José de la Luz y Caballero
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José Cipriano Pío Joaquín de la Luz y Caballero (La Habana, 11 de julio de 1800 - La Habana, 22 de junio de 1862). Pedagogo y filósofo cubano. Considerado maestro por excelencia y formador de conciencias que engrandeció el sentido de la nacionalidad cubana. Escribió artículos en las publicaciones de su época, libros de texto, realizó traducciones, y compuso discursos. Su obra más sorprendente fue “Aforismos” notas breves que fue escribiendo durante su vida, datos y observaciones relacionados con todo lo que le llamaba la atención, pensamientos religiosos, patrióticos, científicos y humanos.
Sumario
Síntesis biográfica
Nació el 11 de julio de 1800 en La Habana, Cuba. Hijo de Antonio José María, funcionario y oficial del gobierno colonial, y de Manuela Teresa de Jesús. Procedía de un hogar de propietarios criollos, creció en un ambiente dominado por relativas estrecheces económicas y una educación estricta.
La familia fue dueña del ingenio San Francisco de Paula y de la hacienda Santa Ana de Aguiar. No obstante, estas propiedades produjeron ciertas preocupaciones a la señora Manuela Teresa al morir su esposo, hasta el punto de que necesitó de la ayuda de un tío, el presbítero José Agustín Caballero, en lo tocante a la educación de sus hijos. Mas, las necesidades no fueron tan perentorias y la familia pudo vivir una vida hasta cierto punto holgada.
Estudios
El joven Pepe fue tutoreado en los estudios por su tío José Agustín el cual, junto al ambiente religioso del hogar, propició que su sobrino adquiriese dotes intelectuales de altura. Así, José de la Luz, ya a los doce años estudiaba latín y filosofía en el convento de San Francisco. En 1817 se titula de bachiller en filosofía en la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana. Tiempo después, las inclinaciones personales y los deseos de la madre y el tío hicieron que iniciara una carrera común a muchos de los vástagos de los hogares criollos adinerados de la época, el sacerdocio. Ingresa entonces en el Colegio Seminario de San Carlos y San Ambrosio.
En el Seminario de San Carlos se graduó de bachiller en Leyes. Allí conoció a Félix Varela y Morales, del cual recibió clases así como de su tío José Agustín. Precisamente es en estos años, y a través de sus experiencias en el Seminario y de sus estudios de las doctrinas de aquellos enciclopédicos maestros, que profundiza su proximidad con el espíritu científico renovador del Siglo XVIII europeo, estudia a filósofos europeos como Locke, Condillac, Rousseau, Newton y Descartes. Igualmente se adhiere a las luchas de Varela y Caballero contra la filosofía y los métodos de enseñanza escolásticos entronizados en las asignaturas y en los planes pedagógicos del Seminario y de todos los centros de enseñanza de la capital y, se vincula a los esfuerzos culturales, científicos y cívicos del Obispo Espada.
Llega a dominar idiomas como el inglés, francés, italiano, alemán, y en 1821 traduce la obra del conde de Volney.
Sus conocimientos sobre teología y sobre la vida religiosa propiciaron que se pronunciara repetidamente contra el clero español residente en Cuba. Tal vez fueron estas convicciones las que lo alejaron del claustro religioso y ya en 1824 se encuentra como director de la Cátedra de Filosofía del Seminario de San Carlos, a la cual accede por medio de pruebas de oposición. Anteriormente, tal responsabilidad había caído en manos de José Antonio Saco, condiscípulo y amigo íntimo de Luz, así como en las del maestro Varela, su creador.
Desde el comienzo de su actividad como Director de la Cátedra de Filosofía se empeñó en aplicar a fondo y hasta sus últimas consecuencias los conocimientos e ideas de su maestro, Félix Varela. Se hizo famoso no sólo entre sus admiradores, sino también entre sus detractores, por su fidelidad a la metodología y doctrinas de Varela, al cual, según sus propias palabras, citaba casi diariamente y por cuyos textos se guiaba para impartir las clases.
Utilizó durante su vida varios seudónimos, entre ellos: “Un Habanero”, “El Justiciero”, “Un Amante de la Verdad” y “El Amigo de la Juventud”.
