Historia del municipio Trinidad (Provincia de Sancti Spíritus)

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Historia de Trinidad
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Escudo de Trinidad
Cronología
Época precolombina
Colonia
Fundación de la villa
Primeros tres siglos
Producción azucarera
Actividades independentistas
Etapa republicana
República naciente
Machadato
Últimas dos décadas
Dictadura Batistiana
Revolución en el poder
Lucha Contra Bandidos
Reorganización del territorio

Historia de Trinidad. El actual municipio cubano de Trinidad posee una rica historia que comienza con los asentamientos aborígenes establecidos en el territorio que actualmente ocupa el municipio, lo que se le denomina etapa precolombina, y llega hasta la actualidad, pasando por la ocupación española, las luchas de independencia, la etapa republicana o seudorepública hasta llegar a la etapa revolucionaria.

Trinidad fue la tercera villa fundada en Cuba por los conquistadores españoles quienes, liderados por el militar español Diego Velázquez de Cuéllar, establecieron la villa a principios de 1514[1]. Desde ese entonces la villa vivió momentos de prosperidad y decadencia durante la etapa colonial. De Trinidad partieron los españoles que apoyaron a Hernán Cortés en la conquistas de las tierras mexicanas[2]. A partir del siglo XVII comenzó en la ciudad y sus alrededores una fuerte actividad agrícola basada en la producción azucarera siendo uno de sus ingenios, el Guáimaro propiedad de José Mariano Borrell y Padrón, el mayor productor de azúcar (82,000 arrobas[3]) del mundo en 1827.

En Trinidad se abogo por la independencia de Cuba mucho antes de 1868, pero a diferencia de los insurgentes del Oriente cubano que deseaban la independencia absoluta del Imperio Español, los trinitarios buscaban la anexión a los Estados Unidos. Entre los personajes más relevantes que deseaban este hecho se encontraban Narciso López (militar venezolano que le encargo a Miguel Teurbe Tolón los actuales símbolos nacionales de Cuba: bandera y escudo) y Jose Aniceto Iznaga Borrell quien deseaba la anexión y se entrevisto en una ocasión con Simón Bolívar para que apoyara su causa.

Durante el periodo republicano o de la seudo-república la región fue un especie de feudo para los dictadores de la isla, como fueron los gobiernos dictatoriales de Mario García Menocal, Gerardo Machado y Fulgencio Batista. Tras el derrocamiento de Batista en 1959 se instauro en el poder la Revolución Cubana la cual enfrento los llamados alzados o bandidos que se instauraron en el Escambray y fueron derrotados en la denominada Lucha Contra Bandidos. Después de esa fecha se profundizaron los cambios para bien de los pobladores de la ciudad la cual, tras la división político-administrativa del país en 1976, se convierte en un municipio de la provincia de Sancti Spíritus. En 1988 la UNESCO inscribió en la Lista del Patrimonio Mundial el Centro Histórico de Trinidad junto al Valle de los Ingenios[4], zona donde prosperó el azúcar con la llegada de las familias Iznaga, Borrell y Brunet hacia la mitad del siglo XIX.

Época precolombina

Asentamientos aborígenes en la zona de Trinidad.

Una característica que distingue a Trinidad precolombina es la mezcla de culturas primitivas que en esta habitaron tras viajar desde otros lugares del Caribe, como la cultura aruaca, que partiendo de la cuenca Orinoco-amazónica se extendieron por el rosario de pequeñas islas del Caribe hasta Cuba; las del Golfo de México y con preferencia de la península de Yucatán; y desde la península de La Florida, vía Bahamas, sin descartar otras posibles migraciones desde Centroamérica[5].

En opinión de la arqueóloga Lourdes Domínguez, Trinidad se halla incluida en la región arqueológica centro sur de Cuba[5], comprendida geográficamente en la franja sur de las actuales provincias de Cienfuegos y Sancti Spíritus. En Trinidad, parte integrante de este conjunto, han sido localizados varios asentamientos neolíticos, pero también, en opinión de la arqueóloga e historiadora Teresita Angelbello, el número de sitios arqueológicos correspondientes a comunidades con tradición mesolítica es notable, tanto por la cantidad como por la calidad del material colectado. Estos grupos amerindios arribaron a la región por vía marítima sobre el siglo XXV a.n.e. estando temporalmente hasta el siglo X d.n.e. Grupos similares de otros lugares de Cuba (aspectos Ciboney Guayabo Blanco/Guanahacabibes) arribaron a sus costas en el siglo XX a.n.e. y desaparecieron en el X d.n.e. según se ha podido determinar gracias a las fechas obtenidas por la utilización del radiocarbono y el colágeno[6].

Los primeros habitantes del territorio pertenecían a un grupo de origen arahuaco asentado en el cacicazgo de Guamuhaya, llamado Siboney, los que practicaban como forma de subsistencia la recolección, la caza, la pesca, así como una agricultura y una cerámica muy rudimentarias, empleando conchas marinas y huesos, además de muchos adornos y pinturas.

También llegados presumiblemente de la América centro-sur, con tradiciones mesolíticas de fase media, se ubica a los siboneyes aspectos Guayabo Blanco/Guanahacabibes. Pescadores-recolectores-cazadores, como los que les precedieron, deben haber iniciado el poblamiento de la región hacia el siglo X a.n.e. y la ocuparon hasta el siglo X d.n.e. Tanto unos como otros ocuparon sitios de la sabana costera, al sur de la pequeña sierra de Aracas y entre los linderos del Valle de Trinidad[7].

Otros amerindios con tradiciones mesolíticas tardías se conocen en Cuba a partir del año 500 a.n.e. (siglos VI a.n.e.), dando comienzo en la isla al proceso protoagricultor, que se vincula con la domesticación de las plantas silvestres y la fabricación de cerámica, rasgos típicos de las tradiciones neolíticas tempranas. En relación con las comunidades de tradición neolítica, los subtaínos arqueológicos o Macoriges históricos son comunidades de agricultores-ceramistas identificados con la serie de cerámica Meillac, y por eso denominados también meillacoides por algunos investigadores. Fueron aruacos los hombres que se asentaron sobre los años 1100 y 1300 en la franja costera que correo desde la bahía de Jagua, en la actual Cienfuegos, hasta El Masío, especie de bahía trinitaria. Existen rastros de asentamientos lacuno-paluestres de El Masío y la Laguna de los Algodones, al este de la actual ciudad trinitaria, en torno a los ríos Guanayara, Cabagán, Río Hondo y Río Cañas.

Varios estilo cerámicos nos permite seguir las rutas migratorias de estos hombres desde el septentrión de América del Sur hasta las Antillas Mayores, en particular, establecer la correspondencia tipológica entre la cerámica hallada en los residuarios de agricultores-ceramistas de Trinidad y la del prototípico sitio Meillac. También se puede decir que su estatura, rasgos y costumbres de deformarse el cráneo los identifican con otros aruacos de Cuba y con otros pueblos que viven en la actualidad al norte de Colombia, Venezuela y las Guyanas[8].

Este es la situación del territorio trinitario a la llegada de los españoles liderados por el Adelantado Diego Velázquez en 1513.

Colonia

Fundación de la villa

Adelantado Diego Velázquez de Cuéllar, conquistador español que funda la Villa de la Santísima Trinidad.
Escudo de la ciudad de Trinidad concebido por la corona española.
Los archivos de la corona española testifican que el viernes 23 de diciembre de 1513 arribó Diego Velázquez de Cuéllar al río del Guaurabo cerca de Jagua en donde predijo fundar la Villa de La Trinidad. Este hecho fue informado por Velázquez al monarca español Carlos V en una carta enviada en abril de 1514 donde indica que el 21 de diciembre de 1513[9][10]:
a los primeros pueblos de la provincia de Guamuhaya (...) una legua de la costa tierra adentro (...) en 23 (...) a la boca del río Tayaba legua i media del pueblo de mançanilla donde me vino a ver el cacique del pueblo i rogar que fuese á ver sus casas i pueblo, i aunque deseava ir a la pascua al (...) puerto de Xagua, porque no pensasen me recelava dellos, fui al pueblo, i alli acudieron de paz algunos caciques de la comarca (...).

A finales del año 1513, Velázquez ordeno un reconocimiento de la zona y a principio de 1514[1], en las márgenes del río Arimao cerca de la bahía de Jagua, amplia rada cuyas bondades fueron altamente apreciadas por los conquistadores, se funda la Villa de la Santísima Trinidad. La fundación de la nueva villa se realizó antes del 10 de febrero pues Velázquez en esa fecha envía unos barcos a cargar casabe para Trinidad[1]. Según el fray Bartolomé de las Casas, célebre defensor de la humanidad de los indígenas en su periplo caribeño, atribuye el establecimiento de la villa a la gran existencia de aborígenes en esta zona, los cuales eran fáciles de explotar[11]. En carta fechada el 1 de abril de 1514 por Diego Velázquez, el Adelantado atestigua la existencia de un poblado indígena llamado ManCanilla, donde las hueste europeas se encontraron con los caciques Manatímahuraguana y Caracamisa[12].

