Guerra de Liberación Nacional de Cuba (1956-1958)

Guerra de la revolucion
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La Guerra de Liberación Nacional.jpeg
Fecha 26 de julio de 1953 al 30 de diciembre de 1958
Lugar Bandera de Cuba Cuba
Resultado Victoria de las fuerzas rebeldes.
Beligerantes
Comandantes
Fidel Castro
Raúl Castro
Juan Almeida
Ernesto Che Guevara
Camilo Cienfuegos
Fulgencio Batista
Francisco Tabernilla Dolz
José Rodríguez Calderon
Pilar García
Carlos Tabernilla
Fuerzas en combate
3.000[1] 50.000[2] o 80.000[3]

Guerra de Liberación Nacional de Cuba (1956-1958). Fue un conflicto armado ocurrido en territorio cubano entre diciembre de 1956 y diciembre de 1958, en el cual se enfrentaron las fuerzas militares constitucionales de la República de Cuba y las insurrectas guiadas por el Movimiento 26 de Julio (M-26-J), movimiento socio-político dirigido por el abogado Fidel Castro que tenía al Ejército Rebelde como brazo armado de dicha organización. A las fuerzas revolucionarias del M-26-J se le unió en la lucha armada el Directorio Revolucionario 13 de Marzo y las agrupaciones de acción y sabotaje del Partido Socialista Popular, entre otras pequeñas agrupaciones sociales de pensamiento izquierdista.

La principal causa del estallido del conflicto eran las difíciles condiciones de vida en las que vivía la mayoría de la población cubana, las cuales eran precarias desde el inició del siglo XX pero se habían deteriorado aun más tras el establecimiento del gobierno dictatorial de Fulgencio Batista tras el golpe de estado militar de marzo de 1952.

La guerra concluyo favorable para las fuerzas revolucionarias que expulsaron a Batista del poder, detuvieron a los principales líderes de la dictadura y los llevaron a tribunales populares donde fueron enjuiciados y condenados según los crimines que cometieron durante el gobierno de Batista. Por su parte los rebeldes se encargaron de reorganizar todo el sistema político, social y militar del país estableciendo en el un sistema de gobierno socialista y popular que se conoce como Revolución Cubana.

Antecedentes

Acciones del 26 de julio de 1953

Debido a la critica situación existen en el país debido a la cruel dictadura de Fulgencio Batista tras apoderarse del poder político y militar mediante el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 un grupo de jóvenes de pensamiento izquierdista y popular, conocidos como la Generación del Centenario por su ideología martiana, decidieron tomar las armas y levantarse contra el régimen para iniciar una revolución armada que derrocara al dictador. Este movimiento estaba liderado por un joven abogado llamado Fidel Castro, quien más tarde se convertiría en el líder histórico de la Revolución Cubana y una de las principales figuras de la historia mundial, quien encabezó un grupo de más de 1.000 jóvenes revolucionarios que tenían como objetivo principal ocupar el Cuartel Moncada (Santiago de Cuba) y el Cuartel Carlos Manuel de Céspedes (Bayamo) y quitarle un buen arsenal militar a las fuerzas militares de Batista para luego subir a las montañas de la Sierra Maestra y desde allí comenzar la guerra de liberación nacional.

Los asaltos a los cuarteles militares anteriormente mencionados fueron llevados a cabo el 26 de julio de 1953. La principal acción se llevó a cabo en Santiago de Cuba, donde se intento ocupar el Cuartel Moncada con el grueso de los revolucionarios, siendo el jefe de la acción el propio Fidel Castro, ya que ésta fortaleza era el principal bastión del Ejército Constitucional de Cuba.

Las acciones fueron un fracaso. A pesar de su derroche de valentía y dignidad, los asaltantes -inferiores en número y armas- no pudieron tomar la fortaleza. La orden del dictador fue eliminar a diez revolucionarios por cada soldado del régimen muerto en combate. La masacre se generalizó y fueron asesinados la mayoría de los asaltantes. Los sobrevivientes fueron detenidos tras feroz cacería, enjuiciados y condenados a prisión.

Aunque el objetivo principal de las acciones no se cumplieron y la mayoría de los asaltantes fueron asesinado, las acciones de los revolucionarios le demostraron al régimen que el pueblo cubano estaba dispuesto a levantarse en armas contra él para lograr su libertad y acabar con los males que existían en su gobierno. Las acciones también dieron a conocer a Fidel Castro y su manifiesto político conocido como La Historia me Absolverá, en el que denunciaba los crímenes y de la dictadura y la pésimas condiciones de vida en las que habitaba la inmensa mayoría del pueblo cubano. Las acciones del 26 de julio de 1953 serían el inicio del fin del régimen batistiano.

Fuerzas en combate

Gobierno de facto

La cruel dictadura del General Fulgencio Batista, vestido en esta foto con traje de gala militar, fue la principal causa del estallido revolucionario.

El gobierno de facto que estaba en el poder en el momento en que estalla el conflicto armado era el del dictador Fulgencio Batista quien había ocupado la silla presidencial tras el golpe de estado del 10 de marzo de 1952 que él y un grupo de oficiales leales a su persona habían propiciado contra el entonces presidente constitucional del país, Carlos Prío Socarrás, en momentos en que la nación se preparaba para elecciones presidenciales.

El gobierno instaurado por Batista se caracterizó por el establecimiento de una cruel dictadura de tipo cívico-militar donde el pueblo fue reprimido violentamente y todo el que pensara diferente a las fuerzas batistianas o fuese visto como progresista o de ideas populares, era encarcelado y brutalmente torturado. Dentro de las muchas personas reprimidas estaban los estudiantes universitarios, de cuya generación salieron los principales líderes del movimiento revolucionario que lucharía contra Batista.

Fulgencio Batista nunca intentó dejar el poder y mediante falsas electorales, como las elecciones de 1954 donde apareció como candidato único asegurar que los demás partidos se retirasen de las elecciones, se mantuvo como Presidente de Cuba aplicando medidas que lo mostrasen al mundo como un gobernante democrático mientras el país se destruía poco a poco. Esta situación fue una de las causas del levantamiento armado, o revolucionarios se dieron cuenta de que solo siendo derrocado por las armas podrían sacar a Batista del poder.

Ejército Constitucional

Mayor General Francisco Tabernilla Dolz, Jefe del Estado Mayor del Ejército Constitucional de Cuba.
Emblema del Buró para la Represión de las Actividades Comunistas, uno de los cuerpos represivos de la tiranía batistiana.

Las fuerzas armadas del gobierno de Fulgencio Batista era el Ejército Constitucional de Cuba, siendo el principal cuerpo represivo de la dictadura en campos y ciudades, siendo conformado por unos 80.000 soldados que contaban con el más avanzado armamentos de la época entregado por el Ejército de Estados Unidos como parte de la ayuda militar que este país le daba al tirano, como parte de un convenio de ayuda mutua, denominado Misión Militar Permanente del US Army en Cuba, firmado el 7 de marzo de 1952 y que finalizó bajo el gobierno revolucionario de Fidel Castro, el 11 de febrero de 1959.

El Ejército Constitucional tenía su sede principal en el Cuartel Militar Columbia, una inmensa área que comprendía edificaciones de tipo militar y civil que conformaban un poderoso complejo militar a las ordenes del tirano. El Ejército estaba al mando del Mayor General Francisco Tabernilla Dolz, un oficial de bajo rango que se unió a Batista durante el golpe de estado de 1933 contra el presidente Carlos Manuel de Céspedes y Quesada, lo que le posibilito ser ascendido en varias ocasiones por el propio Batista hasta situarlo al frente del Ejército para tener controlada a las fuerzas militares y evitar una intentona golpista como la propició el en 1952.

La estructura fundamental de aquél ejército era la llamada Guardia Rural, creada en 1901, desde la primera ocupación estadounidense a Cuba. En la época de la dictadura batistiana la Guardia Rural contaba con una estructura regimental mixta de infantería y caballería; cada regimiento obedecía a una provincia o distrito militar – Cuba contaba con seis provincias –, con excepción de Oriente, que tenía dos regimientos o distritos. Los regimientos se componían de escuadrones y tercios tácticos, estas pequeñas unidades se encontraban ubicadas en cuarteles de las cabeceras municipales y otros núcleos urbanos y poblados. Los siete regimientos con que contaba la Isla de Cuba eran[4]:

Entre las instituciones que estaban dentro del área del Campamento Columbia estaba el Campo de Aviación, sede de la Jefatura del Fuerza Aérea del Ejército de Cuba (FAEC), la fuerza área del país, la cual estaba subordinada al Ejército. Esta fuerza aérea estaba al mando del Brigadier General Carlos Tabernilla y Palmero, hijo del jefe del Ejército Constitucional, y contaba con apoyo militar de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos gracias al tratado del MDAP (Ayuda de Defensa Mutua) firmado con el gobierno estadounidense. La FAEC contaba con modernos aviones de combate, entre los que se encontraban Republic Thunderbolt F-47D, Piper PA-20 Pacer, Piper PA-18-135 Super Cub, Lockheed T-33 Shooting Star, Douglas B-26B, Piper PA-22-150 Tri Pacer, Piper Pa-22-160 Tri Pacer, Piper PA-23-160 Apache, Aero Commander 560, Bell 47G-2, Douglas TB-26, De Havilland Beavers DHC-2 y Curtiss Comandos C-46, entre otros. Además de la base en Columbia también tenía campos de aviación en San Julián, San Antonio de los Baños y Santa Clara, aunque tenía unidades en aeropuertos de otras ciudades.

