida de hombres y parque. Los objetivos esenciales del ataque se habían cumplido: obligar al enemigo a concentrar fuerzas en la defensa de los poblados, demostrar que la Revolución en Holguín no se había extinguido y obtener vituallas.

Las vituallas, armas y municiones resultaban muy necesarias para el ejército Libertador, que aunque se armó - principalmente - con lo arrebatado al enemigo, para realizar grandes operaciones no podía depender exclusivamente de dicho material de guerra. Era necesaria una fuente de abastecimiento, que evitara que su carencia paralizara o retardara las acciones; esa fuente adicional fueron las expediciones preparadas por la emigración.

Realmente el mambisado recibió muy poca ayuda del exterior, pues hubo años que no recibieron nada, además no siempre se hicieron coincidir los desembarcos por las zonas en que se estaban efectuando las acciones más importantes. Unido a que en la emigración desconocían las características de las zonas de desembarco y no siempre pudieron contar con prácticos que los orientaran. Entre las expediciones que fracasaron se encuentra la transportada por el vapor Geo. B. Upton a las costas de Banes.

El 3 de junio de 1870 partió el vapor Geo. B. Upton de Colón, Panamá y el día 9 desembarcó por las cercanías de Samá. El jefe del movimiento fue Francisco Javier Cisneros y el de tierra el Coronel Mariano Loño, el contingente expedicionario lo engrosaban aproximadamente 35 hombres. El cargamento traído estaba compuesto por una suma considerable de fusiles de diferentes modelos con sus cartuchos y varias cajas de medicina.

El destino de esta expedición fue trágico, los prácticos de tierra no pudieron hacer contacto con las fuerzas insurrectas e informados los españoles del desembarco, sorprendieron a los expedicionarios que se encontraban agotados por el trabajo de esconder el cargamento. Tras un fiero combate donde son muertos la mayoría de los expedicionarios y capturados otros, el Coronel Loño, solo y perdido, trató de hacer contacto con los cubanos, pero fue sorprendido en el camino de La Cuaba a Holguín, y murió combatiendo.

La escasez poblacional de la hacienda de Banes la convirtieron en refugio para los mambises heridos y enfermos. En cambio en las haciendas aledañas tuvieron lugar algunas acciones, el 6 de mayo, en los Berros, Calixto García derrotó una columna enemiga. La hacienda de Samá fue el centro de también de otras acciones mambisas, pues fue atacada en varias ocasiones. A inicios de julio de 1872, Máximo Gómez designó a Calixto García jefe de operaciones de La Ensenada y este planeó un nuevo ataque contra Samá, que a su vez formaba parte de la labor de expansión de las fuerzas independentista hacia la región nororiental. Con un segmento de las fuerzas atacó el poblado de Cañadón, «en la tenencia pedánea de Samá».

Juan E. Casasus comenta:

Al amanecer del 6 de julio, dividida las fuerzas en tres columnas, penetraron en el caserío a paso de carga, la primera la mandaba García; la segunda Peña; la tercera Moncada. En sus trincheras hay 300 hombres que cuantas veces quieren salir hayan a su frente insalvable cortina de plomo cubano. Después de 11 horas de enconado combate los mambises ocupan rica cantidad de provisiones, que llevan al campamento de Los Pasos, habiéndole causado al enemigo 50 muertos y capturándole 30 prisioneros.

Esta acción fue parte de la estrategia característica de Calixto García, después de un ataque español a las posiciones cubanas se producía el contraataque cubano, luego la persecución de las fuerzas enemigas.

El gobernador de Holguín, coronel Juan Huertas salió a la persecución de las tropas mambisas triunfantes en esta acción. El 7 de julio se produjo el encuentro en Veguita de Banes, las tropas españolas se lazaron contra los cubanos. El combate duró 6 horas, el coronel español resultó mortalmente herido y las tropas bajo su mando perdieron el campo y el combate, ante la contracarga de Calixto García. De esta forma se puso en evidencia la capacidad del holguinero para dirigir grandes masas de hombres y su respuesta rápida ante circunstancias imprevistas.

Después de esta acción las tropas mambisas se fueron retirando de la zona y no se conoce la ocurrencia de otras acciones importantes durante la Guerra Grande. En el año 1877 se inició la decadencia de la guerra. En el campo mambí imperaba la confusión y un gran fraccionalismo, mientras que el jefe español Arsenio Martínez Campos inició una ofensiva política - militar que comenzó en Las Villas y después se extendió al resto de las provincias sin que los cubanos pudieran oponer la unidad nacional necesaria para hacer fracasar los planes españoles. La guerra se apagaba.

Cuando estalló la Guerra de los Diez Años (1868-1878) la región –en lo que respecta a lo que era la hacienda de Banes y otros limítrofes- se encontraba muy despoblada y sus pocos residentes se dirigieron a los caseríos de Samá y a la ciudad de Gibara.

Samá fue uno de los primeros lugares poblados en esa comarca, tal así que ya en la Guerra Grande hubo allí Juzgado de Paz cuando Banes era sólo una montaña. Y también en aquella como en la Guerra de Independencia, hubo en el lugar un fuerte destacamento español y numeroso vecindario, tal fue así que el Mayor General del Ejército Libertador Antonio Maceo en las acciones que participó para la lucha independentista tuvo una en Samá. El 6 de julio de 1872 Calixto García asalta al poblado destruyéndolo completamente y apoderándose de muchas armas. El 7 batió en Cupeyal una fuerza enemiga como de 550 hombres habiéndoles muerto al jefe de ella Coronel Juan Huerta y Sostre y haciéndola retroceder a Samá. Participando también en tal asalto Guillermón Moncada uno de los héroes más sobresalientes de las gestas independistas cubanas en contra del colonialismo español. Samá fue un fuerte núcleo de presencia española reconocido por la historiografía nacional e internacional.

Agentes cubanos

Durante la gran ofensiva española de 1869, miles de soldados fueron lanzados contra los insurrectos demostrando su superioridad en armas, parque y disciplina. Las fuerzas libertadoras fueron derrotadas y se vieron obligadas a retirarse a los bosques para eludir la persecución enemiga. No pocos mambises y sus familias no pudieron soportar la vida salvaje y se presentaron al enemigo. Otros fueron hechos prisioneros y muchos ejecutados.

Pero un grupo fue internado junto a los presentados en pequeños poblados fortificados donde eran obligados a residir. Debían también trabajar para abastecer ese poblado y las tropas colonialistas que las defendían. No pocos fueron incorporados al cuerpo de voluntarios, pero varios de estos cubanos comenzaron a colaborar con los mambises aunque el riesgo era inmenso ya que si los descubrían los ejecutaban de inmediato.

En Samá, residían tres de estos agentes, Agustín de Feria - tío del mambí Rafael de Feria - y los hemanos José y Juán de Silva - hermanos del también mambí Bernardo Silva. La persecución y vigilancia en esos pequeños poblados era muy intensa para confiar en un desconocido.

El 21 de marzo de 1871 Samá vivió un ataque de las fuerzas mambises, quienes cometerían un error al comentar el jefe de la partida - frente a uno de los prisioneros que tomaron al retirarse de la ciudad y que había prometido unirse a las tropas libertadoras - los nombres de los agentes que tenían en el poblado. El prisionero logró escaparse y unirse a una tropa española que regresó al poblado de inmediato en busca de los agentes.

Dos días más tarde en la madrugada, la fuerza colonialista contentos pues creían que estaban frente a tres traidores, sale de operaciones llevando como prácticos a los tres agentes que supuestamente los llevarían hasta el campamento de los mambises. Llegado el momento, ya reconociendo los montes de Los Pasos, inmediatos a Tasajeras, los prácticos Agustín de Feria, José y Juán de Silva se negaron a prestar servicios y lograron escapar, pero fueron perseguidos hasta su captura. Según lo narrado por el jefe de la tropa hispana en el informe a sus superiores:

Pese a las amenazas de que serían ejecutados los tres combatientes de la inteligencia militar mambisa se negaron a prestar cualquier servicio a los españoles por lo que: fueron pasados por las armas en cumplimiento de los superiores disposiciones siguientes.[4]

Acciones de Máximo Gómez en Samá (según su Diario de Campaña)

Plano de Samá (área más céntrica). Escala 1:1000.

(Diciembre de 1868).

De allí se expidieron órdenes para los hechos horrorosos de Mayán, 19 en Tacajó, y el 20 se acampó desde los Berros hasta Samá, allí permanecimos atacados del cólera hasta el 28 que ya de regreso y al llegar a Bijarú se supo que Céspedes y Marcano ocupaban a Tacajó con algunas fuerzas.
Máximo Gómez[5]

(Enero 1870).

Cualquiera que no sea dotado de un alma fuerte y de muy rectos principios, no se expondría a trabajar por la democracia; pués esta siempre ha sido ingrata, pués no solo se olvida de sus más fieles servidores, sino que muchas veces los arrastra y pisotea.

»Más tarde, la desgracia que perseguía a todo lo que rodeaba al General Marcano, hace que la pobre viuda, la infeliz Lorenza, sufra una muerte desastrosa: un chino tumba una inmensa ceiba, que cerca del rancho de Lorencita estaba el árbol, cae sobre aquel y la infeliz viuda queda sepultada bajo el terrible golpe.

