Alejo Carpentier

Artículo de referencia

Para otros usos de este término, véase Alejo (desambiguación).
Alejo Carpentier
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Carpentier.jpg
Nombre completoAlejo Carpentier Valmont
Nacimiento26 de diciembre de 1904
Lausana, Bandera de Suiza Suiza
Defunción24 de abril de 1980
París, Bandera de Francia Francia
OcupaciónEscritor
NacionalidadBandera de Cuba cubana
Géneronovela
MovimientosRealismo Mágico
Obras notablesEl siglo de las luces
El reino de este mundo
Guerra del tiempo
CónyugeLilia Esteban Hierro
FirmaFirma de Alejo Carpentier.png
PremiosPremio Miguel de Cervantes (1977)
Premio Médicis (1979[1])
Página web oficial
Alejo Carpentier en Cubadebate

Alejo Carpentier Valmont (Lausana, 1904 - París, 1980). Gran novelista cubano. Intelectual excepcional y descollante figura de la vanguardia estética y el pensamiento cubanos. Cultivó con éxito, además de la narrativa -considerado el culminador de la madurez narrativa insular del siglo XX-, la crítica periodística cultural y el ensayo. Se destacó también como teórico del mundo latinoamericano y caribeño, musicólogo y gestor de proyectos editoriales, plásticos y musicales. Es una de las figuras más destacadas de las letras hispanoamericanas por sus obras barrocas como El siglo de las luces y El reino de este mundo.

Debido a su obra fue el segundo escritor en recibir el importante Premio Miguel de Cervantes, otorgado en 1977, y considerado el máximo reconocimiento a la labor creadora de escritores españoles e hispanoamericanos cuya obra haya contribuido a enriquecer de forma notable el patrimonio literario en lengua española.

Sobre su biografía existen varias lagunas y contradicciones dada la desigual información de la que se dispone. Según el propio autor, nació en La Habana, fruto del matrimonio de un arquitecto francés y una pianista rusa, y se formó en escuelas de Francia, Austria, Bélgica y Rusia. Tras su muerte, sin embargo, se empezó a documentar una muy distinta biografía que situó el nacimiento del autor en Suiza, procedente de una familia humilde que emigró a Cuba instalándose en La Habana.

Síntesis biográfica

Nacimiento

Nació en Lausana, Suiza, el 26 de diciembre de 1904. Hijo del arquitecto francés Georges Julien Carpentier y de la profesora rusa Catherine Balmont o Blagoobrasoff, que había sido estudiante de Medicina en Lausana, Suiza, donde conoció a su esposo.

Sobre el segundo apellido de Carpentier existen algunas discrepancias. Lisandro Otero en dos artículos periodísticos dedicados a la familia materna del novelista lo da como Balmont;[2][3] Marta Rojas al escribir sobre documentos inéditos de Carpentier, hallados en Francia lo transcribe Valmont[4] y en su expediente de estudios en la Universidad de La Habana, en el certificado de matrimonio de sus padres, aparece como Blagoobrasoff y con este apellido firma Carpentier en el expediente[5].

En tan importante documento de estudios también se lee que nació en Lausana, Suiza, en la fecha citada, haciendo pensar que esto se debe a que fue inscrito en dicha ciudad, donde vivía la familia materna y que allí se registró como ocurrido su nacimiento, hecho que después él siempre aclaró que sucedió en la calle Maloja, en La Habana. Esta aclaración suya se supone que haya sido una estrategia para burlar la represión machadista, que podía deportarlo como extranjero no grato.

Infancia y estudios

Fotografía del pequeño Alejo Carpentier.

Tras casarse los padres de Carpentier se trasladaron a La Habana, en 1908 o 1909, junto al pequeño Alejo. Alejo Carpentier gozó de una esmerada educación que combinó una formación bilingüe -en español y francés-, la pasión por la lectura y una gran vocación musical.