Otra las de las instituciones militares subordinadas al Ejército era la Marina de Guerra de Cuba, cuyo Jefe de su Estado Mayor era el Contra-Almirante José N. Rodríguez Calderon. La Marina estaba bien organizada y contaba con varias divisiones. Tras su reestructuración en 1954 quedo compuesta por Estado Mayor General, las fuerzas operacionales y las instalaciones terrestres. Dentro de estas últimas, además de los distritos y establecimientos navales constituidos por bases navales, aeronavales, arsenales, talleres, varaderos, unidades, dependencias terrestres y campos de aterrizaje se encontrarían también las academias, escuelas y centros de entrenamientos navales. En 1957 la Marina de Guerra contaba con 6.980 hombres, de ellos 730 oficiales y el resto marinos.

Además contaba con la División de Infantería Motomecanizada Alejandro Rodríguez, con sede en la Ciudad Militar Columbia, siendo esta la más importante gran unidad de tropas terrestres con moderno armamento y equipamiento; también con el Regimiento No. 7 de Artillería Máximo Gómez, ubicado en la fortaleza de San Carlos de La Cabaña y el Regimiento No. 8 de Tanques, en el Campamento Militar Adolfo del Castillo, en Managua, todos, en La Habana.

A lo anterior, habría que agregar la existencia de la Policía Nacional, como fuerza represiva en las principales ciudades más los cuerpos represivos que creó Batista como el Buró para la Represión de las Actividades Comunistas (BRAC), el Buró de Investigaciones, el Servicio de Inteligencia Militar (SIM) y los paramilitares a su servicio.

Fuerzas revolucionarias

Movimiento 26 de Julio

La principal fuerza revolucionaria durante la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista y su aparato militar y represivo fue el Movimiento 26 de Julio, nacido de las acciones del 26 de julio de 1953 contra fortificaciones militares en la región oriental de Cuba y que tenía a los sobrevivientes de las mismas como sus principales figuras, junto a otras que se les fueron sumando durante el proceso revolucionario. El Movimiento 26 de Julio tenía células revolucionarios en todo el archipiélago cubano y desde allí realizaban acciones de sabotaje y atentados contra dirigentes del gobierno batistanos y las instituciones militares que representaban su poder en la isla.

Esta organización político-militar nació en 1955 cuando, una vez salido de la prisión tras los asaltos al Cuartel Moncada y el Carlos Manuel de Céspedes, Fidel se reúne en la calle Factoría en La Habana y reestructura su movimiento revolucionario llamando Movimiento 26 de Julio y conformando ese mismo día, 12 de junio de 1955[5], su Dirección Nacional. Con el objetivo de preparar una expedición armada Fidel salió al exilio con rumbo a México. Allí se reunió con miembros prominentes del Movimiento y tras meses de entrenamiento y preparación militar, el 25 de noviembre de 1956 logró salir rumbo a Cuba en el pequeño yate Granma en compañía de 81 expedicionarios más que serían el núcleo del futuro Ejército Rebelde.

Ejército Rebelde
Escudo utilizado por Fidel Castro que lo identificaba como Comandante en Jefe del Movimiento 26 de Julio y el Ejército Rebelde.

El Ejército Rebelde era el principal brazo armado del Movimiento 26 de Julio. Mientras que las células de acción y sabotaje operaban en las ciudades, el Ejército Rebelde combatió a las fuerzas militares de la dictadura en las montañas del oriente cubano, en una primara etapa, para luego extenderse a todos los sistemas montañosos y rurales de Cuba en el último año del conflicto. Este ejército llegó a contar con cerca de 3.000 guerrilleros en sus filas.

El Ejército Rebelde estaba estructurado por frentes guerrilleros y estos a su vez por columnas, lo que posibilitaba un mejor despliegue en las zonas donde actuaba posibilitando ser más eficaces en el combate contra el enemigo. En su estructura final el Ejercito Rebelde logró tener ocho frentes y uno en formación, 25 columnas y 10 destacamentos y grupos guerrilleros. Estos frentes de combate eran[6]:

Durante su vida activa las fuerzas rebeldes libraron más de quinientas acciones combativas. Además, durante la contienda, se realizaron otras actividades relevantes que fortalecieron las fuerzas rebeldes en todos los órdenes, la relación es amplia: creación de la emisora Radio Rebelde y el Periódico El Cubano Libre; la creación de la Escuela de Reclutas de Minas de Frío; la constitución del Pelotón Femenino Mariana Grajales; ingente actividad de retaguardia realizada por Celia Sánchez Manduley en el Primer Frente; reunión de la Dirección del Movimiento 26 de Julio en Mompié donde Fidel asume la dirección total del Movimiento dentro y fuera del país; asamblea campesina en Las Vegas de Jibacoa; creación de los Comités Campesinos; promulgación de la primera Ley de Reforma Agraria y otras leyes rebeldes; Pacto del Pedrero, en el que se acuerda la unidad de las fuerzas revolucionarias: 26 de Julio, Directorio Revolucionario y Partido Socialista Popular; los congresos Campesinos y Obreros en el Segundo Frente; plenaria azucarera en territorio del Frente Norte de Las Villas; funcionamiento de la administración civil y la organización económica social de los territorios liberados, actividad esta en al que el Segundo Frente fue ejemplo al mostrar lo que habría de ser la obra creadora de la Revolución en el poder.

Otras fuerzas revolucionarias

José Antonio, Fidel Castro y René Anillo tras firmar la Carta de México, acuerdo de entendimiento entre el Directorio Revolucionario y el Movimiento 26 de Julio.
Faure Chomón Mediavilla con la vestimenta de guerrillero del Directorio Revolucionario 13 de Marzo durante la Guerra de Liberación Nacional.

Otras de las fuerzas revolucionarias que actuaron contra la dictadura fueron el Directorio Revolucionario, brazo armado de la Federación Estudiantil Universitaria, y los grupos guerrilleros del Partido Socialista Popular, partido político de izquierda de ideología comunista y uno de los principales movimientos político opositores a al régimen batistiano. También había otros movimientos populares, de alcance provincial o local, que se oponían a Batista y colaboraban en acciones de sabotaje con las revolucionarias anteriormente mencionadas.

El Directorio Revolucionario, posteriormente denominada Directorio Revolucionario 13 de marzo, era el brazo armado de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), siendo fundado en 1955 por el dirigente estudiantil José Antonio Echeverría Bianchi. Tras su fundación el Directorio se volcó a las calles y se convirtió en uno de los principales actores revolucionarios que combatían con las armas en las manos a la dictadura de Fulgencio Batista. Buscando una mayor unidad entras las fuerzas revolucionarias el Directorio, con José Antonio Echeverría al frente, fue en busca de Fidel Castro, quien se encontraba en el exilio preparando una expedición armada, para firma un acuerdo de colaboración conjunta para derrocar al dictador cubano. Echeverría firmó entonces, en nombre del Directorio, la llamada Carta de México el 30 de agosto de 1956 que representó la declaración de guerra de la juventud cubana contra la tiranía y la unión de fines entre el Directorio Revolucionario y el Movimiento 26 de Julio[7].

La concepción de la vía armada del Directorio Revolucionario era la lucha en la calle, mientras que Fidel defendía la guerra de guerrillas como mejor opción para derrocar al régimen; pero José Antonio en todos los encuentros posteriores con los líderes de la organización que dirigía planteó que todas las tácticas eran necesarias e hizo hincapié en las coincidencias en las cuestiones estratégicas: lucha armada a muerte contra la tiranía, la denuncia al trujillismo, reconocimiento a los militares puros y la unidad de las dos organizaciones que representan a la nueva generación para llevar a cabo la Revolución.

Tras la caída en combate de José Antonio Echeverría durante las acciones del 13 de marzo de 1957, cuando el Directorio Revolucionario intento tomar el Palacio Presidencial con el propósito de ajusticiar a Batista, fue Fructuoso Rodríguez quien dirigió el Directorio y tras el asesinato de éste en la masacre de Humboldt 7, el dirigente Faure Chomón Mediavilla se hizo cargo del mismo hasta que finalizó la contienda militar.

