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Plantilla:Pais

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La República de Cuba es un país ubicado en un archipiélago del mar de las Antillas, también conocido como mar Caribe. Su isla principal, conocida como la Isla de Cuba, es la más grande de las Antillas Mayores.

Ubicación geográfica

Cuba es un archipiélago con un área de 114 525 km2, de ellos 9 969 km2 de islas, islotes y cayos, y es la isla de Cuba la mayor, con 104 556 km2 de extensión, ocupando el decimoquinto lugar entre las mayores islas del mundo. Está ubicada entre los 23º 17’, 19º 50’ latitud Norte y los 74º 08’, 84º 58’ longitud Oeste.

La isla de Cuba es una franja larga y estrecha, cuya parte más ancha mide 191 km y la más estrecha apenas 31 km, con una longitud de costas de 3 209 km al Norte y 2 537 km al Sur.

El archipiélago cubano está formado, además, por 4 grupos insulares que son:Los Colorados, Sabana-Camagüey (Jardines del Rey), Jardines de la Reina y Los Canarreos, considerado este último el de mayor importancia debido a que en él se encuentra la Isla de la Juventud, segunda en extensión después de la isla de Cuba, con 2 204 km2.Hasta 1978 se denominaba Isla de Pinos, nombre con que se conoció desde los últimos años del siglo XIX, antes tuvo otros, como Siguanea o Camaraco, antes de la conquista española; El Evangelista, así la denominó Cristóbal Colón en 1493; Isla del Tesoro, de los Piratas, de las Cotorras, fueron varios de los seudónimos con que se conoció hasta que en 1830 la corona española la llamó Colonia Reina Amalia.

Imágen de Cuba desde el espacio

Como parte del archipiélago de los Canarreos se encuentra Cayo Largo del Sur, una pequeña isla-balneario, de gran atractivo turístico, con espléndidas playas e instalaciones hoteleras. Las restantes islas de este grupo, de dimensiones muy pequeñas son, entre otras: los Cayos de San Felipe, de Mangles, San Juan, Cantiles, del Rosario, del Hombre, Cayería Las Cayamas, Cayos Blancos del Sur y el Cayo Ernest Thaelman. Este archipiélago se extiende al sur de las provincias cubanas de Pinar del Río, La Habana, Matanzasy Cienfuegos.

El archipiélago de Sabana-Camagüey o Jardines del Rey, se extiende desde Punta Hicacos hasta la playa de Santa Lucía, al norte de las provincias de Matanzas, Villa Clara, Sancti Spíritus, Ciego de Ávila y Camagüey. En él se encuentra la tercera isla en importancia del archipiélago cubano: Cayo Romano con 936 kilómetros cuadrados siendo prácticamente dos islas unidas por un istmo, famosa por sus caballos salvajes y la cuarta isla de Cuba: Cayo Coco, con unos 800 kilómetros cuadrados y es hoy uno de los más importantes polos turísticos del país, unido a tierra firme por un pedraplén. Este archipiélago se caracteriza por contar con las otras islas que le siguen en orden por su tamaño respecto a todas las de Cuba: Cayo Sabinal, Cayo Juajaba e Isla de Turiguanó, esta última separada de la Isla de Cuba por la laguna de la leche]]. Otras islas de este grupo sonlos Cayos Guillermo, Santa María y Las Brujas; los tres, de gran importancia turística, unidos a la Isla Grande por un pedraplén. Además, integran el grupo Sabana-Camagüey los cayos Cruz del Padre, Fragoso, Paredón Grande y Cruz, entre otros de menor importancia.

Los otros dos archipiélagos son de mucha menos importancia. El de los Jardines de la Reina, la integran pequeñas islas como los cayos Caballones, Anclitas, Pingues y cayos de Manzanillo, extendidos al sur de las provincias de Sancti Spíritus, Ciego de Ávila, Camagüey, Las Tunas y el oeste de Granma. El archipiélago de los Colorados, se encuentra al norte de la provincia de Pinar del Río, en el extremo occidental de Cuba, formado por pequeños cayos como Buenavista, Jutías, Inés de Soto, Levisa, Mégano de Casiguas y otros.

Los límites del archipiélago son: al Norte, el estrecho de la Florida, que lo separa de Estados Unidos de América por 180 km, y los canales de San Nicolás y Viejo de Bahama, que lo separa de la Comunidad de las Bahamas por 21 km; al Este, el paso de los Vientos entre Cuba y la República de Haití por 77 km; al Sur, el mar Caribe y el estrecho de Colón, este último lo separa de Jamaica por 140 km; y al Oeste, el estrecho de Yucatán, hacia los Estados Unidos Mexicanos por 210 km.

Geología

Presenta una geología bastante compleja, con rocas antiguas del jurásico y cretáceo sobre todo en las zonas montañosas, y del paleógeno al cuaternario en el resto del territorio. En los cayos e islas resulta interesante la geología de la Isla de la Juventud, con un macizo antiguo del jurásico y cretácico en la llanura del Norte, que forma, básicamente, un complejo terrígeno metamórfico en el que se destacan las elevaciones marmóreas de las Sierras de Casas y Caballos, mientras que en la llanura del Sur aparecen rocas carbonatadas del mioceno, separados ambos complejos por sedimentos cuaternarios holocénicos, fundamentalmente, aluviales y de turbas; en el resto de los cayos predominan sedimentos arcillosos-aluviales y carbonatados del pleistoceno.

Relieve

Se caracteriza por la presencia de terrazas marinas y fluviales, el desarrollo especial del carso y los tipos de costas biogénicas. También predominan las pendientes desnudas o con una cobertura poco potente de sedimentos sueltos que son intensamente lavados en épocas de lluvias. Predomina el relieve de llanura en un 75 % del territorio, seguido por las alturas bajas y montañas. El 4 % del territorio nacional está ocupado por humedales.

Todas las islas del archipiélago cubano se encuentran entrelazadas por la plataforma marina.

El país cuenta con cinco regiones naturales: Occidente, Las Villas o Centro, Camagüey-Maniabón, Región del Este u Oriente y la Región Pinera o Isla de la Juventud.

La región occidental se caracteriza por un territorio mayoritariamente llano, formado en lo fundamental por la Llanura Habana-Matanzas, una de las tierras más fértiles de Cuba pero se encuentran algunos grupos montañosos como la Cordillera de Guaniguanico, en Pinar del Río, tercer grupo orográfico de la isla formado por dos sierras: la de los Órganos (con formaciones de mogotes y valles intramontanos) y la del Rosario, la mayor reserva de biósfera de Cuba, donde se destacan algunas elevaciones como el Pan de Guajaibón. Además, de Guaniguanico, existen otros grupos montañosos: las Alturas de La Habana-Matanzas y las de Bejucal-Madruga-Coliseo. En esta región se destacan ríos orientados del centro a las costas norte o sur, como Cuyaguateje, San Cristóbal, Almendares, Mayabeque, Yumurí, San Juan y otros. Entre los salientes geográficos más importantes de esta región están la península de Hicacos que concluye en Punta Hicacos y que cuenta con la playa más famosa del país: Varadero y la Península de Zapata, con la ciénaga de igual nombre. Entre los entrantes, señalamos el Golfo de Batabanó, las ensenadas de la Broa, La Coloma y Cortés y las bahías de La Habana, Matanzas, Cárdenas, Mariel, Bahía Honda y Bahía de Cochinos. Esta región abarca las provincias de Pinar del Río, La Habana, [[Ciudad de La Habana y Matanzas.

La región central o Las Villas, es básicamente montañosa, en ella se encuentra el segundo macizo de Cuba: Guamuhaya, compuesto de las sierras de Trinidad y Sancti Spíritus, como parte de este grupo se encuentra también una pequeña sierra denominada El Escambray, cuyo nombre por error, se extendió a partir de 1958 a todo el macizo de Guamuhaya. El Pico San Juan con 1 256 metros sobre el nivel del mar, es el segundo de Cuba y se encuentra en este macizo. Completan la región las Alturas del Norte de Las Villas y la Llanura de Las Villas. Se destacan los ríos Agabama, Sagua la Grande, Sagua la Chica, Jatibonico del norte y del sur, entre otros, así como la bahía de Cienfuegos y la Ensenada de Casilda. Esta región abarca las provincias de Villa Clara, Cienfuegos y Sancti Spíritus.

La región Camagüey-Maniabón, es mayoritariamente llana, destacándose el peniplano Florida-Camagüey-Tunas-Holguín, que atravieza toda la región a la que se insertan elevaciones muy pequeñas como las sierras de Najasa, Cubitas y las Alturas de Maniabón, con algunos ríos importantes como el Caonao y el Máximo y bahías como Nuevitas, Puerto Padre, Gibara, Bariay, Antillas y Nipe, esta última, la mayor de Cuba. Esta región abarca las provincias de Ciego de Ávila, Camagüey, Las Tunas y Holguín

La Región del Este u Oriente, se destaca por su relieve montañoso, contando con el mayor macizo de Cuba: la Sierra Maestra donde se halla el Pico Real del Turquino (1 974 metros sobre el nivel del mar), el mayor del país, escoltado por los Picos Cuba y Suecia, que forman en conjunto la Sierra del Turquino. Además, se encuentran las Alturas de Sagua-Baracoa, con la Sierra Cristal, las Cuchillas del Toa y otras. Se señalan las bahías de Santiago de Cuba y Guantánamo, esta última ocupada en su mayor poción ilegalmente y en contra de la voluntad del pueblo cubano por las fuerzas armadas de los Estados Unidos. Esta región cuenta también con el río más extenso del archipiélago cubano: el Cauto, y el más caudaloso: el Toa, además de otros como el Bayamo y el Contramaestre. Esta región abarca las provincias de Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo.

De la Región Pinera o Isla de la Juventud ya habíamos dicho que era la segunda isla del archipiélago cubano y que formaba parte de los Canarreos, tiene tres pequeñas sierras como relieve: la de Casas, la de Caballos y la de la Cañada, la ciénaga de Lanier, dividiendo en dos porciones la isla y una extensa llanura al sur, además de la llanura costera que bordea la isla. Como ríos: las Casas y las Nuevas, son los más importantes y Punta del Este y la ensenada de la Siguanea, son el saliente y el entrante más importantes, respectivamente, de su conformación costera. Esta isla, con la mayor parte del archipiélago de los Canarreos ostenta el status de Municipio Especial, subordinado directamente al gobierno central.

En la Isla de la Juventud la altura predominante es la Sierra de la Cañada, con 303 m y en Cayo Romano (tercera isla por su extensión), la altura predominante es la silla de Cayo Romano con 62 m.

Clima

El clima de Cuba es cálido tropical estacionalmente húmedo, con influencia marítima. Su ubicación geográfica en una latitud muy cercana al Trópico de Cáncer condiciona la recepción de altos valores de radiación solar y determina el carácter cálido de su clima. Sin embargo, también se halla en una posición singular en la frontera entre la zona de circulación tropical y extratropical, recibiendo la influencia de ambas con carácter estacional.

Entre los eventos meteorológicos que con mayor frecuencia afectan a la isla están los huracanes, frentes fríos y sures, con mayor afectación en la región occidental del país. Los valores medios anuales de la temperatura oscilan desde 24 °C en las llanuras, hasta 26 °C y más en las costas orientales, observándose una disminución de los valores de esta variable en las áreas correspondientes a los sistemas montañosos principales del país.

El elemento de mayor variabilidad en el clima en Cuba son las precipitaciones. El acumulado medio anual de la lluvia en el país es de 1 335 mm. En la mayor parte del territorio, el año se divide en dos períodos estacionales, el lluvioso (de mayo a octubre) donde se registra aproximadamente el 80 % del total anual, y el poco lluvioso (de noviembre a abril) con el 20 % restante.

La humedad relativa es normalmente alta, con valores por encima del 60 %. Los máximos diarios ocurren a la salida del sol (en ocasiones llega a ser superior al 95 %), más elevados en las zonas montañosas y en el interior del país. Los mínimos (al mediodía) se ubican en las costas, disminuyendo hasta aproximadamente 60 % en el interior del territorio.

El viento predominante en casi todo el país es del Este. Las velocidades máximas del viento se deben al paso de frentes fríos, ciclones extratropicales, tormentas locales severas, ciclones tropicales y otros, sobre el país o por sus inmediaciones.

Hidrología

La ubicación geográfica y la configuración alargada y estrecha de la isla de Cuba le confieren determinadas peculiaridades en la disposición de su red fluvial existen dos vertientes: la norte y la sur. La longitud de los ríos y el área de sus cuencas en el 85 % de los casos es inferior a 40 km y 200 km2, respectivamente.

Los ríos más largos son el Cauto, Zaza, Sagua la Grande, Caonao y Toa. Las cuencas hidrográficas de interés nacional son: Cauto, Zaza, Cuyaguateje, Guantánamo-Guaso, Almendares-Vento, Ariguanabo, Toa y Hanabanilla. La mayor parte de los ríos están embalsados, siendo el embalse de mayor capacidad de la isla de Cuba, el Zaza.

En la Isla de la Juventud la red hidrográfica tiene una distribución radial, y se destaca el río Las Casas, el cual se encuentra represado y conforma el embalse Las Casas Dos.

Los recursos hídricos potenciales se evalúan en un total de 38,1 km3. Los recursos hídricos aprovechables, de acuerdo al nivel de estudios realizados, están evaluados en unos 24 km3 anuales, correspondiendo el 75 % a las aguas superficiales y el restante 25 % a las aguas subterráneas.

Flora y fauna

En el ecosistema cubano, el total de especies es de 32 080 con un 42,7 % de endemismo terrestre, lo que constituye un recurso de inestimable valor para el país. Se ha estructurando un Sistema Nacional de Areas Protegidas, destacándose cuatro Reservas de la Biosfera, reconocidas internacionalmente por su grado de diversidad y conservación.

La flora se caracteriza por una riqueza extraordinaria de especies y un considerable endemismo, fundamentalmente, en las zonas montañosas. Se reportan unas 11 000 especies, de las cuales 6 300 son endémicas (algo más del 50 %), y de ellas 4 500 son dicotiledóneas.