»En este estado permanecí los meses de Septiembre, Octubre, Noviembre, Diciembre y hasta principios de Enero, sin que tuviera lugar ningún hecho de armas de importancia, pués no me fué posible dar a los españoles más que dos ataques a sus campamentos de Sama y las Dos Bocas, hubo sí muchos encuentros a la defensiva como sucedió en Bijarú, que el Coronel José Vázquez casi destrozó una columna enemiga de más de 400, pues con un pedrerito que preparó en emboscada y con el cual logró hacer un disparo a quema ropa, le causó 30 bajas.[6]

(Agosto-septiembre de 1877).

Agosto 31, nos movimos cerca del camino de Samá. Septiembre 1.- Se embosca la gente hasta el día 2, en dicho camino para atacar al convoy, pero este no pasa y el 3, marchamos a la estancia de Castillo y de allí se envía una comisión a Samá a extraer alguna res, pero no pudo conseguirla. Permanecimos en ese punto hasta el día 6, que volvimos a Sierra Verde.
Máximo Gómez[7]

Sitio de Samá

Vista de Samá desde el sitio histórico donde estuvo el fortín español del sur llamado Fuerte Chiquito.

Agradecemos al compañero en la prensa José R. Arbucias por la descripción del sitio Samá y a continuación figura: Al amanecer del día 12 de mayo de 1896 los vecinos del tranquilo barrio de Samá fueron súbitamente despertados al ruido que producía la artillería que empezaba a vomitar metralla sobre el poblado.

La natural confusión se apoderará de los defensores del pequeño casería, que inmediatamente se encerraron en sus formidables trincheras dispuestas a defenderlas hasta la última hora. El barrio de Samá se encontraba en la Guerra de 1895 situado a la orilla del río de su nombre, que, como es sabido, atraviesa un estrecho y largo valle, que se extiende desde la cercanía de Retrete al embarcadero del río, más allá de La Vega de Samá.

Grandes lomas circundaban el poblado, dominándolo completamente. La defensa del poblado consistía en seis fuertes construidos con enormes trozos de madera de júcaro negro, cada uno de los cuales estaban provistos de sus fosos correspondientes y la tierra sacada de fosos y echada alrededor de la madera los hacía más formidables.

Los fuertes tenían sus nombres y estaban situados de la manera siguiente: al Norte, el fuerte Blanco; al Sur, el fuerte Chiquito; al Este, el fuerte de Don Domingo; al Oeste, el fuerte de Llaguno. Había, además, entre los dos del Norte y Oeste, otro fortín llamado El Guacho. En el centro del poblado, y frente de una especie de plazoleta, contraídas por las tropas españolas, estaba la trinchera grande, ocupada por el jefe de la plaza, y alojamiento de los soldados de línea.

La guarnición se componía de unos cien voluntarios, al mando de Don Andrés Ricardo, con el grado de capitán, dos tenientes y los sargentos a cabos necesarios.

Las tropas regulares se componían de veinte y cinco soldados, al mando de un teniente. Como decimos antes, el día 12 de mayo de 1896 fue atacada la plaza por fuerzas del Ejército Libertador, al mando de los generales Mariano Torres y Regimio Marrero, empleando en el ataque una pieza de artillería nueva, que disparaba proyectiles de a dos libras de peso. Las fuerzas de la plaza que hacían su salida a las colonias en busca de plátanos fruta daban cuenta de haber encontrado rastros como del paso de numerosas fuerzas enemigas. Pero como pasaban días y días sin que nada anormal sucediera poco a poco se desvaneció el temor y hasta la vigilancia fue menos severa.

Hasta la fecha de los acontecimientos que se va a relatar no se sabía efectivamente que existía la guerra, pues, a pesar de pequeñas escaramuzas habidas entre voluntarios de caballería se internaban en los montes a bastantes distancias de los fuertes, sin que fueran molestados en lo más mínimo.

Se trabajaba. Una extensa zona de cultivo circundaba el poblado y las mejores cosechas de tabaco que se recuerdan fueron hechas en aquellos días de la guerra. La pieza de artillería empleada para la toma de la plaza se situó en una loma, al sur del poblado y a una distancia como de un kilómetro.

La noche anterior los centinelas de los fuertes oían perfectamente como cortando madera con hachas y los golpes que producían el choque de un palo con otro. Era que el jefe de las fuerzas cubanas había ordenado que cada soldado llevara al hombro un palo de las cercas llamadas de Alemania, muy abundante en aquellos lugares, con el objeto de construir una trinchera para empezar la artillería.

Cuando vecinos de Samá, ya de día, pudieron darse cuanta de lo que sucedía, se encontraron con que a poca distancia, frente a la plaza se hallaba una trinchera grande y un cañón, cuya boca comenzaba a disparar sus proyectiles sobre los fuertes. Los primeros disparos se hicieron contra el fuerte de Don Domingo, bien dirigidos y los proyectiles se incrustaron en la tierra que estaba alrededor de la madera, no produjeron daño alguno.

Como la intención de los asaltantes era destruir un fuerte para realizar el ataque a la plaza y tomarla, el cañón enfilo sus fuegos contra el llamado fuerte de Blanco.

El primer disparo fue bajo. La cruzó silbando sobre el techo de las casas más altas y atravesando el forro de las yaguas de una casa que habitaba una señora llamada María Pérez, hirió a esta en un brazo, envolvió un colchón que recogió a su paso de encima de una cama y cruzando el resto del poblado se perdió en un palmar cercano.

El otro disparo fue más alto y cruzando por encima del poblado, sin hacer daño, estalló en el mismo palmar.

El quinto disparo fue más certero y logró destruir el fuerte del techo del fuerte de Blanco. Al hacer el sexto disparo una columna de humo se notó en la trinchera donde estaba situado el cañón y de todos los fuertes salieron voces de «¡se rompió el cañón!». Y así era, en efecto. Parece que cuando se hizo la trinchera se olvidó cortar un tronco de un pequeño árbol que quedó oculto debajo de la tierra y al hacer el cañón el movimiento de retroceso tropezó con el citado tronco, rompió la cureña e imposibilitando el cañón para disparar nuevamente.

Tan pronto como comenzó el fuego de cañón, la fusilería inició sus fuegos contra la plaza, arrojando sobre ella una verdadera lluvia de balas.

Alrededor del poblado había innumerables trincheras; solamente desde la Loma de la Uvilla hasta el camino de Retrete había diez y nueve trincheras, detrás de las cuales se situaron los tiradores, haciendo fuego sin cesar sobre el poblado.

Se tiraban a los caballos, bueyes, vacas, gallinas y a todo bicho viviente. A las nueve de la mañana aquello parecía el octavo círculo del poema de Dante. Tal era el fuego horrible de la fusilería. Los fuertes, no muy abundantes de municiones, contestaban poco los fuegos enemigos.

Hubo fuerte, como el Gacho, que no disparó más de cien tiros en todo el tiempo que duró el sitio.

El mismo día hubo desgracia que lamentar. Dos niños que imprudentemente jugaban a horcajadas encima de una cerca fueron atravesados por una bala de Máuser (lo más probable es que haya sido un Mauser Modelo 1893), que les privó la vida. Sixto Ricardo, que se encontraba en el fuerte de Don Domingo, fue herido en una pierna. Pedro Jiménez de servicio en el mismo fuerte, fue alcanzado por una bala, que al penetrar por una aspillera, le dio de rebote en la frente, con tal fuerza, que le hizo perder el conocimiento, siendo conducido más tarde a Gibara donde falleció.

Cinco días de mortales angustias aquel sitio, no habiendo cesado ni un momento de hacer fuego encima del poblado.

El tercer día, fuerzas al mando de Don Juan de la Fuente comandante de voluntarios, de La Vega de Samá, intentaron romper el cerco puerto a Samá.

Al efecto, unos ciento y pico de hombre atravesaron las lomas del potrero de Felipe Filgueira y tomando el camino del Salado, intentaron atacar por la espalda las fuerzas del General Marrero, situadas en aquellas lomas.

Un nutrido fuego de fusilería se inició tan pronto, las fuerzas cubanas se dieron cuenta de la presencia de los voluntarios y de las intenciones que abrigaban. A pesar de los esfuerzos de los voluntarios y de haber sostenido fuego más de hora y media, no lograron desalojar a las fuerzas cubanas, viéndose obligados a retirarse, ante la tenaz resistencia de los sitiadores.

En este encuentro no hubo baja de parte de las fuerzas españolas. Los cubanos tuvieron que lamentar la muerte de un soldado. Al atardecer del quinto día de sitio, por el movimiento que se notaba, se supo que algo anormal sucedía. Y así, en efecto. Anocheciendo ya cundió la alarma de que una numerosa fuerza se acercaba, no teniéndose la seguridad de si se trataba de tropas españolas o cubanas. Dos hileras de soldados se divisaban ya desde los fuertes avanzados y el «¡quién vive!» del centinela se oyó en todo el poblado.
―¡España! ―contestó la fuerza.
―Que avance uno, para ser reconocido.
Adelantóse un oficial español, mandando entonces que avanzara la columna. Era la del General Reverter, compuestas de mil seiscientos infantes y dos piezas de artillería de montaña, desembarcada en la Boca de Samá del cañonero Vicente Yáñez Pinzón y otro transportes de guerra. La oportuna llegada de esta columna levantó el sitio, haciendo retirar a las fuerzas cubanas.