Otras de las fuerzas revolucionarias que se sumaron a la guerra contra Batista fue el izquierdista y comunista Partido Socialista Popular (PSP) que dirigía Blas Roca. Esta fuerza política se sumo a la lucha armada de forma oficial el 12 de marzo de 1958, aunque desde el mes de febrero de dicho año ya mantenía conversaciones con las fuerzas rebeldes del Comandante Fidel Castro para trazar las estrategias de lucha conjunta contra el régimen. Desde ese momento muchos simpatizantes del PSP fueron enviados a la Sierra Maestra para que integrasen las filas de las fuerzas rebeldes, mientras que en centro de la isla comenzó a operar la Columna Máximo Gómez, compuesta en su gran mayoría por hombres del PSP bajo la dirección del Comandante Félix Torres, dirigente comunista de esa zona[8].

Conflicto armado

Levantamiento en Santiago de Cuba

El primer enfrentamiento de las fuerzas revolucionarias vestidas de verde olivo, bajo el nombre de Movimiento 26 de Julio, y las fuerzas represivas de la tiranía batistiana se produjo el 30 de noviembre de 1956 en Santiago de Cuba con el objetivo de apoyar el desembarco de los expedicionario del yate Granma.

Ese día una gran destacamento de jóvenes militantes del Movimiento 26 de Julio se enfrentaron desde horas de la mañana a las fuerzas militares y de la policía que había en la ciudad. Altos dirigentes de esa organización, entre los que se encontraban Haydée Santamaría y Armando Hart, habían llegado a Santiago algunos días antes y en combinación con las militantes del movimiento que operaban en tierras santiagueras bajo el liderazgo de Frank País coordinaron el plan de acciones que se llevarían a cabo ese día.

Las fuerzas revolucionarias, que contaban con el apoyo popular, habían planificado el asalto al Cuartel Moncada, la toma de los cuarteles de la Policía Nacional y la Policía Marítima, así como la liberación de los presos políticos de la prisión de Boniato y el hostigamiento a cualquier puesto de la policía o el ejército que se encontrasen en su camino.

Estación de la Policía Nacional en Santiago de Cuba tras ser atacado por las fuerzas revolucionarias.

El ataque al local de la Policía Nacional estuvo a cargo de un grupo de valientes hombres al frente de Otto Parellada, Tony Alomá y Pepito Tey. Otto tuvo el primer encuentro con fuerzas de la tiranía en la avenida Céspedes y calle N, resultando ileso. Luego se lanzaron contra la estación de la policía, el primero en caer fue Tony Alomá, muerto por un disparo en el ascenso de la Escalinata de Padre Pico frente a la Estación. A la media hora de combate caía valiente Pepito Tey víctima de un balazo en la frente. El último en caer fue Otto Parellada, ya cuando el objetivo inicial de tomar la estación había fracasado y las fuerzas represivas del gobierno estaban reorganizándose tras fallar el factor sorpresa, ante esta situación Otto, herido, continúo disparando su arma hasta que un impacto de calibre 30 en la sien segó su vida.

El ataque del Moncada también fracasó debido a que resultaron detenidos los hombres encargados de operar el mortero. Sin embargo se logró asaltar y tomar el local de la Policía Marítima, en la Avenida Lorraine, hoy Jesús Menéndez, donde 19 combatientes se enfrentaron valientemente a los soldados allí apostados y lograron ocuparles el armamento que allí se encontraba. El grupo responsable del asalto a la armería Marce y Cia También cumplió su misión. Por su parte en la liberación de los presos políticos de Boniato también se tuvo éxito. A horas del mediodía todavía existían francotiradores que seguían hostigando a las fuerzas de la tiranía. Los heridos fueron puestos a buen recaudo y los asaltantes ilesos pasaron definitivamente a la clandestinidad.

En otras partes de la provincia también hubo acciones armadas, como en el central Ermita, donde los hombres del Movimiento 26 de Julio de Guantánamo tomaron el cuartel de la Guardia Rural, interrumpieron las comunicaciones y se internaron en el monte; en Chaparra se efectuó el asalto del polvorín La Cadena y los revolucionarios se apoderaron de las armas de los custodios.

Aunque los revolucionarios no pudieron apoderarse la la ciudad si ocuparon varios lugares durante unas horas y le demostraron a los soldados de Batista que la lucha por la libertad continuaba. El propio Frank País calificó la acción como el espectáculo hermoso de todo un pueblo peleando por su plena libertad. El levantamiento armado de Santiago de Cuba fue la antesala de la gran guerra de liberación que, desde la Sierra Maestra, se expandiría por toda Cuba en dos años y derrocaría el gobierno de facto de Fulgencio Batista.

Expedición del yate Granma

Yate Granma, embarcación utilizada por la expedición revolucionaria para su traslado desde aguas méxicanas hacia aguas cubanas.

Las fuerzas revolucionarias que combatirían a las fuerzas del régimen batistiano en las montañas del Oriente de Cuba para de allí entender la lucha guerrillera a toda la Isla y poner fin al gobierno de facto del dictador Fulgencio Batista llegaron a Cuba en una expedición que partió del puerto de Tuxpan, en México, a bordo del yate Granma. El yate fue comprado de una empresa estadounidense y fue usado para el traslado de 82 expedicionarios del Movimiento 26 de Julio a las costas cubanas. Entre los expedicionario se encontraban los jóvenes Fidel Castro, Ernesto Che Guevara, Raúl Castro, Camilo Cienfuegos y Juan Almeida, entre otros. Éstos se convertían con el tiempo en grande figuras de reconocido prestigio internacional por sus ideas antiimperialistas y labor revolucionaria e internacionalista.

La travesía del Granma se produjo entre el 25 de noviembre de 1956, día en que parten de aguas mexicanas, hasta el 2 de diciembre, cuando desembarcan al sur de la provincia de Oriente. El desembarco tuvo lugar en una punta de mangle nombrada Los Cayuelos, a dos kilómetros de la playa Las Coloradas -que era donde planeaban desembarcar- encayó el Granma, lo cual obligó a adelantar el desembarco. Eran las 06:50 horas del 2 de diciembre.

Los expedicionarios utilizaron el bote auxiliar para transportar a tierra el armamento y demás materiales de guerra, pero fue tanto el peso que la pequeña embarcación se hundió. Cada cual debió cargar lo suyo. Faltando ya sólo por bajar el pelotón de retaguardia, pasaron cerca del yate una lancha de cabotaje y un barco arenero. Se hizo más urgente el abandono del Granma y por carecer este de petróleo, no pudo escapar hacia Caimán Brac, como era la idea de Fidel.

Los expedicionarios se introdujeron en la ciénaga, de la que les costó varias horas salir. Durante la marcha abandonaron la mayor parte del equipamiento[9]. Aunque la aviación los sobrevoló el mangle los mantuvo ocultos de la vista de los pilotos.

Primeros combates

Combate de Alegría de Pío

Tras una penosa marcha, los expedicionarios hicieron campamento en un lugar conocido como Alegría de Pío, donde fueron sorprendidos por una compañía de infantería del Ejército Constitucional de Cuba, quien los ataco con apoyo de la aviación militar, produciendose el primer enfrentamiento de los rebeldes con las fuerzas de la tiranía. El fuego intenso del Ejército Constitucional fue combinado con frecuentes llamadas para que los sitiados se rindieran, y en aquellos instantes se oyó la voz del capitán Juan Almeida Bosque[nota 3]:

Aquí no se rinde nadie.

Tras la sorpresa se produjo la dispersión de los revolucionarios, siendo capturados por los militares una docena de ellos, los que fueron asesinados y presentados a la opinión pública nacional como muertos en combate. Por su parte Fidel Castro trató de reagrupar a los expedicionarios en un cañaveral cercano, al que sólo había que llegar cruzando una guardarraya, pero no pudo lograrlo [10]. y cada cual se retiró como pudo, solo o formando pequeños grupos, tratando de alcanzar la Sierra Maestra.

Reorganización

La red de campesinos organizada por Frank País García y Celia Sánchez Manduley resultó de gran ayuda en la búsqueda de los expedicionarios y en la localización del armamento por toda la zona. Poco a poco los revolucionarios se fueron reagrupando y el 21 de diciembre totalizaban 20 hombres: quince expedicionarios y cinco campesinos ya guerrilleros[11]. Tras el reencuentro se analizó todo lo sucedido, en ese momento la pequeña tropa revolucionaria había perdido el uniforme de guerra y el armamento, solamente dos pistolas habían podido ser salvadas. Ante esta situación Fidel Castro expresó le expreso a los sobrevivientes[12]:

No han pagado la falta que cometieron, porque el dejar los fusiles en estas circunstancias se paga con la vida; la única esperanza de sobrevivir que tenían en caso de que el ejército topara con ustedes eran sus armas. Dejarlas fue un crimen y una estupidez.