Cuba ocupa el primer lugar en las Antillas por el endemismo de plantas superiores. Entre los endémicos valiosos se pueden citar: la palma corcho, el marañón de la maestra o mantequero (un árbol antiquísimo, de los primeros con flores y superviviente de la flora del cretáceo; la palma barrigona, la dracena cubana, el aguacate cimarrón, gigantesca cactácea; el pino de Mayarí, el pino de la Maestra. La vegetación presenta diferentes tipos de bosques, matorrales, herbáceas, complejos de vegetación y manglares y otros.

La fauna tiene características muy notables debido a su origen y evolución, así como a la influencia del territorio que no presenta barreras naturales. Es pobre en cuanto a grupos representados, pero muchos de los que existen están muy diversificados y con tendencia a la microlocalización (endemismo).

No existen en Cuba animales que originen peligros mayores para el hombre. Tiene ausencia de mamíferos terrestres de gran talla y cuenta con algunos de los vertebrados más pequeños del mundo: el murciélago mariposa, el zunzuncito o pájaro mosca, la ranita, la salamanquita. Existen algunos representantes de grupos antiguos como el almiquí y el manjuarí. Alrededor del 60 % de los invertebrados terrestres son endémicos, y de los moluscos, aproximadamente el 70 %.

Existen aves terrestres y acuáticas, y ocupan un importante lugar las migratorias que encuentran en el territorio condiciones favorables de alimentación, refugio y reproducción.

Reseña histórica

Período Colonial 14921898

Primeros pobladores y llegada de Colón

Desembarco de Cristóbal Colón

Cuando Cristóbal Colón arribó a Cuba el 27 de octubre de 1492 y sus naves recorrieron durante cuarenta días la costa norte oriental de la Isla, pudo apreciar, junto a los encantos de la naturaleza exuberante, la presencia de pobladores pacíficos e ingenuos que le ofrecían algodón, hilado y pequeños pedazos de oro a cambio de baratijas. Dos años después, al explorar la costa sur de Cuba durante su segundo viaje, el Almirante se percataría de la diversidad de esos pobladores indígenas, pues los aborígenes de la región oriental que lo acompañaban, no podían entenderse con los habitantes de la parte occidental.

Ciertamente, la población de la Isla se había iniciado cuatro milenios antes, con la llegada de diversas corrientes migratorias: las primeras probablemente procedentes del norte del continente a través de la Florida, y las posteriores, llegadas en sucesivas oleadas desde la boca del Orinoco a lo largo del arco de las Antillas.

Entre los aproximadamente 100 000 indígenas que poblaban la Isla al iniciarse la conquista española, existían grupos con distintos niveles de desarrollo sociocultural.Los más antiguos y atrasados -ya casi extinguidos en el siglo XV- vivían de la pesca y la recolección y fabricaban sus instrumentos con las conchas de grandes moluscos.

Otro grupo, sin despreciar la concha, poseía instrumentos de piedra pulida y, junto a las actividades recolectoras, practicaba la caza y la pesca. Más avanzados, los procedentes de Sudamérica -pertenecientes al tronco aruaco- eran agricultores, y con su principal cultivo, la yuca, fabricaban el casabe, alimento que no sólo podía comerse en el momento, sino que también se podía conservar. Confeccionaban objetos y recipientes de cerámica y poseían un variado instrumental de concha y piedra pulida. Sus casas de madera y guano de palma -los bohíos- agrupadas en pequeños poblados aborígenes, constituirían durante varios siglos un elemento fundamental del habitat del campesinado cubano.

La conquista de la Isla por España se inicia casi dos décadas después del primer viaje de Colón, como parte del proceso de ocupación que se irradiaba hacia diversas tierras del Caribe. A Diego Velázquez, uno de los más ricos colonos de La Española, se encargó sojuzgar el territorio cubano, que se inició en 1510 con una prolongada operación de reconocimiento y conquista, plagada de cruentos incidentes. Alertados acerca de las tropelías cometidas por los españoles en las islas vecinas, los aborígenes de la región oriental de Cuba resistieron la invasión hispana, dirigidos por Yahatuey o Hatuey, un cacique fugitivo de República Dominicana, quien finalmente fue apresado y quemado vivo como escarmiento.

Con la fundación de Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, en 1512, los españoles emprendieron el establecimiento de siete villas con el objetivo de controlar el territorio conquistado -Bayamo (1513), la Santísima Trinidad, Sancti Spíritus y San Cristóbal de La Habana (1514), Camaguey (1515)- hasta concluir con Santiago de Cuba (1515), designada sede del gobierno. Desde estos asentamientos, que en su mayoría cambiaron su primitiva ubicación, iniciaron los conquistadores la explotación de los recursos de la Isla. La actividad económica se sustentó en el trabajo de los indígenas, entregados a los colonos por la Corona mediante el sistema de "Encomiendas", una especie de concesión personal, revocable y no transmisible, mediante el cual el colono se comprometía a vestir, alimentar y cristianizar al aborigen a cambio del derecho de hacerlo trabajar en su beneficio. El renglón económico dominante en estos primeros años de la colonia fue la minería, específicamente la extracción de oro, actividad en la cual se emplearon indios encomendados así como algunos esclavos negros que se integraron desde muy temprano al conglomerado étnico que siglos después constituiría el pueblo cubano. El rápido agotamiento de los lavaderos de oro y la drástica reducción de la población -incluidos los españoles, alistados en gran número en las sucesivas expediciones para la conquista del continente- convirtieron a la ganadería en la principal fuente de riqueza de Cuba. A falta de oro, la carne salada y los cueros serían las mercancías casi exclusivas con que los escasos colonos de la Isla podrían incorporarse a los circuitos comerciales del naciente imperio español.

Concebido bajo rígidos principios mercantilistas, el comercio imperial se desarrollaría como un cerrado monopolio que manejaba la Casa de Contratación de Sevilla, lo que no tardó en despertar los celosos apetitos de otras naciones europeas. Corsarios y filibusteros franceses, holandeses e ingleses asolaron el Caribe, capturaron navíos y saquearon ciudades y poblados. Cuba no escapó de esos asaltos: los nombres de Jacques de Sores, Francis Drake y Henry Morgan mantuvieron en pie de guerra por más de un siglo a los habitantes de la Isla. Las guerras y la piratería también trajeron sus ventajas.

Para resguardar el comercio, España decidió organizar grandes flotas que tendrían como punto de escala obligado el puerto de La Habana, estratégicamente situado al inicio de la corriente del Golfo. La periódica afluencia de comerciantes y viajeros, así como los recursos destinados a financiar la construcción y defensa de las fortificaciones que, como el Castillo del Morro, guarnecían la bahía habanera, se convertirían en una importantísima fuente de ingresos para Cuba. Los pobladores de las regiones alejadas, excluidos de tales beneficios, apelaron entonces a un lucrativo comercio de contrabando con los propios piratas y corsarios, que de este modo menos agresivo también burlaban el monopolio comercial sevillano. Empeñadas en sofocar tales intercambios, las autoridades coloniales terminaron por chocar con los vecinos, principalmente los de la villa de Bayamo, quienes con su sublevación de 1603, ofrecieron una temprana evidencia de la diversidad de intereses entre la "gente de la tierra" y el gobierno metropolitano. Uno de los incidentes provocados por el contrabando inspiró poco después el poema Espejo de Paciencia, documento primigenio de la historia literaria cubana.

A principios del siglo XVII, la Isla, que en ese momento contaba con unos 30 000 habitantes, fue dividida en dos gobiernos, uno en La Habana y otro en Santiago de Cuba, aunque la capital se estableció en aquella. Aunque lentamente, la actividad económica crecía y se diversificaba con el desarrollo del cultivo del tabaco y la producción de azúcar de caña. Paulatinamente se establecieron nuevos pueblos, por lo general alejados de las costas y crecieron las primitivas villas, donde comenzaba a manifestarse un estilo de vida más acomodado y a practicarse frecuentes diversiones, desde los juegos y bailes hasta las corridas de toros y los altares de cruz. De la actividad religiosa, que era con mucho la nota dominante de la vida social, quedarían importantes huellas arquitectónicas, entre las que vale como muestra el magnífico Convento de Santa Clara. La subida al trono español de la Dinastía Borbón a principios del siglo XVIII, trajo aparejada una modernización de las concepciones mercantilistas que presidían el comercio colonial. Lejos de debilitarse, el monopolio se diversificó y se dejó sentir de diverso modo en la vida económica de las colonias. En el caso cubano, ello condujo a la instauración del estanco del tabaco, destinado a monopolizar en beneficio de la Corona la elaboración y comercio de la aromática hoja, convertida ya en el más productivo renglón económico de la Isla. La medida fue resistida por comerciantes y cultivadores, lo que dio lugar a protestas y sublevaciones, la tercera de las cuales fue violentamente reprimida mediante la ejecución de once vegueros en Santiago de las Vegas, población próxima a la capital. Imposibilitados de vencer el monopolio, los más ricos habaneros decidieron participar de sus beneficios. Asociados con comerciantes peninsulares, lograron interesar al Rey y obtener su favor para constituir una Real Compañía de Comercio de La Habana (1740), la cual monopolizó por más de dos décadas la actividad mercantil de Cuba.

El siglo XVIII fue escenario de sucesivas guerras entre las principales potencias europeas, que en el ámbito americano persiguieron un definido interés mercantil. Todas ellas afectaron a Cuba de uno u otro modo, pero sin duda la más trascendente fue la de los Siete Años (1756-1763), en el curso de la cual La Habana fue tomada por un cuerpo expedicionario inglés. La ineficacia de las máximas autoridades españolas en la defensa de la ciudad contrastó con la disposición combativa de los criollos, expresada sobre todo en la figura de Pepe Antonio, valeroso capitán de milicia de la cercana villa de Guanabacoa, muerto a consecuencia de los combates. Durante los once meses que duró la ocupación inglesa -agosto de 1762 a julio de 1763-, La Habana fue teatro de una intensa actividad mercantil que pondría de manifiesto las posibilidades de la economía cubana, hasta ese momento aherrojada por el sistema colonial español. Al restablecerse el dominio hispano sobre la parte occidental de la Isla, el Rey Carlos III y sus ministros "ilustrados" adoptaron una sucesión de medidas que favorecerían el progreso del país. La primera de ellas fue el fortalecimiento de sus defensas, de lo cual sería máxima expresión la construcción de la imponente y costosísima fortaleza de San Carlos de La Cabaña en La Habana; a esta se sumarían numerosas construcciones civiles, como el Palacio de los Capitanes Generales (de gobierno) y religiosas, como la Catedral, devenidas símbolos del paisaje habanero. El comercio exterior de la Isla se amplió, a la vez que se mejoraron las comunicaciones interiores y se fomentaron nuevos poblados como Pinar del Río y Jaruco. Otras medidas estuvieron encaminadas a renovar la gestión gubernativa, particularmente con la creación de la Intendencia y de la Administración de Rentas.

En este contexto se efectuó el primer censo de población (1774) que arrojó la existencia en Cuba de 171 620 habitantes.

Otra serie de acontecimientos internacionales contribuyeron a la prosperidad de la Isla. El primero de ellos, la guerra de independencia de las Trece Colonias inglesas de Norteamérica, durante la cual España -partícipe del conflicto- aprobó el comercio entre Cuba y los colonos sublevados. La importancia de este cercano mercado se pondría de manifiesto pocos años después, durante las guerras de la Revolución Francesa y el Imperio napoleónico, en las cuales España se vio involucrada con grave perjuicio para sus comunicaciones coloniales.

En esas circunstancias se autorizó el comercio con los "neutrales" -Estados Unidos- y la economía de la Isla creció vertiginosamente, apoyada en la favorable coyuntura que para los precios del azúcar y el café creó la revolución de los esclavos en la vecina Haití. Los hacendados criollos se enriquecieron y su flamante poder se materializó en instituciones que, como la Sociedad Económica de Amigos del País y el Real Consulado, canalizaron su influencia en el gobierno colonial. Lidereados por Francisco de Arango y Parreño, estos potentados criollos supieron sacar buen partido de la inestable situación política y, una vez restaurada la dinastía borbónica en 1814, obtuvieron importantes concesiones como la libertad del comercio, el desestanco del tabaco y la posibilidad de afianzar legalmente sus posesiones agrarias. Pero tan notable progreso material se basaba en el horroroso incremento de la esclavitud. A partir de 1790, en sólo treinta años, fueron introducidos en Cuba más esclavos africanos que en el siglo y medio anterior. Con una población que en 1841 superaba ya el millón y medio de habitantes, la Isla albergaba una sociedad sumamente polarizada; entre una oligarquía de terratenientes criollos y grandes comerciantes españoles y la gran masa esclava, subsistían las disímiles capas medias, integradas por negros y mulatos libres y los blancos humildes del campo y las ciudades, estos últimos cada vez más remisos a realizar trabajos manuales considerados vejaminosos y propios de esclavos. La esclavitud constituyó una importante fuente de inestabilidad social, no sólo por las frecuentes manifestaciones de rebeldía de los esclavos -tanto individuales como en grupos- sino porque el repudio a dicha institución dio lugar a conspiraciones de propósitos abolicionistas.