Labor docente
En el año 1833 se presenta a la Junta de Fomento de Agricultura y Comercio el Informe sobre la Escuela Náutica. En dicho informe, elaborado cuando la escuela tenía ya 17 años de fundada, José de la Luz y Caballero expone sobre la situación de la institución y propone la creación de un nuevo instituto científico que satisfaciera las necesidades del alumnado y del país. Se destaca la importancia social de una institución que estimulara la expansión de los conocimientos científicos en Cuba.
El proyecto para la creación del Instituto Cubano nace con la necesidad de sustituir la Escuela Náutica fundada en Regla en 1816. Los motivos incluían la barrera que significaba la ubicación geográfica de la escuela pues la distancia no solo requería más gastos por parte del gobierno y de las familias, sino que afectaba significativamente el acceso de los jóvenes a la institución. Se veían afectados los alumnos que no podían asistir regularmente o que, cuando lo hacían, no eran puntuales, tanto como aquellos que ni siquiera habían tenido la posibilidad de matricular. “De aquí dimana también cuan poco extensiva se ha hecho esta instrucción; siendo así que el máximo de discípulos en el mayor auge de la Escuela no ha pasado de veinte en todos sus ramos, habiendo a veces menguado hasta la cortedad de media docena.” [1].
Con plena conciencia de que la fundación de una institución educacional de este tipo suponía el desarrollo de una cultura independiente, José de la Luz y Caballero se enfrenta con sus propuestas al sistema colonial imperante. Su proyecto educacional posee un sólido carácter autóctono y se considera inclusivo, pues pretende llevar la educación y el acercamiento al saber a la mayor cantidad de individuos posibles, aun con las limitantes de la sociedad colonial y esclavista.
El sistema que dictaba la vida en la sociedad cubana del siglo XIX dominaba, por supuesto, el funcionamiento de las instituciones destinadas a la educación, por lo que fue una proeza la batalla de Luz frente a las disposiciones reales. Una batalla que si bien se materializa inicialmente en proposiciones para reformar dentro del sistema, tiene resultados formativos en individuos que adoptarían posteriormente posturas de enfrentamiento a la escolástica y a la implementación de las ciencias.
El sentido que para José de la Luz tenía el instituto cubano, lo dejó patentizado: Abrir nuevas carreras a la juventud de la isla condenada a consagrarse exclusivamente al foro, a la medicina o a la holganza; difundir los conocimientos químicos para perfeccionar la elaboración de nuestros frutos y aprovechar nuestras ventajas naturales, facilitar la adquisición de luces para toda empresa que descanse en las nociones de las ciencias físicas y matemáticas; abrigar en nuestro propio seno, sin necesidad de mendigar al extranjero, hombres capaces no solo de concebir, sino de ejecutar grandes planes aún en sus últimos pormenores; mejorar algunas profesiones de las existentes, proporcionándoles otros datos de que han menester para progresar; fertilizar el vasto campo de la educación, ofreciéndole más idóneos cultivadores, contribuir al adelantamiento de las artes liberales y mecánicas entre nosotros; llevar hasta donde sea posible las benéficas intensiones de S.M. en la fundación de estas escuelas prácticas: tales son, en resumen, las más urgentes necesidades físicas de la patria: tales los más eficaces remedios para curar algunas dolencias morales que la aquejan; y tales, en fin, las vastas cuanta sabias miras que se propone la Junta de Fomento de La Habana con su ilustrado presidente a la cabeza en la plantificación de un alcázar de ciencia y de salud para los hijos de este suelo.[2]
Era necesario contar con un espacio que eliminara las distracciones e incomodidades para el alumno y para el maestro y que en cambio incentivara el aprendizaje. Un espacio que pueda incluir también los medios de enseñanza necesarios en una formación integral de calidad.
El instituto debía tener biblioteca y laboratorios a la altura de lo que se suponía que sería el lugar, instrumentos para las clases prácticas de música, en fin, medios para la enseñanza que, sin hacer de la institución un lugar con demasiado costo en su levantamiento y que su concreción se viera afectada desde el punto de vista económico, permitiera tener lo necesario para una formación científica. El diseño del instituto incluía listas detalladas de las necesidades materiales para cada tema de las asignaturas, los costos y los presupuestos designados para cada uno.