Tan importante fue Trinidad para el tráfico y trasiego entre La Española y el continente que el propio Rey Fernando V de Castilla, tan pronto tiene noticias de la fundación de la Villa, escribe en Real Cédula de 9 de octubre de 1514, al Adelantado Velázquez[13]:
Continuad como hasta aquí en la pacificación y conversion de los indios, pues muestran mejor disposición a la fe que los de la Española. Tengoos en servicio de haber cobrado el hombre y las dos mujeres que habia muchos dias estaban en poder de indios. Decid si ya es tiempo de embiar algunos frailes, pues aunque ese que tenéis con vos bautizando es tan buena persona, poco fruto hará solo. Tengoos en servicio los tres pueblos nuevos a mas de la villa de la Asuncion que habiades hecho: continuad en hacer otros cerca de las minas. Ennobleced mucho al de la Trinidad, tanto por sus excelentes minas cuanto por la proporción de proveer a Castilla del Oro, provincia que procurareis bastecer de pan y carnes con gran diligencia. Bien me parece para los principios el repartimiento hecho, y procurad, por descargo de nuestra conciencia, que se guarden ahí las ordenanzas generales para el buen tratamiento de los indios. Los caciques e indios que mataron a los que vinieron de Castilla del Oro, sean bien castigados: siendo tantos los encarnizados contra españoles quizá convendría tomarlos y enviarlos para servir en la Española. Escribo sobre ello al Almirante y oficiales, y proceded con el parecer dellos, atendiendo a que ninguna alteración se cause. Todavia trabajad como se vuelvan a la Española los indios que de alli huyeron a esa, pues no sirven y alborotan á los otros. Ved si perdonándolos en nuestro nombre se volverán de su voluntad. Se enviarán algunas cosas de las que pedís en vuestro memorial. Cuanto a la licencia de descobrir otras islas al norte de esa, por ahora curad solo de lo que hacéis. Y para que mejor vénganlas cosas desa isla, deberá guardarse la misma orden que en la Española, con cuyos oficiales consultareis cuanto haya de hacerse, y me escribiréis juntamente con ellos.
(Año de 1514.— Octubre 19, Valbuena.)—Real cédula á Diego Velázquez encargándole haga nuevos pueblos, ennoblezca la villa de Trinidad y procure bastecer de pan y carne á Castilla del Oro, trate bien á los indios y devuelva á la Española los que de allí huyeron.—(Acad. déla Historia, colee. Muñoz, t. xc, fol. 137.)—Extracto. Se respetó la ortografía del original.
El lugar de la primera ubicación de la villa quedó distante de los ríos donde se establecieron los lavaderos de oro. A mediados de 1515[1] ya se encontraba en su actual emplazamiento, en la cercanía del poblado indígena de Manzanillo —en el que Diego Velázquez pasó la Navidad del año 1513 agasajado por el cacique Manatiguahuraguana— y que según el Fidalgo de Elvas era el mayor pueblo de indios de Cuba[1]. Al criterio del obispo Pedro Agustín Morell de Santa Cruz, el traslado fue motivado por acercarse a la aldea aborigen que:
quedaba en el centro de los pueblos de indios situados en la comarca: todos habían de quedar sujetos a la nueva población (...)[14]

En la región trinitaria existieron varios lavaderos de oro de gran explotación por parte de los españoles. El propio Velázquez le escribió al Rey solicitándose herramientas y recursos para sacar oro y para hacer labranzas[15]. Pánfilo de Narváez, uno de sus capitanes más conocidos, solicita en los años que siguen el establecimiento de otra fundición de oro en Trinidad, similar a la que ya existente en Santiago de Cuba, para que sirviese en la atención a los mineros del oeste de la Isla[16].

Esto es lo que explica el establecimiento en Trinidad de grandes encomenderos de indígenas y aventureros que después se harían tristemente célebres en el continente, cuando el oro de aluvión trinitario comenzó a desaparecer rápidamente. Entre los residentes de la Villa que se hicieron famosos por sus conquistas están: Juan de Grijalba (primero que intento conquistar a México), Francisco Hernández de Córdoba (explorador y descubridor de las costas de Yucatán), Bernal Díaz del Castillo (cronista de la conquista de la Nueva España) y los hermanos Pedro, Diego y Alonso de Alvarado (exploradores de Guatemala y Perú).

En 1518, zarpando del puerto de Trinidad con unos 11 naviós, Hernán Cortés inicia su expedición hacia México[2]. Cortés estuvo diez días en la región trinitaria decisivos para su despoblamiento ya que se unión a su empresa varias decenas de españoles de Trinidad y su vecina Sancti Spíritus, fue tan grande el estrago que se profuso refundirlas en una sola, propuesta que fue finalmente rechazada.

Primeros tres siglos (1501-1800)

Trinidad era un asentamiento rico en oro, pero al agotarse este mineral se produce un gran despoblamiento como en el resto de la isla. A finales del siglo XVI solo quedaban seis familias españolas en la comarca. Con el descenso de la población nativa comienza la importación masiva de esclavos africanos. Para ese periodo la función estratégica de la ciudad portuaria es suplantada por su función económica.

Francisco Iznaga, fue un rico terrateniente de origen vasco asentado en la región oriental de Cuba durante los primeros años de la colonización de la isla. Fue elegido regidor de la villa de Bayamo en 1540 fundada en 1513 por Diego Velázquez, va a ser uno de los más prominentes hacendados de la villa. Iznaga fue origen de un poderoso linaje que se asentó finalmente en la villa. Sus descendientes defendieron la causa autonomista y la anexión a los Estados Unidos en el siglo XIX.

Durante los primeros tres siglos de la colonia, la actividad económica fundamental fue el llamado "comercio de rescate", el contrabando con los corsarios y piratas del resto del Caribe, lo que provocó muchos problemas con el gobierno central de la isla.

A finales del siglo XVI en la Villa coge fuerza la producción de ganado mayor y menor. También se destaca la producción tabacalera la cual se localizaba cerca de los ríos Agabama y Manatí y sus afluentes, Caracusey y Ay, aunque otros estudiosos también la sitúan al este de la Villa, en zonas libres de ganados y con buenos accesos a la costa. Trinidad, junto con Bayamo y en menos medida Santiago de Cuba, desarrollan a pasos agigantados sus economías de auto-abastecimiento. En cuanto a la primera, Trinidad, se sabe que ya a finales del citado siglo refuerza su habitual comercio de casabe con las colonias caribeñas vecinas y cueros con España, mientras que otros productos ganaderos y el tabaco los contrabandeaba con sus socios comerciales caribeños gracias a su excelente posición geográfica. Ya en el siglo XVII la Villa de la Santísima Trinidad ocupaba el tercer lugar entre las poblaciones cubanas y servía como capital de las villas centrales (Trinidad, Sancti Spíritus y Remedios), las cuales gozaron de autonomía hasta que el 9 de julio de 1621 el Rey ordeno que quedaran bajo jurisdicción habanera[17].

La colonización ganadero-tabacalera de Trinidad sigue avanzando durante el transcurso del siglo XVII e inicios del XVIII en todo su valle y en los pequeños valles intramontanos de la cordillera[18]. Trinidad exportaba su tabaco hacia Cartagena de Indias y a Portobelo, este último le daba grandes beneficios ya que le permitía el comercio con el Virreinato del Perú. Gracias a todo ello se puede decir que la flota mercante de ese entonces era una de las buenas flotas existentes en Cuba en cuanto a la navegación transcaribe[19].

Holandeses, ingleses y franceses eran habituales socios comerciales de los trinitarios, resultando una válvula de escape al monopolio español del sistema de flotas que había privilegiado a La Habana como centro del Mar Caribe. Por eso los gobernadores de Cuba, Francisco Riaño Gamboa (1634-1639), Juan de Salamanca (1658-1663), Rodrigo de Flores Aldama (1663-1664) y Francisco Dávila Orejón (1664-1670), concedieron numerosos permisos para armar en corso a particulares de Trinidad y se crearon milicias blancas de a pie y a caballo, comandadas por oficiales veteranos[20]. También hubo sus ataques a Trinidad, como los efectuados por los ingleses en 1639 y 1642.

Desde finales del siglo XVII en Trinidad coge auge el contrabando llegando a tal nivel que el gobernador de la Isla, Gregorio Guazo Calderón, ordena en 1722 apresar, encausar y embargar los bienes de varios de los miembros del cabildo trinitario, en un proceso judicial con carácter retroactivo montado desde 1716 y no termina hasta 1725. En estos juicios se procesaron a cuatro alcaldes ordinarios, cuatro regidores y un teniente de justicia y guerra[21], o sea, miembros de la alta sociedad trinitaria.

Parece que el cabildo trinitario, tratando de evitar mayores presiones, propuso ese mismo año fortificar sus costas con recursos locales, so pretexto de defender la región, y a cambio de se le permitiese expedir nuevas patentes de corso, lo que le es denegado por el gobierno central temiendo un fortalecimiento del gobierno local. Trinidad ya contaba en esa época con parapetos y dos puntos elevados de defensa (lomas de La Vigía y de La Popa), además de sus correspondientes cañones y milicianos, que abarcaban la ciudad y sus dos principales puertos: Casilda y el río Guaurabo[22][23].