En 1910 Carpentier comenzó sus estudios en el capitalino Candler College, institución fundada por la Iglesia Metodista Episcopal del Sur en Cuba. Un año después, a los siete años de edad, ya tocaba al piano preludios de Chopin, y gustaba hacer juegos de pedales con obras de Debussy. En ese 1911 ingresó en el Colegio Mimó de La Habana, institución educativa fundada y dirigida por el notable profesor de geometría y trigonometría de la Universidad de La Habana, doctor Claudio Mimó y Caba, de quien guardara siempre Carpentier como recuerdo el libro Historia de las sociedades humanas, de la Biblioteca Ilustrada, dedicado por su maestro en premio a su aplicación. Durante este tiempo vivió con su madre en el Cotorro con quien estudiaba música.

En 1913 realizó, por circunstancias familiares, un viaje con sus padres de unos cuantos meses a la Rusia pre-revolucionaria. De allí viajó a Francia, Austria y Bélgica. En París estudió en el Liceo Jeanson-de-Sailly durante tres meses. En 1915 regresó a La Habana donde su padre lo puso al frente de una pequeña granja, confiando en la inteligencia despierta y el gusto por la lectura de su único hijo. Un año después su padre lo introdujo en la lectura de las obras de Honorato de Balzac, Emilio Zola y Gustavo Flaubert.

En 1917 ingresó en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana, para estudiar teoría musical, aunque no llegó a concluir dichos estudios. Su primer escrito fue una pequeña prosa sobre la importancia del ciclón en la vida del Caribe. Escribió novelas y cuentos influido por las lecturas de Emilio Salgari y Anatole France. En 1920 la familia se fue a vivir a una finca en Loma de Tierra, actual municipio del Cotorro.

Deseoso de seguir los pasos de su padre ingresó en la Escuela de Ingenieros, Electricistas y Arquitectos de la Universidad de La Habana, lo llevó a cabo por examen que realizó el 30 de septiembre de 1922 ante un tribunal compuesto por los ingenieros Aurelio Sandoval García, Plácido Jordán Tremoleda y Virgilio Quiñones Gómez. Ante la ruptura familiar que ocasionó la marcha de su padre, Georges Carpentier, hacia Panamá y luego en Colombia, Alejo decidió abandonar el proyecto de estudiar en la Universidad para buscar trabajo. En noviembre de ese mismo año comenzó a publicar artículos en la prensa habanera bajo el seudónimo de Lina Valmont[6] pues, según el investigador Sergio Chaple, no contaba con la edad suficiente para ser contratado. El 20 de noviembre firmó por primera vez con su nombre. Tres días más tarde apareció en el periódico habanero La Discusión su primer artículo con el título Pasión y muerte de Miguel Servet por Pompeyo Gener con el que inició la sección Obras Famosas que el redactara. Su último artículo lo escribió en la mañana del mismo día de su muerte para la revista francesa Le Nouvel Observateur con el título Flaubert y el mundo hispano.

Grupo Minorista

Con apenas 18 años era visto como un joven con un gran futuro en el periodismo. Colaboró con los diarios habaneros La Discusión, Chic, El Universal, El Heraldo de Cuba, donde hacía la función de cronista teatral, y Social. En 1923 fue nombrado jefe de redacción de Hispania y, al año siguiente, de Carteles, revista en la que colaboró asiduamente hasta 1948. En el momento de comenzar a colaborar con Carteles ya era miembro del denominado Grupo Minorista (1923-1927), el cual estaba integrado por jóvenes artistas, literatos, músicos y creadores en general, siempre a favor de las causas más nobles, aunque algún integrante postulara tendencias políticas que luego no fueran compartidas por la mayoría, era una agrupación opuesta a la situación de la Isla en aquellos momentos. Fueron los tiempos de la vanguardia y Carpentier participaba plenamente en la vida intelectual cubana. Ocupó la jefatura de redacción de una pequeña revista que se proclamaba “órgano de la Unión de Fabricantes de Calzado de Cuba”, en la cual publicó una historia del calzado.

Firmas del Manifiesto del Grupo Minorista por el cual Carpentier fue detenido en 1927 acusado de ser comunista.

El 18 de marzo de 1923 se produjo la llamada Protesta de los Trece, liderada por Rubén Martínez Villena y otros jóvenes del Grupo Minorista debido a la fraudulenta adquisición del Convento de Santa Clara de Asís por parte del entonces presidente cubano Alfredo Zayas y Alfonso. A pesar de que Alejo no participó directamente en las protestas fue objeto de persecución por el gobierno al igual que el resto de los minoristas.