Una vez levantado el sitio, al siguiente día se retiró la columna, siendo revelado el Comandante Militar de la Plaza, teniente Don Ángel Nogro y sustituido por un tal De Pedro. El general Reverter, dejó, además de los veinticinco soldados que componían la guarnición, media compañía más y material de guerra abundante, en previsión de un nuevo ataque, que no llegaría a realizarse, toda vez que las fuerzas cubanas se retiraron, no por la llegada de las fuerzas españolas, sino obedeciendo órdenes superiores para tomar parte en otra operación, y por haberse inutilizado el cañón a los primeros disparos. Para que nuestros lectores puedan hacerse una idea de la magnitud del fuego de fusilería, basta apuntar este dato:

En la mayor de las trincheras, donde se encontraba situado el cañón, se encontraron 30 cajas de parque de Máuser vacías, que representaban treinta mil disparos. En otras trincheras pequeñas los casquillos de los cartuchos disparados llegaban a la rodilla de un hombre de pie. (No comprendemos tal derroche de pertrechos). Después del hecho de guerra de 1895, la tranquilidad más absoluta volvió a reinar en aquellos lugares, hasta que por orden superior comenzó la llamada reconcentración e hizo trasladar a todos los vecinos de Samá, Vega, Cañadón, y Boca de Samá, al puerto de Jururú a donde probarían las penalidades y miserias de la guerra.

Tregua Fecunda

Terminada la guerra de los 10 años se inició un proceso de recuperación económica en toda Cuba. Banes, donde - según cuenta la tradición oral – sólo residían el coronel mambí Octavio Silva, con un grupo de negras que componían su «familia», se encontraba casi totalmente despoblado.

En los primeros años de la década 1880, la hacienda de Banes estaba repartida entre las familias Moranje, Delfín Pupo y Antonio Ramayo. En 1887 Domingo Marange y sus hermanos vendieron sus tierras a los hermanos Alfredo e Hipólito Dumois Gessé, de nacionalidad francesa. Los Dumois junto a otros plantadores (Cárdenas y Pupo) que se asentaron también por esos tiempos, crearon la sociedad Banes Fruit Company y la Samá Fruit Company, con un estimado de 3 000 caballerías de tierra; fundaron una plantación bananera e iniciaron el fomento y florecimiento económico de la zona, convirtiéndola en uno de los asentamientos más importantes de la región nororiental, en la segunda mitad del siglo XIX.

Como centro para la plantación fue escogido lo que hoy se conoce como el centro histórico de la ciudad, selección que se realizó para aprovechar las condiciones existentes en el lugar, unas pocas casas a orillas del río Banes, a unos 12 km de la bahía. Ocuparon el «almacén» y a partir de él se extendió la plantación bananera hacia los puntos conocidos como Los Ángeles y Mulas, al norte y al oeste, y hacia la línea de la costa al este y al sur. En la bahía de Banes fue habilitado un puerto que serviría para el embarque de la producción de las haciendas. Para el acarreo del banano de las fincas y luego su traslado al puerto, los Dumois trajeron en 1888 un pequeño tren que nombraron El Panchito. Para su recorrido fue construido un ramal de vía estrecha de 36 pulgadas de ancho. La locomotora contaba con tres carros, con una capacidad de alrededor de 7 toneladas cada uno.

De este modo la plantación fue trazada aprovechando las incipientes líneas de organización económica que existían: un centro tradicional de almacenamiento y comercialización que sirviera de referencia y a la vez permitiera unificar a la región; líneas de comunicación establecidas por la costumbre y un puerto de embarque en la bahía. Desde estas premisas se efectuó el crecimiento ulterior de la plantación. En torno al almacén de los Dumois fue construida una pequeña villa o ciudad compuesta por un centenar de edificaciones que se fueron extendiendo a las áreas de cultivo y las líneas del ferrocarril. Además fue construido un almacén para la recogida del banano y paradero del ferrocarril.

A partir de ese momento la zona cambió su situación, convirtiéndose en un fuerte potencial económico - comercial. La empresa de los Dumois en pocos años fue una de las empresas agrícolas más grandes del país y la mayor en las provincias orientales.

Solo merecen especial mención las fincas de Banes y Yaguajay, situadas en el litoral, dedicadas a la plantación de guineos, cocos, piñas, que tienen cultivadas más de 60 caballerías del primero de dichas frutas, habiendo obtenido el mejor éxito puesto que recientemente han hecho exportaciones directas a los Estados Unidos de ese fruto que ha competido ventajosamente con el procedente de Jamaica, Centro América y demás puntos procedentes cuyas empresas proporcionan constante trabajo a gran número de braceros, contribuyendo así al fomento y desarrollo de la agricultura. La hacienda de Banes comenzó a ganar importancia por el tráfico comercial que logró con los Estados Unidos pues el 40 % del banano consumido en Nueva York salía por el puerto de El embarcadero de Banes o por el puerto de Samá, producido por los Dumois y Co. «Sus exportaciones representaban más del 1 % del valor total de las exportaciones de Cuba entre 1890 y 1895. Figuró a la cabeza de las plantaciones bananeras en el Caribe». Se convirtió en el centro de la vida económica de la región. Su presencia determinó que la estancada economía de La Ensenada saliera de su somnolencia para volcarse plenamente al mercado capitalista.

A pesar de la existencia de la plantación bananera en Banes y al parecer el incipiente fomento del poblado, el número de habitantes era reducido y muy pocos poseían propiedades ya que en 1889 solo se registran 6 propietarios: Octavio Silva, Jesús Rodríguez, Pablo Rojas, Torcuato Varona, Manuel Fernández, J. R. Riverón.

El hecho de que la plantación tuviera un carácter eminentemente bananero, no impidió que se intentara desarrollar la ganadería, fundamentalmente para resolver las necesidades de fuerza de tracción animal para la transportación del banano; así mismo se cultivó la caña de azúcar para el trapiche, propiedad de Delfín Pupo. De este trapiche no existe mucha información, se supone que se trató de una instalación con bajo nivel tecnológico de acuerdo con las características de esta industria en Oriente. El volumen de su producción debió ser inferior a las 3 000 t, y aunque esta cantidad puede estimarse considerable, no representaría más que un 1 % o un 2 % del valor de la producción bananera de la plantación.

Guerra del 95

Localización de Samá y otras localidades en el territorio.

Dos meses después de estallar la Guerra del 95 Banes se incorporó a la gesta. El 10 de abril de 1895 el subteniente de la guerra del 68 Francisco Franco Ortíz protagonizó un alzamiento desde Los Berros, al frente de 11 insurrectos, los que se unieron a las fuerzas organizadas por el Comandante Juan Bautista Sierra López, conocido por Niní Sierra.

El 5 de mayo de 1895 se produjo otro alzamiento hacia el campo mambí, como punto de concentración fue escogido el trapiche del plantador Delfín Pupo, lo que demuestra el apoyo brindado al mambisado por parte de los plantadores, pues «en Banes, a diferencia de lo que ocurrió en el resto del país la burguesía y oligarquía de plantadores colaboró estrechamente con la gesta mambisa». Dicho apoyo se vio ratificado por el acuerdo contraído con el General Antonio Maceo, a través del cual podían mantener en plena producción la plantación a cambio de fuertes contribuciones, lo que permitió obtener grandes sumas de dinero para la causa revolucionaria, con las cuales compraban armas, municiones y medicinas que luego llegaban a través de expediciones.

Maceo estableció estos convenios con numerosos plantadores orientales, con los banenses, al parecer lo efectuó en la visita que realizó al poblado de Bijarú, en mayo de 1895. Llegó el 27 de mayo y permaneció allí hasta el 31 de mayo. Se alojó en la finca de José Codales.

Debe haber sido durante esta primera visita de Maceo que se efectuaron los convenios con los plantadores, porque entre los banenses que lo acompañaron, en Bijarú, se encontraba Juan Vicente Cárdenas – hijo de uno de los plantadores que integraban la Sociedad productora de banano, Dumois - Cárdenas - Pupo, quien pudo haber realizado el convenio. Además la primera carta que se conoce sobre estos vínculos entre Maceo y los plantadores banenses tiene fecha 2 de julio de 1895, lo que demuestra que cuando el Lugarteniente General vuelve a Bijarú después de la acción de Loma de los Chivos, efectuada el 20 de septiembre de 1895 ya tenía relación con los plantadores.

Los plantadores banenses y sobre todo la familia Dumois, por ser extranjera, en los años iniciales de la guerra sirvieron como especie de intermediaria entre las fuerzas beligerantes, ya que tenían estrechas relaciones de colaboración con el mambisado, siendo de los que más aportaron a la causa independentista. En una carta que Antonio Maceo le escribe a Tomás Estrada Palma, el 22 de septiembre, le comunica: «El portador de la presente pondrá en manos de Ud. un giro a su favor y contra la casa Dumois por valor de diez mil seiscientos ochenta y dos pesos, treinta y dos centavos oro español». Por otro lado actuaron como mediadores para la liberación de algunos prisioneros cubanos, detenidos por las tropas españolas, lo que demuestra el entendimiento que existía entre esta familia y el bando español.