En este siglo, XVIII, la acumulación de capitales por la burguesía trinitaria viene principalmente del tabaco y el comercio del mismo con los corsarios y piratas, además de la cada vez más frecuente utilización de esclavos como mano de trabajo barata. Cada vez eran mayores las quejas de la Real Factoría de Tabacos al Gobernador de la isla y a las Cortes por los denominados extravíos de tabacos del puerto trinitario, algo que se hizo muy común durante la Independencia de las Trece Colonias. En cuando a los esclavos se conoce por texto de la época, que en Trinidad existían diez goletas destinadas al trasiego de esclavos entre los años 1789 y 1798[24].

Además, Trinidad era apostadero de cuatro goletas de la Real Compañía de Comercio de La Habana que debían cubrir el tramo entre su puerto y cabo Cruz, al sur de la región bayamesa, para evitar, supuestamente, el contrabando, mientras lo que hacían en realidad era proteger a sus practicantes del patio ahuyentado a los tratantes extranjeros[25]. Allí también depositaban sus presas los corsarios y buques de guerra franceses aliados de España. Tal fue su importancia marítima que Trinidad contaba con una Capitanía de Mar y Guerra, subordinada directamente al Gobernador General de la Isla desde principios del siglo XVIII[26], se ha podido contabilizar que entre los años 1719 y 1798 se habían otorgado, al menos, unos 71 permisos de corso. Un escrito de la época dice[27]:
Es pueblo de muchos marineros, y los más famosos en la Ysla para el corso.

Ya en 1781 la villa tenía una población de unos 7000 habitantes y por lo general los principales destinos de los productos trinitarios eran: Portobelo y río Chagres (Panamá), Golfo de Campeche (Nueva España), Jamaica (Imperio Británico) y Cartagena de Indias (Virreinato de Nueva Granada).

Lealtad a España

Escudo de Atribución
Escudo  con las banderas inglesas pero sin el gorro  frigio.
Escudo con las banderas inglesas pero sin el gorro frigio.
Escudo con  las banderas inglesas con el gorro frigio.
Escudo con las banderas inglesas con el gorro frigio.
Escudo no oficial de la ciudad que rigió en la misma durante el siglo XX hasta bien entrada la Revolución Cubana.

Durante este periodo los habitantes trinitarios también tuvieron la posibilidad de demostrar su lealtad a la monarquía española, hecho que fue demostrado durante el ataque de los ingleses a La Habana y los mese posteriores al mismo.

En julio de 1762, un mes después del inicio de la Toma de La Habana por los ingleses, la región envió para la defensa de la capital colonial dos compañías de milicianos compuestas por un total de 300 hombres al mando del comandante Benito Luján, quien a su vez fue designado comandante de las milicias compuesta por personas del interior de Cuba y que se encontraban en la capital, estas estaban integradas entre unos 700 y unos 1000 efectivos. Las fuerzas fueron derrotadas al intentar recuperar la loma de La Cabaña, en cuyo acto perdieron unos 400 hombres, pero lograron en su retirada tomar puntos dominantes en la bahía habanera que le permitieron seguir combatiente hasta la capitulación española[28]. Además, Trinidad había colaborado con el envió hacia La Habana de 500 reses para abastecerla durante el ataque, a la par se construyeron cuatro nuevos fortines para defender la sureña ciudad[29].

El 3 de septiembre del mismo año llegan a las costas trinitarias una armada británica compuesta por 7 embarcaciones y 2 bongos armados en guerra. Sintiéndose dueños de La Habana los ingleses intentaron desembarcar tropas en dos ocasiones, siendo totalmente rechazados, aunque permanecieron tres días amenazando al puerto de Casilda. Ante al presión el Gobernador interino de la jurisdicción, subteniente Antonio María de la Torre, se mostró a favor de los ingleses siendo depuesto inmediatamente por una revuelta popular que fue apoyada por unos 100 milicianos leales al rey español. En lugar de Antonio María se puso al anterior Teniente Gobernador, Martín Estaban de Aróstegui, quien estuvo en ese cargo hasta que el 30 de noviembre de 1762 fue nombrado Joseph de los Reyes y Mansera. Durante la toma de posesión de Joseph se le comunicaba al gobernado británico de La Habana, Lord Albemarle, que Trinidad era leal al Rey de España.

En 1795 la ciudad es designada como cabecera de la Tenencia de Gobierno de las Cuatro Villas (Trinidad, Sancti Spíritus, Remedios y Villa Clara -esta última fundada en 1689) lo que le posibilito un aumento ganancias económicas. Intentado retomar la Isla los ingleses lanzan un último ataque a la misma pero esta vez por Trinidad en 1797, con antecedentes en 1795. En el primero de estos años buques de guerra de esta potencia desembarcan sus tropas y hostilizan la región, siendo rechazados y tomadas sus banderas, estas serían ubicadas en el escudo no oficial de la ciudad, como símbolo de la victoria sobre la armada británica, y que rigió por décadas en la medianía del siglo XX hasta bien entrada la Revolución Cubana.

Producción azucarera

En la isla de Cuba, el siglo XVII se caracteriza por el desarrollo de la ganadería y las plantaciones de caña de azúcar y de tabaco[2]. Aumenta la prosperidad de Trinidad paralelamente a la demanda española de productos de la ganadería y del tabaco.

En los finales del siglo XVIII, se acelera el desarrollo agrícola cañero debido al floreciente comercio con el resto de las islas de la región y la entrada de gran cantidad de esclavos a las plantaciones, el Valle de los Ingenios se convierte en una zona altamente productiva[2]. Lo que genera la construcción de numerosos ingenios en los valles cercanos. Según datos de la época para 1790 por el puerto de Casilda se exportaban oficialmente dos mil 300 cajas (423 toneladas) de azúcar purgado y una cifra posiblemente superior a esta de contrabando. En 1795 hay 32 ingenios que producen entre 50 y 60.000 arrobas de azúcar, de 800 a 1000 barriles de aguardiente (1 barril = 45 botellas) y en ocasiones unas 700 botijas de miel[30]. Este notable crecimiento azucarero esta en relación directa con el precio que adquiere el azúcar la cual sube a cantidades exorbitantes para la época: 40 reales por arroba la blanca y 36 reales por arroba la quebrada o morena[31], para estabilizarse hasta fines de siglo a un precio promedio de 24 reales para la blanca y 20 reales para la quebrada.

Vista actual de la casona del famoso Ingenio Guáimaro.
Trinidad, vista general tomada desde la Loma de la Vigía. Obra de Eduardo Laplante realizada en 1852.

Las ideas de la Revolución francesa y la independencia de el resto del continente tuvieron un gran impacto en Trinidad. En 1801 visita la villa el célebre barón prusiano Alejandro de Humboldt. Hacia 1803 ya existían varios ingenios de más de 100 esclavos y poco más tarde José Mariano Borrell y Padrón funda Guáimaro y Palmarito, dos de los entonces colosos de la producción. En 1827 el Guáimaro fue el mayor productor de azúcar (82,000 arrobas) del mundo[3]. En 1817 vivían en el territorio trinitario unas 16.126 personas, mientras que el censo de 1827 arroja que se empadronan en Trinidad, sólo en el área urbana, 12.543 habitantes. En esta época comienza el auge de las grandes construcciones de diversos estilos (el Palacio de Borrell, el Palacio Iznaga, el Palacio de Don Justo Cantero, el Palacio del Conde de Brunet y el Palacio de Bécquer). Diversos consulados se asientan en la villa y es visitada por gente del mundo entero.

El esplendor duró poco, pues se basaba en dos frágiles soportes: el trabajo esclavo, que constituye un freno para el desarrollo de las fuerzas productivas del capitalismo, y por otra parte, la sobreexplotación de los suelos y de los recursos energéticos comenzaron a incidir pronto en los bajos rendimientos agrícolas e industriales, en momentos en que otras producciones azucareras como la remolacha de Europa comienzan a ocupar mercado mundial.

Se inicia así, a partir de la cuarta década del siglo XIX, la decadencia de la, hasta entonces, floreciente ciudad, que no puede ser evitada ni aún con el proceso de modernización que algunos potentados pretenden introducir en sus ingenios. Los terratenientes emigran hacia otras regiones más desarrolladas y de mayores perspectivas como Cienfuegos, Sancti Spíritus y Puerto Príncipe.

El descenso de los precios del azúcar en el mercado mundial genera una profunda crisis en el territorio. La ciudad se encierra en un estilo neofeudal y pierde los privilegios que había ostentado. A mediados del siglo XIX la Comandancia General del Departamento es trasladada a Puerto Príncipe.