Desde el 26 de febrero de 1926 y hasta el 18 de noviembre de 1925 colaboró en el periódico El País. En abril participó en el Movimiento de Veteranos y Patriotas organizado contra la corrupción existente durante el gobierno de Alfredo Zayas. En junio ocupó la jefatura de redacción de la revista Carteles hasta 1928. Ese mismo año viajó a México, donde conoció a Diego Rivera y José Clemente Orozco. De regreso en La Habana organizó, junto al músico Amadeo Roldán, conciertos de música nueva, en los cuales se presentaban por primera vez en Cuba obras de Stravinsky, Malipiero, Ravel, Poulenc y Erick Satie.

En 1927 se encontraba entre los firmantes de la declaración o manifiesto del Grupo Minorista. Por tal motivo fur encarcelado, el 9 de julio, con otros escritores, acusado de comunista y por haber firmado este manifiesto contra el dictador Gerardo Machado. El 14 de agosto el juez decretó la libertad provisional con fianza para los cubanos y traslada para el buque-cárcel Máximo Gómez a los extranjeros hasta ser deportados. Carpentier estuvo entre los expulsados del país. Por consejo y gestiones legales de Emilio Roig de Leuchsenring se negó a pagar la fianza y permaneció preso. Se declaró “cubano por nacimiento”. Mientras Roig le arreglaba los papeles transcurrieron dos semanas más. Salió bajo fianza y con libertad provisional. Escribió en la cárcel la primera versión de su novela ¡Écue-Yamba-Ó!.

Escritor reconocido

A pesar de su corta edad ya iba siendo un escritor reconocido en la capital cubana. Por esta época colaboró en el Diario de la Marina y fue uno de los cinco escritores que aparecieron en el primer número de la Revista de Avance, vocero del vanguardismo en Cuba, donde publicó su poema «Liturgia». Escribe La hija del ogro, acción coreográfica en un acto y tres episodios con música de Amadeo Roldán. También escribió dos poemas afrocubanos: Marisabel y Juego Santo, musicalizados por Alejandro García Caturla. Colaboró en Revista de La Habana y Aventura en Mal Tiempo, esta de Santiago de Cuba.

En 1928, durante el Congreso de la Prensa Latina en La Habana (6-15 de marzo) conoció al periodista y poeta surrealista Robert Desnos, quien le ayudó a embarcar en el buque España, prestándole el pasaporte y las identificaciones; Mariano Brull, funcionario de la embajada de Cuba en Francia, le facilitó el desembarco en Saint-Nazaire.

Vida en Francia

Alejo Carpentier y Félix Pita Rodríguez en París junto a dos amigos.

Carpentier llegó a Francia en 1928 y se estableció en París donde comenzó a colaborar con la revista Musicalia, fundada por el compositor mexicano Manuel Ponce, también colaboró en Bifur, Documents, Revista de Oriente, Cahiers du Sud. En la capital francesa estrenó Yamba-O, tragedia burlesca, con música de Marius Francois Gaillard, en el Théâtre Beriza. Ese mismo año se estrenó en La Habana el ballet La Rebambaramba, página sinfónica de Amadeo Roldán sobre libreto de Carpentier.

En 1929 escribió el libreto de El milagro de Anaquillé, auto coreográfico, con música de Amadeo Roldán. Ese mismo año publicó en París Poèmes des Antilles, nueve canciones con música de Marius Francois Gaillard. El escritor francés André Breton lo invitó a colaborar en La Revolution Surrealista. En 1930 escribió Manita en el suelo, ópera bufa en un acto y cinco escenas con música de Alejandro García Caturla. Ese mismo año Edgar Varèse escribió la Canción de la niña enferma de fiebre, para soprano y orquesta, basada en uno de los poemas de Carpentier. Un año después publicó, en francés, el ensayo Los puntos cardinales de la novela en América Latina, en la revista parisina Le Cahier. Fue nombrado jefe de redacción de Imán, revista publicada en castellano.