Entre estas se encuentran la encabezada por el negro libre José Antonio Aponte, abortada en La Habana en 1812, y la conocida Conspiración de la Escalera (1844), que originó una cruenta represión. En esta última perdieron la vida numerosos esclavos, negros y mulatos libres, entre quienes figuraba el poeta Gabriel de la Concepción Valdés, (Plácido). El desarrollo de la colonia acentuó las diferencias de intereses con la metrópoli. A las inequívocas manifestaciones de una nacionalidad cubana emergente, plasmadas en la literatura y otras expresiones culturales durante el último tercio del siglo XVIII, sucederían definidas tendencias políticas que proponían disímiles y encontradas soluciones a los problemas de la Isla. El cauto reformismo promovido por Arango y los criollos acaudalados encontró continuidad en un liberalismo de corte igualmente reformista encarnado por José Antonio Saco, José de la Luz y Caballero y otros prestigiosos intelectuales vinculados al sector cubano de los grandes hacendados. La rapaz y discriminatoria política colonial de España en Cuba tras la pérdida de sus posesiones en el Continente, habría de frustrar en reiteradas ocasiones las expectativas reformistas. Esto favoreció el desarrollo de otra corriente política que cifraba sus esperanzas de solución de los problemas cubanos en la anexión a Estados Unidos. En esta actitud convergía tanto un sector de los hacendados esclavistas que veía en la incorporación de Cuba a la Unión norteamericana una garantía para la supervivencia de la esclavitud -dado el apoyo que encontrarían en los estados sureños-, como individuos animados por las posibilidades que ofrecía la democracia estadounidense en comparación con el despotismo hispano. Los primeros, agrupados en el "Club de La Habana" favorecieron las gestiones de compra de la Isla por parte del gobierno de Washington, así como las posibilidades de una invasión "liberadora" encabezada por algún general norteamericano.

En esta última dirección encaminó sus esfuerzos Narciso López, general de origen venezolano que, tras haber servido largos años en el ejército español, se involucró en los trajines conspirativos anexionistas. López condujo a Cuba dos fracasadas expediciones, y en la última fue capturado y ejecutado por las autoridades coloniales en 1851. Otra corriente separatista más radical aspiraba a conquistar la independencia de Cuba. De temprana aparición -en 1810 se descubre la primera conspiración independentista lidereada por Román de la Luz-, este separatismo alcanza un momento de auge en los primeros años de la década de 1820. Bajo el influjo coincidente de la gesta emancipadora en el continente y el trienio constitucional en España, proliferaron en la Isla logias masónicas y sociedades secretas. Dos importantes conspiraciones fueron abortadas en esta etapa, la de los Soles y Rayos de Bolívar (1823), en la que participaba el poeta José María Heredia -cumbre del romanticismo literario cubano- y más adelante la de la Gran Legión del Aguila Negra alentada desde México. También por estos años, el independentismo encontraba su plena fundamentación ideológica en la obra del presbítero Félix Varela. Profesor de filosofía en el Seminario de San Carlos en La Habana, Varela fue electo diputado a Cortes en 1821 y tuvo que huir de España cuando la invasión de los "cien mil hijos de San Luis" restauró el absolutismo. Radicado en Estados Unidos, comenzó a publicar allí el periódico El Habanero dedicado a la divulgación del ideario independentista. Su esfuerzo, sin embargo, tardaría largos años en fructificar pues las circunstancias, tanto internas como externas, no resultaban favorables al independentismo cubano.

En los años posteriores, la situación económica cubana experimentó cambios significativos. La producción cafetalera se derrumbó abatida por la torpe política arancelaria española, la competencia del grano brasileño y la superior rentabilidad de la caña.

La propia producción azucarera se vio impelida a la modernización de sus manufacturas ante el empuje mercantil del azúcar de remolacha europeo. Cada vez más dependiente de un solo producto -el azúcar- y del mercado estadounidense, Cuba estaba urgida de profundas transformaciones socioeconómicas a las cuales la esclavitud y la expoliación colonial española interponían grandes obstáculos.

El fracaso de la Junta de Información convocada en 1867 por el gobierno metropolitano para revisar su política colonial en Cuba, supuso un golpe demoledor para las esperanzas reformistas frustradas en reiteradas ocasiones. Tales circunstancias favorecieron el independentismo latente entre los sectores más avanzados de la sociedad cubana, propiciando la articulación de un vasto movimiento conspirativo en las regiones centro orientales del país.

Luchas por la independencia

El movimiento estalló el 10 de octubre de 1868, al levantarse en armas el abogado bayamés Carlos Manuel de Céspedes, uno de los principales conspiradores, quien en su ingenio La Demajagua proclamó la independencia y dio la libertad a sus esclavos. El alzamiento, secundado poco después por los conspiradores de Camagüey y Las Villas, logró afirmarse, no obstante la despiadada reacción hispana. Mientras los españoles de las ciudades, agrupados en los cuerpos de voluntarios, sembraban el terror entre las familias cubanas convirtiéndose en un influyente factor de las decisiones políticas, el ejército colonial avanzaba sobre Bayamo -la capital insurrecta-,que los cubanos tendrían que abandonar, no sin antes reducirla a cenizas como expresión de su inclaudicable voluntad revolucionaria. En tan difíciles condiciones, el movimiento independentista logró unificarse, aprobando en Guáimaro la constitución que daba lugar a la República de Cuba en Armas.

El ejército libertador cubano, tras meses de duro aprendizaje militar, alcanzó una capacidad ofensiva que se pondría de manifiesto en la invasión de la rica región de Guantánamo por el General Máximo Gómez y las brillantes acciones libradas en las sabanas camagüeyanas por la caballería al mando de Ignacio Agramonte. Pero este avance militar se vio lastrado por las diferencias políticas en el campo revolucionario, las cuales condujeron a la deposición de Céspedes de su cargo de Presidente de la República (1873) e impidieron el tan necesario apoyo en armas y medios de los patriotas emigrados. Una influencia igualmente negativa ejerció la política de hostilidad hacia los revolucionarios cubanos adoptada por el gobierno de Estados Unidos que, frente a la gesta independentista, prefirió atenerse a su vieja política confiado en que el destino de Cuba gravitaría indefectiblemente hacia el dominio norteamericano.

El empuje militar cubano alcanzó su cenit entre 1874 y 1875, primero con la campaña de Máximo Gómez en Camagüey, jalonada por los victoriosos combates de La Sacra y Palo Seco y la batalla de Las Guásimas -donde el ejército cubano derrotó una fuerza española de más de 4 000 hombres- y la posterior invasión a Las Villas por las tropas mambisas al mando del genial general dominicano. Pero el trascendental avance estratégico resultó desvirtuado nuevamente por las disensiones intestinas que, al entorpecer la llegada de vitales refuerzos, posibilitaron que la invasión se empantanase sin conseguir su objetivo de llevar la guerra al rico territorio occidental de la Isla.

El debilitamiento del esfuerzo independentista coincidió con la recuperación de la capacidad político-militar española, cuando la restauración monárquica de 1876 puso fin a las violentas conmociones que habían caracterizado la vida de la península tras la "revolución gloriosa" (1868) y con la posterior proclamación de la república. El desfavorable sesgo de la correlación de fuerzas y el desgaste en el campo insurrecto, posibilitaron que un importante sector del movimiento independentista aceptase las propuestas del General español Arsenio Martínez Campos. La paz sin independencia firmada en el Zanjón (1878) no obtuvo el consenso de las fuerzas mambisas y en particular fue rechazada por el General Antonio Maceo, jefe de las fuerzas de la parte más oriental de la Isla, quien, no obstante su humilde origen, había escalado la más alta jerarquía del Ejército Libertador a fuerza de valentía y capacidad combativa.

Aunque las acciones militares insurrectas no pudieron sostenerse por mucho tiempo, la Protesta de Baraguá, escenificada por Maceo y sus tropas, que encarnaban los sectores más populares del movimiento revolucionario, constituyó la evidencia mayor de la irrevocable voluntad de los cubanos de continuar la lucha por la independencia. En la década de 1880, la Isla atravesaría por un proceso de grandes cambios económicos y sociales. La esclavitud, muy quebrantada ya por la Revolución de 1868, fue finalmente abolida por España en 1886. Ello estuvo acompañado por notables transformaciones en la organización de la producción azucarera, la cual alcanzaba definitivamente una etapa industrial. La dependencia comercial cubana respecto a Estados Unidos se haría prácticamente absoluta, y los capitales norteamericanos comenzaron a invertirse de manera creciente en diversos sectores de la economía.

La burguesía insular, alejada de aspiraciones independentistas, había dado lugar a dos formaciones políticas: el partido Liberal, más adelante denominado Autonomista, que retomaba la vieja tendencia de conseguir reformas del sistema colonial español hasta alcanzar fórmulas de autogobierno; y el partido Unión Constitucional, expresión reaccionaria de los sectores interesados en la plena integración de Cuba a España. El independentismo, reafirmado en su base popular, sería alentado sobre todo desde la emigración. Un primer estallido, la llamada "Guerra Chiquita" (1879), llevó nuevamente a los cubanos al campo de batalla en los territorios orientales y villareños, pero pudo ser sofocada después de algunos meses por su escasa organización y débil coherencia política. A ella sucederían periódicos desembarcos, conspiraciones y alzamientos, casi siempre encabezados por los jefes militares de la Guerra de los Diez Años, los cuales fueron abortados o sofocados por las autoridades españolas dada la incapacidad de articular las acciones con un movimiento de masas amplio y unido. Esa sería la obra de José Martí.

Entregado desde su adolescencia al ideal independentista, José Martí y Pérez (La Habana, 1853) sufrió prisión y destierro durante la Guerra de los Diez Años.

Sus vínculos con movimientos conspirativos posteriores, le permitieron comprender que la revolución cubana debía asentarse sobre nuevas bases programáticas y organizativas, tarea a la cual se entregó por entero. Dotado de exquisita sensibilidad poética y brillantes facultades oratorias, Martí poseía también un profundo pensamiento político, enriquecido por la experiencia de sus años de vida en España, Estados Unidos y distintos países latinoamericanos.

Su labor de esclarecimiento y unificación, centrada en los núcleos de emigrados cubanos, principalmente en Estados Unidos, pero con amplia repercusión en la Isla, cristalizó en 1892 con la constitución del Partido Revolucionario Cubano. Concebido como la organización única de todos los independentistas cubanos, el partido debía conseguir los medios materiales y humanos para la nueva empresa emancipadora, e investir a los jefes militares de la imprescindible autoridad política para desencadenar la "Guerra Necesaria". Esta estalló el 24 de febrero de 1895. Martí, que desembarcó en Cuba acompañado por Máximo Gómez, Jefe del Ejército Libertador, caía poco después en la acción de Dos Ríos. Pese a esta pérdida irreparable, la revolución se desarrolló en la provincia de Oriente, donde Maceo -llegado en una expedición desde Costa Rica- había asumido el mando de las fuerzas mambisas, y se extendió poco después a Camagüey y Las Villas. Reunidos en Jimaguayú, los delegados del Ejército Libertador elaboraron la constitución que regiría los destinos de la República en Armas. La asamblea eligió presidente al patricio camagüeyano Salvador Cisneros Betancourt y designó General en Jefe y Lugarteniente General del Ejército Libertador a Máximo Gómez y Antonio Maceo, respectivamente. Poco después, Maceo partía de Baraguá al frente de una columna invasora que, unida a las fuerzas de Gómez que aguardaban en Las Villas, debía avanzar sobre el occidente de la Isla. Tras los exitosos combates de Mal Tiempo, Coliseo y Calimete, el contingente invasor penetró en la provincia habanera, llevando el pánico a las autoridades coloniales en la capital. Con la llegada de las fuerzas de Maceo a Mantua -la población más occidental de Cuba-, la invasión cumplía exitosamente su objetivo: la guerra hacía sentir sus devastadores efectos en toda la Isla, cuyos principales renglones productivos experimentaron un brusco descenso. En esta ocasión, España no podría extraer de Cuba los recursos necesarios para combatir su independencia. Para enfrentar la insurrección generalizada, la metrópoli designó Capitán General de la Isla a Valeriano Weyler, quien llegó a Cuba y fue apoyado con cuantiosos refuerzos para desarrollar una guerra de exterminio

Pese al elevado costo humano que entrañaba este tipo de contienda -sobre todo por la reconcentración de la población campesina en las ciudades-, Weyler no pudo contener la insurrección, la campaña de Gómez en La Habana y la de Maceo en Pinar del Río mantendrían en jaque al ejército colonialista. Aunque actuando en difíciles condiciones, las fuerzas mambisas recibían con cierta periodicidad los recursos bélicos remitidos desde la emigración por el Partido Revolucionario Cubano que, unido al armamento arrebatado al enemigo, le permitían mantener su capacidad combativa. En diciembre de 1896 se produce la caída de Maceo en el combate de San Pedro, y es sustituido en el cargo de Lugarteniente General del Ejército Libertador por Calixto García, otro brillante general de la Guerra de los Diez Años. Gómez decide entonces concentrar sobre sí lo mejor de las fuerzas españolas, a las que somete a una demoledora campaña de desgaste en el centro de la Isla. Deja así las manos libres a García, quien libra importantes combates en Oriente, y logra la captura de las plazas fortificadas de Tunas y Guisa. Mientras, en occidente se producen miles de acciones de mediana y pequeña escala. La suerte del colonialismo español estaba echada. El desarrollo de la revolución en Cuba, visto con creciente simpatía por el pueblo norteamericano, hacen que el 19 de abril ambas Cámaras del Congreso estadounidense aprueben la Resolución Conjunta mediante la cual el gobierno de Washington intervenia en el conflicto. Según el documento Cuba debia ser libre e independiente y Estados Unidos se retiraria de la isla cuando existieran las garantias de un gobierno estable. Cediendo en parte a presiones estadounidenses, España otorga la autonomía a Cuba, medida tardía que no surte el efecto esperado. Se produce entonces -febrero de 1898- la explosión del acorazado Maine en el puerto habanero, hecho que Washington tomará como pretexto para movilizar la opinión pública e intervenir directamente en la guerra. Aunque admite formalmente la independencia de Cuba, sin reconocer sus instituciones, Estados Unidos entra en guerra con España y, con la colaboración de las fuerzas mambisas, desembarca sus tropas en la costa sur de la zona oriental de Cuba. Las acciones se libran en torno a Santiago de Cuba.

La flota española ha quedado bloqueada en el puerto santiaguero, intenta una salida en la cual es aniquilada por la superioridad de las fuerzas navales norteamericanas. Tras el asalto a las defensas externas de la ciudad por las fuerzas cubano-estadounidenses, el mando español decide rendirse. Hecho sintomático: los jefes militares cubanos, encabezados por Calixto García son excluidos del acto de rendición y se prohíbe la entrada de sus fuerzas en la ciudad. Meses después, según el Tratado de París, España traspasará Cuba a los Estados Unidos sin que se tuviesen en cuenta para nada las instituciones representativas del pueblo cubano.