Relación de ingenios azucareros fundados en el Valle de Trinidad hasta 1857[32]
Relación de ingenios azucareros fundados en el Valle de Trinidad hasta 1857.
  1. El Palmar o Papayal
  2. La Pastora
  3. Cabarnao
  4. San José de Abajo o Ingenio Abajo o San Fecundo
  5. El Carmen
  6. San Juan Nepomuceno
  7. Las Mercedes o San Juan
  8. San Antonio
  9. Cacaibán
  10. Leandro
  11. Nuestra Señora del Rosario o Loma del Puerto
  12. San Isidro de Sabanilla (Abajo)
  13. Sabanilla
  14. Magua
  15. Corojal
  16. Manaca-Iznaga
  17. Santo Cristo de los Destiladeros o El Cüiro o Palacios
  18. San José de la Cruz o Altunaga
  19. Cayamas
  20. San Rafael del Palenque o Paso Real
  21. Las Bocas
  22. Monserrate
  23. Sacra Familia o Mayaguara
  24. Fernández
  25. Las Lajas
  26. Güinía de Soto o Cantero o El Carmen
  27. San Isabel de Cumbre o Canoa de la Lumbre o Las Cañas
  28. San Pablo de Algaba o Boca Chica
  29. Monserrate de Algaba o Bastida
  30. Santa Isabel
  31. Guáimaro
  32. Cañamabo
  33. Palmarito
  34. Mainicú-Bécquer o de Palmarejo
  35. Santa Rita de Palmarejo
  36. Palmajero Viejo
  37. San Carlos del Quemado
  38. Palmarejo
  39. San Blas o Santísima Trinidad
  40. Mainicú-Riquelme
  41. Santa Teresa
  42. Yaguaramas
  43. Aracas Nuevo
  44. Goatzacoalcos
  45. Laza
  46. Santa Inés de las Cañas
  47. San José del Ocuje u Ortega
  48. Castillo
  49. Yaguana
  50. El Ramón
  51. San José de Aracas (Marín)
  52. Central Trinidad
  53. No identificado
  54. Santa Isabel
  55. San José de Limones
  56. La Caridad
  57. San Francisco o La Asunción o La Ascensión
  58. El Condado
  59. San Isidro de Manacas o Manaca-Armenteros
  60. Jesús Nazareno
  61. No identificado
  62. San Isidro de los Destiladeros o Malibrán
  63. Buenavista o Jesús Nazareno
  64. Aracas Viejo
  65. Delicias o Agua Hedionda
  66. San Miguel

La concentración y centralización azucarera comenzó muy temprano en el valle trinitario a causa de la crisis económica de mediados del siglo XIX. Ante el avance tecnológico y las condiciones competitivas del mercado mundial en la década del 60 sólo pudieron hacer frente a la crisis los hacendados que tenían dinero en efectivo y posibilidades de crédito, mientras otros se arruinaban, demoliendo y/o vendiendo sus ingenios. En el primer caso se encontraban José Mariano Borrell y Lemus, Marqués de Guáimaro, propietarios de los ingenios Guaímaro y Palmarito; los herederos de Juan Guillermo Bécquer, dueños del Mainicú - Bécquer; Nicolás de la Cruz, Conde de Casa Brunet, del Yaguaramas; y la familia Iznaga, del Palmarejo Viejo y San José de Aracas, que lograron algunas innovaciones en estas instalaciones, al introducir en ellas modernos trenes al vacío y también ampliaron sus tierras.

Actividades independentistas

Labores independentistas

En la década de 1820, durante la Conspiración de los Soles y Rayos de Bolívar, el Gobernador y Capitán General de la Isla de Cuba, Francisco Dionisio Vives, le escribe al Ministro de Gobernación del reino español comunicándole el asunto[33]:
en la ciudad de Matanzas y en la de Trinidad, se ha empezado sumariamente [a proceder al respecto] y tal vez se descubrirá más de lo que se cree.
Primer pasquín político que se conoce en la isla de Cuba, el cual fue enarbolado en Trinidad en la primera mitad del siglo XIX. Fotocopia existente en el Museo Municipal de Historia.
En 1822 aparece en la Plaza del Mercado, aledaña a la de Carrillo, el primer pasquín político que se conoce en la isla de Cuba que con presuntas faltas de ortografías, a fin de tender un manto sobre el verdadero origen de aquellas letras, reclamaba el fin del colonialismo en la Isla[34]:
Biba la Independencia por la razón o la fuerza. Señor Ayuntamiento de Trinidad yndependencia o muerte.

En 1825 dos trinitarios, José Antonio Iznaga y Roque de Lara, se encuentran entre los firmantes del acta fundadora de la Junta Promotora de la Libertad Cubana, rubricada en Ciudad de México con el apoyo de los triunfantes independentistas mexicanos y de su propio presidente, Guadalupe Victoria[35]. Las labores de esta Junta encontraron la oposición norteamericana que no le convenía una abolición cubana de la esclavitud porque podía incentivar a confrontaciones en el sur de la Unión[36].

Otros dos hijos de la familia Iznaga, José Antonio y Antonio Abad, también apoyaron las tareas independentistas mexicanas por una Cuba Libre y se escribieron en varias ocasiones con El Libertador, Simón Bolívar, para que apoyase una insurrección armada en la Isla de Cuba. En los primeros meses de 1825 Bolívar dio su aprobación a la empresa libertadora, contando con la ayuda de México y la activa participación de los emigrados cubanos. Según el testimonio de Izanaga[37]:
Simón Bolívar, en su gran imaginación y en su gran ambición de guerrero emancipador, abrió el grandioso propósito de invadir con sus huestes a Cuba, y la geografía y la política le obligaban a darse la mano en las Antillas con las legiones de México, obedeciendo a las mismas urgentes e indeclinables necesidades que lo hicieron trasponer los Andes y unirse al ejército argentino-chileno en el litoral del Ecuador. Cuba era y tenía que ser, sobre todo, para Colombia y México lo que fué el Perú para el hemisferio del Sur; el punto de apoyo desde donde España, vencida pero no domada, intentaría la conquista de sus colonias. Colombia y México, por lo mismo, guiados por el instinto de conservación, reconocieron que tenían que luchar juntas, en los campos de Cuba y Puerto Rico. Bolívar en su exaltada fantasía, no limitaba su grandioso programa a la emancipación de las Antillas, fué más lejos y soñó hasta con invadir la misma España, para imponer por la fuerza el reconocimiento de la independencia de las nuevas repúblicas.
Bolívar, le reiteró a Iznaga lo que éste conocía sobradamente, la oposición declarada de Gran Bretaña y los Estados Unidos a que se invadiesen las islas de Cuba y de Puerto Rico, impedimento que el Libertador consideraba prácticamente insuperable entonces. Sin embargo, este último añadió a seguidas que Libres Cuba y Puerto Rico, Colombia no tendría que temer a las armas españolas y estaría tranquila, reduciría su ejército considerablemente y establecería un plan de economía que disminuyese los gastos, debiendo, además, contar con los auxilios que pudieran prestarle Cuba y Puerto Rico libres concluyendo con vehemencia El Libertador:
Si los cubanos proclamasen su independencia, presentando siquiera un simulacro de gobierno, y pidiesen entonces auxilio al Gobierno de Colombia, entonces ni el Gobierno de Inglaterra ni el de los Estados Unidos se opondrían, ni aunque se opusieran Colombia se detendría.
Bandera mandada a confeccionar por Narciso López en 1848 para una Trinidad independiente.

Por otro lado estaban los grandes azucareros que consideran una mejor opción para la Isla, al anexión a los estados esclavistas del sur de los Estados Unidos. En 1842 tomaba posesión del Cargo de Gobernador del Departamento Central el general del ejército español, de origen venezolano, Narciso López, quien se estableció en Trinidad. López trabajo, junto a otros miembros de la oligarquía trinitaria entre los que se encontraba José Sánchez Iznaga, por derrocar el gobierno colonial y anexarse a la Unión. Narciso López alentó la conocida Mina de la Rosa Cubana en 1848, quien diseño para esta una bandera que identificaba a Trinidad y luego sirvió de patrón para la actual enseña de la República de Cuba[34].

Conspiración de 1851
Isidoro Armenteros, independentista trinitario fusilado por las tropas españolas en 1851.

La conspiración más significativa la realizó el hacendado Isidoro Armenteros, teniente coronel graduado de milicias de caballería adscrito al ejército español y amigo del anexionista Narciso López, además de ser en el presidente de la Sociedad Libertadora de Puerto Príncipe. Armenteros quería detener al gobernador de la Isla que se encontraba en la región, pero ante el aviso de que los españoles habían descubierto la conspiración decidió, junto a unos sesenta y nueve hombres, entre los que figuraban el poeta Fernando Hernández Echarri y el mayoral del ingenio Palmarito, Rafael Arcís Bravo, hombre de confianza del marqués de Guáimaro, ir hacia el monte. En la montañas trinitarias Isidoro y sus hombre proclamaron el levantamiento en armas contra el régimen colonial, esto ocurrió el 24 de julio de 1851, en los márgenes del río Ay.

Entre los colaboradores de Isidoro estaban ricos hacendados y oligarcas trinitarios entre los que figuran el Conde de Casa Brunet, a través del administrador de sus bienes, Juan Cadalso; la familia Iznaga, a través de Alejo y Pedro José Isnaga, y Justo Germán Cantero.