En 1932 Paul Deharme lo contrató para la emisora de radio Poste Parisien. Escribió para el compositor francés Marius F. Gaillard el texto de la cantata La pasión negra, cuyo estreno constituyó un indiscutible éxito en París. En 1933 fue nombrado director de programas en la emisora de radio Le Poste Parisien. A partir de ese año y hasta 1939 dirigió los estudios Fonoric, de París, dedicados a grabaciones musicales y programas de radio.

Perteneció a una célula de propaganda de la organización clandestina antimachadista ABC en París. Participó, dentro del Comité de Jóvenes Revolucionarios (en Francia), en la publicación de El terror en Cuba con ilustración de Carlos Enríquez y financiamiento del músico Edgar Varèse.

En 1934 viajó a Madrid, donde publicó ¡Ecué-Yamba-O! y entabló amistad con Federico García Lorca, Rafael Alberti Merello, José Bergamín y Pedro Salinas, allí festeja el fin de la tiranía machadista.

En 1937 participó, junto a Nicolás Guillén, Juan Marinello, Leonardo Fernández Sánchez y Félix Pita Rodríguez, como representantes de Cuba, en el Segundo Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, celebrado en Madrid, Valencia y Barcelona, en medio de bombardeos y ciudades sitiadas. Publicó en Carteles una serie de trabajos titulados España bajo las bombas en los que describió sus experiencias de la España Republicana. Ese año compuso una música incidental para la Numanciade Cervantes, presentada por Jean-Louis Barrault en el Thèâtre Antoine.

En 1938 escribió la cantata para voces masculinas Invocaciones, a la que puso música Darius Milhaud. Realizó la adaptación radiofónica de El libro de Colón, de Paul Claudel. Publicó, el 18 de julio, el artículo ¡Abajo la inteligencia! ¡Viva la muerte! en la revista Mediodia de La Habana. Ratificó aquí su condena al franquismo.

Primer regreso a Cuba

En 1938 regresó a Cuba y en junio de ese año pronunció una conferencia titulada Las zonas inexploradas del sonido, en la Institución Hispano-Cubana de Cultura. Comenzó a colaborar con las publicaciones Revista Cubana, Conservatorio, La Gaceta del Caribe, Orígenes y Nuestro Tiempo. En 1940 inició su colaboración con el magazine habanero Tiempo Nuevo y también desempeñó la jefatura de redacción. El 17 de abril preparó, junto a Ángel Lázaro, una adaptación radiofónica de El Quijote. Imparte un curso de Historia de la Música en el Conservatorio Nacional.

El 19 de octubre de 1940 se realizó el estreno del cortometraje El desahucio, auspiciado por la Cuba Sono Film, primer film cubano de ficción de temática social, fotografiado por José Tabío, con textos escritos por Juan Marinello sobre un cuento de Vicente Martínez, musicalizado por Alejo Carpentier e interpretado por obreros aficionados. El estreno se efectuó en el Club Social de Empleados y Obreros de la ruta 20, en La Ceiba, Marianao.

En 1941 se casó en Santa María del Rosario, con Lilia Esteban Hierro, con cuya familia estaba ligado, desde la adolescencia, por múltiples lazos de amistad. Ese año impartió un curso de Historia de la Música en el Conservatorio Nacional de Música Hubert de Blanck en La Habana. En 1942 organizó la primera exposición de Pablo Picasso en La Habana. La Agrupación de la Crónica Radial Impresa (ACRI), lo seleccionó como el autor dramático más destacado del año.

En abril de 1942 atendió el laboratorio de sonido de la nueva película de José Tabío El desalojo del Hato del Estero, la cual fue escrita por Nicolás Guillén. El 30 de septiembre de ese mismo año se realizó el estreno de Manzanillo, un pueblo alcalde, patrocinado por la Cuba Sono Film, con realización y fotografía de José Tabío, textos escritos por Ángel Augier y musicalización de Alejo Carpentier. El estreno ocurrió en la inauguración del Club Mella, en el reparto Los Pinos.

En 1943 escribió una novela inédita e inconclusa, titulada el El clan disperso, que habría de evocar la época de creación y actividades del Grupo Minorista. Se realizó por la Cuba Sono Film el documental Azúcar amargo, que denunciaba la explotación de los trabajadores de la caña de azúcar. El texto de la narración estuvo a cargo de Luis Felipe Rodríguez. A Alejo Carpentier le correspondió la grabación en disco y la selección musical. El estreno de Azúcar amargo tuvo lugar en la Federación Nacional de Trabajadores Azucareros, en la calle Tejadillo.