El día 25 Fidel decide reiniciar la marcha hacia la profundidad de la Sierra Maestra, nacía de esta forma el núcleo principal de lo que posteriormente sería denominado Ejército Rebelde.

Combate de La Plata

El 14 de enero de 1957, los hombres del naciente Ejército Rebelde acamparon en las cercanías de la desembocadura del río La Plata, con la idea de atacar el puesto militar ubicado en ese lugar, donde custodiaban la costa sureña cinco soldados del ejército e igual cifra de marineros, al mando de un sargento de la Marina de Guerra Constitucional de Cuba.

Las fuerzas revolucionarias estaban compuestas por 29 guerrilleros, 18 de ellos expedicionarios del yate Granma, ocho campesinos incorporados a la guerrilla y tres hombres enviados por Celia Sánchez que dirigía el Movimiento 26 de Julio en Manzanillo. Motivados por esta superioridad numérica Fidel Castro determinó realizar la primera acción combativa contra las fuerzas enemigas presentes en el cuartel de La Plata (11 efectivos)[nota 4] el 17 de enero de 1957.

Este fue el primer enfrentamiento entre las fuerzas del Ejército Rebelde y el Ejército Constitucional de Cuba tras el desastre de Alegría de Pío. En esta ocasión las fuerzas revolucionarias estaban bien organizadas y tras unos cuarenta minutos de iniciado el ataque rebelde fue tomado el cuartel. En la acción el 50 % de los defensores resultó muerto o herido. Este hecho significo la primera victoria de las fuerzas rebeldes.

Aunque desde el punto de vista militar el combate de La Plata tuvo poca importancia, las fuerzas armadas del régimen batistiano se vieron obligadas a reconocer que Fidel Castro comandaba un grupo de combatientes dispuestos a enfrentárseles y echó por tierra toda la propaganda manejada por la dictadura de que Fidel y sus compañeros habían sido aniquilados en Alegría de Pío. La acción demostró la presencia del núcleo inicial del Ejército Rebelde en las montañas y resultó alentadora para la moral de quienes habían iniciado su empresa liberadora con un costoso revés y la pérdida de la mayor parte de los hombres y el equipo que formaban parte de ella.

Combate de El Uvero

La acción del llano fue fundamental para que el Ejército Rebelde sobreviviera la fase nómada de la guerrilla. Los refuerzos en armas y hombres enviados por el Jefe Nacional de Acción y Sabotaje, Frank País, resultaron vitales para estabilizar la guerrilla y aumentar sus cuadros y potencia de fuego.

En marzo de ese mismo año, un grupo de 50 revolucionarios enviados por Frank País García, constituiría el primer gran refuerzo de hombres y armas llegado a las montañas de parte de las fuerzas clandestinas que operaban en las ciudades cubanas. Estos hombres, unidos a los expedicionarios del Granma y a los obreros y campesinos de zonas montañozas que se habían sumado a la gesta libertadora, ponían a la guerrilla en mejores condiciones para emprender acciones de mayor envergadura.

Esta tropa fue empleada para el ataque al cuartel de El Uvero el 28 de mayo de 1957. Dicha acción fue la primera acción de importancia del Ejército Rebelde. Se trató de un fuerte combate en el que resultaron muertos o heridos gran parte de los combatientes de ambos bandos. Fue la acción que a juicio de Ernesto Guevara "marcó la mayoría de edad de la guerrilla" y permitió que esta alcanzase un alto grado de desarrollo, pues a partir de ese momento el enemigo renunció a los pequeños cuarteles y unidades aisladas, permitiendo a los rebeldes disfrutar de una creciente "zona liberada".

Frentes guerrilleros

Tras el combate de El Uvero el grupo guerrillero tuvo nuevas posibilidades de adoptar otra estructura que le permitiese abarcar un territorio mayor. El Primer Frente rebelde quedó entonces como zona de operaciones de la columna madre, la número 1 José Martí bajo el mando del Comandante en Jefe Fidel Castro. De esta se desprendió la Columna 4 creada el 19 de julio de 1957, al mando del comandante Ernesto Guevara, con la misión de operar al este de Pico Turquino.

El Frente se mantuvo en constante actividad, durante el segundo semestre de 1957 y el primer trimestre de 1958. No se le permitió descanso al enemigo, en Estrada Palma, Bueycito, Palma Mocha, El Hombrito, Pino del Agua en dos ocasiones, Mar Verde, Alto de Conrado, El Salto, Gabiro, Mota, Chapala, y en otras muchas localidades, tiene lugar acciones victoriosas. El ejército batistiano organiza dos esfuerzos ofensivos, que fracasan por la resistencia rebelde.

Hacia finales de febrero de 1958 las condiciones son propicias para extender la guerra a otros parajes de la provincia oriental. Respondiendo a un mando único encabezado por Fidel en el Primer Frente, y dentro de su idea estratégica para el desarrollo de la guerra, se crean dos nuevas columnas, la número 6 bajo la jefatura del comandante Raúl Castro con la misión de establecer el Segundo Frente Oriental Frank País García, tarea que se cumple el 11 de marzo de 1958 en Piloto del Medio, noreste de la provincia de Oriente y la número 3 bajo el mando del comandante Juan Almeida Bosque, para abrir el Tercer Frente Oriental Mario Muñoz Monroy, el que queda establecido el 5 de marzo del propio año en Puerto Arturo, al oeste de Santiago de Cuba.

Camilo Cienfuegos a finales de marzo parte a operar en los llanos del Cauto, y combate en Bayazo, Cuchillas de Bayazo, Río Cauto y La Estrella.

El 9 de abril se convoca la huelga general, donde participan estudiantes y trabajadores. Diversas causas no permiten alcanzar los objetivos propuestos y termina en un revés. Para apoyar la huelga del Ejército Rebelde realiza varias acciones combativas.

En el Primer Frente se combate en San Ramón y El Pozón. En el Segundo Frente se organiza la Operación Omega y se atacan los cuarteles de Imías, Jamaica, Central Soledad y Caimanera. En este último lugar se toma el cuartel, el puesto naval y se rechaza un refuerzo. El pueblo apoya la acción,

Por su parte el Tercer Frente ataca los cuarteles de Aguacate y Dos Palmas, y realiza otras acciones en Pueblo Nuevo, San Joaquín, Cruce de Guisa, Chivirico, Las Villega y El Cobre.

Próximo a Santiago de Cuba, René Ramos Latour, jefe de acción y sabotaje del Movimiento 26 de Julio integra la Columna 9 José Tey. Ataca el Cuartel de Boniato y realiza una emboscada en Cuabitas. Días más tarde toma el poblado de Ramón de las Yaguas. Poco después estas fuerzas se integran al Segundo Frente.

Los últimos días de junio de 1958 fuerzas del Segundo Frente desarrollan la Operación Antiaérea que consiste en capturar un numeroso grupo de norteamericanos, civiles y marines en Moa, Nicaro, Caimanera y centrales azucareros de la región, con el objetivo de presentarlos ante el mundo como testigos de la ayuda directa que el gobierno de los Estados Unidos le brinda al dictador Fulgencio Batista, además de denuncias los bombardeos indiscriminados de la aviación del régimen contra la población civil. Los detenidos reciben un trato respetuoso, la Operación logra sus objetivos.

El Plan FF

En los días finales de mayo de 1958, la dictadura, envalentonada por el fracaso de la huelga del 9 de abril, lanza su más poderosa ofensiva durante la guerra con el fin de tomar la Comandancia General y dar un golpe mortal a la Revolución: la Ofensiva de Verano, también conocido como Plan FF o Fin Fidel[13].

En el territorio del Primer Frente se libran decisivas batallas: dos en Santo Domingo, en El Jigue, en Las Mercedes, y más de veinte combates: La Caridad, El Naranjo, El Naranjal, Meriño, Casa de Piedra, Providencia, Las Vegas de Jibacoa, Jobal.

Como resultado de la derrota de la Ofensiva de Verano, el ejército sufrió más de mil bajas entre ellas unos 150 muertos, gran cantidad de heridos y más de cuatrocientos prisioneros que fueron entregados a la Cruz Roja Internacional en Las Vegas de Jibacoa y Sao Grande, territorio de la Sierra Maestra.

El Ejército Rebelde ocupó más de quinientas armas y equipos, incluidos: tanques, morteros, bazucas, ametralladoras, 150 000 balas, transportes, y 20 equipos de radio. En las filas rebeldes cayeron muertos 27 hombres y más de cincuenta resultan heridos.

En 75 días de combate, el Ejército Rebelde con una fuerza insuficientemente armada, que en sus inicios apenas alcanzaba a 200 hombres, logró suplir una desventajosa correlación de fuerzas con su excelente preparación física, el dominio del terreno y de la táctica y la estrategia, asestando en cada momento y lugar apropiado la derrota a un enemigo poderoso que contaba con 10 000 efectivos[13].