Ocupación militar 1899-1902

Con la firma del Tratado de París, la situación política de la excolonia se indefinía. Cuba dejaba de ser colonia pero, al mismo tiempo, el establecimiento de la república tampoco se realizaba. Se iniciaba un período transicional, mediado por la presencia directa de Estados Unidos en el manejo de los destinos insulares.

El 1º de enero de 1899, Estados Unidos entraba formalmente en posesión de Cuba. Se materializaba así una antigua ambición. Se trataba ahora de definir el futuro de Cuba, y cualquiera que este fuese, el gobierno de Washington consideraba conveniente la desaparición de las instituciones representativas del movimiento libertador cubano. A ello contribuirían las debilidades y contradicciones existentes entre los cubanos, sobre todo, las discrepancias surgidas entre Máximo Gómez, General en Jefe del Ejército Libertador y la Asamblea de Representantes, máximo órgano político de la Revolución. Estas discrepancias fundamentalmente se referían a los procedimientos para licenciar al Ejército Libertador. El resultado fue la desaparición de ambas instituciones, que junto con la disolución del Partido Revolucionario Cubano (PRC) por decisión de su delegado Tomás Estrada Palma, disgregó y dejó acéfalas a las fuerzas independentistas.

La ocupación militar, legitimada por el Tratado de París del 10 de diciembre de 1898, constituyó el marco experimental para la aplicación de la política con respecto a Cuba. Para Estados Unidos este fue un período de fuertes tensiones internas y externas, matizadas por presiones internas y negociaciones alrededor de la toma de decisiones gubernamentales.

Entre los factores que incidían en la inestabilidad cubana se encontraba el manejo de la problemática del país por los sectores que de una u otra forma estaban interesados en su desenlace. A pesar de los esfuerzos de los grupos pacifistas de Estados Unidos, la tendencia anexionista en todas sus variantes se abría un espacio cada vez más importante en las esferas de poder. Sin embargo, algo que debe destacarse es que en cada una de estas variantes del anexionismo predominaba el concepto más o menos peyorativo del supuesto "infantilismo" de los cubanos. Es decir, la criatura, al empezar a dar sus primeros pasos, no podía prescindir del brazo fuerte del padre que la sostuviera, la ayudara y la protegiera de posibles caídas.

Una de las alternativas llegó a su máxima expresión en los meses finales del gobierno de John Brooke, primer gobernador militar de la Isla y consistió en traspasar la soberanía de Cuba a un gobierno civil que convirtiera a Cuba, de un solo golpe, en territorio estadounidense. Esta idea cobró fuerza entre los círculos expansionistas y sus principales voceros. La oposición interna a esta variante y sobre todo el rechazo del pueblo cubano a esa pretensión conllevó a que el nuevo gobernador, Leonard Wood, concibiera la idea de "americanizar" a la Isla por medio de una ocupación prolongada. Esta idea tuvo dos vertientes fundamentales. La primera, era un amplio proyecto reformador centralizado "desde arriba" y en esencia implicaba la transformación de la sociedad cubana (escuelas, sistema de sanidad, sistema judicial, sistema de gobierno, ayuntamiento, etc.). La segunda línea de acción se encaminaba al fomento de la inmigración, fundamentalmente de origen anglosajón, con vista a una colonización gradual que "desde abajo" fuera introduciendo la idiosincrasia de la sociedad norteamericana. Segundo Gobernador militar. Ocupó el mando de la isla a partir del 20 de diciembre de 1899 y lo desempeño hasta el 20 de mayo Sin embargo, ninguno de los proyectos tenía como objetivo transformar las caducas estructuras de la excolonia española en su tránsito hacia la independencia, sino a crear las condiciones para el fomento de un "mercado de tierra" que facilitara el traspaso de las propiedades a manos de políticos, magnates y propietarios norteños. Mientras tanto, la escasez de capitales y de fuentes de crédito colocaba a los hacendados cubanos en una situación en extremo desventajosa para el restablecimiento de sus negocios, sobre todo lo relacionado con el importante renglón azucarero, muy lesionado por la guerra.

No obstante, la necesidad de un cambio de política aumentaba por día, y desde fecha tan temprana como 1899 comenzó a ventilarse la posibilidad de preparar el terreno para la anexión, no mediante la prolongación de la ocupación militar directa, sino con el establecimiento de una república bajo determinadas condiciones. La supuesta incapacidad de los cubanos para gobernarse por sí mismos haría que muy pronto y de forma natural, ellos mismos solicitaran la anexión al poderoso vecino.

La primera piedra del edificio sería dictar las disposiciones sobre la convocatoria a la Asamblea Constituyente de Cuba, según la Ley militar No.301 del 25 de julio de 1900. De acuerdo con lo dispuesto, la Convención debía redactar y adoptar una constitución para el pueblo de Cuba, y como parte de la misma proveer y acordar con el Gobierno de Estados Unidos lo referente a las relaciones que deberían existir entre ambos gobiernos. En medio de los trabajos de la Comisión cubana encargada de dictaminar sobre las futuras relaciones entre Cuba y Estados Unidos, el Congreso norteamericano aprueba la Enmienda Platt, con la que el gobierno de Estados Unidos se otorgaba el derecho a intervenir en los asuntos internos de la Isla cuando lo entendiera conveniente.

A pesar de la oposición de los delegados a la Asamblea Constituyente, la presión norteamericana, que colocaba a los cubanos ante la disyuntiva de tener una república con la Enmienda que limitaba su independencia o de continuar la ocupación, logró que ésta quedara definitivamente aprobada por los cubanos el 12 de junio de 1901. Caricatura de la época, que expresa la condición de dependencia y corrupción impuesta al pueblo cubano por la intervención norteamericana.

Período neocolonial 1902 - 1958

El 20 de mayo de 1902 se establece la república neocolonial. Su primer presidente, Tomás Estrada Palma, contaba con el visto bueno de las autoridades norteamericanas como posible freno a la ascendencia del liderazgo militar más radical en la vida política del país. Al mismo tiempo, el prestigio de Estrada Palma dentro de los círculos revolucionarios lo convirtió en uno de los candidatos favoritos entre amplios sectores de la población cubana. La desunión existente se acentúa al producirse el fracaso de la candidatura propuesta por Máximo Gómez, en la que Estrada Palma sería Presidente y Bartolomé Masó, quien había sido el último Presidente de la República en Armas, sería Vicepresidente. A este primer gobierno correspondería la difícil, desagradable e ingrata tarea de formalizar los vínculos de dependencia con Estados Unidos. A tal efecto, se firmó un conjunto de tratados que incluían el de Reciprocidad Comercial, que aseguraba a Estados Unidos el control del mercado cubano y consolidaba la estructura monoproductora de la economía cubana, el Tratado Permanente, que daba forma jurídica a las estipulaciones de la Enmienda Platt y el destinado a definir el emplazamiento de las estaciones navales norteamericanas. La peculiar austeridad del Presidente Estrada Palma le hizo ganarse un prestigio de honestidad mucho más cimentado por la desfachatez de los que le sucedieron en la jefatura del gobierno. En cambio, el anciano presidente no pudo sustraerse a las ambiciones políticas y se hizo reelegir mediante unas elecciones amañadas que inauguraron una invariable tradición en la historia de la República. El hecho provocó la sublevación del opositor Partido Liberal, desencadenando los acontecimientos que condujeron a una nueva intervención norteamericana. Durante casi tres años, 1906-1909, la Isla se mantuvo bajo la administración estadounidense, período que contribuiría a definir los rasgos del sistema republicano con una curiosa combinación de normación jurídica y corrupción gubernativa. Uno de los Bajo el imperio de la Enmienda Platt, los partidos políticos constituidos sobre la base del caciquismo y las clientelas -básicamente dos partidos-, el Liberal y el Conservador se disputaron el poder mediante trampas electorales y asonadas insurreccionales.

El botín del triunfador era el tesoro público, fuente de enriquecimiento para una "clase política" que, teniendo en cuenta el creciente control de la economía cubana por los capitales estadounidenses, no encontraba otra esfera donde aplicar más provechosamente su talento. La gestión gubernativa daría así motivos para frecuentes escándalos.

Tales escándalos no escasearon durante el gobierno de José Miguel Gómez (1909-1913), cuyo desempeño quedaría además marcado por la bárbara represión contra el levantamiento de los Independientes de Color, movimiento con el cual muchos negros y mulatos intentaron luchar contra la discriminación racial, aunque sin una clara conciencia de cómo hacerlo. El adusto conservadurismo de su sucesor, Marío García Menocal (1913-1920), no fue suficiente para ocultar numerosas corruptelas, favorecidas en este caso por la bonanza económica que propició la Primera Guerra Mundial. Menocal logró reelegirse por los procedimientos que ya eran usuales, lo que provocó una nueva rebelión de los liberales y los consiguientes aprestos intervencionistas de Estados Unidos.

El gobierno de Washington, preocupado por los frecuentes trastornos políticos de su neocolonia, había diseñado una política de verdadero tutelaje -la llamada diplomacia preventiva- que alcanzó su punto culminante con la designación del general Enoch Crowder en funciones de virtual procónsul, para supervisar y fiscalizar al gobierno de Alfredo Zayas (1921-1925), cuya administración sería escenario de trascendentales movimientos políticos.

El generalizado repudio a la injerencia norteamericana y la corrupción gubernamental dieron lugar a diversas corrientes de expresión de las reivindicaciones nacionalistas y democráticas.

El movimiento estudiantil manifestaba un marcado radicalismo que, vertebrado en el propósito de una reforma universitaria, rebasaría rápidamente el marco en el que había surgido para asumir francas proyecciones revolucionarias bajo la dirección de Julio Antonio Mella.

El movimiento obrero, cuyas raíces se remontaban a las décadas finales del siglo XIX, había seguido también un curso ascendente matizado por huelgas -la de los aprendices en 1902 y la de la moneda en 1907 entre las más importantes- que más tarde llegaron a constituir una verdadera oleada debido a la inflación generada por la I Guerra Mundial.

El avance ideológico y organizativo del proletariado, en el cual se dejaban sentir los ecos de la Revolución de Octubre en Rusia, cristalizaría en la constitución de una central obrera nacional en 1925.

Coincidentemente, y como expresión de la conjunción de las corrientes políticas más radicales del movimiento personificadas en Mella y Carlos Baliño, se constituiría en La Habana el primer Partido Comunista de Cuba.

Los malestares político y social tenían causas muy profundas. La economía cubana había crecido muy rápidamente durante las dos primeras décadas del siglo, estimulada por la reciprocidad comercial con Estados Unidos y la favorable coyuntura creada por la reciente guerra mundial. No obstante ese crecimiento era extremadamente unilateral, basado de modo casi exclusivo en el azúcar y en las relaciones mercantiles con Estados Unidos. Por otra parte, los capitales norteamericanos que habían afluido a la Isla con ritmo ascendente eran los principales beneficiarios del crecimiento, puesto que controlaban el 70 por ciento de la producción azucarera además de su infraestructura y los negocios colaterales.

El bienestar económico derivado de este proceso -del cual dan testimonio las fastuosas casas de El Vedado-, además de muy desigualmente distribuido, revelaría una extraordinaria fragilidad. Ello se puso de manifiesto en 1920, cuando una brusca caída en el precio del azúcar provocó un crac bancario que dio al traste con las instituciones financieras cubanas. Poco después, cuando la producción azucarera del país alcanzaba los 5 millones de toneladas, se hizo evidente la saturación de los mercados, claro indicio de que la economía cubana no podía continuar creciendo sobre la base exclusiva del azúcar. La opción era el estancamiento o la diversificación productiva, pero esta última alternativa no era posible, pues no lo permitían la monopolización latifundista de la tierra y la dependencia comercial de Estados Unidos.

El ascenso de Gerardo Machado a la presidencia en 1925 representa la alternativa de la oligarquía frente a la crisis latente. El nuevo régimen intenta conciliar en su programa económico los intereses de los distintos sectores de la burguesía y el capital norteamericano, ofrece garantías de estabilidad a las capas medias y nuevos empleos a las clases populares, todo ello combinado con una selectiva pero feroz represión contra adversarios políticos y movimientos opositores. Bajo una aureola de eficiencia administrativa, el gobierno intentó poner coto a las pugnas de los partidos tradicionales, asegurándoles el disfrute del presupuesto estatal mediante la fórmula del cooperativismo. Con el consenso que logró, Machado decidió reformar la constitución para perpetuarse en el poder.

No obstante los éxitos parciales alcanzados durante los primeros años de mandato, la dictadura machadista no consiguió acallar la disidencia de los políticos excluidos, y mucho menos aplastar el movimiento popular. Acosadas por los excesos cometidos por el régimen y el rápido deterioro de la situación económica bajo los efectos de la crisis mundial de 1929, estas fuerzas mostraron creciente beligerancia. Con los estudiantes y el proletariado como soportes fundamentales, la oposición a Machado desencadenó una interminable sucesión de huelgas, intentos insurreccionales, atentados y sabotajes. La dictadura respondió con un aumento de la represión, que llegó a niveles intolerables. En 1933, el tambaleante régimen de Machado estaba a punto de dar paso a una revolución.

Alarmada por la situación cubana, la recién estrenada administración de Franklin D. Roosevelt designó embajador en La Habana a B. Summer Welles, con la misión de encontrar una salida a la crisis dentro de los mecanismos tradicionales de dominación neocolonial. Pero la mediación de Welles se vio sobrepasada por los acontecimientos: el 12 de agosto Machado huía del país, derrocado por una huelga general.