Al trasladar lo que era la Escuela Náutica hacia el centro de la ciudad y convertir dicha institución en una nueva, se estaría dando la oportunidad de ampliar las ciencias impartidas con la inclusión de aquellas que tuviesen aplicación más directa, o sea, las que en ese momento eran de mayor interés y utilidad para el desarrollo científico y social.
El uso práctico de la enseñanza es un concepto que se ve reflejado como parte de las propuestas analizadas, ya que si lo aprendido en cualquiera de las facetas del proceso educativo no es llevado a la práctica, pierde todo el sentido. Por tanto, las asignaturas impartidas estarían en función de la aplicación en la práctica con el fin de aportar a las necesidades educativas del alumno en toda su amplitud y por consecuente, a las necesidades de la sociedad. Necesidades que son cambiantes, por lo que este uso práctico de la enseñanza debe adecuarse al contexto.
El plan de estudios, concepto medular dentro de la propuesta de Instituto Cubano, sería variable en función de las demandas sociales nacionales. Incluiría en el momento de la Planta del Instituto: Matemáticas, Dibujo lineal, Náutica, Física, Química y Lenguas vivas. A cada asignatura propuesta le corresponde un objetivo. Luz veía la esclavitud como contaminante para toda la sociedad y para la enseñanza, en particular, y como factor que entorpecía el progreso en la Isla. Es el contexto político y social lo que limita las aspiraciones totalmente liberadoras de Luz, quien estaba dispuesto a permitir el acceso de jóvenes pobres al proyectado instituto.
Con la propuesta del proyecto de Instituto Cubano, José de la Luz y Caballero buscaba crear las bases formativas de un magisterio cubano que fuera capaz de dotar a Cuba de las ciencias y técnicas propias que garantizarían su emancipación del yugo colonial. Del ascenso cultural del pueblo cubano y el desarrollo de los frutos de su suelo dependía su verdadero proceso de descolonización contra la dependencia.
Como educador, para muchos su actividad más destacada, desempeñó el cargo de Director del Colegio de San Cristóbal, en el cual solicitó licencia para inaugurar una Cátedra de Química, y ofreció un curso de Filosofía, entre 1834 y 1835. Fundó el Colegio del Salvador, en enero de 1848, reconocido en aquellos momentos por la implantación de métodos modernos de enseñanza, en el que puso a disposición de alumnos y profesores su biblioteca particular; allí se impartieron clases especiales de Filosofía, Alemán y Latín a los alumnos más destacados, se procuró incluir lo más avanzado en materia de ciencia con la utilización de métodos modernos de investigación, y se intentó infundir a sus discípulos un sentido de elevación humana.
El deber del Maestro era, para él, habituar a los alumnos a que pensasen por sí mismos. En ambos colegios publicó folletos anuales con los exámenes generales. Presentó, además, un proyecto para la creación de un Instituto cubano, especie de escuela práctica de ciencias que no pudo convertir en realidad. Su concepción pedagógica consideraba que el punto de partida del conocimiento eran la experiencia y la observación, y que el método experimental, además de ser el único productivo, era también el único verdaderamente analítico y que podía denominarse científico.
Labor literaria
Durante las décadas de 1840 y 1850 colaboró en diversas publicaciones periódicas como el Faro Industrial de La Habana (1844) y la Revista de La Habana (1853-1854). Fue Socio Correspondiente de la Academia de Buenas Letras de Barcelona, a partir de 1841.
Muerte
Falleció en La Habana el 22 de junio de 1862. Su muerte produjo consternación general en el país, y hubo manifestaciones de dolor, en toda la isla se cerraron las escuelas durante tres días en señal de luto.
Pensamiento
Su concepción del pensamiento progresista europeo de los siglos XVII, XVIII y principios del XIX, se relacionaba en lo esencial con pensadores de la talla filosófica de Descartes, Bacon, Newton, Locke, el iluminismo francés, en general, y Condillac, en particular. Con Pedro Alejandro Auber polemizó sobre problemas de Matemáticas (1832-1833).