Visitó Haití con Louis Jouvet y su esposa Lilia en 1944. Ese mismo año viajó a México, donde el Fondo de Cultura Económica le encargó La música en Cuba para su colección Tierra Firme. Regresó a Cuba y se incorporó a la actividad musical y literaria del país. Realizó investigaciones musicales y descubrió la obra de Esteban Salas en la Catedral de Santiago de Cuba. El 17 de mayo inició sus crónicas en el periódico habanero Información, que aparecen ilustradas con su caricatura. Publicó el cuento Oficio de tinieblas en la revista cubana Orígenes y, en una plaquette, Viaje a la semilla, con ilustraciones de Esteban Boloña.

Vida en Venezuela

Carpentier junto a su esposa Lilia Esteban Hierro en Caracas en la década del cincuenta.

En 1945 viajó a Caracas, capital de Venezuela, a causa de una invitación que le hizo Carlos Eduardo Frías, quien le pidió ayuda para fomentar un Departamento de Radio en Caracas. Esta empresa llegó a convertirse en publicidad Ars, en la que trabajó hasta 1959. En este periodo dirigió programas radiales y las relaciones públicas requeridas por Ars y comenzó a colaborar en El Nacional de Caracas entre 1946 y 1958.

En 1946 comenzó a dirigir la cátedra de Historia de la Cultura en la Escuela de Artes Plásticas, labor que realizó hasta 1957. Es mismo año publicó en México La música en Cuba, donde Carpentier mediante un recorrido por la historia musical de la isla y sus interrelaciones con el acontecer cultural y social del país, dotó al catálogo editorial cubano de un volumen profundo y sugerente en sus análisis[7]. También publicó en diario El Nacional de Caracas el cuento Los fugitivos, con mención honorífica en el concurso anual de este periódico.

Un año después comenzó un recorrido por la Gran Sabana Venezolana, Alto Orinoco y el territorio amazónico, cuando regresó publica en El Nacional de Caracas la primera parte de Visión de América, colección de cinco artículos que, a partir del 25 de enero de 1948, aparecieran en la revista Carteles. Los elementos de esta bibliografía activa integrarían años después Los pasos perdidos.

Finalizó en 1948, en Caracas, El reino de este mundo, relato inspirado en su viaje a Haití en 1944. El prólogo de esta obra, titulado Lo real maravilloso de América, había sido publicado por primera vez el 8 de abril en El Nacional de Caracas. Al año siguiente publicó en la capital venezolana, tras el estreno de la ópera Tristán e Isolda del compositor alemán Richard Wagner, el ensayo Tristán e Isolda en Tierra Firme[8] y en México, El reino de este mundo.

El 1 de junio de 1951 inició en El Nacional de Caracas la sección Letra y Solfa, en la cual publicaría, hasta 1959, cerca de tres mil artículos de literatura, música y arte universales. En 1952 publicó el cuento Semejante a la noche en la revista Orígenes. Dos años después publicó un fragmento de El acoso en la revista Les Temps Modernes, de París. Participó activamente en la organización del Primer Festival de Música Latinoamericana de Caracas.

Realizó un viaje de descanso a París en 1955 y el avión aterrizó forzosamente por reparaciones en Guadalupe. En esta isla concibió la idea de escribir El Siglo de las Luces.

En 1956 publicó en Buenos Aires, El acoso. Recibió el premio del mejor libro extranjero (otorgado por once de los principales críticos literarios de París) por su novela Los pasos perdidos, la cual sería llevada al cine al año siguiente por la Tyrone Power Corporation. Tomó parte activa en la organización del Segundo Festival de Música Latinoamericana, que tuvo lugar en Caracas en 1957.

En 1958 realizó un viaje a las Antillas Francesas. Publicó en México su obra Guerra del tiempo. Mientras que en Munich, la Editorial Piper publica Los pasos perdidos en idioma alemán bajo el título Die Flucht nach Manoa, siendo proclamado el mejor libro del mes por un jurado de críticos literarios de la ciudad de Darmstadt.