Con este triunfo el Ejército Rebelde tomó firmemente en sus manos la iniciativa estratégica y preparó las condiciones para la Ofensiva Final.

Ofensiva Final del Ejército Rebelde

La derrota de la Ofensiva de Verano, creó las condiciones necesarias para la preparación y realización de la Ofensiva Final del Ejército Rebelde, al mismo tiempo que aceleró la situación revolucionaria existente, posibilitando que en apenas cinco meses se produjera el Triunfo de la Revolución Cubana. Para ello se elaboró un plan que contaba de tres aspectos:

  • Estrategia de la Victoria.
  • Preparativos de la Ofensiva.
  • Realización de la Ofensiva Final.

Estrategia de la Victoria

Desde que se produjo la reunión de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio en los Altos de Mompié en la Sierra Maestra, quedó elaborada y a su vez apoyada, la estrategia para la conducción de la Guerra de Liberación Nacional. Sin embargo, en aquel momento era imprescindible crear condiciones para resistir, combatir y rechazar la poderosa ofensiva enemiga que la dictadura batistiana, con tanto empeño había concebido para tratar de destruir a las fuerzas guerrilleras.

Derrotada la ofensiva enemiga, la comandancia general del Ejército Rebelde ratifica su estrategia y para ello toma en cuenta todo un conjunto de factores económicos, políticos, militares e internacionales que aseguran su cumplimiento exitoso, además de prever todas las posibles situaciones que se puedan crear y cómo enfrentarlas.

En primer lugar, esta estrategia contemplaba convertir la mitad oriental del país en un gran campo de batalla y a la provincia de Oriente en una gran Sierra Maestra en la que, al igual que en la Ofensiva de Verano, el Ejército de la dictadura sufriera una aplastante derrota.

Con ello se concebía la realización de dos campañas militares; una en Oriente, bajo el mando directo del Comandante en Jefe Fidel Castro, con el objetivo de neutralizar las guarniciones del interior de la provincia; ocupar o destruir las vías de comunicaciones y tomar sucesivamente los pueblos y ciudades más importantes procurando aislar y hostigar a la ciudad de Santiago de Cuba sobre la cual, finalmente se concentrarían los esfuerzos principales con el objetivo de tomarla.

La otra campaña militar se desarrollaría en la provincia de Las Villas, bajo la conducción del comandante Ernesto Guevara, en estrecha cooperación con las fuerzas que operaban en esta región, con el objetivo de impedir el paso de fuerzas y medios hacia el Oriente o que el enemigo se retirara hacia el Occidente, así como la toma de los pueblos y ciudades de la provincia para, finalmente, atacar la ciudad de Santa Clara.

Preparativos de la Ofensiva Final

Para la consecución de estos objetivos estratégicos se hacía imprescindible tomar un conjunto de medidas que aseguraran su cumplimiento, como lo fueron:

  • Ampliación del teatro de operaciones militares.
  • Fortalecimiento y perfeccionamiento de las estructuras militares y administrativas de los frentes existentes.
  • Desarrollo ininterrumpido de acciones combativas contra las fuerzas de la tiranía para ir inmovilizándolas y desmoralizarlas.
  • Instrucciones para impedir la realización de la farsa electoral,fundamentalmente en los territorios donde operaban las fuerzas revolucionarias.
  • Continuar las actividades de penetración y captación hacia las fuerzas armadas, al mismo tiempo que encauzar los movimientos conspirativos hacia las posiciones revolucionarias para evitar un golpe militar.
  • Denunciar, condenar y rechazar los intentos injerencistas e intervencionistas de los Estados Unidos.
  • Aislar y desenmascarar a los sectores más reaccionarios, proyanquis y batistianos.
  • Proseguir los trabajos en el logro y consolidación de la unidad entre las fuerzas progresivas y revolucionarias.

Las intervenciones del Comandante en Jefe, por Radio Rebelde, los días 17 y 18 de agosto de 1958, así como la carta enviada al comandante Juan Almeida, el 8 de octubre de ese año, contienen la estrategia del Ejército Rebelde, así como los elementos que aseguran, su cumplimiento[14]:

(...) las columnas rebeldes avanzarán en todas las direcciones hacia el resto del territorio nacional sin que nada ni nadie las pueda detener. El pueblo de Cuba debe prepararse a auxiliar a nuestros combatientes.

Ampliación del Teatro de Operaciones Militares

Desde los primeros días de agosto, el Comandante en Jefe dicta un conjunto de órdenes e indicaciones para seleccionar, armar y formar distintas unidades rebeldes con vistas a su inmediata salida para el resto del territorio nacional. Semejante empresa era difícil, toda vez que el armamento arrebatado al enemigo era de alrededor de medio millar y que las fuerzas rebeldes tampoco habían recibido cargamentos de armas desde el exterior.

No obstante, esta insuficiente cantidad de armas, municiones, ropa, calzados y otros aseguramientos, pero tomando en cuenta el papel y lugar de cada una de las unidades, comienzan a formarse columnas y pelotones, los que de inmediato salen a cumplir sus misiones.

Así, el 11 de agosto, el comandante Juan Almeida Bosque con un grupo de combatientes reforzado de armas y municiones regresa a su zona, el III Frente Mario Muñoz. Simultáneamente y con vistas al fortalecimiento de esta dirección, el Jefe de la Revolución ordena la formación de otras tres unidades para operar en igual cantidad de zonas: Limoncito, Matías y Hongolosongo, bajo la jefatura del Comandante Guillermo García y los capitanes Calixto García y Universo Sánchez, respectivamente.

El 21 de agosto el comandante Camilo Cienfuegos parte de la Sierra Maestra con el objetivo de establecer un frente permanente en la provincia de Pinar del Río.

El Comandante en Jefe preocupado por la extraordinaria importancia del III Frente y el papel a desempeñar en la Ofensiva Final, ordena la formación de dos nuevas columnas: la No. 9 Antonio Guiteras y la No. 10 René Ramos Latour, bajo el mando de los comandantes Hubert Matos Bénitez y René de los Santos Ponce. La primera partió el 28 y la segunda el 30 de agosto. También, junto a los combatientes de la columna No. 10 partió un destacamento con la misión de incorporarse y fortalecer la lucha clandestina en la ciudad de Santiago.

El 31 de agosto parte el Comandante Ernesto Guevara con la Columna No. 11 Cándido González, bajo el mando del comandante Jaime Vega, con el objetivo de abrir un frente guerrillero en la provincia de Camagüey.

Durante este mes el comandante en Jefe comienza a tomar las medidas necesarias para la apertura de un nuevo frente de guerra en la provincia de Oriente y ordena la formación de la Columna No. 14 Juan Manuel Márquez, bajo el mando del capitán Orlando Lara Batista. El 5 de septiembre envía un pelotón para operar en la carretera Bayamo -Manzanillo y el 30 ordena al capitán Eduardo Suñol, para que con un pelotón reforzado opere en la Sierra de Gibara.

El 10 de octubre parte hacia el IV Frente el comandante Eduardo Sardiñas con la Columna No. 12 Simón Bolívar y el día 25, el Comandante Delio Gómez Ochoa parte con la Columna No. 32 José Antonio Echeverría para asumir la jefatura de este frente.

Por último, y con el objetivo fundamental de operar sobre la carretera Bayamo-Manzanillo se forma la Columna No. 31 Benito Juárez, bajo el mando del capitán Luis Pérez Martínez.

De este modo, en apenas tres meses, el Comandante en Jefe, en cumplimiento de sus planes estratégicos constituyó y envió hacia distintas zonas de operaciones del país a 16 nuevas columnas rebeldes, las que junto a los frentes ya existentes y a las otras fuerzas revolucionarias que combatían en otras provincias, especialmente, del Directorio Revolucionario, el 26 de Julio y el Partido Socialista Popular, quienes debían desarrollar la Ofensiva Final.

La ampliación del teatro de operaciones militares se realizó simultáneamente con un gran número de misiones combativas y organizativas, todo lo cual contribuyó significativamente a que estos preparativos de la ofensiva rebelde obligaran al repliegue y derrota de importantes posiciones enemigas, a la vez que el poder revolucionario en los territorios liberados se fortalecía y el movimiento revolucionario clandestino actuaba en interés de las acciones combativas guerrilleras.

Por otra parte, además de que las derrotas enemigas influían en el estado político-moral del ejército y, por tanto, aumentaban las deserciones e incorporación al Ejército Rebelde el Estado Mayor del ejército reconocía, en privado, que tenía perdida la guerra. Así comenzaron a elaborar planes, no ya para combatir, sino para tratar de evitar la destrucción de las fuerzas armadas; para ello apelaron a las conspiraciones militares en complicidad con Batista y la embajada de Estados Unidos.