Luz escribe la “Advertencia-Proemio” al Elenco de 1834, en la cual propone una modificación en la enseñanza de la filosofía que favoreciera el espíritu de investigación en los educandos. El hecho no tuvo trascendencia en el contexto político y social de ese momento pero al ser publicado en la Gaceta de Puerto Príncipe el 12 de mayo de 1838, se suscita una polémica al expresarse el desacuerdo de quienes no alcanzaban ver la voluntad de su autor de detener, a tiempo, la fuerza que cobraban por día las proposiciones antivarelianas y antiilustradas en el terreno de la enseñanza. A saber, la propuesta epistemológica central del Padre Fundador Félix Varela que colocaba el origen de las ideas en la naturaleza física y social, dentro de una concepción ideológica que iba más allá del sensualismo. Ello conllevaba a una ruptura con la estructura categorial tradicional y abría una nueva perspectiva en el campo del conocimiento. A la búsqueda gnoseológica se unía la fundamentación patriótica. No se trataba, en su concepción, de un conocimiento por el conocimiento mismo, por el placer de la erudición ni tampoco de una conciencia en abstracto, sino de todo lo contrario. Partía Varela de la necesaria creación de un conocimiento científico de la realidad que implicaba el nacimiento de una conciencia patriótica cubana. Para el deber ser de la sociedad había trabajado.
Meses después aparecen en el Diario de la Habana diferentes artículos que versaban sobre la ideología, la literatura, la moral religiosa, el principio de utilidad, la ley del deber y el eclecticismo, los cuales contenían, a la vez, el debate sobre el método; este último se sostuvo hasta el final de la polémica. Por el centro de su contenido fue nombrada filosófica. Debe tenerse presente que la polémica no fue sólo habanera, sino que los principales periódicos y personalidades de otras partes del país participaron en ella. De ahí surge su conceptualización de cubana. La variedad de temas, el número de polemistas y los periódicos de las distintas ciudades cubanas en los cuales aparecían los artículos, es una muestra de la riqueza intelectual de ese momento. Ya desde el año 1838 José de la Luz y Caballero preparaba la Impugnación a Victor Cousin con el objetivo de demostrarle a la juventud cubana, a través de los textos del intelectual francés, la endeblez teórica de sus proposiciones sobre el eclecticismo y el espiritualismo. No fue sin embargo hasta 1840 que la Impugnación se publicó, incluso, inconclusa por el estado de salud de Luz.
Es importante no perder de vista la intensidad del debate teórico que en estos años, 1838-1840, se produce en Cuba. En la mayoría de los casos el enfrentamiento era simultáneo. El método de la enseñanza, por ejemplo, abarcó la polémica toda. A ello habría que añadir los diversos problemas teóricos que se desprendían de cada debate en particular. Sólo en sus relaciones entre sí puede comprenderse el por qué de cada uno y su alcance integral. Entre ellos se sitúan los problemas de contenido de conceptos como filosofía, teoría, religión, ciencia, ontología, metafísica, fisiología, frenología, entendimiento, conciencia, educación, psicología, antropología, por sólo citar los más significativos.
Cuando en 1837 se inicia la crisis política, social y teórica de la sociedad cubana con el fracaso del movimiento reformista liberal, la crisis de la esclavitud, la inseguridad azucarera, el reajuste del poder colonial –entonces en manos de los liberales- y muy en particular con la ruptura del consenso intelectual se presentó, como expresión de los nuevos tiempos, la llamada “nueva filosofía francesa”. Esta ¨filosofía¨ se interpretó como la idónea para desmontar las bases teóricas del pensamiento cubano anterior en su dimensión vareliana, a la que se culpaba de ser promotora de los movimientos revolucionarios y transformadores que habían incendiado América.
La amplitud de las reflexiones sobre los conceptos mencionados implicó referencias a autores diferentes, no sólo contemporáneos al debate, sino de todos los siglos del pensamiento humano. Así se entremezclaban los textos de Leibnitz, Hobbes, Helvecio, Holbach, Spinoza, Voltaire, Condorcet, Diderot, Turgot, Montesquieu, Descartes, Locke, Condillac, Santo Tomás de Aquino, Aristóteles, Platón, con los de la escuela escocesa del sentido común, el idealismo alemán (Hegel, Schelling y Fichte), el movimiento tradicionalista (Joseph de Maistre, Lois de Bonald, Benjamín Constant, Lamanais), la psicología (Maine de Biran), el utilitarismo inglés (Dugarld Steward, William Hamilton, J. Benthan), el positivismo (Augusto Comte) y la frenología (F. J. Gall) y, aún así, el cuadro no está completo.