Después de un ligero encuentro con las fuerzas españolas, la tropa de guerreros improvisados se internó en las montañas, acogiéndose poco más tarde, viendo fracasado el movimiento, al bando de indulto dictado por el gobierno. Armenteros, habiendo quedado solo en lugares desconocidos y sin orientación, el 1 de agosto decidió presentarse ante al teniente de regimiento de Tarragona, José María Espinosa, siendo conducido a Trinidad para ser juzgado por la Comisión Militar Ejecutora y Permanente. Después de 8 días de deliberaciones, el Tribunal Militar dictó el veredicto de muerte para el culpable[38].

El 18 de agosto de 1851, Armenteros, Echarri y Arcí fueron conducidos al lugar conocido como la Mano del Negro, donde fueron fusilados por la espalda. Por este hecho Isidoro Armenteros es conocido como El Mártir de Mano del Negro. Los demás implicados fueron condenados a penas de cárcel. Tras la decadencia de las tendencias anexionistas, diferentes condiciones internas y externas en la Isla llevan a un reforzamiento del reformismo.

Guerra de los Diez Años

Juan Bautista Spotorno, independentista trinitario que llegó a ocupar el cargo de Presidente de la República de Cuba en Armas entre 1875 y 1876.

La Guerra de los Diez Años iniciada por Carlos Manuel de Céspedes, llega con seis meses de atraso a la ciudad fuertemente militarizada. Las acciones independentistas durante esta primera etapa de la lucha se limitaron a la destrucción de cafetales y plantaciones. Debido a la fuerte custodia de la ciudad, esta permaneció en lo fundamental fuera del conflicto bélico.

La guerra en la región de Las Villas estalla en febrero de 1869, esta zona estaba bajo jurisdicción trinitaria pero el territorio de Trinidad era una región intrincada y con una fuerte presencia militar, la cual era pagada por los ricos hacendados de la villa, los que temían el fin de la esclavitud y eran grandes aliados de la corona hispánica. No obstante, los primeros meses de la guerra fueron favorables para la causa revolucionaria, la cual estaba relacionada con los hermanos cienfuegueros Federico y Adolfo Fernández Cavada, el primero con experiencia militar adquirida en la Guerra Civil Estadounidense. Los jefes insurgentes que más se destacaron fueron: Juan B. Spotorno -quien luego fuera Presidente de la República de Cuba en Armas-, Juan O'Bourke, Rafael Sarría, Rafael Valdés Busto, José Frías Cintras y otros[39].

En la Jurisdicción de Trinidad se mantiene todo el año 1869 la actividad guerrillera. Debíase en gran medida a la acertada dirección del General Federico Fernández Cavada, táctico eminente que tenía su base de operaciones en La Siguanea, era temido por los españoles por sus ataques sorpresivos e imprevistos. Con la experiencia militar que había adquirido en la Guerra de Secesión Norteamericana, preparó aguerridos hombres aplicando variantes específicas para las condiciones de Cuba. Unido a su actividad combativa, llevaba a cabo acciones contra la base económica del poderío español incendiando ingenios, liberando esclavos y destruyendo líneas férreas. Después de entrenar a sus hombres en asaltos a pequeños poblados concibió planes de ataque a ciudades como Trinidad y Cienfuegos ejecutados por él y su hermano Adolfo respectivamente. Sus tropas continuaron combatiendo en Palmira, Sipiabo, Manicaragua, Maguaraya, Ocuje, Güinía de Miranda y otros.

Para fortalecer las fuerzas libertadoras los trinitarios pudieron recibir refuerzos revolucionarios desde la vecina región de Cienfuegos, desde donde los insurgentes se replegaban hacia las montañas de Guamuaya lo que produce un desarrollo de las actividades revolucionarias en el Valle de los Ingenios durante los dos primeros años de la guerra. En este tiempo se aplica el método de tea incendiaria con el fin de debilitar las riquezas de los españoles y criollos que apoyaban la metrópolis. De esta forma ardieron los ingenios Santa Elena, Santa Isabel, San Carlos del Quemado, San Blas, San José de kis Ocujes, San Isidro, Papayal, Las Canas y San José de Abajo, entre cuyos porpietarios aparecen en primera línea los Iznaga, Sánchez Iznaga y Borrel[40]. Además, se destruyeron cuatro grandes cafetales situados en las zonas montañosas de Guaniquical y de Cabagán.

A finales del año 1869 e inicios de 1870 unos 1200 insurrectos intentaron tomar la ciudad de Trinidad pero fueron atacados por las fuerzas españolas de la localidad y destacamentos de refuerzos enviados desde Cienfuegos, esto indicaba la fuerte presencia insurrecta en las zonas montañosas y de difícil acceso de la región central. Para fortificar la zona los hacendados de Cienfuegos, Trinidad, Sagua la Grande y Remedios habían aportado unos 11 000 000 escudos con el fin de crear un tercio de la Guardia Civil[41], además de haber cumplido con la orden española de defender con sus propios destacamentos a sus ingenios.

En todo el año 1870 no se recibió ayuda del exterior y la única que pudo haber ayudado la expedición del El Salvador zozobró frente a la costa de Trinidad cayendo su contenido en poder de los españoles y sus expedicionarios perseguidos y aniquilados en su casi totalidad.

Ya a mediados de 1870 la superioridad española se imponía en Cienfuegos, Trinidad y Sancti Spíritus, en las que los fusilamientos eran numerosos[42]. En la villa trinitaria la actividad insurrecta se había replegado totalmente hacia las intrincadas montañas de Guamuhaya comenzando a disminuir los daños a la villa. A partir de 1871 Trinidad era considerada una zona pacifica en cuanto a operaciones revolucionarias, era frecuentemente reforzada por tropas y voluntarios españoles llegados desde las regiones vecinas o desde la capital.

La tranquilidad de la zona solo fue interrumpida en 1875, cuando las fuerzas del general Máximo Gómez decidieron invadir Las Villas, el propio Gómez le confirió la jurisdicción de la zona de Trinidad al entonces Coronel Serafín Sánchez[43]. Durante su estancia en la región trinitaria en agosto[44] del propio año envió de un grupo exploratorio de unos 100 hombres al mando de los oficiales Santander y Carpio para ver la situación de la villa, estos ya estaban de regreso en 1876[45]. Casi a seguidas, destina una columna de infantería al mando del Coronel Mariano Domínguez para que avanzara desde Villa Clara a través de la cordillera montañosa de Guamuhaya y cayese sobre el Valle trinitario, esfuerzo frustrado por el resurgimiento del regionalismo en Las Villas[46].

Tregua Fecunda y Guerra Necesaria

Después del Pacto del Zanjón, durante la Tregua Fecunda que precedió a la contienda de 1895 organizada por José Martí, en Trinidad se conspiraba con gran fuerza. A pesar de la actividad revolucionaria y reformista la ciudad también busca levantar su economía muy seriamente dañada por la guerra, comienza así en la región trinitaria un proceso de concentración de las riquezas cañeras, de esta forma muchos antiguos ingenios son demolidos o pasan a ser parte de empresas más grandes. Según un informe publicado tras la guerra, durante el conflicto bélico la región sufrió mucho, tanto material como moralmente, sólo a grandes costos se mantuvieron los ingenios mejor defendidos del Valle, lo demás todo se entregó al saqueo y a las llamas. Para defender los ingenios la metrópoli designo a personal de Ingeniería del Ejército Español, experimentado en la construcción y mantenimiento de las trochas de Mariel a Majana y de Júcaro a Morón, para fortificar esos ingenios trinitarios al coso que fue necesario.

Con la caída de los precios del azúcar (2.47 centavos la libra) en el período entreguerras y la necesidad de nuevas inversiones llevaron a la demolición de varios de los viejos centrales azucareros de la región, entre ellos el Yaguaramas, el San José de Aracas y el Palmarejo Viejo, hecho consumado en 1886, época en que estaba también en proceso de demolición el Palmarito, mientras el Mainicú - Bécquer se sostenía con la refacción de Fritze y Cía y el Guaímaro con la de esta misma casa, de algunos comerciantes españoles y de la empresa de Guillermo Schmidt, en cuyas manos quedó parte del ingenio más tarde[47].

Luego de quedar virtualmente destruida por la guerra, con la intervención norteamericana los principales centrales de los terratenientes arruinados son vendidos a compañías de los Estados Unidos, lo que hace a la ciudad totalmente dependiente del mercado de la nación del norte.

Con la compra y/o refacción de ingenios esas compañías extranjeras iniciaron el proceso de concentración azucarera en el valle, las alemanas en primer lugar (Fritze y Cía y Meyer, Thode y Cía, su sucesora), seguidas por la casa norteamericana de Eaton, Saford and Fox y algunos comerciantes españoles, Garralde y Coucayro, por ejemplo. La entidad Fritze y Cía o Meyer, Thode y Cía comenzaron por adquirir el Buenavista (1857), después el Santo Cristo de los Destiladeros (1869), parte del Santísima Trinidad, el José de la Cruz (1876), Las Boca (1878), el Güinía de Soto y La Caridad (1878); también realizaban actividades crediticias. Por su parte, los comerciantes peninsulares adquirían el Monserrate de Algaba (1875) y el Santa Elena o Sabanilla. En ese primer momento del proceso esos ingenios se mantuvieron como unidades productivas aisladas[48].