A un supremo esfuerzo político por evitar su derrota también se tuvo que enfrentar la dictadura: la farsa electoral del 3 de noviembre. Pero la dirección de la Revolución, con previsión e inteligencia no sólo supo elaborar planes para frustrarla, sino que sus acciones contribuyeron a crear las condiciones para el inicio de la Ofensiva.

Para mediados de noviembre, todas las fuerzas rebeldes se encontraban en sus zonas, listas para iniciar la Ofensiva. El apoyo popular era mayoritario; en las filas del enemigo reinaba la duda y el pánico, la vida económica del país estaba semiparalizada; la simpatía hacía la Revolución Cubana por parte de varios países era una realidad.

Ofensiva final rebelde

En los primeros días de noviembre, el Comandante en Jefe Fidel Castro valoró la situación político–militar del país y comprendió que el régimen afrontaba una crisis total, por lo que decidió poner en práctica la Ofensiva Final del Ejército Rebelde, que desde principios del mes de agosto estaba preparando.

El 13 de noviembre, las ondas de Radio Rebelde transmitieron las instrucciones de la Comandancia General a todos los Jefes de frentes y columnas para el inicio de la "Ofensiva". En aquella oportunidad indicaba que las columnas del II Frente Frank País debían proseguir su avance, cercando y rindiendo todos los cuarteles posibles en la zona comprendida dentro del triángulo MayaríSan LuisGuantánamo, mientras que las columnas que rodeaban Santiago de Cuba debían estrechar el cerco impidiendo el menor movimiento posible de las tropas enemigas.

Las tropas rebeldes que operaban en el centro y el oeste, guardando la entrada de la provincia de Oriente, debían combatir con tenacidad cuantos refuerzos enemigos pretendieran enviar a la provincia.

Las tropas rebeldes en la provincia de Camagüey debían apoyar la Batalla de Oriente, intensificando el ataque contra los medios de transporte enemigo en Camagüey, atacando en su retaguardia a los refuerzos que pretendían enviar a esta provincia.

Las columnas invasoras No. 2 y No. 8 del Ejército Rebelde situadas en Las Villas, recabando el apoyo de todas las fuerzas revolucionarias que allí combatían debían a su vez, interceptar las carreteras y vías férreas e impedir el cruce de tropas enemigas hacia Oriente y evitar que pudieran retirarse las que permanecían junto a la tiranía y quedaran combatiendo en este extremo de la Isla, en que virtualmente estaban siendo arrolladas ya, por las fuerzas rebeldes.

A finales de noviembre las fuerzas rebeldes lanzan la ofensiva final contra la tiranía, así nace la Campaña de Oriente. A esta campaña se le sumo la Campaña de Las Villas, la cual era dirigida por los comandantes Ernesto Guevara y Camilo Cienfuegos, junto a sus columnas y en cooperación con el Directorio Revolucionario. A ello también habría que agregar las acciones realizadas en las provincias de Camagüey, Matanzas y Pinar del Río, las que unidas a las acciones de sabotaje y propaganda por las fuerzas revolucionarias en todo el país, estremecieron los ya débiles cimientos de la dictadura.

En la embajada norteamericana, funcionarios del Departamento de Estado y la propia CIA, tenían conciencia de que las horas del régimen batistiano estaban contadas y de inmediato se dieron a la tarea de poner en práctica un golpe militar y establecimiento de una Junta Cívico-Militar que diera paso a un gobierno provisional, con el firme propósito de impedir que la Revolución triunfara.

Un papel importante en el triunfo revolucionario lo desempeñó el llamamiento a la Huelga General Revolucionaria y el apoyo que a su ejecución brindó el movimiento obrero y el pueblo cubano, demostrando la importancia concebida a esta lucha y su empleo en el momento oportuno. La entrada del Comandante en Jefe a Santiago de Cuba el 1 de enero de 1959, era la prueba evidente del triunfo de la Revolución, de la superioridad moral del Ejército Rebelde y del respaldo mayoritario del pueblo de Cuba.

Campaña de Oriente

Ya el 11 de noviembre el Comandante en Jefe inicia su desplazamiento desde la Comandancia de La Plata en dirección al llano con el objetivo de ponerse al frente de las operaciones militares, e iniciar la Campaña de Oriente con la Batalla de Guisa, llevada a cabo el 20 de noviembre.

A partir de esta fecha comienza una ininterrumpida ofensiva del Ejército Rebelde, que no concluiría hasta la derrota de la tiranía batistiana. Todos los frentes de guerra libran intensos combates, desalojando al enemigo de sus posiciones y aislando a otros, entre ellos los combates de Arroyo Blanco, Maffo, Baire, San José del Retiro y Palma Soriano, en el territorio del I Frente, conjuntamente con las acciones de La Maya, Songo, Cuneira, Soledad, Baltony, Alto Cedro, Borjita, Socorro, San Luis, Caimanera, Cueto y Sagua de Tánamo, entre otros, en el II Frente.

Los combates librados en El Cristo. El Cobre, Puerto de Moya y Dos Palmas, en el III Frente Mario Muñoz y los combates librados por las fuerzas del IV Frente Simón Bolívar en Gibara, Tunas, Los Güiros, Velazco, San Agustín, Puerto Padre, Holguín y Chaparra, entre otros, revelan la impetuosidad del Ejército Rebelde, y el cerco paulatino de la capital oriental y las principales ciudades.

A partir de la Batalla de Guisa, el Comandante en Jefe asume el mando directo del I y III Frentes y en el decursar de las acciones y el avance rebelde, puntualiza y asigna nuevas misiones a los jefes de frentes y columnas y sostiene importantes reuniones, como en la Riconada de Baire, donde se esclarecen las medidas organizativas.

Campaña de Las Villas

Las acciones militares llevadas a cabo por las fuerzas rebelde al mando del Che para tomar la importante ciudad de Santa Clara comenzaron en la segunda quincena de diciembre de 1958, durante la denominada Campaña de Las Villas. El día 15 de diciembre se derribó el Puente de Falcón, sobre el Río Sagua la Chica, en el tramo de la Carretera Central entre Placetas y Santa Clara. Al día siguiente comenzó el ataque a Fomento, el Che colocó una fuerte emboscada en Nazareno, punto intermedio en la carretera que conduce a Placetas, y cerró la vía Báez-Santa Clara con el apoyo de las fuerzas del Directorio Revolucionario del 13 de marzo. Esto le posibilito al Che entrar al poblado antes del amanecer, donde atacó los puntos de resistencia fuera del cuartel, los cuales se rindieron durante los primeros días de combate, y el 18 de diciembre concentró todas las fuerzas contra el reducto, que se rindió a las 16:30 horas.

El jefe del Ejército Rebelde en Las Villas ordenó avanzar sobre la Carretera Central atacando en rápida sucesión los cuarteles de Cabaiguán, Guayos y Sancti Spíritus. La tropa batistiana en estos tres enclaves se preparó con la misma fallida táctica de Fomento. Todas las posiciones enemigas en de Cabaiguán y Guayos fueron tomadas por las fuerzas revolucionarias el 22 de diciembre, ocupándosele un total de 135 armas de guerra. Por su parte, en Sancti Spíritus, fuerzas de la Columna 8 al mando del capitán Armando Acosta Cordero y del Directorio Revolucionario, comandadas por el capitán Julio Castillo, entraron en la ciudad, asaltaron la cárcel y otros puntos e iniciaron el sitio al cuartel. Aprovechando una tregua solicitada por las instituciones cívicas, la guarnición enemiga escapó por la parte de atrás del edificio y se dirigió al cuartel de Jatibonico, 30 kilómetros al este, entonces en territorio perteneciente a la provincia de Camagüey.

Al mismo tiempo, el Che mandó que otros pelotones derribaran los puentes sobre la línea férrea y la Carretera Central en la región espirituana, misión que cumplieron después de cruentos combates. El ejercito fue incapaz de reforzar a las plazas atacadas y para entonces los prisioneros liberados por los rebeldes ya habían llegado a Santa Clara y Placetas, con la consiguiente afectación de la moral combativa de los soldados batistianos.

Inmediatamente después de la toma de Cabaiguán, el Che ordenó el ataque a Placetas. Allí el ejército batistiano tenía una compañía de operaciones además de los soldados y policías del lugar. Siguiendo el mismo esquema se distribuyeron por el cuartel, la jefatura de Policía, el Teatro La Caridad y el paso superior de la carretera central en su salida hacia la capital provincial, a solo 35 kilómetros. El comandante Guevara, al frente de parte de sus fuerzas y otras del Directorio, bloqueó con emboscadas las vías de acceso, reforzó la dirección oeste y entró a la ciudad. En horas tempranas del día 22 se rindieron algunos puntos de resistencia y al día siguiente la totalidad de las unidades batistianas, las cuales entregaron un total de 167 armas de guerra.