En la interioridad de la discusión sobre los métodos para conocer la realidad, el punto neurálgico de la Polémica que se inicio en La Habana radicó en la definición, contenido y conceptualización del término ecléctico. Su origen estuvo en la propuesta del francés Victor Cousin que se presentó como la más importante elaboracion teórica y analítica para un nuevo pensamiento cuyo núcleo radicaba en la redefinición del eclecticismo y se autoproclamaba la filosofía del siglo XIX, filosofía sintetizadora y decantadora de todo el pensamiento anterior y, muy en especial, como la cumbre epistemológica que trascendía al siglo XVIII, es decir, a la Ilustración. Su pretendida novedad resultaba engañosa pues años atrás, antes de que Cousin pensara siquiera apropiarse de ese concepto, ya en La Habana se había llegado a una elaboración tal del mismo que precisamente se convirtió en un elemento clave en la concepción no sólo del método de conocimiento, sino también de la elaboración cultural, de la interpretación político-jurídico-social y de la creación de un método para el estudio de las ciencias naturales. Desde la Philosophía Electiva del padre Agustín Caballero y de la propuesta teórica que hiciera Félix Varela del eclecticismo electivo, como la libertad de elegir para llegar a la verdad, se había desarrollado toda una tendencia del conocimiento que desprendiéndose de la metafísica y de la ontología intentaba fundamentar una escuela cubana del conocimiento. No se podría entender la intensidad con que Luz acometería la polémica hasta el desgaste físico y mental sino se comprendieran las consecuencias teóricas y prácticas del cousinismo en Cuba. Lo cierto es que en condiciones extraordinariamente difíciles, prácticamente solo, tuvo Luz que enfrentar a los cousinistas de la Isla. En 1840, en plena Polémica declararía:
La esencia de la confrontación de Luz con el cousinismo radicaba en la contraposición de dos principios irreconciliables. El suyo, esencia del varelianismo, se basaba en el ejercicio del pensar mientras que el de sus rivales implicaba el no pensar, el repetitismo embalsamado en erudición. Lo oculto, lo que muchos no percibían, consistía en que detrás de la definición de eclecticismo por unos o por otros, subyacía la idea de que con ese término o se definía la libertad de pensar y la capacidad del hombre para ello o, por el contrario, la verdad estaba ya dada en las autoridades filosóficas y teológicas anteriores y en el reencuentro introspectivo del hombre con Dios, anulando así todo ejercicio activo y creador perteneciente a la reflexión filosófica.
Viajes
Viaja por Egipto y Siria durante los años 1783-1785.
Viajó a los Estados Unidos en 1828, y un año después recorrió varios países de Europa: Inglaterra, Escocia, Francia, Dinamarca, Bélgica, Holanda, Suiza, Alemania e Italia.
Estos viajes le permitieron madurar en su formación, establecer contacto con las ideas más avanzadas de entonces y estudiar cómo adecuarlas a la realidad de Cuba. Durante su estancia en el Viejo Continente conoció a intelectuales de gran renombre como Goethe, Humboldt, Michelet y Walter Scott. Recogió allí lo más moderno en materia de Pedagogía y conoció las ideas de Pestaloozi y sus seguidores; combatió, sin embargo, las ideas de Víctor Cousin, con quien sostuvo una intensa polémica en el campo filosófico, entre 1838 y 1840, porque entendió que su doctrina contribuía a justificar y a perpetuar el dominio de España sobre Cuba, a la vez que ponía en peligro los valores nacionales.
En sus viajes adquirió también aparatos e instrumentos necesarios para el Gabinete de Física y el Laboratorio Químico del Seminario de San Carlos. De regreso a La Habana colaboró en la Revista Bimestre Cubana (1831-1834) y en las Memorias de la Sociedad Patriótica (1838-1841), así como en El Mensajero Semanal, publicado en Nueva York. Por aquellos años se graduó de Abogado en la Academia de Puerto Príncipe (1836), fue Vicedirector (1834) y Director (1838 y 1840) de la Real Sociedad Patriótica de La Habana, y tomó parte en el frustrado proyecto de establecer una Academia Cubana de Literatura.