El gobierno provisional que crearon los sectores derechistas de la oposición bajo los auspicios del embajador norteamericano sobreviviría apenas un mes. Un levantamiento de las clases y soldados del ejército junto con el Directorio Estudiantil Universitario y otros grupos insurreccionales llevó al poder un gobierno revolucionario presidido por Ramón Grau San Martín. Este gobierno, principalmente por iniciativa de Antonio Guiteras, Secretario de Gobernación, aprobó y puso en práctica diversas medidas de beneficio popular, pero, hostilizado por Estados Unidos y por la oposición y víctima en gran medida de sus propias contradicciones internas, sólo pudo sostenerse unos meses en el poder. Factor fundamental en la caída de este gobierno sería el ex sargento Fulgencio Batista -devenido de la noche a la mañana coronel jefe del ejército-, quien ejerció su influencia negativa en el proceso político. Los partidos oligárquicos restaurados en el poder, a pesar del irrestricto apoyo norteamericano expresado en la abrogación de la Enmienda Platt, y las medidas de estabilización económica -principalmente el sistema de cuotas azucareras y un nuevo tratado de reciprocidad comercial-, mostraron una franca ineptitud en el ejercicio del gobierno. Por esta razón, los destinos del Estado serían efectivamente regidos por Batista y sus militares. Pero esta forma autoritaria se reveló incapaz de ofrecer una salida estable a la situación cubana. Ello condujo a una transacción con las fuerzas revolucionarias y democráticas -debilitadas por divisiones internas- que serían plasmadas en la Constitución de 1940. Con esta nueva Carta Magna, que recogía importantes reivindicaciones populares, se abrió un nuevo período de legalidad institucional. El primer gobierno de esta etapa estuvo presidido por Fulgencio Batista, cuya candidatura había sido respaldada por una coalición de fuerzas en la que participaban los comunistas. Esta alianza, aunque reportó importantes conquistas al movimiento obrero, no fue comprendida por otros sectores populares, y se convirtió en factor histórico de división entre las fuerzas revolucionarias. Durante el gobierno de Batista, la situación económica experimento una mejoría propiciada por el estallido de la Segunda Guerra Mundial, coyuntura que beneficiaría aun más al sucesor, Ramón Grau San Martín, quien resultó electo en 1944 gracias al amplio respaldo popular que le granjearon las medidas nacionalistas y democráticas dictadas durante su anterior gobierno.

Ni Grau, ni Carlos Prío Socarrás (1948-1952) -ambos líderes del Partido Revolucionario Cubano (auténtico)-, fueron capaces de aprovechar las favorables condiciones económicas de sus respectivos mandatos. Las tímidas y escasas medidas reformistas apenas afectaron las estructuras de propiedad agraria y de dependencia comercial que bloqueaban el desarrollo del país. Sí se valieron, en cambio, de la bonanza económica que reportaba la recuperación azucarera para llevar el saqueo de los fondos públicos a magnitudes sin precedentes. La corrupción administrativa se complementaba con el auspicio de numerosas bandas gansteriles, que los auténticos utilizaron para expulsar a los comunistas de la dirección de los sindicatos en medio de la propicia atmósfera de la guerra fría. El repudio a la bochornosa situación imperante fue canalizado por el movimiento cívico político de la ortodoxia, cuyo carismático líder, Eduardo Chibás, se suicidaría en 1951 en medio de una encendida polémica con personeros gubernamentales.

Aunque todo auguraba el triunfo ortodoxo en las elecciones de 1952, las esperanzas se verían frustradas por un golpe militar. El descrédito en que la experiencia auténtica había sumido a las fórmulas reformistas y las instituciones republicanas, así como la favorable disposición hacia un gobierno de "mano dura" por parte de los intereses norteamericanos y algunos sectores de la burguesía criolla, favorecieron las ambiciones de Fulgencio Batista, quien a la cabeza de una asonada militar, asaltó el poder el 10 de marzo de 1952.

  La inercia e incapacidad de los partidos políticos burgueses para enfrentar al régimen castrense -al cual se adhirieron algunos de estos partidos- contrastó con la beligerancia de los sectores populares, en especial de la joven generación que recién nacía a la vida política. De sus filas nació un movimiento de nuevo tipo, encabezado por Fidel Castro (Birán, 1926), un joven abogado cuyas primeras actividades políticas se habían desarrollado en el medio universitario y las filas de la ortodoxia. Preconizando una nueva estrategia de lucha armada contra la dictadura, Fidel Castro se dio a la silenciosa y tenaz preparación de esa batalla. Las acciones se desencadenarían el 26 de julio de 1953, con los asaltos simultáneos a los cuarteles Cuartel Moncada, en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, concebidos como detonantes de una vasta insurrección popular.

Al fracasar la operación, decenas de asaltantes que cayeron prisioneros fueron asesinados. Otros sobrevivientes, entre los que se encontraba Fidel Castro, fueron juzgados y condenados a severas penas de prisión. En el juicio que se les siguió, el joven líder revolucionario pronunció un brillante alegato de autodefensa -conocido como "La Historia me absolverá"-, en el cual fundamentaba el derecho del pueblo a la rebelión contra la tiranía y explicaba las causas, vías y objetivos de la lucha emprendida. Este alegato se convirtió en el programa de la revolución.

Entretanto, la dictadura enfrentaba la crítica coyuntura creada por el descenso de los precios del azúcar con la manida fórmula de la restricción productiva. Para contrarrestar sus efectos depresivos, el gobierno inicia una movilización compulsiva de recursos financieros que, en proporción apreciable, terminarían en las arcas de los personeros del régimen. No obstante el fomento de nuevos renglones productivos en las dos décadas precedentes, la economía cubana, uncida al azúcar, no alcanzaba un crecimiento satisfactorio. Evidencia máxima de ello era la masa de desempleados y subempleados que ya, a mediados de la década de 1950, llegaría a constituir la tercera parte de la fuerza laboral del país. El intento de la tiranía por legalizar su estatus mediante unas espurias elecciones en 1954, serviría al menos para aplacar su saña represiva. La circunstancia fue aprovechada por el movimiento de masas que en 1955 ascendió de manera significativa y logró la amnistía de los presos políticos -entre ellos los combatientes del Moncada- y escenificó huelgas obreras de gran importancia, sobre todo en el sector azucarero. En ese mismo año se funda el Movimiento Revolucionario 26 de Julio, constituido por Fidel Castro y sus compañeros, y un año más tarde se crea el Directorio Revolucionario, que agrupa a los elementos más combativos del estudiantado universitario. La desacertada política de ascensos, el estímulo a entronizar el nepotismo, el favoritismo, la adulonería y la falta de preparación técnica y profesional de algunos de los principales jefes y oficiales del Ejército, constituyeron elementos que influyeron en la decisión de un grupo de oficiales con preparación académica conspirar por mejorar la profesionalidad de la institución. Estos oficiales llamados "Puros" podían ser localizados principalmente en el Campamento Militar de Columbia, la San Carlos de la cabaña y en las escuelas militares. Entre ellos se destacaban: José Ramón Fernández,José Orihuela, Enrique Borbonet, Ramón Barquín, Manuel Varela Castro, entre otros. Una denuncia provocó la detención de todos los complotados y el aborto del intento sedicioso. Otro hecho que preocupo al régimen batistiano fue el Asalto al cuartel "Domingo Goicuría" el 29 de abril de 1956. Unos 50 hombres alrededor de las 12:00 atacan e intentan ocupar el cuartel "Goicuría". La inmensa mayoría de los combatientes eran militantes de la organización auténtica (OA) y estaban dirigidos por Reinold García. La acción resultó un fracaso rotundo porque eran esperados, la prueba está en el saldo de la acción: 17 asaltantes muertos sin ningún herido, mientras el Ejército no tuvo bajas. El asalto a este cuartel, sede del Regimiento No 4 de la Guardia Rural, en Matanzas, constituyó un elemento que estimuló a los órganos de inteligencia y represión actuar con más energía y, en particular, a desarticular, neutralizar y no subestimar a los grupos de conspiradores pertenecientes a los auténticos.

Tras demostrar la imposibilidad de toda lucha legal contra la tiranía, Fidel Castro marcha hacia México con el propósito de organizar una expedición liberadora e iniciar la guerra revolucionaria. Por su parte, los partidos burgueses de la oposición ensayan una nueva maniobra conciliadora con Batista en busca de una salida "política" a la situación. El fracaso terminaría por hundirlos en el desprestigio. El 2 de diciembre de 1956, Fidel Castro desembarcaba al frente de la expedición del Yate Granma en Las Coloradas, Provincia de Oriente. Dos días antes, los combatientes clandestinos del Movimiento 26 de Julio, al mando de Frank País, habían llevado a cabo en Santiago de Cuba un levantamiento de apoyo al desembarco. Al no coincidir ambas acciones, el levantamiento terminaba en un fracaso. Tras el revés del lugar llamado Alegría de Pío, que dispersara al contingente expedicionario, Fidel Castro y un puñado de combatientes lograban ganar el firme de la Sierra Maestra para constituir el núcleo inicial del Ejército Rebelde. Su carta de presentación sería, un mes después, la toma del pequeño cuartel de La Plata, acción que serviría para desmentir las versiones propaladas por la dictadura acerca del total exterminio de los expedicionarios. En 1957, mientras el Ejército Rebelde se gestaba en las montañas con una serie de acciones -entre las más importantes se encuentra el Combate de El Uvero-, en las ciudades se desarrollaba con gran ímpetu la lucha clandestina. El 13 de marzo de ese año, un destacamento del Directorio Revolucionario realiza un ataque al Palacio Presidencial en La Habana, con el propósito de ajusticiar al tirano, pero fracasan. En esta acción caería en combate José Antonio Echeverría, presidente de la Federación Estudiantil Universitaria. A los atentados y actos de sabotaje, la tiranía respondería con un incremento de las torturas a los detenidos y una oleada de crímenes. En el mes de julio, el asesinato de Frank País provocaría una huelga espontánea que paralizó gran parte de la nación. Poco después, en septiembre, el alzamiento del puesto naval de la ciudad de Cienfuegos pondría en evidencia las profundas grietas en las fuerzas armadas del batistato. A finales de año, el ejército fracasa en su ofensiva contra la Sierra Maestra, en la que ya se han consolidado dos columnas guerrilleras. A principios de 1958, el movimiento revolucionario decide acelerar la caída del tirano mediante una huelga general con características de insurrección. En la Sierra Maestra, Fidel Castro crea dos nuevas columnas al mando de los comandantes Raúl Castro y Juan Almeida, respectivamente, quienes deben abrir dos frentes guerrilleros en otras zonas montañosas de Oriente. La huelga convocada el 9 de abril se malogra con graves pérdidas para las fuerzas revolucionarias. Batista cree llegado el momento de liquidar la insurrección, y en el verano lanza una ofensiva de 10 000 hombres sobre la Sierra Maestra. En feroces combates y batallas -Combate de santo Domingo, Batalla de El Jigüe, Vegas de Jibacoa, y otros-, las tropas rebeldes derrotan a los batallones de la tiranía que logran penetrar en la Sierra y los obliga a retirarse. Ese es el viraje definitivo. Los partidos de la oposición burguesa, que hasta entonces han maniobrado para capitalizar la rebeldía popular, se apresuran en reconocer el indiscutible liderazgo de Fidel Castro. Columnas rebeldes parten hacia diversos puntos del territorio nacional, entre ellas las de los comandantes Ernesto Che Guevara y Camilo Cienfuegos, quienes avanzan hacia la provincia de Las Villas. En esa zona ya operan diversos grupos de combatientes, entre otros los del Directorio Revolucionario y el Partido Socialista Popular (Comunista). El 20 de noviembre, el Comandante en Jefe de las tropas rebeldes, Fidel Castro, dirige personalmente la batalla de Guisa, que marca el comienzo de la definitiva ofensiva revolucionaria. Ejército Rebelde y Pueblo: Unidad y Acción. En acciones coordinadas, las ya numerosas columnas del II y III frentes orientales van tomando las poblaciones aledañas para cerrar el cerco sobre Santiago de Cuba. Che Guevara, en Las Villas, toma uno tras otro los pueblos a lo largo de la carretera central y asalta la ciudad de Santa Clara, capital provincial, mientras que, por su parte, Camilo Cienfuegos rinde en tenaz combate el cuartel de la ciudad de Yaguajay.

El 1º de enero de 1959, Batista abandona el país. En una maniobra de última hora, bendecida por la embajada norteamericana, el general Eulogio Cantillo intenta crear una junta cívico-militar. Fidel Castro conmina a la guarnición de Santiago de Cuba a que se rinda y al pueblo a una huelga general que, apoyada masivamente por todo el país, aseguraría la Triunfo de la Revolución.

Fidel y Camilo Cienfuegos en la Caravana de la Victoria

Período Revolucionario 1959-1998

Apenas instalado en el poder, el gobierno revolucionario inició el desmantelamiento del sistema político neocolonial. Se disolvieron los cuerpos represivos y se garantizó a los ciudadanos, por primera vez en largos años, el ejercicio pleno de sus derechos. La administración pública fue saneada y se confiscaron los bienes malversados. De esta manera se erradicó esa tan funesta práctica de la vida republicana. Los criminales de guerra batistianos fueron juzgados y sancionados, se barrió a la corrompida dirección del movimiento obrero y se disolvieron los partidos políticos que habían servido a la tiranía.