En cambio, en Samá, durante este período bélico fue paralizada la siembra de bananos y los vecinos fueron concentrados en Samá, La Vega y Cañadón. La defensa de la población de la hacienda se sustentaba en 6 fuertes. Al norte estaba ubicado el fuerte Blanco, al sur el fuerte Chiquito, al este el fuerte de Don Domingo, y al oeste el fuerte de Yaguno, además entre los fuertes del norte y el oeste se encontraba el fortín El Cacho. En el centro del poblado y frente a una plazoleta, construida por las tropas españolas, se encontraba una trinchera grande, ocupada por el jefe de la plaza, y servia de alojamiento para los soldados de línea. La guarnición se componía de unos 100 voluntarios al mando del capitán Andrés Ricardo, dos tenientes y los sargentos y cabos necesarios. Las tropas regulares las componían 25 soldados al mando de un teniente.

El 6 de marzo de 1896, el fortín de Samá fue atacado por las tropas mambisas y el día 12 fue sitiado el poblado de Samá por el general Mariano Torres, sitio que duró seis días. Período en el que fueron intensos los combates pues al tercer día las fuerzas al mando del Comandante de voluntarios Juan de la Fuente, intentaron romper el cerco puesto a Samá, pero a pesar de los esfuerzos de los voluntarios y de haber sostenido fuego por más de una hora y media, no lograron desalojar a las fuerzas cubanas.

Al atardecer del quinto día de sitio, por el movimiento que se notaba se conoció que algo anormal sucedía. Anocheciendo las tropas cubanas supieron de la llegada de tropas españolas de refuerzo, dirigidas por el general Rivertino y compuestas por 1600 infantes y 2 piezas de artillería de montaña, por la Bahía de Samá. La inoportuna llegada de esta columna hizo que las fuerzas cubanas se retiraran.

Después de la primera incursión de Calixto García sobre la región Holguín – Gibara y su reunión con Máximo Gómez, comenzó a preocuparle la situación de permitir o no la producción, tanto de las plantaciones como de los ingenios. A pesar de que esos convenios aportaban considerables beneficios, para extender la lucha a todo el territorio era necesario destruir toda posible fuente de ingreso para España. Gómez también era partidario de la tea incendiaria para causarle a dicho país pérdidas económicas tan grandes que lo obligaran a abandonar la Isla. No obstante los compromisos de Maceo fueron respetados durante un año y medio, pero «el conflicto entre estas dos políticas creó un estado de confusión que debilitó la lucha revolucionaria, hasta que fueron escaseando cada vez más las excepciones a la regla de prohibición de la producción».

El generalísimo Máximo Gómez, preocupado por el estado de abandono y calma en que se encontraba la región oriental, había designado, el 18 de mayo de 1896, al general Mariano Torres como jefe de la comarca de Holguín, pues consideraba que era necesario un jefe «caracterizado y activo». Unos meses más tarde considerando que en esta región las actividades productivas de las plantaciones obstaculizaban la estrategia general de la guerra y restaban fuerzas a la Revolución. El nuevo jefe holguinero recibió la orden de destruir e incendiar el poblado de Banes. El 11 de agosto de 1896, después de ondear la bandera cubana y cantarse la Bayamesa, el Coronel Octavio Silva Delgado prendió fuego a su casa, iniciándose así el incendio de la plantación y la ciudad por las tropas del General Mariano Torres.

La noche antes, las tropas mambisas habían llevado a cabo un ataque a Samá para evitar que de allí salieran refuerzos a respaldar a las tropas enemigas acantonadas en Banes.

El lugar quedó convertido en cenizas y ruinas por lo que los plantadores emigraron al igual que la mayor parte de la población. De esta forma, se impuso la intransigente política de tea incendiaria planteada por Gómez. El cronista banense Ricardo Varona Pupo, al referirse a este hecho plantea: Banes era una de las fincas que contribuía con largueza a la causa revolucionaria, mejor dicho que pagaba contribución. Y debido a esto se le respetaba y permitía que hiciera espléndidas zafras de guineo. Pero parecía injusto y estaba resolviendo contraproducentes resultados, que existiera un lugar con el que no rezara la guerra; que la empresa Dumois estuviera restándole brazos a la revolución y que el que allí llegara no quisiera volver a las fuerzas. Eso no era guerra, sino cubaneo.

Las fuerzas españolas eran escasas, desde octubre de 1895 habían sido construidos cinco fuertes, pero al producirse el incendio, los soldados también se retiraron a Gibara, por lo que quedó sólo una guarnición de 50 hombres en el fuerte de El Embarcadero. Es por eso que los partes telegráficos que recibe Weyler después del incendio, le informan que el General español March había dispuesto la salida del vapor Bolivar para el puerto de Banes, conduciendo al Comandante Monasterio con 40 hombres de infantería, para reforzar el destacamento del fuerte. Cuando llegaron fueron hostigados por el fuego de las fuerzas cubanas, que se encontraban emboscadas a ambos lados de la entrada de la bahía. Por otra parte el general Nario que había desembarcado el 18 de agosto de 1896, por la bahía de Samá, marchó sobre Banes con el objetivo de dispersar a los mambises que se encontraban en el poblado. Posteriormente le comunicaron que el fuerte de El Embarcadero había sido recuperado por las fuerzas españolas. Evidentemente después del incendio Banes quedó en condiciones muy propicias para el desarrollo de acciones mambisas, pues estaba despoblado, las fuerzas españolas eran escasas y las vías de comunicación eran difíciles. Aunque las características geográficas de Banes no eran las más favorables, sus costas fueron escogidas para el desembarco de varias expediciones.

El 2 de agosto de 1896 fue fundado en la emigración el Departamento de expediciones de armas y pertrechos para el Ejército Libertador, con el propósito de que el mambisado recibiera, en grandes cantidades y de manera frecuente, el parque y el armamento necesario para combatir al enemigo; en el secreto que la actividad requería. Las expediciones comenzaron a prepararse detalladamente, aplicaban una verdadera estrategia para despistar al gobierno Norteamericano, hacían trasbordos, falsas salidas, publicaciones equivocadas y otras jugarretas.

Fue así como se organizó la expedición Laurada, que al amanecer del 21 de marzo de 1897, desembarcó por la bahía de Banes, dirigida por Carlos Roloff y Joaquín Castillo Duany. El alijo se produjo sin contratiempos pues las piezas de artillería que traían fueron emplazadas y la guarnición enemiga que se encontraba en el fuerte de El Embarcadero no ofreció resistencia. Por la noche el vapor abandonó las costas cubanas.

El contingente expedicionario integrado por 37 hombres recibió el auxilio de las fuerzas locales del Ejército Libertador al mando del General Feria y del Teniente Gobernador Luis Martí. Además Roloff le envió aviso de su llegada al práctico de expediciones Bruno Mariño y a los Generales Calixto García y Máximo Gómez.

Los pertrechos de guerra que las fuerzas cubanas recibieron fueron de incalculable valor ya que el Laurada «conducía el mayor cargamento de equipos bélicos traído a Cuba por buques expedicionarios». Incluía tres cañones con una buena cantidad de proyectiles, abundantes rifles Rémington con sus respectivas municiones, dinamita, machetes y bultos con efectos, drogas para fabricar explosivos Luis Rodolfo Miranda, Secretario de Guerra del General Calixto García, escribió en su diario que el 25 de marzo se encontraban acampados en Monte Alto, Baire, cuando recibieron un parte oficial que comunicaba el desembarco del General Roloff con una expedición por la zona de la costa norte de Holguín. Ante dicha noticia decidieron salir en marcha hacia esa dirección, sin pérdida de tiempo. El 29 de marzo llegaron a Flores, donde se encontraba acampado el General Roloff con casi todos los expedicionarios y este le hizo entrega a Calixto García de todo el material bélico que la emigración cubana aportaba a la causa de la Revolución.

Durante los dos meses que transcurrieron después del arribo de esta expedición operaron en Banes y en las zonas aledañas, junto al General García, los Generales Mariano Torres y Pedro A. Pérez, así como los brigadieres Saturnino Lora y Remigio Marrero; quienes tenían un gran dominio de la zona y mantenían asediada la guarnición enemiga que se encontraba en el puerto, que contaba con el apoyo logístico de la marina española por existir redes de comunicación entre el fuerte y las cañoneras, además de la cercanía a Gibara (plaza fuerte) que le permitía recibir auxilio de inmediato. No obstante, en algunos momentos la bahía estuvo bajo control mambí.

El mes de abril de 1897 significó un constante enfrentamiento entre las fuerzas beligerantes. Las dos columnas enemigas que intentaron marchar sobre el poblado, se encontraron con la tenaz resistencia ofrecida por las tropas mambisas, por lo que no tuvieron otra alternativa que la retirada ya que durante la guerra Banes estuvo casi totalmente controlado por el mambisado. Es por eso que «el día 17 salieron de Gibara 1900 hombres embarcados en una escuadra que había salido de La Habana, enviada por Weyler, con la misión de abrir el canal de entrada a la bahía, que estaba en manos de los rebeldes». El día 22 de abril la escuadra logró apoderarse de las dos orillas del cañón y realizar un reconocimiento sobre las lomas del Júcaro, donde fueron acosados por las guerrillas cubanas que se encontraban emboscadas allí.