En 1841 fue elegido como vocal suplente de la Junta de Población. Viajó por Nueva York y París, en 1843, pero al año siguiente se vio obligado a regresar a Cuba para responder en persona a los cargos por su supuesta participación en la denominada Conspiración de la Escalera, cuya causa fue sobreseída. Intervino, asimismo, en otros conflictos políticos famosos durante la Colonia, como la redacción de una misiva dirigida a Tacón con motivo del destierro de José Antonio Saco, en 1834. De igual forma, su actuación logró revocar la expulsión del Cónsul Inglés, David Turnbull, de las filas de la Real Sociedad Patriótica de La Habana por motivo de sus ideas abolicionistas, en 1842.
Bibliografía activa
- Informe presentado a la Real Junta de Fomento de Agricultura y Comercio de esta Isla, en sesión de 11 de diciembre de 1833 en el espediente (sic) sobre traslación, reforma y ampliación de la Escuela Náutica establecida en el pueblo de Regla, refundiéndola en un Instituto científico con arreglo a las necesidades del país. Imprenta del Gobierno y Capitanía General por orden de S. M., La Habana, 1834.
- Artículos varios de filosofía. Imprenta del Gobierno y de la Real Hacienda por orden de S. M., La Habana. 1840.
- Impugnación a las doctrinas filosóficas de Víctor Cousin. Primera Parte. Imprenta del Gobierno y de la Real Hacienda por S. M., La Habana, 1840.
- Discursos leídos en los exámenes del Colegio del Salvador el día 16 de diciembre de 1861. Imprenta del Tiempo, La Habana, 1861.
- Obras de Don José de la Luz y Caballero (Coleccionadas y publicadas por Alfredo Zayas Alfonso). Vols. 1 y 2. La Propaganda Literaria, La Habana, 1890-1891.
- Aforismos y Apuntaciones (Ordenadas y anotadas por Roberto Agramonte. Retrato de José de la Luz, por José Martí. Prólogo de Rafael García Bárcena). Editorial de la Universidad de La Habana, La Habana, 1945.
- La polémica filosófica. 5 Tomos. Editorial de la Universidad de La Habana, La Habana, 1946-1948.
- Elenco y discursos académicos. Editorial de la Universidad de La Habana, La Habana, [[1950].
- Escritos sociales y científicos. Editorial de la Universidad de La Habana, La Habana, 1955.
- Escritos educativos. Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1992.
Bibliografía pasiva
- Agramonte, Roberto. Prédica y ejemplo de Luz y Caballero. s/e, La Habana, 1950
- Conde Rodríguez, Alicia: Para una teoría de la emancipación cubana, ensayo Introductorio a la Polémica Filosófica Cubana, Editorial Imagen Contemporánea, Universidad de La Habana, La Habana, 2000.
- Conde Rodríguez, Alicia: Bases de una cubanidad pensada, Editorial Imagen Contemporánea, Universidad de La Habana, La Habana, 2001.