La designación del Comandante en Jefe Fidel Castro como Primer Ministro en el mes de Febrero, imprimiría un ritmo acelerado a las medidas de beneficio popular. Se aprobó una rebaja general de alquileres; las playas, antes privadas se pusieron a disposición del pueblo para su disfrute y se intervinieron las compañías que monopolizaban los servicios públicos. Un hito trascendental en este proceso sería la Ley de Reforma Agraria, aprobada el 17 de mayo,la cual eliminaba el latifundio al nacionalizar todas las propiedades de más de 420 hectáreas de extensión, y entregaba la propiedad de la tierra a decenas de miles de campesinos, arrendatarios y precaristas. : Esta medida, que eliminaba uno de los soportes fundamentales del dominio neocolonial, suscitó la airada respuesta de los intereses afectados. El gobierno de Estados Unidos no había ocultado su disgusto por el triunfo de la Revolución y, tras promover una malintencionada campaña de prensa, adoptó una política de hostigamiento sistemático contra Cuba, alentando y apoyando a movimientos contrarrevolucionarios con el propósito de desestabilizar el país. Los obstáculos interpuestos por el presidente Manuel Urrutia a las transformaciones revolucionarias provocaron en julio la renuncia de Fidel Castro al premierato, cargo al que retornaría días después en medio de multitudinarias manifestaciones de apoyo que determinaron la renuncia del presidente y su sustitución por Osvaldo Dorticós. En octubre aborta una sedición militar en Camagüey orquestada por el jefe de esa plaza, el comandante Hubert Matos, en abierto contubernio con latifundistas y otros elementos contrarrevolucionarios de la localidad. Entretanto, los crecientes actos de sabotaje y el terrorismo comenzaron a cobrar víctimas inocentes. Para enfrentar la oleada contrarrevolucionaria, se crean las Milicias Nacionales Revolucionarias y los Comités de Defensa de la Revolución, organizaciones que, junto a la Federación de Mujeres Cubanas, la Asociación de Jóvenes Rebeldes y otras constituidas con posterioridad, posibilitaron una participación más amplia del pueblo en la defensa de la Revolución. La permanente hostilidad norteamericana se materializa en sucesivas medidas encaminadas a desestabilizar la economía cubana y aislar el país del resto de la comunidad internacional. A ello la Revolución responde con una dinámica política exterior que amplía las relaciones y establece convenios con otros países -incluidos los socialistas- en una prueba de su firme decisión de romper la tradicional dependencia comercial. En julio de 1960, tras conocer la supresión de la cuota azucarera cubana por el gobierno de Washington, Fidel Castro anuncia la nacionalización de todas las propiedades norteamericanas en la Isla. A esta medida seguiría, pocos meses después, la decisión de nacionalizar las empresas de la burguesía cubana que, definitivamente alineada junto a Estados Unidos y los sectores oligárquicos, se había entregado a sistemáticas maniobras de descapitalización y sabotaje económico. Pero las agresiones norteamericanas no se limitaron al terreno de la economía. Mientras fomentaba la creación de organizaciones y bandas contrarrevolucionarias de alzados en distintas regiones del país, a las que suministraba armamento y otros abastecimientos, la administración Dwigth Eisenhower -que rompe relaciones con Cuba en enero de 1961- había iniciado la preparación de una brigada mercenaria con el propósito de invadir la Isla. La invasión se iniciaría el 17 de abril por la zona de Playa Girón, tras un bombardeo sorpresivo a las bases aéreas cubanas. En el sepelio de las víctimas de este ataque, Fidel Castro proclamó el carácter socialista de la Revolución, algo que se percibía ya a partir de las medidas tomadas en los meses finales de 1960. Bastaron menos de 72 horas para que el pueblo aplastase a la brigada mercenaria que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) había tardado meses en adiestrar. Pese a esta histórica derrota, Estados Unidos no cejó en su propósito de aplastar a la Revolución Cubana.

Mediante el "Plan Mangosta" se dispuso una sucesión de operaciones de agresión que no descartaban la intervención militar directa. Ello conduciría a una grave crisis internacional en el mes de octubre de 1962, al conocerse la instalación de cohetes soviéticos en la Isla. Los compromisos mediante los cuales se dio solución a la crisis, no pusieron fin a las prácticas de agresión del imperialismo. Asimismo, la acción decidida de nuestro pueblo, organizado en las Milicias Nacionales Revolucionarias y también en las Fuerzas Armadas, enfrentó a las bandas armadas contrarrevolucionarias. El bandidaje se liquidó definitivamente en 1965, cuando la última banda organizada que actuó en el país, la de Juan Alberto Martínez Andrades, fue capturada el 4 de julio. Otros bandidos dispersos que trataban de huir de la justicia revolucionaria fueron capturados durante los meses siguientes. Así llegó a su fin la guerra sucia impuesta al pueblo cubano por el imperialismo y las clases reaccionarias, enfrentamiento armado que se extendió durante casi seis años y afectó a todas las provincias del país. En esta guerra sucia impuesta por Estados Unidos, entre 1959 y 1965, actuaron en todo el territorio nacional 299 bandas con un total de 3 995 efectivos. Entre los combatientes de las tropas regulares y milicianas que participaron en las operaciones, más las víctimas de los crímenes de los bandidos, perdieron la vida 549 personas y muchas otras personas quedaron incapacitadas. El país tuvo que gastar alrededor de mil millones de pesos en esos difíciles años para la economía nacional.

La combinación de las acciones militares con las de carácter político e ideológico desempeñaron un papel decisivo en la victoria sobre los bandidos. La derrota del bandidismo en Cuba demostró la imposibilidad de obtener la victoria en una guerra de guerrillas contra un pueblo armado cuando este protagoniza una Revolución.

En el ámbito internacional, Estados Unidos conseguía separar a Cuba de la Organización de Estados Americanos (OEA) y la mayor parte de las naciones latinoamericanas, salvo la honrosa excepción de México, rompieran relaciones con Cuba. No obstante, la Revolución Cubana fortalecía sus vínculos con el campo socialista y los países del Tercer Mundo, participa en la constitución del Movimiento de Países No Alineados y desarrolla una activa política de solidaridad hacia los movimientos de liberación nacional y de apoyo a los mismos. La nación que resistiera decididamente todo tipo de agresiones armadas debía sobrevivir también al férreo cerco económico. Estados Unidos había suprimido todo comercio con la Isla y se esforzaba por sumar a otros estados a tan criminal bloqueo. Cuba se veía así privada de suministros vitales para su agricultura y su industria. Pero la activa solidaridad de la Unión Soviética y otros países socialistas, unida al tenaz esfuerzo laboral y la inventiva del pueblo, posibilitaron que la economía nacional no sólo se mantuviera funcionando, sino que también creciese.

En medio de notables dificultades económicas, se logró eliminar el desempleo y garantizar a la población la satisfacción de sus necesidades fundamentales. Una vasta campaña de alfabetización en 1961, suprimía la vieja lacra del analfabetismo.

Pese al éxodo de profesionales y técnicos alentado desde Estados Unidos, particularmente sensible en el área de la salud, la creación de un servicio médico rural permitía llevar la asistencia médica a los más apartados rincones del país. El sistema educacional alcanza también por primera vez una completa cobertura nacional y un extenso programa de becas pone la educación media y superior al alcance de toda la población.

La calidad de vida se vio enriquecida gracias a una amplia labor de difusión cultural, que se materializó en ediciones regulares -y generalmente masivas- de obras literarias, la creación y sustento de múltiples conjuntos artísticos, la promoción del movimiento de aficionados, y una amplia producción y exhibición cinematográfica. En el mismo sentido influye la generalización de la práctica de deportes, la cual sustentaría una creciente y destacada participación de deportistas cubanos en lides deportivas internacionales.

Tan considerable esfuerzo popular no hubiera podido materializarse sin una apropiada conducción política. Desde el primer año de la Revolución, en las bases y direcciones de las organizaciones revolucionarias comienza una integración que no estaría exenta de dificultades. En marzo de 1962, poco después de que Fidel Castro denunciara la existencia de deformaciones sectarias en el proceso de creación de las organizaciones revolucionarias, se comienza la construcción de lo que sería el Partido Unido de la Revolución Socialista. Este adopta como fundamento la selección de su militancia sobre la base de la ejemplaridad de trabajadores elegidos en el seno de sus colectivos laborales. Un hito decisivo en la materialización de la unidad será la constitución del Comité Central del Partido Comunista de Cuba en 1965, como máxima instancia de dirección de la Revolución.

En 1963 de había adoptado una estrategia de desarrollo económico que, tomando en consideración las características de la economía cubana y las perspectivas comerciales con la URSS y otros países socialistas, tenía como pivote la agricultura, en la que se planteaba producir 10 millones de toneladas de azúcar para 1970. Este era sin duda un formidable reto, si se tiene en cuenta las condiciones organizativas, técnicas y materiales del país. Al enfrentar este reto se produjeron distorsiones. El fracaso de la "Zafra de los 10 millones" daría paso a una revisión de esa política. Inmersa en el desarrollo y perfeccionamiento de esta obra se encontraba la Revolución cuando se produce el derrumbe del campo socialista y la desintegración de la Unión Soviética. Estos hechos se reflejaron dramáticamente en la sociedad cubana, puesto que la economía del país estaba integrada a esa comunidad. Tal integración estaba condicionada aun más por el férreo, cruel e ilegal bloqueo que Estados Unidos mantuvo y mantiene sobre Cuba desde los primeros años de la Revolución, y que por añadidura siempre limitó extraordinariamente la posibilidad de relaciones con el mundo capitalista. En 1989, Cuba concentraba el 85 por ciento de sus relaciones comerciales con la URSS y el resto del campo socialista. En este intercambio se establecieron precios justos que evadían el intercambio desigual, característico de las relaciones con países capitalistas desarrollados. Al propio tiempo, se aseguraba el suministro de tecnologías y la obtención de créditos en términos satisfactorios de plazos e intereses. Al producirse el derrumbe del socialismo en Europa y la desintegración de la URSS, en un período muy corto, Cuba disminuyó su capacidad de compra de 8 139 millones de pesos en 1989, a 2 000 millones en 1993. La caída del socialismo en Europa oriental y en la URSS, desencadenó una gran euforia en el gobierno de los Estados Unidos y entre los grupos contrarrevolucionarios cubanos en Miami. Se vaticinaba que el desmoronamiento de la Revolución Cubana era cosa de días o de semanas. Llegaron a realizar gestiones políticas para la organización e integración de un nuevo gobierno. Sin embargo, pasaban los meses, se ampliaba la crisis, pero en Cuba no había descomposición.

Hay que decir que desde julio de 1989, el Comandante en Jefe Fidel Castro alertó acerca de la posibilidad de la desaparición del campo socialista e incluso acerca de la desintegración de la URSS, y ya en octubre de 1990, elaboró las directivas para enfrentar el Período Especial en tiempo de paz. Este era un concepto de la doctrina militar de "Guerra de Todo el Pueblo", referido a las medidas para encarar el bloqueo total, golpes aéreos y desgaste sistemático, así como una invasión militar directa.

En 1991, se efectúa el IV Congreso del PCC en el que se analiza la situación y se precisa la necesidad de salvar la Patria, la Revolución y el Socialismo, es decir, la obra que tanta sangre, sacrificio y esfuerzo había costado al pueblo cubano en más de cien años de lucha. En este congreso se tomaron importantes acuerdos relativos a las modificaciones a la Constitución, los estatutos del Partido y se sentaron las bases de la estrategia para resistir y comenzar la recuperación. En la estrategia trazada se pusieron en práctica una serie de medidas encaminadas a lograr la elevación de la eficiencia económica y la competitividad, el saneamiento financiero interno, soluciones al endeudamiento interno; la reinserción en la economía internacional, incentivar la inversión de capital extranjero, el fortalecimiento de la empresa estatal cubana, condición esta necesaria y sin la cual no puede haber socialismo. También se analizó la necesidad de ampliar y perfeccionar los cambios económicos que fuese necesario hacer, de manera gradual y ordenada. Como era de suponer, el imperialismo norteamericano y los grupos apátridas de Miami, molestos ante la realidad de la resistencia cubana, incrementaron las acciones para difamar a la Revolución, desestabilizarla y arreciar aún más el bloqueo económico. Así, a mediados de 1992, el gobierno estadounidense aprueba la Ley Torricelli que, entre otras cosas, otorga al Presidente de Estados Unidos la potestad de aplicar sanciones económicas a países que mantengan relaciones comerciales con Cuba y prohíbe el comercio de subsidiarias de empresas norteamericanas radicadas en terceros países con la Isla. Esa ley constituyó un paso más en el intento de rendir al pueblo cubano por hambre. Sin embargo, a pesar de la Ley Torricelli, Cuba comienza a expandir su comercio, obtiene algún financiamiento para determinadas actividades económicas y empresas de varias naciones comienzan a realizar inversiones y establecer vínculos económicos con el país. Por otra parte, en febrero de 1993, año más agudo de la crisis, se realizan elecciones, cuyos resultados demuestran fehacientemente el apoyo popular a la Revolución: el 99,7 por ciento de los electores emiten su voto y sólo el 7,3 por ciento lo hace en blanco o anula la boleta. No obstante, la camarilla anticubana de Estados Unidos recurre otra vez al intento de generar la subversión interna, actos terroristas, sabotajes, infiltración de agentes de la CIA, e intensifican la propaganda contra y hacia Cuba. Más de mil horas de radio se dirigen a la Isla. También priorizan la estimulación de las salidas ilegales del país, preferentemente mediante el robo de embarcaciones e incluso de aviones.

Esto último dio lugar, en julio de 1994, al incremento del robo de embarcaciones por parte de personas presionadas fundamentalmente por la situación económica, aunque hubo casos de asesinatos. En estas circunstancias se efectuó el robo del remolcador 13 de marzo, que fue abordado por más de 60 personas con la idea de viajar hacia Estados Unidos. A pesar de las advertencias sobre el mal estado de la embarcación, iniciaron la fuga perseguidos por otros remolcadores, uno de los cuales chocó con el perseguido y se produjo un accidente. Todas las embarcaciones que llegaron al lugar hicieron grandes esfuerzos de rescate, pero no pudieron impedir que perecieran unas 32 personas. De este accidente se hizo una gran campaña en la que se acusaba al gobierno cubano de ordenar el hundimiento de la embarcación.

Ante estos hechos, el gobierno cubano decidió no impedir las salidas ilegales, lo que obligó a la Administración norteamericana a sentarse a la mesa de negociaciones y firmar el 9 de septiembre de 1994 un acuerdo migratorio con Cuba. Después de 36 años, Estados Unidos se vio en la necesidad de tomar medidas que desestimularan las salidas ilegales hacia ese país. En julio de 1995, de nuevo el pueblo cubano dio una contundente demostración de unidad y apoyo a la Revolución al celebrarse las elecciones para delegados al Poder Popular.