Luis Rodolfo Miranda señala en su diario que el día 25 de abril el enemigo estaba apoderándose de la entrada del puerto y se esperaba que al día siguiente entrara la Escuadra completa. Ese mismo día Weyler recibió un parte telegráfico en el que le informaban que la escuadra había salido con 400 hombres de desembarco y que al llegar al Canal sostuvieron fuego con el enemigo, cañonearon la costa y lograron posesionarse de las alturas, quedando dominada la zona del Cañón.

Teniendo en cuenta que ya el enemigo había avanzado hasta el Cañón, el brigadier Marrero con fuerzas de la línea occidental de Holguín, tirotearon el fuerte de El Embarcadero; operación que se llevó a cabo durante la noche del 26 y al día siguiente continuaron haciendo fuego sobre el fuerte. Las tropas españolas contestaban con cañonazos y gran fuego de fusilería, lo que duró todo el día y por la noche destruyeron el fuerte y comenzaron la construcción de otro a la entrada de la bahía. El 29 las tropas españolas emprendieron la retirada, pero dejaron en el puerto una cuadrilla compuesta por dos cañoneros, con la misión de proteger las construcciones que estaban haciendo. Las fuerzas cubanas también comenzaron a retirarse de los alrededores de la bahía, dejando solo pequeñas guerrillas.

De esta forma las tropas cubanas, al mando de Calixto García, mantuvieron sitiada durante 45 días a la guarnición del fuerte español y como señala Emilio Barcardí, España no podía permitir que Cuba poseyera por tanto tiempo, un puerto «en su propio territorio». Aunque ya se iban dando cuenta que el triunfo mambí era inminente.

Cuando la situación existente en la bahía se normalizó, el General García decidió hacer un recorrido de inspección por la zona de Holguín oriental y Banes ya que eran las más afectadas por la inmensa sequía, que se extendía desde fines de 1896. Esta sequedad de los campos trajo como consecuencias que las epidemias de viruela, malaria y tifus se propagaran y azotaran a gran parte de la población; además mermaron de manera alarmante los abastecimientos de viandas necesarios para la alimentación, tanto de las fuerzas combatientes como la población civil.

El general holguinero pudo comprobar la realidad del drama y la carencia absoluta de alimentos y de medios curativos adecuados para combatir las epidemias.Ante tales condiciones por las que atravesaban las familias cubanas la expedición de Roloff significó un gran alivio pues vino a salvar una situación ya excesivamente dramática y como planteara Aníbal Escalante «peligrosa para la estabilidad misma de la Revolución». Los médicos del cuartel general prestaron sus servicios a los enfermos, así como todos los auxilios necesarios hasta consumir casi totalmente las medicinas recibidas.

Afortunadamente cuando la situación se tornaba más caótica por estarse agotando las medicinas, el tiempo varió por completo al romper la estación de lluvia. Por lo que aproximadamente el 26 de mayo de 1897, cuando ya el General García había aliviado las preocupaciones en que lo habían sumido las desgracias de Banes, sus alrededores y una extensa zona del centro y norte de la actual provincia Holguín, decidió retornar a la zona del Cauto. Indudablemente en todas estas acciones que ocurrieron después del desembarco de la expedición Laurada - una de las de mayor envergadura en el contexto de la guerra, por el cargamento que aportó -, se pudo constatar la capacidad de organización de Calixto García, quien puso de manifiesto no solo su sólida cultura militar, sino también su extraordinaria condición de jefe y su ejemplar dedicación a la causa popular.

El año 1897 y parte de 1898 fueron de prueba para los libertadores, la situación era muy difícil por la propagación de enfermedades que depauperaban a las fuerzas mambisas. Además sufrían la carencia de alimentos y medicinas pues las traídas por Roloff ya se habían agotado al igual que las municiones. Por lo que se hizo necesaria la llegada de una nueva expedición por la costa Norte de Oriente para aliviar la situación existente. Una nueva expedición llegaría por las costas de Banes. Había partido hacia Cuba el 26 de noviembre de 1897, con 37 expedicionarios que engrosarían las filas del Ejército Libertador. El desembarco tuvo lugar el día 28 por la Ensenada de Río Seco, entre el faro de Lucrecia y Samá, en el lugar conocido por Playa Larga. El jefe de tierra era el capitán Luis Rodolfo Miranda.

El Dauntless, viejo barco expedicionario que en más de una ocasión trajo importantes cargamentos para el mambisado, esta vez transportó numerosos rifles Rémington y Mauser con sus respectivas municiones, proyectiles y fulminantes para cañones de dinamita, miles de machetes, así como un valioso cargamento de medicinas, fundamentalmente quinina, que era muy necesaria y salvó de la muerte a numerosos patriotas que yacían postrados y casi sin esperanzas de curarse.

Después de aprobarse la Resolución Conjunta, el 20 de abril de 1898, Tomás Estrada Palma, le ofreció al presidente McKinley la cooperación del Ejército Libertador al norteamericano y subordinó las tropas cubanas a las de Estados Unidos. Para materializar dicho ofrecimiento, «el gobierno de la República en Armas, autorizó de manera oficial al General en Jefe Máximo Gómez y al Lugarteniente General Calixto García para que, con sus fuerzas, cooperaran con las de mar y tierra del aliado norteamericano».

El gobierno estadounidense, con la complicidad de Estrada Palma, se hizo cargo de los suministros para el Ejército Libertador, convirtiendo al Departamento de Expediciones, en auxiliar de la Marina estadounidense. Ya no se introducirían las armas procurando acercarlas a las zonas donde se efectuaban las acciones militares de mayor envergadura; sino que de acuerdo con el proyecto intervencionista yanqui, los envíos se limitaron en occidente a pequeños alijos y trataron de fortalecer la zona oriental.

Para conocer las necesidades más apremiantes del mambisado el Teniente Rowan, por el Ejército norteamericano tuvo una reunión, 1º de mayo de 1898, con el Lugarteniente General Calixto García, desconociendo al Consejo de gobierno y al General en jefe, el objetivo de su misión era coordinar las futuras acciones de los ejércitos aliados. Esta reunión fue el inicio de la colaboración entre ambos ejércitos, con el objetivo de resolver la carencia de armas y alimentos para fortalecer la campaña militar.

Muy pronto las costas orientales recibirían la primera expedición que tuvo carácter conjunto cubano - norteamericano. Este envío fue aprobado por la Secretaría de guerra norteamericana, como resultado de la entrevista de los comisionados de Calixto García con el alto mando yanqui. La expedición estuvo dirigida por el General José Lacret Morlot, como jefe de tierra y el General Julio Sanguily, como jefe de mar, también los acompañó Joaquín Castillo Duany y el contingente expedicionario integrado por 400 cubanos aproximadamente; a los que se sumaba una sección especial del Ejército norteamericano, mandada por el Capitán Aureling Todd y el Teniente Wycliffe B. Grafton.

Los expedicionarios estuvieron acuartelados desde el 4 de mayo hasta el 17, en el Céspedes Hall. El 21 salieron de Tampa con dirección hacia Cuba, a bordo del transportador militar Florida y custodiados por el buque de guerra Osceola. El desembarco se produjo el día 26 de mayo de 1898, por el puerto de Banes, pues era necesario fortalecer las tropas del Mayor General Calixto García, en Oriente, previendo la entrada de las tropas norteamericanas en el escenario bélico.

Cuando se produjo el desembarco de la expedición, el Mayor General Calixto García se encontraba en el poblado de Jiguaní para salir en marcha hacia la zona de Banes. El 6 de junio llegaron a Bijarú, donde se encontraban acampadas las fuerzas expedicionarias y recibió parte del cargamento pues ya el General Lacret, de manera inconsulta había repartido entre las familias de la zona los mulos, los caballos y casi la totalidad de las raciones de comida.

El propio día 6 desembarcó por la Bahía de Banes, el vapor Gloucester, a bordo del cual regresaba a la patria el Teniente Coronel Carlos Hernández, uno de los comisionados del Mayor General Calixto García ante el alto mando yanqui. El oficial cubano portaba las instrucciones que el General Miles le enviaba al Lugarteniente General del Ejército Libertador. En ellas comunicaba el proyecto yanqui de atacar por mar y tierra la ciudad de Santiago de Cuba, proyectando el desembarco de las tropas estadounidense en estrecha cooperación con los mambises orientales. El desembarco de la expedición Florida, a fines de mayo y los bombardeos de la escuadra norteamericana a las cercanías de Santiago de Cuba y Guantánamo, a inicios de junio, pueden ser considerados como el preámbulo de la intervención.

Los revolucionarios cubanos vieron frustradas así sus ideas independentistas, pues después de casi 30 años de guerra contra la metrópolis, la Isla se transformó de colonia española a neocolonia yanqui. El peligro que tanto había alertado José Martí, era ya una realidad. Banes quedó destruido y abandonado, coyuntura que facilitó la penetración de nuevos intereses, que desde 1997 estaban dando pasos en tal sentido. La Boston Fruit Company, siguiendo una estrategia expansionista, había comprado el 6% de las acciones de la Banes Fruit Company y un 20 % de los stock de la Samá.