Hacia la concentración se inclinó la casa de Schmidt (posteriormente Schmidt y Fishcr), propietaria en el período entreguerras de los ingenios Santa Isabel o Canoa de la Lumbre, La Asunción o San Francisco y parte del Guaímaro. En terrenos de este último fundó el Cañamabo en los años 80, Primer intento serio en Trinidad de centralización azucarera moderna, [49] que molía caña de los antiguos ingenios “Mainicú – Riquelme” (Iznaga), “Palmarejo”, San José de Aracas” (Marín), “Aracas – Iznaga” y algunos campos cañeros de la zona de Caracusey.

En 1892 llegó a Trinidad el Sindicato Norteamericano que dirigía Edwin F. Atkins, que se unió a Havenmeyer para formar el consorcio Atkins-Havenmeyer, monopolio que fundó el Central Trinidad en 1873. En esa época quedaban sólo cuatro ingenios: el Buena vista y Las Boca, a nombre de Meyer, Thode y Cía; el Cañamabo, de Schmidt; y el Manaca – Iznaga, de los Sánchez Iznaga, de la antigua olarquía terrateniente trinitaria. Ninguna de está fábricas sobrevivió a la Guerra del 95, en que fueron demolidas y/o incendiadas y pasaron a integrar las colonias cañeras del nuevo central Trinidad, que abarcaba además tierras de los antiguos ingenios Algaba, Sabanilla, San José de la Cruz, Aracas, Aracas-Marín, San Isidro, Santo Cristo de los Destiladeros y Santa Isabel o Canoa de la Lumbre.

The Trinidad Sugar Company, creada por Atkins, era la propietaria del Central Trinidad y arrendó el Guaímaro a uno de los herederos del Marqués de Guaímaro y lo modernizó un poco, por lo que llegó a producir 800 ó 1 000 toneladas de azúcar al finalizar el siglo, que conjuntamente con unas 6 000 del Central Trinidad importaba unos $ 900 000 oro.

En julio de 1895 se producen diversos alzamientos independentistas en la zona como los de los generales Juan Bravo y Lino Pérez.

Etapa republicana

República naciente

Esta época marcó un aislamiento mayor para la ciudad debido a la carencia de caminos y carreteras que permitieran el acceso a través de las montañas que bordean la ciudad. Esto contribuyó a que, en el plano de la arquitectura, Trinidad permaneciera en una especie de congelamiento que la mantuvo lejos de las influencias del neoclásico y del Art Decó, estilos que inundaron La Habana o Santiago de Cuba. Debido a la pobreza, la ciudad se convirtió en una de las de mayor índice de emigración, tanto hacia otras regiones de la isla como hacia el extranjero.

Con el inicio del siglo XX y el establecimiento en Cuba del sistema político conocido como República la ciudad de Trinidad vio como resurgían en la región las viejas estructuras económicas y sociales coloniales. Se retoma la actividad azucarera como base de la economía local, mientras que la actividad ganadera también coge fuerza, esta última apoyada por las autoridades de ocupación norteamericana y la importación de ganado de calidad. Los terratenientes de la región estaban organizados en la Junta Local de la Liga Agraria[50].

Parque Céspedes de Trinidad, frente al ayuntamiento de la ciudad, durante las primeras décadas del Siglo XX.

También se destaco la producción cafetalera con representación de la Compañía Agrícola Industrial Cafetera de Trinidad, latifundio fundado en 1911 el cual contaba con un capital inicial de 300 000 pesos. También se destaco la hacienda San Juan de los Baulluas, ubicada en los límites territoriales entre Trinidad y Cienfuegos, quien tenía grande ganancia en la explotación forestal. Durante toda esta época el capital financiero de Estados Unidos fue adentrándose en la región bajo el amparo y protección de la Guardia Rural y los gobiernos de Tomás Estrada Palma, Charles Magoon, José Miguel Gómez, Mario García Menocal y Alfredo Zayas.

En 1901 se restablece el servicio de telégrafo entre Trinidad y Fomentos. Dos años más tarde, en 1903, se inaugura el servicio de correo Placetas-Trinidad[51]. En 1902 se comienza también la construcción de la carretera de Trinidad a Cienfuegos que no terminaría hasta varias décadas después.

Estación de Ferrocarriles de Trinidad a inicios de la década de 1920.
En 1919 se inaugura una importante vía de comunicación para la economía trinitaria al ponerse en marcha un ramal del ferrocarril central que conectaba la ciudad con Santa Clara, capital de la provincia, vía Placetas[52]. Ese mismo año se inauguro un tramo de la vía férrea entre el puerto de Casilda y el poblado de Fomento, de 63.38 km. de longitud, esto causo un gran alboroto por su importancia. El informe oficial del censo de 1919 describe el hecho de la siguiente manera[53]:
la obra más digna de mencionarse (...) es la reciente prolongación del ferrocarril The Cuba Railroad Company de Fomento a Trinidad. Esta antigua ciudad del Sur, notable en un tiempo por su riqueza y esplendor, decayó después rápida y notablemente en todos los órdenes materiales, y quedó aislada, sin medios de comunicación con los demás pueblos de la Isla; olvidada casi en la evolución progresista de las demás poblaciones cubanas.

Machadato

Durante el gobierno nacional del dictador Gerardo Machado, conocido como el Machadato, el hermano de este Coronel Carlos Machado estuvo al frente del territorio trinitario al cual trato como su feudo personal. Carlos Machado fue durante este periodo el encargado de la gran mayoría de los negocios particulares y en el terreno político era el elector por excelencia contando con el apoyo de su hermano. En el marco del cooperativismo, fórmula de cooperación absoluta de los partidos políticos con el dictador, las diferentes entidades políticas de la burguesía trinitaria expresaban su apoyo a Machado, aunque no exento de algunas reservas en cuanto a la gestión económica de este en la región[54].

Durante esta etapa Trinidad se adentra en la terrible crisis económica que afecto a la gran mayoría de los países dependientes entre los años 1929 y 1933, esto incremento el desalojo de los campesinos que habitaban en las montañas cercanas a a la ciudad lo que incremento a su vez la hambruna entre los habitantes de la ciudad[55]. La situación llega a tal extremo que el Coronel Machado recomienda públicamente a los desocupados comprar tierras a un precio máximo de cincuenta presos la caballería, una baratija para ese época, pero la población no tenía dinero ni para comer.

El problema era tan grande que varios dueños de ingenios de la región endeudaron o fueron a parar a la bancarrota y adquiridos por monopolios con capital norteamericano como el Punta Alegre Sugar Co.. Uno de los dueños endeudados por la crisis fue el empresario Manuel López Rojas quien, en su libro Azúcar y población en las Antillas (1927), describe la situación existente en ese momento de la siguiente forma[56]:
en este término [la región trinitaria] hay más de cuatro mil caballerías de tierra casi sin cultivo, sólo con caguazos [caña de mala calidad]: pero éstos están en poder de los latifundios azucareros que (...) son como el perro del hortelano, que ni como ni deja comer.
La situación era tan difícil que hasta el periódico El Liberal, que se editaba en Trinidad y respondía a los intereses del gobierno de Machado, se hace eco de la realidad imperante en la región[57]:
Después del regreso [de los trabajadores trinitarios] de la región oriental, donde la zafra ha sido mala (...) y los jornales (...) exiguos, el malestar de la clase trabajadora es aún mayor. A la falta de trabajo, viene aparejado el aumento de la vagancia, de la mendicidad, de la miseria y por último del suicidio de aquellos que ven a sus hijos pidiendo pan, gritando porque tienen hambre y no tienen un mendrugo de llevarse a la boca.

El gobierno anuncia que trabajara en un Plan de Obras Públicas para la región, pero lo que se consiguen son obras innecesarias o sin mucha importancia. La prensa clama insistentemente por las tan esperadas obras públicas como paliativo a la situación económica reinante pero no se hace nada y el pueblo enfurecido se une a la lucha nacional contra el tirano, el cual caería semanas después.

Actividades revolucionarias

El principal partido opositor a Gerardo Machado en Trinidad era la filial de la Asociación Unión Nacionalista que estaba integrada por numerosos jóvenes progresistas y de izquierda. Pero los principales dirigentes revolucionarios de la región se encontraban entre los estudiantes y la clases obrera e intelectual de pensamiento patriótico y progresista. Esta masa se encontraba concentrada en las filiales regionales del Ala Izquierda Estudiantil, de la Liga Antiimperialista de Cuba y de la Liga Juvenil Comunista -presumiblemente fundada en Trinidad en 1933[54]-, bajo la orientación del Comité Distrital del Primer Partido Comunista de Cuba, estas organizaciones junto a otras opuestas al régimen son las que comienzan la lucha revolucionaria en esta región contra la dictadura.