A pesar de la campaña desplegada por la propaganda reaccionaria, que orientaba la abstención en los comicios, el 97,1 por ciento de los electores ejercieron el voto, el 7 por ciento de las boletas fueron anuladas y el 4,3 por ciento depositadas en blanco. Es decir, más del 87 por ciento del electorado expresó su actitud de apoyo a la Revolución. Las frustraciones de la camarilla contrarrevolucionaria del exilio cubano y algunos sectores del gobierno norteamericano, después del espejismo provocado por el derrumbe del campo socialista, volvieron a la carga, ahora con un proyecto propio del hombre de las cavernas: la Ley Helms-Burton. Esta Ley, prevé un bloqueo económico total, absoluto e internacional. También pretende impedir la inversión extranjera y cortar todo tipo de financiamiento y suministro desde el exterior del país. Establece diversas sanciones a las empresas y empresarios que mantengan relaciones económicas con Cuba. Además legaliza el apoyo de Estados Unidos a los grupos contrarrevolucionarios de la Isla y establece el derecho de ese país a determinar qué tipo de gobierno, de sociedad y de relaciones deberá tener Cuba después de derrocada la Revolución. En fin, pretende rendir por hambre al pueblo cubano y prácticamente anexar el país a Estados Unidos.

Después de aprobada la ley en el Congreso de Estados Unidos, los grupos de ultraderecha aprovechan el incidente provocado por la organización contrarrevolucionaria de Miami "Hermanos al Rescate" cuando el 24 de febrero de 1996 se derriban dos avionetas que en diversas ocasiones habían violado el espacio aéreo cubano -lo que había provocado varias advertencias al gobierno de Estados Unidos- para presionar a la Administración norteamericana a que firmara la ley, que entró en vigor en agosto de ese mismo año. Ella no sólo ha concitado el rechazo de todo el pueblo cubano, sino de prácticamente la totalidad de los pueblos y gobiernos del mundo, así como de las organizaciones e instituciones internacionales. Pruebas de ello son, entre otros, las votaciones contra el bloqueo en la ONU, el acuerdo de la OEA en rechazo a la Ley Helms-Burton, las posiciones de México y Canadá, de la Unión Europea y del Grupo de Río. Cuba, a pesar de los efectos negativos y de la creación de una situación más compleja y difícil que genera dicha ley, ha continuado la aplicación de su estrategia y paulatinamente, con serenidad y firmeza, logró detener el descenso económico y obtener una reanimación gradual en los años sucesivos. Por otra parte, se han mantenido los sistemas de salud y educación y la seguridad social. No ha quedado ningún cubano desamparado y en el año de 1997 la tasa de mortalidad infantil por cada mil nacidos vivos fue de 7,3. La expectativa de vida sobrepasa los 75 años. En enero de 1998 se efectuaron las elecciones de candidatos a diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular y de delegados a las Asambleas Provinciales. El 98,35 por ciento de los electores votaron, el 1,64 por ciento de las boletas fueron anuladas y el 3,36 por ciento fueron depositadas en blanco, lo que arroja un total de 95 por ciento de votos válidos. El 94,39 por ciento correspondió al voto unido, o sea, a la candidatura propuesta por la Comisión Nacional Electoral. En ese mismo mes visita a Cuba el Papa Juan Pablo II. Todo el pueblo -creyentes y no creyentes- dio una masiva demostración de hospitalidad y respeto, tanto en la bienvenida como en las misas que ofreció y en todas sus demás actividades. Así se puso de manifiesto la falsedad de las campañas propagandísticas de los aparatos de divulgación dominados por el imperialismo, pues todo el mundo pudo observar la libertad con que actuó y se expresó Su Santidad en todo momento. Su santidad Juan Pablo II visitó a Cuba en enero de 1998.

Desarrollo Social

La República de Cuba se divide político-administrativamente en catorce provincias y 169 municipios, gobernados por las asambleas provinciales y municipales del Poder Popular que son órganos electivos compuestos por delegados, elegidos por el voto universal, directo y secreto, quienes a su vez, eligen a los consejos de la administración en ambas instancias. A nivel nacional, el máximo órgano legislativo.

Caracterización general Desde el triunfo de la Revolución la atención a los problemas sociales tuvo una alta prioridad en Cuba. De hecho el desarrollo se concibió como un proceso integral entre lo económico y lo social, a partir de considerar que el simple crecimiento económico, sin progreso y justicia social, no conduciría a un verdadero desarrollo, ni permitiría alcanzar las objetivos sociales a que se aspiraba. Este enfoque más consecuente permitió que en pocos años, las medidas adoptadas propiciaran una transformación radical de la situación social existente.

Situación socioeconómica antes de 1959

Cuba presentaba la situación característica de una economía neocolonial, atrasada y dependiente. Existían grandes latifundios azucareros y ganaderos, con un 75% de las tierras en manos de un 8% de los propietarios. El desempleo afectaba en ocasiones a más del 25% de la fuerza de trabajo, con más de 600 mil desempleados en el período entre zafras (tiempo muerto). Sólo el 12% de la fuerza de trabajo era femenina. El 47% de la vivienda estaba en un estado deplorable o malo, y únicamente el 33% era de mampostería. El 20% de la población más rica recibía el 58% de los ingresos, en tanto que el 20% más pobre percibía el 2%.

No obstante disponer del per cápita más elevado de automóviles privados de América Latina, el 45% de los niños de 6 a 14 años no asistía a las escuelas; y el 23.6% de la población mayor de 10 años era analfabeta. La población mayor de 15 años presentaba un nivel educativo promedio inferior a 3 grados. Paradójicamente, había más de 10 mil maestros desempleados. El servicio estatal de salud era totalmente insuficiente y de baja calidad. La Capital del país, con el 22% de la población, disponía del 65% de los médicos y 62% de las camas hospitalarias.

En general, las condiciones en las áreas rurales eran mucho más críticas: sólo un 4% comía carne; el 43% de la población era analfabeta; no más del 8% recibía atención médica gratuita, en tanto que el 36% se hallaba parasitada y el 14% padecía o había padecido de Tuberculosis.

La política social

La política social permite orientar e impulsar el desarrollo social. La misma comprende los objetivos sociales y las vías seleccionadas para alcanzarlos. La política social es establecida por el Estado cubano, acorde con el carácter socialista de nuestra sociedad. Esto garantiza su prioridad, integralidad y continuidad en el tiempo. Junto con la acción estatal, hay una amplia participación de las organizaciones no gubernamentales y de la población en el logro de los objetivos sociales.

Entre los principales objetivos de la política social en Cuba están:

  • acceso a una alimentación básica;
  • asegurar el derecho ciudadano a la salud y la educación;
  • ingreso adecuado para quienes se jubilan o requieren de un apoyo económico de la sociedad;
  • fuentes de empleo; protección y descanso del trabajador;
  • una vivienda confortable, preferiblemente de propiedad propia;
  • lograr una sociedad progresivamente más justa y solidaria.

Las vías establecidas para el logro de los objetivos anteriores son:

  • Distribución de más del 60% del aporte calórico de la dieta por vías sociales, como son el sistema de racionamiento a bajos precios; una red de alimentación popular para personas de bajos ingresos; alimentación gratuita o a muy bajos precios a través de los centros de salud, educación y otros.
  • Acceso universal y gratuito a los servicios de salud y educación, incluyendo la enseñanza universitaria; y en el caso de la salud, los tratamientos médicos más complejos y costosos. Asignación de los recursos financieros y humanos necesarios para asegurar servicios de calidad.
  • Cobertura universal de la seguridad social y de la asistencia social. En los Artículos 47 y 48 de la Constitución se consagra que ningún ciudadano puede quedar desamparado.
  • Impulso al desarrollo económico como fuente principal de creación de empleos; programas de empleo en regiones deficitarias y para personas discapacitadas. Reestructuración gradual del empleo por redimensionamiento de capacidades, con reubicación o garantías de ingresos a los trabajadores excedentes.
  • Reducción de los alquileres; adquisición de la vivienda mediante un pago equivalente al alquiler; programas estatales de construcción de viviendas y programas con esfuerzo propio; alternativas de viviendas de bajo costo; reparación de viviendas con apoyo estatal.

Adicionalmente debe agregarse que el progreso social se concibe de un modo multifacético y amplio, de modo que al mismo contribuyen también el desarrollo y un amplio acceso a la cultura, al deporte, a la recreación y al descanso de los trabajadores.

La política social en Cuba aspira a garantizar no sólo igualdad de oportunidades, sino también la equiparación de resultados. La política social implementada ha considerado un tratamiento específico y diferenciado a determinados segmentos de la población como son las familias de menores ingresos, la mujer, los niños, las madres solteras, los ancianos y los discapacitados, así como los territorios con menor desarrollo relativo.

La prioridad conferida al desarrollo social y el carácter activo de la política social aplicada, permitió que la sociedad cubana alcanzara en un corto período histórico la eliminación de las grandes diferencias sociales y territoriales; la erradicación a escala social de fenómenos negativos como la desnutrición y el raquitismo, el analfabetismo, el desamparo y la pobreza; así como permitió alcanzar elevados índices de desarrollo social en cuestiones esenciales como la salud y la educación, comparables a los de países desarrollados.

La solidaridad

Un elemento importante de la política social es la solidaridad. Esta se expresa en diversas iniciativas a nivel de la comunidad, en la que participan la población y diferentes entidades, estatales y no estatales. Estas acciones se manifiestan en cuestiones como campañas para la donación de sangre, la reposición de pérdidas ocasionadas por desastres naturales, la solución a necesidades particulares de personas de edad avanzada, la creación de condiciones para la incorporación social de personas discapacitadas, la atención a menores con problemas de conducta, la limpieza y embellecimiento de los barrios, y en general, la realización de trabajos con carácter voluntario para distintos objetivos sociales.

Aun en períodos de fuertes carencias materiales, la sociedad cubana ha sabido extender su ayuda solidaria a otros pueblos que han tenido que enfrentar catástrofes naturales o carencias de servicios básicos como los de salud y educación. También Cuba ha recibido la solidaridad de otros países a través de organizaciones no gubernamentales, religiosas y de instituciones oficiales; incluyendo acciones destinadas a contrarrestar los efectos negativos del bloqueo que Estados Unidos ejerce contra Cuba.

Desarrollo económico y desarrollo social

Existe una estrecha interrelación entre el desarrollo económico y el desarrollo social. El desarrollo económico permite elevar el nivel de vida de la población y brinda los recursos necesarios para la satisfacción de las necesidades sociales.

Por su parte, la política social debe propiciar que el desarrollo económico repercuta lo más directamente posible sobre el desarrollo social, y que sus frutos se distribuyan de un modo justo en la sociedad.

En el caso de Cuba los recursos destinados a los programas sociales, no son considerados como un simple gasto, sino como la satisfacción de un objetivo prioritario de la sociedad. Por otra parte, el desarrollo social tiene una fuerte influencia sobre el desarrollo económico, al promover el aumento de la calificación de la fuerza de trabajo, elevar sus niveles de salud, propiciar la incorporación de la mujer al trabajo y favorecer una política espontánea de planificación familiar.

Años iniciales

En una primera etapa a partir de 1959 los esfuerzos en la esfera social se concentraron en el empleo, la entrega de tierras, la educación, la salud, la vivienda, la redistribución del ingreso y la seguridad y asistencia social; y también en la eliminación de lacras sociales como la droga, el juego, la prostitución, y el desamparo y la mendicidad.

La Ley de Reforma Agraria exoneró del pago de rentas al 85% del campesinado cubano y significó una redistribución de ingreso de unos 300 millones de pesos. La creación de nuevos empleos en los sectores agrícola, industrial, de las construcciones y de los servicios, permitió que a finales de 1970 la tasa de desempleo en el país fuera de sólo 1.3%. En los años iniciales de la Revolución se redujeron los alquileres, las tarifas eléctricas y telefónicas, y el precio de las medicinas y de otros artículos de primera necesidad.

La Ley 1100 de 1963 garantizó la seguridad social a todos los trabajadores del país. Se aprobó una edad de retiro de 55 años para las mujeres y 60 años para los hombres; y se estableció la protección por enfermedades de tipo común y profesional, accidentes, invalidez y por requerimientos de la maternidad. Se acordó, además, el derecho de todos los trabajadores a un descanso anual de treinta días.

En 1961 se efectuó la Campaña Nacional de Alfabetización sobre la base de un movimiento de participación voluntaria y masiva, en el que tomaron parte unos 270 mil estudiantes, maestros y trabajadores en general. En un año, 700 mil personas aprendieron a leer y escribir, con lo cual el índice de analfabetismo disminuyó de 23.1% en1958 al 3.9% de la población total en 1961. Al concluir la Campaña de Alfabetización se creó un plan de becas y el sistema de internados y seminternados, para garantizar que todo alumno, con independencia de la situación económica de la familia y lugar de residencia, tuviera acceso a los diferentes niveles de enseñanza. Entre 1958 y 1981 las tasas de matricula según grupos de edad se elevaron, para la enseñanza primaria (6 a 11 años), de 45.2% a 100%; y para la enseñanza secundaria (12 a14 años), de 8.7% a 79.8%.

En salud pública, las medidas iniciales más importantes fueron la creación de un ministerio de salud pública, el servicio médico rural, y las áreas de salud y los policlínicos. También se hizo énfasis en el desarrollo de la docencia médica, pues cerca de la mitad de los médicos existentes en el país emigraron en los primeros años de la Revolución. La medicina preventiva experimentó un gran impulso, especialmente en lo referente a enfermedades transmisibles; y la población, junto con diferentes organizaciones, participaron en importantes campañas masivas de vacunación.

Con respecto a la vivienda, la Ley de Alquileres representó una rebaja de un 30-50%, en tanto que la Ley de Reforma Urbana consagró el derecho de cada familia que pagara alquiler, a la propiedad de la vivienda. Asimismo se impulsó la construcción de viviendas, que entre 1959 y 1963 alcanzó un monto de 85 mil viviendas.

Desarrollo actual

En el período hasta 1989 se produce una consolidación del modelo de desarrollo social de Cuba, con logros que se acercan a los indicadores sociales de países de mayor nivel de ingreso.