Cómo surge Banes, y Samá pierde el predominio en la región La Ensenada

A finales de la etapa colonial y comienzos de la neocolonial en áreas cercanas a la bahía de Banes los hermanos Dumois llevan a cabo la siembra de banano Johnson y al ver que da resultado comienzan el comercio bananero. Empiezan a desarrollar una economía de plantación y la instalación de este sistema en las abandonadas tierras cercanas a la Bahía de Banes. «Las proporciones que alcanzó la economía de plantación junto a esta bahía, dio fin al predominio que hasta entonces había disfrutado el caserío de Samá en la región conocida por La Ensenada».

La aparición de la empresa frutera determinó que la estancada economía de La Ensenada saliera de su somnolencia para volcarse plenamente en el Mercado Capitalista. Las mejores tierras de la región fueron dedicadas al cultivo del Plátano Johnson, partiendo de algunos pequeños sembrados que existían con anterioridad.

En medio de los primeros campos de plátano comenzó a surgir un pequeño caserío situado a sólo 7 kilómetros de la bahía de Banes. El poblado, que también recibió el nombre de Banes, sirvió como centro administrativo a la empresa frutera, que instaló allí su almacén. La población del nuevo caserío registró un rápido incremento por la influencia de un gran número de trabajadores que venían a emplearse en la plantación. El poblado fue creciendo y organizándose alrededor de una calle principal y varios callejones secundarios; se llegaron a erigir unas 60 u 80 casas de madera y zinc y unos 300 bohíos de guano, así como 8 o 10 casas comerciales.

El almacén de la empresa frutera era un caserón de madera y zinc, que además de depósito de plátano fruta servía, en determinadas ocasiones, como lugar de baile. «Dada la importancia que fue alcanzando el pueblo, la mayoría de las instituciones coloniales de La Ensenada fueron trasladando su sede de Samá para Banes». Antes de ser fundado el pueblo, Banes era una hacienda para crianza y siembra, y estaba muy poco poblado el lugar.

En 1910 el pueblo de Banes lo hacen municipio y comienzan a urbanizarlo en gran manera hasta que es ciudad. Por ese año 1910 Samá es un poblado perteneciente al término municipal de Banes y también se sembraba bananos y se exportaba por la Bahía de Samá. Los estadounidenses dueños de las compañías fruteras construyen casas en la entrada de la Bahía de Samá y le llaman a ese asentamiento Boca de Samá.

Etapa neocolonial

Vista frontal de la edificación que fue Oficina de Despacho de la antigua bomba de gasolina. Fue inaugurada el 1 de julio de 1937. Hoy es la Oficina del Jefe de Sector de la policía.
Casa colonial, una de las pocas edificaciones histórica que quedan es este poblado ya que todas las viviendas de madera aserrada que constituyó el casco histórico de este lugar desaparecieron.

Dícese que en esta etapa también fueron pobladores de Samá los hermanos Riverón, Antonio, Martín y Juan Perfecto, los cuales vinieron de Camagüey, y de los cuales son oriundo los que hoy viven.

Comprendíase por Samá los barrios de Retrete, Samá, La Vega de Samá, Cañadón , Boca de Samá y Yaguajay, discutiéndose entre Cañadón y Samá la capital de dichos barrios.

En tiempos remotos dedicábanse a la crianza de cerdo. Se dice también que por aquellos tiempos afluían al puerto Samá algunos barcos piratas, los que venían a robar ganados y cerdos. Por eso se le llama al Embarcadero de Ronda, Ronda, pues es donde los vecinos tenían una guardia permanente para avisar el arribo de dichos barcos a los demás vecinos. Se dice también que el nombre de la Playa Guardalavaca se debe también a que tenían que guardar las vacas porque esos mismos piratas se las llevaban.

Una ocasión uno de esos barcos cogió prisionero a Martín Riverón, llevándoselo consigo, y después de estar a considerable distancia fue tirado al agua, habiendo salido a nado a una playita entre el puerto de Samá y Río Seco, por cuyo motivo se conoce dicha playita con el nombre de Playa de Riverón.

La primera bodega que existió por estos lugares fue puesta en Retrete y su propietario lo fue un tal Gutiérrez. Más tarde y con la idea de fomentar la siembra de tabacos, se estableció en Samá un tal Venero, habiendo fomentado una buena producción de tabacos. En esa época, mucho antes dela Guerra de 1868, vino joven para dependiente del almacén de Venero Don Manuel Da Silva, que llegó a ser uno de los más ricos comerciantes de Gibara.

Las principales diversiones de aquellos tiempos consistían en el típico baile que se daba en casa de Venero y corridas de caballos en el llano de la Loma de la Uvilla. Cuando surgió la Guerra de 1868 todos los vecinos fueron reconcentrados a La Vega y Cañadón, que fortificaron habiendo venido del Comandante Militar Don Juan de la Fuente, siendo capitán de voluntarios Don Andrés Ricardo.

Terminada la Guerra del 68 cada cual volvió para su lugar, dedicándose a la siembra de tabaco y la crianza hasta el año 1888 que se emplazaron a hacer experimentos para la siembra de bananos Johnson, las que dieron resultados satisfactorios, habiéndose generalizado en poco tiempo. La primera Compañía que vino a sembrar plátano fruta giraba bajo la razón social de Bonell, Monés y Ruiz. Las siembras se extendieron en Yaguajay de Banes, donde se encontraban las más famosas colonias, tanto por el buen banano que producían, como por su gran tamaño; de Casa Nueva, Sainz y Don Felipe Fuentes. En Cañadón, Juan José Riverón; Vicente Dorado en la Juba; en La Vega de Samá, los Figueiras, y en Samá Palomino y Llanos.

En Samá se producía muchos bananos (plátano fruta). Cuando empezó la guerra del 95 quedó paralizada la siembra de guineos (bananos o plátanos fruta), habiéndose tenido, por tal motivo, que reconcentrar todos los vecinos de Samá, La Vega, Cañadón y vuelto a asumir el mando de las fuerzas de Don Juan de la Fuente, en La Vega y Don Andrés en Samá. Terminada la Guerra del 95 cada cual volvió para su casa, surgiendo más tarde la compañía de Gómez y Riverón, quienes a cambio de efectos y comestibles daban para chapeas y preparar las colonias perdidas.

Un año después se hizo cargo de esta compañía de la J. Simón y Compañía y casi al mismo tiempo se estableció la Samá Fruit Company. Tanto una como la otra hicieron grandes siembras de bananos o plátanos frutas, habiéndose embarcado por ambas Compañías en los años 1904 y 1905 más de millón y medio de racimos por el puerto de Samá. En esos tiempos sostuvieron una competencia ambas Compañías, que más tarde perjudicó a esta comarca, pues la Samá Fruit Company se retiró. Esta Compañía se portó muy bien con sus colonos, pues a su retirada les abonó los guineos que le quedaban en el campo, pudiendo los colonos disponer de ellos. Por tales motivos sufrió un eclipse el negocio, toda vez que quedando una sola Compañía esta disponía a su antojo de los colonos, por lo cual el plátano fruta comenzó a decaer.

En 1910 compró la Atlantic Fruit Company a J. Simón y Compañía lo que esta tenía en Samá. La Atlantic trató de sostener la producción, habiendo alcanzado en dos años sucesivos de 700 000 a 80 000 racimos por año. El mes de noviembre de 1912 fue convulso para los partidos existentes (conservador y liberal), pues se desarrollaron las elecciones, en las cuales triunfaron los conservadores, representados por el capitán Manuel Varona Gelabert. En los cuatro años que duró el período de gobierno de Varona Gelabert, se realizaron varias obras públicas, entre las que se encontraban:

La terminación del parque Domínguez en la cabecera municipal (actual plaza José Martí). Un puente sobre el río Banes. Construcción de los cementerios de Mulas, Berros, Samá y Yaguajay. Un completo servicio contra incendios con su correspondiente tanque para agua y la instalación de 60 llaves públicas en la cabecera municipal. El ensanche del cementerio de Banes. Composición de las calles G, Tercera Norte, Segunda, avenida Cárdenas, E y General Marrero, en Banes. Construcción de un caño de desagüe en la calle C, y otro en la segunda esquina de B (en Banes). Instalación de varias llaves de agua al servicio de los pobres en la cabecera de Banes. Arreglo de los caminos del Retrete, Santa Justa, Berros, Yaguajay, Cañadón, Flores, Samá, Loma Enriqueta, Mulas, Tasajeras, Aguas gordas y Rio Seco y el arreglo también de otros pasos de caminos por valor de $ 917.20, solamente en obras públicas se invirtieron $ 19 644.58.

En 1919 fue nombrado administrador de la Compañía John Hogan, quien le dio gran impulso a las siembras de guineos, habiendo logrado plantar 4000 rosas que unidas 1000 que tenía Riverón y Bermúdez había un total de 5.000, cantidad más que suficiente para producir un millón y pico de racimos. Hechas estas siembras «se plantó» la seca, que destruyó casi por completo todos los guineos y guineales (platanales) habiendo tenido la Atlantic que abandonar esta división. Después de lo ocurrido la Compañía que recibía y vendía a la Atlantic los bananos era la llamada Unión Frutera de Samá.

Los terrenos de Samá desde ese tiempo eran muy buenos y cualquier cosa que se sembraba, producía.