Regreso definitivo a Cuba

Alejo Carpentier junto a Carlos Rafael Rodríguez, Blas Roca y Fidel Castro.

Con el triunfo de la Revolución Cubana, en 1959, regresó a la capital cubana donde fue designado administrador general de la Editorial de Libros Populares de Cuba y el Caribe. Publicó en la Nueva Revista de Cuba una versión de los capítulos I-III de El siglo de las luces. Colaboró, a partir de esta fecha, en publicaciones seriadas cubanas: El Mundo, Revolución, Granma, La Gaceta de Cuba, Unión, Cuba, Islas, Casa de las Américas, Bohemia, Revolución y Cultura.

En 1960 fue nombrado por el Gobierno Revolucionario vicepresidente del Consejo Nacional de Cultura. Siendo ratificado al año siguiente, en el cual también fue designado vicepresidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Representó a la Isla en, junto con Nicolás Guillén, en el Séptimo Festival del Libro Mexicano.

Participó en el Primer Congreso de Escritores y Artistas Cubanos. En 1962 fue nombrado por el Decreto NO. 3174, Director Ejecutivo de la Editorial Nacional de Cuba, cargo que ocupó hasta 1966. Impartió clases de Historia de la Cultura en la Escuela de Historia de la Universidad de La Habana. Fue uno de los responsables de la revista Unión, junto con Nicolás Guillén y Roberto Fernández Retamar.

En 1963 Ediciones R se publicó en La Habana la novela El siglo de la luces. En París, un jurado de nueve críticos de la prensa la eligió como uno de los diez mejores libros del año. Encabezó la delegación de Cuba a la Bienal de Arte de Sao Paulo, Brasil.

En 1965 realizó una gira de conferencias por importantes universidades francesas y dos años después presentó testimonio ante el Tribunal Rusell en Estocolmo, donde denunció los crímenes de Estados Unidos en Viet Nam. Un año después fue designado Ministro Consejero de la Embajada de Cuba en Francia hasta 1980.

En 1968 publicó Héroe de América, un homenaje a Ernesto Che Guevara en un número especial de la revista Casa de las Américas, y en 1969 los ensayos Literatura y conciencia política en América Latina. Viajó a Francia como Ministro Consejero para Asuntos Culturales en la Embajada de Cuba en París.

La Casa de las Américas editó un disco con fragmentos de El reino de este mundo, Los pasos perdidos, El acoso, El siglo de las luces y presentó el 30 de diciembre la exposición Lo real maravilloso en la obra de Alejo Carpentier. El ICAIC editó el cartel Carpentier 70 y realizó los documentales Habla Carpentier sobre La Habana (1912-1920), Habla Carpentier sobre la música cubana, Habla Carpentier sobre el surrealismo y Habla Carpentier sobre su novelística, dirigidos todos por Héctor Veitía[9].

En 1972 publicó en Barcelona El derecho de asilo. Dos años después publicó en México El recurso del método y Concierto barroco. Ese año se realizó un homenaje nacional, en Cuba, por su setenta aniversario. El acto inicial fue celebrado el 20 de diciembre en la librería Lalo Carrasco del hotel Habana Libre. El 26 de diciembre, el Comité Central del Partido Comunista de Cuba le rindió homenaje en el Auditorium Amadeo Roldán.

En 1975 recibió de la Universidad de La Habana el título de Doctor Honoris Causa. Recibió una invitación de la Universidad Central de Venezuela para visitar esa nación, en la cual permaneció durante tres semanas. Pronunció varias conferencias recogidas en Razón de ser. Recibe los Premios Internacionales Alfonso Reyes y el Cino del Duca[10]. El 2 de diciembre del año siguiente fue electo Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular por el municipio Habana Vieja, cargo que ocupó hasta su fallecimiento.

El Rey Juan Carlos I de España le entregó a Carpentier el Premio Miguel de Cervantes 1977.