- Entralgo, Elías. Dos Arquetipos para una deontología cubana: Don Pepe y el Generalísimo. Editorial de la Universidad de La Habana, La Habana, 1952
- Esténger, Rafael. Don Pepe, retrato de un maestro de escuela. Editorial Alfa, La Habana, 1940 Figarola-Caneda, Domingo. Bibliografía de Luz y Caballero. Imprenta El Siglo XX, La Habana, 1915
- González del Valle, Francisco. La Conspiración de la Escalera. I. José de la Luz y Caballero. Imprenta El siglo XX, La Habana, 1925
- Dos orientadores de la enseñanza: el padre José Agustín Caballero y José de la Luz y Caballero. Imprenta Molina, La Habana, 1935
- Guerra, Ramiro. José de la Luz y Caballero como político. Universidad Central de las Villas, La Habana. 1957
- Hart Dávalos, Armando. Perfiles. Editorial Pueblo y Educación. Ciudad de La Habana, 2002. p.23. ISBN 959-13-0983-X
- Luz y Duarte, Francisco de la. Don José de la Luz y Caballero. Imprenta de Rambla y Bouza, La Habana, 1913
- Mañach, Jorge. Luz y "El Salvador". Imprenta El Siglo XX, La Habana, 1948
- Mesa Rodríguez, Manuel I. Tres retratos de Luz y Caballero. Imprenta El Siglo XX, La Habana, 1950
- Roig de Leuchsenring, Emilio. José de la Luz y Caballero, maestro de una gran Generación. Oficina del Historiador de la Ciudad, La Habana. 1956
- Páez, Alfonso E. Estudio sobre José de la Luz y Caballero. Imprenta Cubana, La Habana, 1914 Rodríguez, José Ignacio. Vida de Don José de la Luz y Caballero. Imprenta de El Mundo Nuevo - La América Ilustrada, Nueva York, 1874
- Saíz de la Mora, Jesús. José de la Luz y Caballero; influencia social y política de su labor educativa. El Dante, La Habana, 1929
- Sanguily, Manuel. José de la Luz y Caballero (Estudio crítico). Estudio Tipográfico O' Reilly 9, La Habana, 1890
- Soto Paz, Rafael. La falsa cubanidad de Saco, Luz y del Monte. Editorial Alfa, La Habana, 1941 Vitier, Medardo. La filosofía en Cuba. Fondo de Cultura Económica, México, 1948, pp. 80-123.
- Caneda, Figarola: Explicaciones. El Triunfo (Habana), 5 jun., 1879.
- …………………………; Bibliografía de José de la Luz, Editorial, La habana, 1915.
- Carbón Sierra, Amaury B.: José de la Luz y Caballero y la tradición clásica en Cuba. Barcelona, Universidad Autónoma de Barcelona, Servei de Publicaciones, 1998.
- Chacón y Calvo, José María: “La edición de las obras de Luz y Caballero por la Universidad de La Habana”. Revista Cubana (La Habana), 19-20(s.n.):146-148; en.-jun., 1945.
- Chávez Antúnez, Armando: La ética en José de la Luz y Caballero, en Estudios éticos, IV, Universidad de la Habana, 1992.
- Carbón Sierra, Amaury B.: José de la Luz y Caballero y la tradición clásica en Cuba. Barcelona, Universidad Autónoma de Barcelona, Servei de Publicaciones, 1998.
- …………………………..: Carta de José Martí a Vidal Morales, remitiéndole copia de la correspondencia epistolar de José de la Luz Caballero a Podbielsky [sic]. Cuba y América (Habana) 3(61): 25; 1899. (Fechada: julio de 1880.)
- Cartaya Cotta, Perla: “Aproximación al pensamiento de José de la Luz y Caballero”. Palabra Nueva (La Habana), 9(91):28-35; oct., 2000.
- ………………………………..: Análisis y valoración del pensamiento y la actividad pedagógica de José de la Luz y Caballero. La Habana [s.n.], 1983.
Enlaces externos
- Librínsula,Imaginarios: José de la Luz y Caballero [1]
- Librínsula,Tesoros:Un raro libro de texto de un maestro ejemplar: Don José de la Luz y Caballero [2]
- Librínsula,Nombrar las cosas:José de la Luz y Caballero, entre la inteligencia soberana y el sentimiento excesivo [3]
- Librínsula,José de la Luz y Caballero y La Biblioteca de la Sociedad Económica [4]
- Biografías
- Revista Digital La Jiribilla
- Diario Trabajadores
Referencias
Fuentes documentales
- Expediente. En: Archivo del Museo Nacional de Historia de las Ciencias “Carlos J. Finlay” .
Bibliografía
- Luz Caballero, José de la. En: Cien figuras de la Ciencia en Cuba/ Rolando García Blanco.../et-al/.- La Habana: Editorial Científico-Técnica, 2002.
- Luz y Caballero, José de la: Obras, vol. I, II, III, IV y V, Biblioteca de Clásicos Cubanos, Editorial Imagen Contemporánea, Universidad de La Habana, La Habana, 2001.
- Luz y Caballero, José de la: La Polémica Filosófica Cubana, vols. I y II, Biblioteca de Clásicos Cubanos, Editorial Imagen Contemporánea, Universidad de La Habana, La Habana, 2000.