En Yaguajay también se encuentra la rada de Guarda la Vaca con sus Playas pintorescas. Yaguajay se encuentra en una altura considerable, por cuyos motivos se divisa un panorama encantador, pudiendo divisarse la entrada al cañón de Banes y hasta de Gibara. En este lugar consérvanse vestigios de lo que fue pueblo indio (aborigen). Desde Retrete hasta Yaguajay existían 24 bodegas y tiendas mixtas, siendo las más importantes en Retrete, Gil Pérez; en Samá, hermanos Llanos; en La Vega, Ángel Pelfont y José Fariña; en Cañadón, José Menéndez y Celenio Martínez y en Yaguajay, Fernando Zayas.

En la zona de Samá ya existían caseríos tan importantes como La Vega de Samá, barrio que primero exportó tabaco en Banes y La Juba, uno de sus fundadores Vicente Dorado Pernas, quien procedente de su natal aldea de Vivero en la Provincia de Lugo, España, comenzó el desmonte de sus jubales, dejando solamente un árbol alto y frondoso, en el sitio que escogió para establecer su primera morada, de ese árbol de Juba que Vicente Dorado Pernas dejara surgió el nombre del barrio así como también estaban vinculado con Samá los caseríos El Salado, La Lucha, Las Lajas, El Arroyón de Samá , Filipinas y La Canoa de Samá.

En 1920, cuatro años antes que en Banes inauguraran la telefonía no automática sino manual, de teléfonos de margneto, atendida por operadoras para establecer la conexión tanto local como de larga distancia, tenía Samá 1 324 habitantes y en 1927, 276 electores. En 1928 las tierras en Samá eran fincas bananeras que le vendían a las compañías exportadoras.

Tienda de Mañón llamada La Oriental desde épocas pasadas y automóvil de aquellos tiempos.

En Samá, los Llanos dominaban el paisaje, ya que eran dueños de tierras, de establecimientos comerciales como la zapatería de Pancho, la tienda de Mañón (Simeón) (hoy es la tienda o bodega La Oriental); la tienda mixta grande que tuviera Pepito, el hijo de Benigno antes de ser Tesorero de la Administración Municipal; y una bomba de gasolina, que en Samá salía al paso cuando hacían la entrada al barrio por el camino de La Cuchilla viniendo por Duruthy, por donde tenía una tienda Chino Zaldívar. A la entrada de Las Lajas estaba el feudo de los Arias, José Arias era español y radicó en Samá por largo tiempo. En esa misma región, vivió Anastasio Luengo Villalibre, padre de Oliva Luengo Vicente, Anastacio Luengo Villalibre llegó a Samá en 1904, primero recaló en La Habana huyendo de la quinta que era un tipo de servicio militar español obligatorio y luego de estar en La Habana recala en Gibara buscando a la familia LLanos Mogoblejo que estaba asentada en Samá. Anastasio Luengo Villalibre se asentó en Samá proveniente de la Provincia de León en España y era zapatero de la zona.

Vista frontal de la Bodega La Oriental. También es la parada de autobuses cuando se va para el pueblo de Retrete y la ciudad de Banes.

En 1953 queda inaugurada la carretera Banes-Guardalavaca que es la que pasa por Samá y establecen 12 salidas de autobuses de la época. La línea tenía como nombre Ómnibus Crespi y hacían el recorrido desde la ciudad de Banes hasta la playa Guardalavaca pasando por Samá. Por esa época en la casa de Pepe Llanos, Gladis Llanos atendía una pizarra telefónica de dos chuchos, según contó ella, que era para comunicar a los de la Compañía Bananera con Vista Alegre de Cañadón (Banes) y Ronda, la línea telefónica era aérea formada por alambres desnudos fijados sobre aisladores y montados sobre crucetas en los postes que servían de sostén. El telefonista era de apellido Martínez, vivía de Samá para adentro y era el encargado de atender el tendido telefónico aéreo.

Dicha compañía bananera que se mencionó arriba era la Compañía Frutera Samá S.A. que era sede de una entidad corporativa fundada por Rafael Salvador y el ítaloamericano Salvatore Lanaza. En Samá residieron españoles de Cataluña, León y otros territorios de la península ibérica, así como de las Islas Canarias. También hubo un teléfono de magneto en la pared de la zapatería de la casa de Claudio (Lito) Llanos que se comunicaba con la casa de Agustín López y su esposa Marciana Fonseca que era la telefonista y para comunicarse era por toques, por ejemplo para hablar con Cañadón había que dar cuatro toques. Las cartas el cartero las llevaban de Banes a La Canela y en casa de Claudio (Lito) Llanos dejaban las correspondencias de Samá en ese tiempo.

En octubre de 1958 llega a la zona de Samá la columna # 16 Enrique Hart del Ejército Rebelde al mando del comandante Carlos Iglesias. Esta columna comienza sus operaciones en la zona de Yaguajay (Banes) donde se establece la Comandancia. El teléfono que hubo en casa de Lito Llanos era propiedad de Pepe Llanos y fue utilizado por los combatientes del Ejército Rebelde. José Manuel Ricardo García administró el cine Rex en Santiago de Cuba, convirtiéndolo en un punto de conspiración, participa en compra de armas que son enviadas a la Sierra, viaja a la zona de Banes, principalmente a Samá donde trae orientaciones y bonos para la venta. José Manuel es un elemento señalado y su vida corre peligro, trasladándose a Samá se incorpora a la Columna 16 del Ejército Rebelde.

Después de 1959

Al lado de la Casilla-Barbería de los Llanos que todavía está la pequeña edificación hubo una casa amarilla de madera con un extenso corredor y seis cuartos, en dicha casa vivió Juan Borges y sus esposa Reina que a partir de 1968 comienza a trabajar como dirigente de la FMC y luego viven Justo Pérez que fue jefe de sector o el policía junto con su familia. Al frente estaba la Panadería que estuvo funcionado aproximadamente diez años después del triunfo de la Revolución, en la misma trabajaban los Santiesteban. La Panadería tenía como nombre La Rosa porque la dueña de la misma era Doña Rosa Ramonet y al lado donde estaba dicha panadería, se mantiene aun la tienda. La dulcería se encontraba por el frente de la escuela primaria que hoy es una vivienda.

Municipal Samá (1963-1976)

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Se puede observar una parte del poblado y al fondo la altura Pan de Samá con 321 metros sobre el nivel y constituye la mayor elevación del municipio de Banes.

En octubre de 1963 en esa época se consideró de La Dalia (está a 6 km de la salida de la ciudad de Banes) hasta La Canela (4 km después de Guardalavaca, buscando la ciudad de Holguín), incluyendo la zona de Los Ángeles (Banes) hasta el año 1969 que Los Ángeles lo hacen otro municipal independiente. El Municipal Samá abarcaba tres granjas, Walfrido Guerrero (Retrete), Orlando Rodríguez (Los Ángeles) y José M. Ricardo (Cañadón). En ese tiempo por Samá pasaba un hombre que le decían Chuchi en una motocicleta y era el cartero de la zona.

La actividad económica fundamental era los cultivos varios y el turismo en Guardalavaca; entre los cultivos varios se destacaban, cítricos, caña de azúcar, vegetales, ganadería, granos, etc. Las oficinas del municipio radicaban en el poblado de Cañadón como era la Oficoda, la Oficina de Comunales llamada Samá, la Oficina de Comercio, el Policlínico o Policlínica nombrado José Manuel Ricardo, la Farmacia y la Oficina de Registro de Control Pecuario. En la actualidad permanecen estas instituciones que brinda servicio a la población de la Zona de Samá. El municipal Samá estaba inmerso en contrarrestar los efectos de una banda contrarrevolucionaria que estuvo por ese tiempo. Se crea el Partido que tenía como secretario a Juan Borja Zayas, Organizador a Reinerio Mulé Hidalgo, en Educación estaba Edilberto Rodríguez Laffita, miembro no profesional: René Armas y como Delegado a Reinaldo Rojas Batista.

En septiembre de 1970 desembarca una banda contrarrevolucionaria por playa Guayacanes que es interceptada en la cercanía de la Sierra Maestra, por Santiago de Cuba. El 12 de octubre de 1971 el Gobierno comenzó a radicar en el local de lo que más adelante fuese la Escuela Primaria de Cañadón en ese tiempo construida de madera (dicha escuela fue destruida por el huracán Ike en el 2009).

En esa misma noche del 12 de octubre de 1971 es el Ataque al poblado Boca de Samá por una lancha pirata financiada por la CIA. En 1970 se hace el Censo de Población y Viviendas. El 30 de julio de 1976 con la nueva administración político-administrativa que se lleva a cabo en el país donde es dividido en 14 provincias y un municipio especial, los Municipales, Samá, Los Ángeles y Deleyte se integran a la Municipalidad de Banes; Cañadón pasa a ser un Consejo Popular donde Samá es parte de dicho Consejo, también pasan a ser Consejos Populares, Los Ángeles, Deleyte, Retrete y Guardalavaca.