Es 1927 en año en que, en medio del rechazo nacional contra el mandato presidencial de Machado, comienza a manifestarse en la ciudad de Trinidad un gran interés por el conocimiento de la teoría revolucionaria. Entre los años 1929 y 1931 aparecen en la ciudad periódicos de corte revolucionario, entre ellos El Claín y El Libertador[58] y en 1932 apareció la revista Plenitud[59], la cual se edito solo por un año y tenía como objetivo difundir las ideas progresistas y radicales de la pequeña burguesía local. Estos y los grupos que los animaban desempeñarían, junto al estudiantado en receso forzoso decretado por el régimen, un importantísimo papel en estos primeros tiempos del proceso revolucionario que se desataba en la región.

Los simpatizantes de la agrupación política ABC le exigían al gobierno una democracia funcional con un modo de administración pública que anunciaba su ideal corporativista al estilo fascista de Benito Mussolini en Italia y en contra del comunismo. Por su parte otros sectores se declaraban abiertamente a favor del comunismo, por el fin del régimen capitalista y contra el peligro fascista, cuando no al menos contra el imperialismo y la injerencia norteamericana sobre Cuba. D este último grupo la figura más representativa y recordada fue la del médico revolucionario radical, antiimperialista, procomunista y católico Tomás Carrera Galiano, quien defendía la idea de que el comunismo esa una necesidad para la felicidad de los pueblos y quien se oponía a este era un obtuso, un paralítico mental, un enfermo peligroso para la mecánica social[60].

Últimas dos décadas

En 1934 se instaura en Cuba el llamado Gobierno Mendieta-Caffery-Batista o de Concentración Nacional (1934-1936) a mediado de enero de ese año, con ello regresan los político tradicionales a Trinidad. El dictador Fulgencio Batista que es quien anima tal gobierno con la aprobación con la aprobación del embajador norteamericano Jefferson Caffery y la figura del supuesto presidente Carlos Mendieta, pretende hacer de la región un feudo suyo, como antes lo habían hecho los presidentes García Menocal y Machado. La Era Batista trae una brutal reacción contra las conquistas del proceso revolucionario de 1933, aún en vigor. Por ejemplo, es liquidado el sindicato azucarero del central Trinidad a punta de ametralladoras, se produce un alza desmedida en el costo de la vida cuando apenas hay síntomas de recuperación económica, se burlan las leyes sociales protectoras del obrero dictadas por el Gobierno de los Cien Días, máxima expresión institucional del proceso revolucionario[61], e incluso se revitaliza el racismo, con inconfesos fines político divisionistas.

A partir de 1935 comienza un declive en la producción azucarera a nivel mundial lo que trae consigo que muchos de los centrales azucareros ubicados en suelo trinitario pasen a capital cubano, conservando los monopolios extranjeros solo los mejores y más productivos centrales, aquellos cuyas producciones eran muy demandadas a nivel nacional. También se reforzaron los controles financieros y crediticios que se daban en la región, de esta manera el capital financiero estadounidense estaba mejor protegido[62]. Se destacan en este periodo los centrales Trinidad, Santa Isabel y Escambray. El Trinidad alcanzo las cifras más significativas con producciones topes sobres los 170 000 sacos en la potsguerra y en 1952, durante la Guerra de Corea (1950-1953).

También se destaca la producción de café y la ganadería, la cual tiene momentos de crisis pero da buenas ganancias en general para los terratenientes durante las décadas del 40 y el 50. El resto de la economía regional trinitaria apenas es digno de mencionar. En 1936 se inicia la construcción del sanatorio antituberculoso de Topes de Collantes y luego se inician las obras para comunicar Trinidad con las ciudades del resto de la región central. Las carreteras a Sancti Spíritus (inaugurada en 1949) y a Cienfuegos (1952), garantizaron la comunicación de la ciudad por vía terrestre con el Occidente y el Oriente del país. A estas vías se le uniría la inauguración de un pequeño aeropuerto situado entre Trinidad y Casilda.

En 1940 se crea el Comité Local de Turismo de Trinidad bajo la guía del ingeniero Manuel Bécquer, quien buscaba fortalecer el desarrollo del turismo en el territorio como una buena opción para el desenvolvimiento económico-social. Debido a las posibilidades trinitarias para ser un deseado destino turístico llaga a la ciudad la Corporación Nacional del Turismo con el objetivo de[63]:
hacer de Trinidad un centro de turismo, por entender los visitantes que era el mayor centro turístico en potencia, que existe, no solamente en Cuba sino también, en toda el área del Caribe.

El desinterés de los gobiernos del Partido Revolucionario Cubano (Auténtico), de 1944 a 1952, y la segunda dictadura de Fulgencio Batista (1952-1958), harían fracasar los proyectos de turismo regionales. Solo se pudo trabajar en proyectos simples, destacándose la restauración del llamado Palacio de Brunet en 1948 (hoy Museo Romántico de Trinidad), esto fue gracias a las presiones y el apoyo de la Sociedad Pro Trinidad.

Dictadura Batistiana

Al llegar al poder Fulgencio Batista, se instaurará una dictadura militar que tuvo en Trinidad un fuerte respaldo de los alcaldes y los políticos de derecha, representados en la figura de Rolando Fischer Lorenzo, representante del tirano, dirigente local del gubernamental Partido de Acción Unitaria y además Senador de la República[64]. El periodista progresista Nildo Ramos Alvaley manifestó en un artículo periodístico publicado en 1955 que la localidad era casi una ciudad militar con regimientos en Topes de Collantes[65].

Fischer era el director de la Junta Autónoma del Sanatorio de Topes de Collantes, desde allí dominaba la región con un sistema de botellas (puestos públicos ficticios aunque pagados), fraudes y ventas o regalías de puestos de trabajo a cambio de células electorales y apoyo al régimen[66]. Las condiciones del sanitario respecto a sus pacientes eran pésimas, los mismos enfermos protestaron mediante una huelga de hambre a la deficiente alimentación a la que eran objeto, peso al presupuesto que se destinaba para ello, el cual era robado por Fischer y sus amigos. Pero el sanatorio también trajo nuevas oportunidades de trabajo en un momento en que existía un gran desempleo en la ciudad, en 1953 un estadística reflejó que el 70% de la población vivía en el desempleo[67].

Respecto a la población el censo nacional de 1953 arrojo que en Trinidad habitaban unos 83 918 habitantes[68].

En este periodo se ejecuta en la región otra gran obra industrial, la Papelera Pulpa Cuba, la cual comienza su construcción el 15 de marzo de 1957 y concluyó en el periodo revolucionario, 5 de junio de 1959. La Papelera, como se le conoce popularmente, tenía como principal accionista la familia Azqueta, propietaria entre otros del antiguo Central Azucarero Trinidad, cercano a esta fábrica y que le suministraría el bagazo como materia prima esencial para la producción. El costo de la instalación fue alrededor de los 11 millones de pesos, financiados por el Banco de Desarrollo Económico y Social (entidad bancaria cuyo principal accionista era Fulgencio Batista) y poseía tecnología de procedencia norteamericana, específicamente de la firma Black Clawson.

Central Trinidad, perteneciente a la Cía Comercial Trinsuco S.A. durante la dictadura batistiana.

Todo parece indicar que el objetivo de los propietarios del Central Trinidad y la Papelera era crear en un futuro un complejo industrial más amplio y perfeccionado, que incluiría también la construcción de una refinería de petroleo y la infraestructura adecuada para todos estos planes, cuestión esta última que comenzó a materializarse con el apoyo del dictador Batista, cuyos intereses se escondían detrás de los de Manuel Pérez Benitoa, yerno de Batista y socio de Jesús Azqueta, principal accionista de ambas empresas[69].

Pero la aguda situación económica y sus efectos sociales mejoraban muy poco. A esto se le suma el apoyo que recibía el gobierno del Secretario General de la Central de Trabajadores de Cuba, Eusebio Mujal, hecho que fue criticado en el progresista periódico local Vocero Cívico[70]:
nos encontramos que ahora Mujal habla de preocupaciones por las condiciones de vida de los trabajadores azucareros, esa es hipocresía de este millonario de nuevo cuño. Mientras las famosas vacas de raza del Sr. Mujal tienen piso de granito, luz eléctrica, condiciones sanitarias excelentes y al parir las atiene un Dr. Veterinario; nuestros compañeros de las plantaciones cañeras, viven en chozas miserables con el piso de tierra, sin higiene y sin un profesional que atienda a su compañera en la maternidad.

Guerra de Liberación

Rebeldes que estuvieron presentes en la firma del documento conocido como Pacto de El Pedrero.

Con la llegada de Batista al poder comienza la etapa de la subversión y de las grandes manifestaciones políticas contra la dictadura, siendo más significativa la de 1955 por el pago del diferencial azucarero, la cual fue reprimida violentamente por las fuerzas batistianas.

En 1957 se producen los primeros alzamientos de los jóvenes de la ciudad. Mientras en las montañas se fortalecía la presencia de los núcleos guerrilleros como los del Directorio Revolucionario 13 de Marzo, el II Frente Nacional del Escambray y el Movimiento 26 de Julio. Las acciones de las guerrillas dejan incomunicada varias veces a Trinidad con el resto del país por vía terrestre.