Tras esta victoria de los rebeldes llegaron al Regimiento Leoncio Vidal, sede del Tercer Distrito Militar, ubicado en Santa Clara, llas tropas derrotadas en Placetas, con un efecto demoledor en el deteriorado espíritu combativo de la tropa. Además, la emisora de radio de Placetas divulgó la alocución del Che, en la cual afirmaba que se atacaría a Jatibonico por un lado y a Santa Clara por el otro. Sin embargo, el Che cambió el curso de la ofensiva hacia el norte para tomar Remedios y Caibarién, antes de atacar Santa Clara. Esta maniobra se explica por estar Camilo Cienfuegos, a quien correspondía ese territorio, enfrascado en el cerco y ataque al cuartel de Yaguajay, extremadamente difícil de tomar, tanto por su ubicación geográfica como por la resistencia de la numerosa tropa allí acantonada.

El 25 comenzó el asedio contra los puntos de resistencia dentro de Remedios, entre ellos el cuartel y la cárcel, dos sólidos edificios solo separados por la calle, y el ayuntamiento, donde se atrincheró la policía. Esa misma noche se prendió fuego a esta última posesión y los policías claudicaron. Al día siguiente lo hacían el cuartel y la cárcel. Paralelamente a los combates en Remedios, parte de la Columna 8 con el apoyo de un pelotón de Camilo, atacó a la ciudad portuaria de Caibarién, donde el enemigo resistió en el cuartel y el Puesto Naval. El día 26 capitularon los defensores. En los combates de Remedios y Caibarién se capturaron armamento y equipamiento militar para unos 200 efectivos, con los cuales se organizaron dos nuevos pelotones de reclutas. Todo quedó listo para el ataque a Santa Clara.

Batalla de Santa Clara

La última gran batalla de las fuerzas rebeldes fue la de Santa Clara, concebida y dirigida por el comandante Ernesto Che Guevara, contribuyó significativamente al triunfo de la Revolución, y junto al cumplimiento de la orden del jefe del Ejército Rebelde, de avanzar en unión a Camilo hacia La Habana, consolidaron el triunfo y frustraron las maniobras golpistas.

El 28 de diciembre la columna del Directorio Revolucionario tomó posiciones cercanas a sus objetivos e inició el ataque a las posiciones enemigas que operaban en la ciudad. Mientras, las tropas del Che desde la Universidad Central avanzaban sobre la ciudad. La vanguardia dirigida por el capitán Acevedo combatió contra las tanquetas en los suburbios, varios combatientes rebeldes resultaron muertos o heridos. El pelotón de Zayas atacó al enemigo atrincherado en las lomas del Capiro, el cual hacía fuego de flanco contra la tropa rebelde que avanzaba por la carretera de Camajuaní. La aviación de combate bombardeó y ametralló durante todo el día.

Roberto Rodríguez Fernández, conocido como El Vaquerito, uno de los valientes oficiales de las tropas al mando del Che que murió en la toma de Santa Clara.

En horas de la noche todos los pelotones entraron a la ciudad, con la ayuda de los combatientes clandestinos designados como prácticos. Este hecho posibilitó que al día siguiente las calles de la ciudad se llenaran de barricadas, la población apoyó de múltiples formas a los combatientes. Los ataques aéreos se concentraron sobre la ciudad. El descarrilamiento, ataque y rendición del tren blindado fue la acción más importante de aquella jornada. El 30 de diciembre se combatía en toda Santa Clara. Y cayeron en manos rebeldes el Gobierno provincial, el cuartel de los Caballitos, la cárcel y la jefatura de Policía, donde momentos antes de la rendición cayó El Vaquerito, jefe del pelotón suicida.

Durante el último día de 1958, mientras continuaban los ataques de la aviación, los tanques y tropas de infantería salieron por última vez del Regimiento, en vano intento de cambiar la situación, pero fueron rechazados por los rebeldes. Los agentes del SIM y chivatos agrupados como francotiradores en el Gran Hotel, fueron capturados. Se tomó la Audiencia y el importante Escuadrón 31 también capituló. Todo quedo listo para cercar y atacar al Regimiento.

Esa jornada también se rindió el cuartel de Yaguajay, quedando libre Camilo para apoyar al Che en el esfuerzo final. Por el este las fuerzas enemigas cercadas en Jatibonico estaban a punto de rendirse, mientras que el comandante Ramiro Valdés avanzaba con parte de su tropa hacia Ciego de Ávila y Florida. Por la dirección oeste, los destacamentos del comandante Bordón detenían el refuerzo blindado enviado desde La Habana, luego de combatirlo encarnizadamente durante los últimos tres días.

El 1 de enero, Santa Clara estaba en manos del Ejército Rebelde, cuyas fuerzas se dispusieron a atacar directamente la sede del Tercer Distrito Militar, donde el jefe de las tropas se dio a la fuga y los oficiales intentaron retardar la rendición incondicional exigida por el comandante Ernesto Che Guevara. Entregaron la fortaleza a las 12:00 horas de ese día.

El Comandante en Jefe Fidel Castro valoró la hazaña con las palabras siguientes:

Che era un maestro de la guerra, Che era un artista de la lucha guerrillera (...) lo demostró en su fulminante campaña en Las Villas; y lo demostró, sobre todo, en su audaz ataque a la ciudad de Santa Clara, penetrando con una columna de apenas 300 hombres en una ciudad defendida por tanques, artillería y miles de soldados de infantería.

Lucha urbana

En las ciudades del país también se combatió lo que en menos medida. Las fuerzas de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio crearon células revolucionarias por todo el país convirtiéndose en una importante fuerza de hostigamiento al enemigo, demostrándole al tirano que no solo en la Sierra Maestra se estaba combatiendo, dándole un alcance nacional a la lucha revolucionaria.

Acciones del 13 de marzo de 1957

Blindado del Ejército Nacional toma posición en la puerta norte del Palacio Presidencial, después del ataque del Directorio.

Uno de los grandes acontecimientos ocurridos en La Habana durante la guerra contra las fuerzas batistianas fueron las acciones del 13 de marzo de 1957, día en que las fuerzas revolucionarias del Directorio Revolucionario bajo la guía de José Antonio Echeverría tomaron la emisora Radio Reloj y asaltaron el Palacio Presidencial con el objetivo de asesinar al tirano en su despacho presidencial y darlo a conocer al mundo entero desde la mencionada Radio Reloj, desde donde también se llamaría al pueblo a la guerra total contra el régimen para consumar el triunfo revolucionario. Para hacer efectivo este plan los asaltantes pretendían entregar las armas de la guarnición de Palacio, una vez ocupado, al pueblo para tomar otros puntos de la ciudad como el Cuartel Maestre de la Policía -ocupar su fuerte arsenal- y así sucesivamente otras estaciones policíacas y cuarteles hasta dominar la capital.

La acción militar contra el Palacio Presidencial estuvo a cargo de 50 jóvenes revolucionarios, los cuales se desplazaron hacia este inmueble en dos automóviles y una furgoneta de la empresa Fast Delivery, donde iba el grueso de los combatientes. Ya en el interior del edificio, estos asumieron diversas misiones. Los que subieron al segundo piso en busca del dictador comprobaron que este había huido por una escalera interna, anexa a su oficina.

Los combates dentro del Palacio fueron violentos; se hizo más fuerte la resistencia de la guarnición, muchos jóvenes murieron, y a otros se les agotaron las municiones. Se decide retroceder, para pedir refuerzos y continuar posteriormente el ataque, pero la operación de apoyo no funcionó. Fidel Castro ha calificado el asalto al Palacio Presidencial del 13 de marzo de 1957 como[15]:

una operación bien organizada, un acto de extraordinaria audacia y valentía, en el que también hubo fallos e imponderables.

La otra gran acción de este día fue la toma de Radio Reloj, la cual estuvo dirigida por el propio José Antonio Echeverría. A las tres y veintiuno de la tarde llegó José Antonio a la cabina de Radio Reloj y entregó a los locutores varios despachos, donde se informaba del ataque al Palacio Presidencial y de un supuesto parte emitido por oficiales y clases que habrían tomado el mando del Ejército, luego de destituir a altos jefes y oficiales del tirano Batista.

Archivo:CABINA RADIO RELOJ.jpg
Impactos en la cabina de transmisiones de Radio Reloj.

Al final de este boletín, uno de los locutores anunció que el líder de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) daría a conocer una alocución al pueblo de Cuba. Inmediatamente, José Antonio inició una apasionada arenga que aún hoy emociona a los cubanos, donde anunció la caída del tirano (algo que debió haber ocurrido según los planes)[16]:

¡Pueblo de Cuba! En estos momentos acaba de ser ajusticiado revolucionariamente el dictador Fulgencio Batista. En su propia madriguera del Palacio Presidencial, el pueblo de Cuba ha ido a ajustarle cuentas. Y somos nosotros, el Directorio Revolucionario, los que en nombre de la Revolución cubana, hemos dado el tiro de gracia a este régimen de oprobio. ¡Cubanos que me escuchan: Acaba de ser eliminado…!