El 12 de mayo de 1978 queda fundada en Samá la CPA 17 de mayo pero celebran la inauguración el 17, por los compañeros (que vivían dispersos en las tierras del Salado antes de venir para Samá): Rigoberto Acosta conocido por Catín, Eriberto Acosta, Rolando Acosta, Oreste Llanos, Gabriel Betancourt, y Tranquilino Dorado. En 1979 es cuando en Samá electrifican con la red del Sistema Electroenergético Nacional. En 1982 construyen el Consultorio del Médico de la Familia #2 del Área de Salud Cesar Fornet en ese tiempo y años después el #72 y el #74.

En la década de 1990 ponen una planta de radiocomunicaciones en una casa del barrio principal como Centro Agente que se comunicaba con el correo de Banes. Dicha planta de radio fue atendida por la señora Griselda Betancourt (Grise). Pasado unos años recogieron la planta de radio. Por esa década de los 90 en la bodega La Oriental que fue propiedad de los Llanos, antes de ser intervenida en 1968, hubo un buzón de correspondencias en el portal de dicha bodega donde los carteros pasaban por Samá y recogían las cartas del buzón. Las correspondencias que enviaban a Samá las dejaban en las bodegas.

A mediado del 2000 hubo también una planta de radiocomunicaciones en el Consultorio #72 del Médico de la Familia, en Samá (El Castillito), para asuntos de servicios médicos. Por esos años en Samá pusieron un contenedor Kiosco como TRD (Tienda Recaudadora de Divisa) y dispensario de cerveza fría en el área lo que era antiguamente la bomba de gasolina y la tienda de víveres de los Llanos, hoy bodega La Oriental. El kiosco luego fue retirado.

El agricultor Ronaldo Martínez residente del caserío de Las Lajas se ha encontrado en su finca restos de los nativos precolombinos (aborígenes) de la cultura Guanajatabeyes o Guanahatabeyes como son Gubias hechas de Cobo, cabeza de flechas, hacha petaloide y esferolitas. Con el hallazgo se ha hecho en su casa un pequeño museo con unas vitrinitas en un caney y ha recibido reconocimiento por ser un conservador del Patrimonio Aborigen.

Desarrollo social

Pequeña estación de bombeo Agguar (Aguas Guardalavaca) que presta servicio de bombeo y distribución de agua al poblado.

La localidad está electrificada oficialmente en los tres barrios principales. Posee un pequeño acueducto atendido por la Empresa Agguar (Aguas Guardalavaca) que brinda servicio de agua a los tres barrios principales de Samá que son los que forman el núcleo poblacional principal de la zona. La estación de bombeo tiene por nombre Samá-Castillito. En el 2012 el Instituto de Planificación Física enumeró las callecitas de este asentamiento de población y puso número a las viviendas quedando así asignado la dirección postal de cada casa, sólo queda de parte de los pobladores de Samá que soliciten actualizar su dirección, la cual puede ser puesta en el Carnet de Identidad que es el documento legal de identificación así como otros trámites en los cuales viene la dirección de residencia y hagan uso de la misma para un mejor ordenamiento y que sea de beneficio tener una dirección postal formal por calle y número.

Salud

Vista aérea del consultorio n.º 11.

En la actualidad solamente tiene un consultorio del médico de la familia, que atiende a 1 035 pacientes.[8]

Comunicaciones

Solo cuenta con un Centro Agente por sistema de Telefonía Fija Alternativa (TFA) que brinda servicio de 11 horas y el número telefónico de dicho Centro Comunitario es el 5219 6598 y se encuentra situado en la siguiente dirección: calle 2 No.24. Recibe la prensa y revistas que distribuye la Empresa Correos de Cuba así como correspondencias y otros servicios postales. Como eje principal vial le pasa la carretera Guardalavaca-Banes o Banes-Guardalavaca y esta a la vez constituye la calle 3 de esta población. Llega la señal de los dos canales de televisión nacional (Cubavisión y Tele Rebelde) y algunas emisoras de radio nacional como Radio Rebelde y Radio Reloj asi como la provincial Radio Angulo y la municipal Radio Banes.

Educación

Para llevar a cabo la educación de la población, la localidad cuenta con la Escuela Primaria Raúl Llanos Lauzao como la primera escuela de la enseñanza primara que hubo en la zona y la principal ya que las otras que hay en los barrios de El Salado, La Lucha, Las Lajas y La Canoa enseñan hasta el cuarto grado y luego para recibir el quinto y sexto grado hacen el traslado para la escuela Raúl Llanos. Posee también una Casa Biblioteca que es una de las Casas Bibliotecas en el Municipio de Banes,con el mismo nombre de la escuela primaria principal.

Organizaciones Políticas, Sociales y de Masas

El consejo está formado por circunscripciones con sus respectivos delegados, cuenta con CDR, con organizaciones de base, bloques de la FMC,PCC y UJC.

Cultura

En el ámbito cultural existen algunos aficionados a la música que se incorporan a las actividades culturales que se realizan en la región. Tiene un círculo social y un promotor cultural que atiende todo el consejo.

Deporte

Tiene un equipo de béisbol el cual ha tenido buenos resultados en las competencias que ha participado. También tiene un equipo de fútbol. En el poblado se dispone de un área deportiva donde se juega fútbol y béisbol principalmente.

Desarrollo económico

La fuente económica más utilizada es la agricultura, cuentan con una Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) y una Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS). Muchos de los habitantes del lugar tienen como fuentes de empleo también, el trabajo en el turismo de las playas del polo, la educación, la salud y otros.

Referencias

Fuentes

  • Varona Pupo, Ricardo (1930): Crónicas de Banes; páginas 67 y 149.
  • Abel Tarragó López, historiador de Banes.
  • Censo de Población y Viviendas 2012.
  • Instituto de Planificación Física
  • Entrevista a los pobladores del lugar: Gladis Llanos, Rigoberto Acosta, Luis Leyva Luengo y Conrado (Chino) Compte.
  • Entrevista a Nereida Domínguez Jardínez.
  • Testimonio de Reinaldo Rojas Batista, delegado del antiguo municipal Samá en el período de 1963-1976.
  • Portuondo del Prado, Fernando. Historia de Cuba.
  • UFC: Un caso de dominio imperialista en Cuba.
  • Cuba en la mano (enciclopedia popular ilustrada). Edición 1940.
  • José Abreu Cardet, Olga Portuondo Zúñiga, Volker Mollin (2009): Calixto García escribe de la Guerra Grande. Tres documentos personales (págs. 54 y 66). Santiago de Cuba: Editorial Oriente, 2009.
  • http://www.bohemia.cu/dossiers/historia/maximogomez/ficha-soldado-general.html
  • Pichardo y Tapia, Esteban. Isla de Cuba; Carta geo – topográfica. Habana, 1875.
  • Vives, Francisco Dionisio. Isla de Cuba; Carta geo – topográfica. Habana, 1835.
  • Hernández Pérez.Pedro Luis; Guarch Rodríguez. Juan; Sotolongo Escobar. Orlando: Cuba pasaje a la naturaleza. Holguín. La Habana, Editorial Científico Técnica; 2014.
  • Tomado de la exposición del Museo Municipal de Banes. Sala No. 2. Se respetó la redacción original.
  • Jorge Ibarra: Aproximaciones a Clío, p. 38. Apud. Novoa Betancourt, José: Los esclavos en Holguín (1720-1867): estudio sociodemográfico (pág. 8). Holguín: Ediciones Holguín, 2001.</ref>
  • Julio Le Riverand: Historia económica de Cuba, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1974, p. 60.
  • Todas estas haciendas comprendieron el área de lo que posteriormente sería el municipio Banes.
  • Armando Rodríguez Gómez: Administración colonial en Holguín, Ediciones Holguín, 2001, p.26.
  • Con la llegada de los primeros núcleos de población española, a mediados del XIX, por las características geográficas de la zona, comenzaron a llamarle La Ensenada (a lo que es hoy el centro urbano del actual municipio Banes).
  • Armando Rodríguez Gómez: Ob Cit. p. 28 y 29.
  • AHPH. Fondo Tenencia de Gobierno. Legajo 1. Exp 13. (El documento no especifica el nombre del capitán del partido).
  • José María Claro era uno de los propietarios de la hacienda de Banes.
  • AHPH. Fondo Tenencia de Gobierno. Legajo 1. Exp. 14.
  • AHPH. Fondo Tenencia de gobierno. Legajo 96. Exp. 3565.
  • Enildo González Pérez: «El faro de Cabo Lucrecia y su entorno», en la revista Mar y Pesca.
  • Por coincidencias históricas el mismo día que dio inicio a nuestras luchas por la independencia, el día que inició la Revolución cubana, ese día también encendió por primera vez el Faro de Lucrecia, la selección de la fecha de inauguración respondió a homenajear a la reina de España Isabel II, en su día de cumpleaños. De hecho hay otros faros que se inauguraron ese mismo día pero en otros años para tributar a la reina, como el de Cruz del Padre en Cayo Bahía de Cádiz y el de Cayo Diana.
  • www.tutiempo.net
  • travelingluck.com
  • es.wikipedia.org
  • www.guije.com
  • www.radiobanes.icrt.cu
  • mundodeholguin.blogcip.cu
  • teveo.icrt.cu
  • www.cubatv.cu
  • [1]
  • Abreu Cardet, José. Agente cubanos olvidados. Radio Angulo Digital, 30 de mayo de 2020. Consultado: 26 de febrero de 2020.