En 1958 arribo a las montañas de la cordillera de Guamuhaya la columna guerrillera del comandante Ernesto Che Guevara, una de cuyas primeras medidas fue la de poner en práctica en las zonas liberadas la Ley no.2 de Reforma Agraria, dictada por la dirección del Ejército Rebelde meses antes en la Sierra Maestra, el extremo oriental de Cuba. Comenzaba así a materializarse el viejo reclamo de tierras para los trabajadores agrícolas y el campesinado.

En la región también se firma el Pacto de El Pedrero entre las fuerzas del Che y el Directorio Revolucionario, mediante el cual se garantizaba el futuro de la lucha revolucionaria en la región, consolidada definitivamente el 30 de diciembre de 1958 con la entrada de las tropas revolucionarias a la capital regional, la ciudad de Trinidad.

Revolución en el poder

La ofensiva final revolucionaria comienza el 28 de diciembre de 1958 comandada por Faure Chomón, que ocupa el aeropuerto y el ayuntamiento. Dos días más tarde se rinde la Cárcel Real, último bastión del ejército batistiano.

El dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo[71] organiza una invasión, que es derrotada por las fuerzas al mando de Fidel Castro. La acción transcurrió en el aeropuerto de la ciudad y fueron ocupadas numerosas armas y municiones.

Tras el fracaso de Trujillo la CIA y los servicios militares norteamericanos prepararon un una operación militar conocida como "Plan Trinidad" con el objetivo realizar una invasión directa de mercenarios. Esta supuesta invasión desembarcaría por la zona costera del sur del municipio lo que le posibilitaría a los invasores apoderarse de las montañas que rodean el norte de la ciudad y establecer una comandancia para entrenar los soldados que desde allí partirían a lucha contra las fuerzas revolucionarias. La invasión se produce, pero a más de 200km de distancia, en Bahía de Cochinos, cerca de Playa Girón, constituyendo la primera derrota de Estados Unidos en América Latina. En ese momento se desencadenó en las montañas del Escambray la lucha contra los bandidos, que no eran más que opositores a la Revolución Cubana financiados por la Agencia Central de Inteligencia.

Lucha Contra Bandidos

Miembros de las Milicias Nacionales Revolucionarias durante la denominada Limpia del Escambray la cual buscaba la eliminación de todos los alzados.
Vitrina con fotos de combatientes de la Lucha Contra Bandidos que se puede apreciar en el Museo Nacional de Lucha Contra Bandidos ubicado en Trinidad.

La cordillera del Escambray se lleno de los llamados "bandidos", que no eran más que grupos opositores a la Revolución financiado por Estados Unidos y creados con el objetivo de establecer en esa zona un gobierno en armas y asesinar a todo seguidor de Fidel Castro que hubiese en ese territorio. Debido al accionar de los alzados, como también se les conoce, ocurrieron decenas de asesinatos de campesinos y alfabetizadores revolucionarios.

Oficialmente se considera a Ramón Trujillo como el primer alzado hacia 1959 en la zona de La Macagua, en el Escambray. Pero no fue hasta el 7 de septiembre de 1960 que se inicia lo que se denomino Lucha Contra Bandidos, este inició se llevo a cabo con un pequeño combate en el que no hubo muertos, dejó tres heridos, y se capturó al contrarrevolucionario Sinesio Walsh; y concluyó el 1 de octubre de 1966 con la captura de José Rebozo. El surgimiento de las bandas en el Escambray se ubica dos etapas fundamentales:

  • La primera: desde julio de 1960 hasta abril de 1961, se caracterizó por derivar sus miembros de delincuentes, prófugos de la justicia, antiguos miembros de los cuerpos represivos de la tiranía que huyendo a la justicia y sin tener un objetivo político definido se internan en la zona del Escambray.
  • La segunda: se extiende desde abril de 1961 hasta julio de 1965 se caracteriza por que sus principales cabecillas eran antiguos miembros del Ejército Rebelde resentidos y afectados en sus intereses personales y estimulados por un programa de lucha elaborado por los EE.UU.

Entre los asesinatos más significativos ocurridos en el territorio trinitario estuvieron:

Reorganización del territorio

Una vez erradicadas las bandas de las sierras, se potenciaron diferentes proyectos de desarrollo rural, se construyen nuevas carreteras, se realiza la reforma agraria, se inauguran escuelas, hospitales, tiendas. Trinidad sigue siendo la capital del Regional Escambray, zona administrativa creada desde los años finales del gobierno colonial español y que se mantendría hasta 1976.

En 1974 se celebrara por vez primera en el país la Semana de la Cultura, durante la cual queda inaugurado, después de una intensa labor de restauración, el Palacio de los Condes de Brunet, convertido en el Museo Romántico. Esta tradición se mantuvo viva y a lo largo de las siguientes Semanas de la Cultura, se siguen dejando abiertas al público, totalmente restauradas, un gran número de joyas del patrimonio local. La intensa labor de rescate del patrimonio tangible e intangible, y la conversión de la mayoría de las casonas antiguas rescatadas de las ruinas en museos e instalaciones de carácter cultural y social de diversa índole, hicieron posible que en 1993 el municipio alcanzara la condición de Módulo Cultural[72].

Raul Castro en Trinidad en el año 1977. Foto Garal.

En 1976, debido al proceso de institucionalización de la República Socialista en el territorio cubano, vuelven a fundarse los órganos locales del poder, que ahora cuentan con el adjetivo "Popular", como corresponde en este tipo de sistema. Trinidad pasa a ser un municipio de la provincia de Sancti Spíritus, integrando muchos de los asentamientos poblaciones urbanos y semiurbanos cercanos a la ciudad cabecera dentro de las fonteras geográficas del naciente municipio.

El desarrollo económico de la región fue progresivo, orientado sobre todo a la mecanización de la agricultura amparados en los subsidios de la URSS, se acelera la producción mercantil en la región y se comienza a invertir en la minería. Desde la década de 1980 se comienza a prestar atención al turismo, con lo que empieza la restauración de las principales obras patrimoniales. En 1988 el Centro Histórico de Trinidad y su Valle de los Ingenios son declarados por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad durante la Convención Internacional de Patrimonio de la UNESCO celebrada en Brasilia.

El Período Especial sorprende a Trinidad encaminada a la construcción hotelera y de servicios, por lo que solo afectó a la agricultura y a la producción mercantil, que disminuyó. El boom del turismo y la apertura llegaron en los años 1990, como en el resto de la isla. Se edificaron numerosos hoteles, restaurantes y centros de servicios especializados, el ecoturismo en las montañas cercanas despegó al final del decenio.

El 28 de marzo de 1997 aparece publicado en la edición ordinaria de la Gaceta Oficial de la República de Cuba (página 101) el Decreto Ley Nro. 216. En su primer Por Cuanto, el referido Decreto Ley expresa[72]:
La conservación del Patrimonio Cultural y Arquitectónico es hoy tarea de primera línea cuya compleja estructuración en función del logro de sus propósitos, en las condiciones actuales del país, requiere de la creación de la Oficina del Conservador de la Ciudad de Trinidad, institución cultural con personalidad jurídica propia, autoridad y jerarquía adecuada que le permita la obtención de recursos financieros que posibiliten el desarrollo de su trabajo, entre otros objetivos.

De esta forma fue creada la Oficina del Conservador de la Ciudad de Trinidad y el Valle de los Ingenios (1988) con el compañero Roberto López Bastida como primer director. Esta entidad tiene personalidad jurídica propia subordinada al Consejo de la administración de la Asamblea Municipal del Poder Popular, investida de las facultades necesarias para hacer cumplir sus objetivos y materializar su estrategia, la política y los planes dirigidos a la restauración del centro histórico y el Valle de los Ingenios y las demás áreas monumentales de Trinidad. Para llevar a cabo este trabajo la oficina se apoya en el financiamiento de las diversas agencias turísticas-hoteleras y el resto de las empresas que radican en el municipio.

En el artículo Nro. 7 del decreto Ley Nro. 216 se plantean las atribuciones y funciones principales de la Oficina del Conservador de la Ciudad:

  • Preservar el acervo cultural, arquitectónico y espiritual de la ciudad de Trinidad (...) y así contribuir a la educación patriótico militar e internacionalista de los ciudadanos.
  • Formular, proponer y ejecutar los planes de restauración (...) y velar por la conservación y restauración de los valores históricos.
  • Fiscalizar las actividades que con relación a los bienes que integran la zona priorizada para la conservación, llevan a cabo las entidades subordinadas a la Oficina del Conservador.
  • Formalizar convenios con organismos y entidades situadas en la zona priorizada para la conservación.
  • Podrá recibir y utilizar donaciones que destinará a la conservación de la ciudad.

Actualmente Trinidad es uno de los polos turísticos más importantes de Cuba lo que trae buenos ingresos por ese tema, los cuales se invierten en el desarrollo social de la región. En el 2014 celebró sus 500 años de fundada con una gran fiesta que incluyó la apertura de centros culturales y turísticos, además de la reparación de importantes instituciones locales.

Enlaces externos

Referencias

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