La alocución quedó cortada cuando el líder estudiantil repetía sus palabras, en el momento en que un empleado encargado de las transmisiones, en otro lugar, sacó del aire la emisora. Cuando al dirigente estudiantil le informaron que estaban fuera del aire, en su retirada, realizó unos disparos sobre el máster de la CMQ.

De Radio Reloj el máximo líder del Directorio se dirigió a la Universidad de La Habana, pero producto de la congestión en el tráfico causada por la construcción del hotel Habana Hilton (hoy Habana Libre) los autos de la escolta se separan y el de José Antonio continúa solo, encontrándose de frente con un carro patrullero a un costado de la Universidad en la esquina de L y 27, en el intercambio de disparos que se produce cae abatido el jefe del Directorio Revolucionario.

Levantamiento del 5 de septiembre de 1957

Publicación sobre el levantamiento en la Revista Bohemia.

El Levantamiento popular del 5 de septiembre de 1957 en Cienfuegos fue una de las acciones armadas de mayor repercusión nacional durante la Guerra de Liberación Nacional. La acción preparada para ese día debía tener alcance nacional y sus principales objetivos eran el Palacio Presidencial y el Estado Mayor de la Marina en La Habana. El intento de tomar estas dos instalaciones del la tiranía batistiana tenía que ser apoyada por levantamientos de en Cienfuegos y Santiago de Cuba.

La acción estaba coordinada entre fuerzas del Movimiento 26 de Julio y la Marina de Guerra de Cuba. El 3 de septiembre se realizó una reunión en la que participaron oficiales de mayor graduación en la Marina, sumados a última hora y de manera unilateral decidieron posponer el alzamiento por 24 o 48 horas, pero debido a falta de comunicación entre los dirigentes del M-26-7 y los oficiales de la Marina, la noticia de posponer el alzamiento no llegó a tiempo a los revolucionarios cienfuegueros.

Alrededor de las 5:20 AM del día 5, tal y como estaba previsto, comenzó el levantamiento popular en Cienfuegos, quedando la ciudad en manos de los revolucionarios por espacio de 24 horas. Posteriormente Batista lanzó sobre Cienfuegos a sus tropas que ametrallaron y bombardearon indiscriminadamente los barrios, y causaron decenas de muertos, heridos y mutilados entre la población. Aunque en lo interno esta acción resultó un revés para el movimiento en Cienfuegos, que desde entonces quedó prácticamente neutralizado, en sentido general representó una victoria para la lucha, por su tremenda repercusión nacional y el hecho de que, durante horas, fue un territorio libre, el primero de la Revolución en el país.

El 5 de octubre, a solo un mes del levantamiento, en la fosa común donde fueron enterrados los combatientes revolucionarios, pese a la custodia de las fuerzas del régimen, apareció una hermosa ofrenda de flores blancas, símbolo de respeto a los muertos. Pese a la represión, las mujeres del M-26-7 cumplirían nuevamente el acto de colocar nuevas ofrendas florales a los caídos. La confección de una placa de cemento para la fosa común, se convirtió en tarea popular, al tiempo que diversas muestras de ayuda y solidaridad llegaban hasta los familiares de los caídos.

Los revolucionarios detenidos, tampoco fueron desatendidos. El doctor Osvaldo Dorticós Torrado destacó en la defensa de varios de ellos, para los que la fiscalía solicitó incluso la pena de muerte en algunos casos. Varios de los detenidos fueron liberados tras la gestión de habeas corpus por parte de Dorticós.

Después del triunfo revolucionario de 1959, cuando la Caravana de la Libertad entra en Cienfuegos, Fidel habló a la multitud reunida en el Parque José Martí[17]:

Había que venir aquí, aunque solo fuera a rendir tributo a los héroes que cayeron el 5 de Septiembre de 1957.

Al conmemorarse 20 años de la gesta, Fidel expresó[18]:

Pienso que algún día habrá que hacer algo mejor, algún día en esta ciudad habrá que erigir un monumento al pueblo, a los combatientes revolucionarios y a los marinos caídos. Es cierto que a la Revolución le faltan muchos monumentos —ya lo hemos dicho otras veces—: hace falta en Santiago de Cuba, hacen falta en muchos lugares. Pero en estos años arduos de consolidación de la Revolución, de trabajo diario, poco tiempo hemos tenido en realidad para dedicar la atención que merecen esos hechos y para perpetuar el recuerdo de aquellos que cayeron, de aquellos que se sacrificaron y que jamás deberán borrarse del corazón y del pensamiento de las futuras generaciones.

Huelga del 9 de abril de 1958

Destrucción de carreteras durante la huelga del 9 de abril de 1957.

La Huelga del 9 de abril de 1958[19] fue convocada por la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio, presidida por Fidel Castro quien, el 12 de marzo, lanzó un manifiesto al pueblo para convocarlo a la huelga general y cursó órdenes a los comandantes y jefes de frentes para que desplegaran acciones de apoyo a la huelga. A pesar de las constantes victorias del Ejército Rebelde en las montañas, muchos de los dirigentes guerrilleros se oponían a las acciones precipitadas en las ciudades, a una huelga, sin el apoyo armado necesario.

La dirigencia del Llano, sobrevalorando las posibilidades de la guerrilla clandestina, consideraba que en abril de 1958 estaban dadas todas las condiciones para esa huelga. La huelga se llevo a cabo por centenares de combatientes, en su gran mayoría jóvenes obreros y trabajadores humildes, con el objetivo de paralizar a la nación y desatar un movimiento de masas que propiciara el derrumbe de la dictadura de Fulgencio Batista. En la estrategia del movimiento revolucionario, la realización de una huelga general en todo el país, acompañada por acciones armadas, daría el golpe de gracia ala tiranía.

El 9 de abril se realizaron acciones armadas en numerosas ciudades, aunque el despliegue más grande se realizó en la ciudad de Sagua la Grande. La huelga general no logró los objetivos propuestos, paralizar a la nación y desatar un movimiento de masas que propiciara el derrumbe de la dictadura de Fulgencio Batista; tuvo héroes y mártires como el joven líder Marcelo Salado. Su frustración fue uno de los reveses más serios de la lucha insurreccionar. La tiranía desató entonces una feroz represión desde La Habana hasta la Sierra Maestra.

A pesar de que no se alcanzó el objetivo principal de la huelga de derrocar al gobierno batistiano se demostró la decisión del pueblo de ser libres o mártires como dijese en una Fidel Castro. Durante esta huelga las principales acciones fueron[20]:

  • Asalto a las emisoras nacionales y la transmisión por sus canales del llamamiento a la huelga general revolucionaria.
  • Asalto a la armería de La Habana Vieja, la voladura de registros de electricidad.
  • Paros y sabotajes en varias terminales del transporte.
  • Quema de gasolineras y de vehículos.
  • Interrupción del transito de entrada y salida de la capital.
  • Sabotajes, acciones y paros en Guanabacoa, el Cotorro, Madruga.
  • Asalto a la emisora de Matanzas dirigido por Enrique Hart.
  • Descarrilamiento de trenes en Jovellanos.
  • Ataque al Cuartel de Quemado de Güines y la interrupción de la Carretera Central en Manacas.
  • Acciones del Condado en Santa Clara.
  • Paralización y el dominio absoluto de Sagua la Grande.
  • Asalto y sabotaje a la planta eléctrica de Vicente en Ciego de Ávila.
  • Acciones diversas en Camagüey.
  • Paralización prácticamente completa de todo Oriente por la acción combinada de las fuerzas guerrilleras y de la clandestinidad, incluido el ataque al Cuartel de Boniato por las milicias de Santiago de Cuba dirigidas por René Ramos Latour, "Daniel", sustituto de Frank País en la Jefatura Nacional de Acción en la Sierra Maestra durante el ultimo combate del Movimiento, que después cayo heroicamente contra la ofensiva de la tiranía.

Notas

  1. Traidor a la Revolución Cubana. Frente guerrillero que no contaba con el apoyó de la jefatura del Ejército Rebelde a pesar de estar opuesto a la dictadura de Fulgencio Batista.
  2. Traidor a la Revolución Cubana.
  3. En el artículo «Alegría de Pío» publicado en la Revista Verde Olivo en 1961 el Che afirma que la frase fue dicha por Camilo Cienfuegos.
  4. Ernesto Che Guevara comenta en el artículo Combate de La Plata, publicado en el libro Pasajes de la guerra revolucionaria (La Habana: Editora Política. 2003, p. 26), que las fuerzas de la tiranía eran aproximadamente una quincena.

Fuentes