A inicios de los años 90 con la desaparición del campo socialista tiene lugar una caída del PIB del orden del 35%, con fuertes repercusiones en el orden económico y social. No obstante, la prioridad otorgada a los programas sociales permitió conservar la mayor parte de los logros alcanzado, e incluso continuar avanzando en una serie de indicadores sociales. Las primeras medidas de política social adoptadas, fueron las referidas a mantener a los trabajadores en sus empleos y conservarles al menos sus ingresos nominales aún en la etapa de contracción abrupta de la economía e ir realizando un ajuste gradual del empleo enmarcado en un proceso de redimensionamiento empresarial; garantizar los ingresos nominales a todos los pensionados por el sistema de seguridad y asistencia social; la decisión de trasladar la casi totalidad de los bienes de consumo disponibles al sistema de racionamiento para tratar de que la distribución fuera lo más equitativa posible; y la voluntad de preservar al máximo los programas sociales de salud y educación. Posteriormente, las medidas sociales mostraron una tendencia, más profunda, de adaptación hacia la búsqueda de una política social más eficiente . Pueden distinguirse dos etapas. Una a partir de 1993 y hasta el año 2000, en que dicha búsqueda de eficiencia, expresada explícitamente en el propósito de mantener los logros sociales a pesar de la contracción de los recursos para el desarrollo social, abarcó algunas variaciones y posposiciones en los objetivos de la política social, transformaciones en el diseño de los sistemas de prestación de servicios, descentralización, modernización y fortalecimiento de las instancias locales y nuevos matices respecto a la participación de instituciones sin fines de lucro en la gestión y financiamiento de la política social. En la segunda etapa a partir del año 2000 la política social enfatiza, por un lado, en la incorporación de nuevos objetivos estratégicos de desarrollo social –a pesar de las dificultades económicas aún existentes- al entenderse que sin trabajar en esas líneas la sociedad quedaría irremisiblemente apartada de la posibilidad de desarrollarse acorde a las características tecnológicas del mundo globalizado y no lograría los objetivos del tipo de sociedad que se ha propuesto.

En este sentido y con el objetivo de elevar la Calidad de Vida de la población cubana a planos superiores, desde fines de 1999, se viene desarrollando toda una serie de nuevos programas sociales, lo que en Cuba se ha denominado “La Batalla de Ideas”, que abarca todos los aspectos que integran el Nivel y el Modo de Vida de la población.

Desde el punto de vista de su proyección e implementación, estos programas pueden considerarse una revolución conceptual en la formulación y aplicación de las políticas sociales, pues los mismos son proyectados y dirigidos por la más alta dirección del país, pero en su organización y desarrollo son fundamentales las organizaciones juveniles y muy especialmente la Unión de Jóvenes Comunistas llamada a jugar un papel protagónico en su ejecución. Asimismo, los Programas dan una solución de continuidad a los logros de la política social del país, así como introducen nuevas ideas con vistas al enriquecimiento y perfeccionamiento de las vías y métodos utilizados hasta el presente e incorporan nuevas vertientes que contribuirán a elevar a planos superiores lo ya alcanzado.

La eliminación del desempleo como ya se ha explicado ha sido un objetivo de primer orden dentro de la política laboral cubana y ya en el 2007 se logró una tasa de desocupación de sólo un 1,8 %, característica de una situación de pleno empleo. Existen diferentes programas para la creación de nuevos empleos, algunos de ellos asociados a la propia política social. Así, todos los nuevos servicios que se despliegan en asistencia social, la extensión de la enseñanza de computación, la municipalización de la enseñanza universitaria y otros programas educativos, de salud y cultura, entre otros, han creado un número considerable de empleos en los últimos años. El Curso de Superación Integral, es uno de los programas que mayor impacto social ha tenido en los jóvenes, la familia y la comunidad cuyo objetivo es incorporar al estudio a los jóvenes entre 18 y 29 años que no estaban trabajando ni estudiando. En otro de los programas de esta esfera, se forman trabajadores sociales, los que están llamados a brindar en la comunidad una asistencia social personalizada detectando y conociendo todos y cada uno de los problemas que pueda tener los ciudadanos que están en su radio de acción. Estos trabajadores sociales ya han realizado importantes trabajos como la atención personalizada de la seguridad social a los jubilados que viven solos y la medición y pesaje de 2,5 MM de niños de los cuales, como resultado del diagnóstico, unos 96 mil reciben ayuda alimentaria especial. Además, en las provincias orientales que, por sus características demográficas, presentaban altos niveles de desempleo, se implementó un programa para ofrecer alternativas de trabajo a la población de las mismas, garantizando la capacitación del personal y la adecuada remuneración. En el año 2007 los beneficiarios de la seguridad social fueron 1571924 y los de la asistencia social 595181, los que representa el 19,2% de la población cubana. Existen programas sociales dirigidos a prestar servicios comunitarios al adulto mayor, a brindar trabajo a madres solas, a atender menores en desventaja social, a proveer una atención integral a personas discapacitadas y a atender otros grupos vulnerables. En particular el programa de atención a los discapacitados confiere prestaciones en servicios de alimentación, de reparación de viviendas, y propicia empleo a las personas discapacitadas con interés y posibilidades de trabajar. Con este último objetivo en 1995 se creó el Programa de Empleo a Discapacitados (PROEMDIS), que incluye además del empleo, la rehabilitación de las personas que lo necesitan, la asistencia en el domicilio, a la familia, y el apoyo de la comunidad. Con la intención de lograr la integración social de las personas discapacitadas se creó la modalidad de talleres especiales para los discapacitados imposibilitados de trabajar en centros ordinarios, y que pudieran hacerlo a domicilio. En relación con la alimentación, la crisis económica por la que transitó el país, a inicios de los años noventa, repercutió negativamente y en magnitud muy aguda en la disponibilidad de alimentos, producto del abrupto descenso de la capacidad importadora y la vulnerabilidad derivada de la elevada dependencia externa de dicha disponibilidad. La manifestación más palpable de la crisis la constituyó la aparición de una neuropatía epidémica, que tuvo su punto máximo en el primer trimestre de 1993 con una tasa de incidencia de 462,3 por cien mil habitantes, que afectó predominantemente a la población adulta de 25 a 64 años. Los estudios efectuados pusieron en evidencia que el principal factor causal fue tóxico-nutricional asociado a la dieta deficiente y desequilibrada, derivada de la brusca disminución de la disponibilidad de alimentos. Muestra de ello lo fue el impacto en términos de nutrientes, cuya disponibilidad en ese año respecto a 1989 representó un 62,8 % de Kilocalorías y un 63 % de proteínas Con posterioridad a 1994, el estado nutricional de la población mejoró. En la etapa 2000-2007 el volumen global de alimentos disponibles para el consumo se recuperó, alcanzando en el 2007 niveles que en lo relacionado al aporte energético exceden la normativa en casi un 37 % y el aporte de proteínas en un 25 % Se llevan a cabo acciones dirigidas al reforzamiento alimentario de grupos específicos de población como es el caso de niños con bajo peso, enfermos de fibrosis quísticas, embarazadas a partir de la semana 14 y madres lactantes hasta 6 semanas.

También tiene lugar la fortificación de alimentos y mejoramiento de la calidad de los productos para toda la población con la adición de vitaminas y minerales.

En lo relacionado con los niños y jóvenes del Sistema Educacional se llevaron a cabo acciones que incluyeron el suplemento alimentario para estudiantes internos y seminternos; merienda para estudiantes de secundaria, que permitió implantar la doble sesión; y, el mejoramiento de la dieta del estudiante mediante el suministro de hortalizas: entre otras.

El estado de salud de la población cubana compara favorablemente con el de la región y en diversos indicadores se encuentra al nivel de país desarrollado. Aún en los años noventa los resultados en salud se lograron mantener, gracias a la alta prioridad que dentro de la política social tuvo el sector.

El elevado compromiso con la salud que existe en Cuba se evidencia en los indicadores, que comparan muy favorablemente con otros  países, según se recoge en el Informe sobre Desarrollo Humano 2007 – 2008, emitido por el PNUD.

Cuba muestra un desarrollo superior al de América Latina y el Caribe excepto en el nivel de ingresos per cápita, lo que indica la elevada prioridad otorgada a lo social dentro de las políticas. Se sitúa también en mejor posición que el promedio de la región de Europa Central y Oriental y la CEI, en buena medida por su alto nivel en esperanza de vida al nacer. Las mayores diferencias con la OECD se producen por el elevado nivel de ingreso per cápita de que disfrutan esos países.

Política y gobierno. Estructura de Estado Cubano

En la República de Cuba la soberanía reside en el pueblo, del cual dimana todo el poder del Estado. Ese poder es ejercido directamente o por medio de las Asambleas del Poder Popular y demás órganos del Estado que de ellas se derivan, en la forma y según las normas fijadas por la Constitución y las leyes.

Organos Superiores del Poder Popular

  • La Asamblea Nacional del Poder Popular
  • El Consejo de Estado
  • El Consejo de Ministros
  • El Consejo de Defensa Nacional

Asamblea Nacional del Poder Popular

La Asamblea Nacional del Poder Popular es el órgano supremo del poder del Estado. Representa y expresa la voluntad soberana de todo el pueblo. Es el único órgano con potestad constituyente y legislativa en la República. Se compone de diputados elegidos por el voto libre, directo y secreto de los electores, en la proporción y según el procedimiento que determina la ley.

Es elegida por un término de cinco años. Este término sólo podrá extenderse por acuerdo de la propia Asamblea en caso de guerra o a virtud de otras circunstancias excepcionales que impidan la celebración normal de las elecciones y mientras subsistan tales circunstancias.

Al constituirse para una nueva legislatura, elige de entre sus diputados a su Presidente, al Vicepresidente y al Secretario. La ley regula la forma y el procedimiento mediante el cual se constituye la Asamblea y realiza esa elección. La Asamblea Nacional del Poder Popular elige, de entre sus diputados, al Consejo de Estado, integrado por un Presidente, un Primer Vicepresidente, cinco Vicepresidentes, un Secretario y veintitrés miembros más. El Presidente del Consejo de Estado es jefe de Estado y jefe de Gobierno. El Consejo de Estado es responsable ante la Asamblea Nacional del Poder Popular y le rinde cuenta de todas sus actividades. Organos locales del poder Popular Las Asambleas del Poder Popular, constituidas en las demarcaciones político-administrativas en que se divide el territorio nacional, son los órganos superiores locales del poder del Estado, y, en consecuencia, están investidas de la más alta autoridad para el ejercicio de las funciones estatales en sus demarcaciones respectivas y para ello, dentro del marco de su competencia, y ajustándose a la ley, ejercen gobierno. Además, coadyuvan al desarrollo de las actividades y al cumplimiento de los planes de las unidades establecidas en su territorio que no les estén subordinadas, conforme a lo dispuesto en la ley. Las Administraciones Locales que estas Asambleas constituyen, dirigen las entidades económicas, de producción y de servicios de subordinación local, con el propósito de satisfacer las necesidades económicas, de salud y otras de carácter asistencial, educacionales, culturales, deportivas y recreativas de la colectividad del territorio a que se extiende la jurisdicción de cada una. Para el ejercicio de sus funciones, las Asambleas Locales del Poder Popular se apoyan en los Consejos Populares y en la iniciativa y amplia participación de la población y actúan en estrecha coordinación con las organizaciones de masas y sociales. Los Consejos Populares se constituyen en ciudades, pueblos, barrios, poblados y zonas rurales; están investidos de la más alta autoridad para el desempeño de sus funciones; representan a la demarcación donde actúan y a la vez son representantes de los órganos del Poder Popular municipal, provincial y nacional. Trabajan activamente por la eficiencia en el desarrollo de las actividades de producción y de servicios y por la satisfacción de las necesidades asistenciales, económicas, educacionales, culturales y sociales de la población, promoviendo la mayor participación de ésta y las iniciativas locales para la solución de sus problemas. Coordinan las acciones de las entidades existentes en su área de acción, promueven la cooperación entre ellas y ejercen el control y la fiscalización de sus actividades. Los Consejos Populares se constituyen a partir de los delegados elegidos en las circunscripciones, los cuales deben elegir entre ellos quien los presida. A los mismos pueden pertenecer los representantes de las organizaciones de masas y de las instituciones más importantes en la demarcación

Consejo de Estado

El Consejo de Estado es el órgano de la Asamblea Nacional del Poder Popular que la representa entre uno y otro período de sesiones, ejecuta los acuerdos de ésta y cumple las demás funciones que la Constitución le atribuye. Tiene carácter colegiado y, a los fines nacionales e internacionales, ostenta la suprema representación del Estado cubano. Todas las decisiones del Consejo de Estado son adoptadas por el voto favorable de la mayoría simple de sus integrantes. El mandato confiado al Consejo de Estado por la Asamblea Nacional del Poder Popular expira al tomar posesión el nuevo Consejo de Estado elegido en virtud de las renovaciones periódicas de aquélla.

Consejo de Ministros

El Consejo de Ministros es el máximo órgano ejecutivo y administrativo y constituye el Gobierno de la República. El número, denominación y funciones de los ministerios y organismos centrales que forman parte del Consejo de Ministros es determinado por la ley. Está integrado por el Jefe de Estado y de Gobierno, que es su Presidente, el Primer Vicepresidente, los Vicepresidentes, los Ministros, el Secretario y los demás miembros que determine la ley. El Presidente, el Primer Vicepresidente, los Vicepresidentes y otros miembros del Consejo de Ministros que determine el Presidente, integran su Comité Ejecutivo. El Comité Ejecutivo puede decidir sobre las cuestiones atribuidas al Consejo de Ministros, durante los períodos que median entre una y otra de sus reuniones. La ley regula la organización y funcionamiento del Consejo de Ministros. El Consejo de Ministros es responsable y rinde cuenta, periódicamente, de todas sus actividades ante la Asamblea Nacional del Poder Popular.

Consejo de Defensa Nacional

El Consejo de Defensa Nacional se constituye y prepara desde tiempo de paz para dirigir el país en las condiciones de estado de guerra, durante la guerra, la movilización general o el estado de emergencia. La ley regula su organización y funciones.

Fuentes

Plantilla:Mejorar