En 1978 viajó a España para recibir el Premio Miguel de Cervantes 1977, la más alta distinción literaria de España. Fue el primer intelectual latinoamericano que lo obtuvo. La personalidad de Carpentier, de formación francesa y raigambre indigenista, fue definida en el acto de entrega del premio por Pío Cabanillas como[11]:

universal, por su peripecia vital, que le llevó a conocer la civilización de nuestro viejo continente, y a contrastarla con las raíces autóctonas amerindias, por las que sentía una visceral inclinación, para desarrollar el concepto de americanía como factor aglutinante de varias culturas: la europea, la americana y la indígena, en un esfuerzo por hallar la identidad cultural hispanoamericana.

Publicó en el propio 1978 La consagración de la primavera en la latinoamericana Siglo XXI Editores. El recurso del método fue llevado al cine por el cineasta chileno Miguel Littin[12].

En 1979 publicó El arpa y la sombra (Siglo XXI Editores). En noviembre del mismo año viajó a París para recibir el Premio Medicis Extranjero por la traducción al francés de El arpa y la sombra. Muchos lo vieron como un fuerte candidato para ganar el Premio Nobel de Literatura, pero lo sorprendió la muerte en la capital francesa el 24 de abril de 1980. A su cadáver tendido en la base del Monumento a José Martí, en la Plaza de la Revolución, le rindieron conmovedor homenaje fúnebre el gobierno revolucionario en pleno y el pueblo habanero en representación de todos los cubanos.

Obras

Obras destacadas
Edición cubana de su obra El reino de este mundo.
Edición cubana de su obra El reino de este mundo.
Edición cubana de su obra El siglo de las luces.
Edición cubana de su obra El siglo de las luces.

Alejo Carpentier es considerado uno de los artífices de la renovación de la narrativa latinoamericana, en particular por su estilo de escritura, que incorpora todas las dimensiones de la cultura –incluidos sueños, mitos, magia y religión- en su idea de América. Definió su método artístico como expositor de lo "real-maravilloso" americano en su barroca realidad. Incursiono en el periodismo, la poesía, la narrativa, la música (letras para música) y otros géneros que lo convirtieron en un escritor universal.

Ejerció la modalidad de periodismo culto, la cual dio a conocer sus extraordinarias cualidades como crítico literario, de teatro, de pintura, de escultura y de cine, sus profundos conocimientos de historia, arquitectura clásica y moderna, etnología, geografía, filosofía y política. Una muestra muy exigua de su virtuosismo, pues su obra total en este campo comprende más de 4 000 artículos, se puede hallar en sus Crónicas, La Habana, 1976, dos tomos, donde se reúnen 146 artículos y en Letra y solfa, Caracas, 1975, con un centenar de los publicados en El Nacional de Caracas, todo lo cual confirma su variada y profunda cultura y su depurado estilo periodístico.

Escribió los libretos de las cantatas Yamba-O 1928 y La pasión negra 1932, ambos con música de Marius François Gallard, y Las puertas del sol 1970, con música de Michel Pung. Colaboró con Darius Milhaud en la cantata Invocations, con Paul Claudel en Le livre de Cristophe Colombo -para radio- y con René Dahon Maeterlink en La princese Maleine. Textos suyos fueron musicalizados por varios compositores, entre ellos el cubano Alejandro García Caturla. En Social y Carteles, publicó traducciones del francés de cuentos, ensayos y artículos. Tradujo al francés el poema de Pablo Picasso El entierro del Conde de Orgaz.

A partir de El reino de este mundo, sus novelas han sido traducidas a distintas lenguas occidentales: alemán, checo, danés, eslovaco, finlandés, francés, holandés, húngaro, inglés, italiano, lituano, noruego, polaco, portugués, rumano, ruso, sueco, serviocroata; algunas de ellas han visto numerosas ediciones.

Sus obras más destacadas en la narrativa fueron:

Ensayos
  • La música en Cuba (1946)
  • Tristán e Isolda en tierra firme (reflexiones al margen de una representación Wagneriana) (1949)
  • Tientos y diferencias (1964)
  • La ciudad de las columnas (1970)
  • La novela latinoamericana en vísperas de un nuevo siglo y otros ensayos (1981)
Novelas
Poesía
  • Liturgia en Revista de Avance, La Habana, 1927.
Relato
Testimonio
  • Crónicas (1972.2 Vols)

Premios

Enlaces externos

Referencias

Fuentes